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La UDEF procede contra los bancos por "colaborar" con el blanqueo de los Pujol

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La UDEF procede contra los bancos por "colaborar" con el blanqueo de los Pujol

Acusa a entidades como Mediolanum de ceder "cuentas ómnibus" para lavar su fortuna andorrana.
La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) procede por primera vez contra los bancos por su “colaboración necesaria” con la familia Pujol en el blanqueo de su fortuna. La Policía denuncia ante la Audiencia Nacional que determinadas entidades bancarias, entre las que destaca al Banco Mediolanum, han “desarrollado una actividad taxativamente prohibida al exceder las funciones de la banca de corresponsalía entrando en el comportamiento de lo que sería un banco pantalla”.
Los investigadores han descubierto que esta entidad financiera, entre otras, ha cedido su infraestructura para facilitar el lavado de dinero del clan catalán custodiado en Andorra. “Más aún del evidente origen de los fondos depositados” en el Principado, subraya la UDEF en un nuevo informe que acaba de remitir al Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, el Banco Mediolanum “ostentaría una cuenta corriente en el Swiss Bank Corporation de Nueva York”. Se trata de un depósito “titulado por esta entidad, en el cual se producirían movimientos de terceros bajo la cobertura de la entidad española”.

LA "OPERATIVA EXTRAÑA"

La utilización de este circuito bancario para el blanqueo de fondos se remonta, tal y como ha podido acreditar la Policía, a al menos el 18 de marzo de 1997. Entonces, por citar un ejemplo, se produjo un ingreso de 1.765.000 dólares procedente de la cuenta andorrana AN84248, radicada en el Andbank, y abierta a nombre de Jordi Pujol Ferrusola. Esta operación la expone la UDEF como muestra de desvíos de fondos de origen ilícito a una “cuenta tipo omnibus que identifica a sus clientes sólo con referencias”.
La Policía ha acreditado que el dinero de la familia Pujol “permanece muy poco tiempo” en esta cuenta puente, protagonizando “una operativa extraña” ya que “parece que únicamente se han utilizado los servicios del Banco Mediolanum para canalizarlo de Andorra a Estados Unidos, evitando los controles usuales en el sistema financiero y después traspasarlos a otra entidad”.
Los investigadores han averiguado que, acto seguido, buena parte de los fondos lavados por la familia Pujol terminaron “en un banco de gran magnitud y presencia internacional como JP Morgan”. Así, la UDEF destaca que “en relación con esta entidad” se han producido al menos “20 transferencias de divisas, gestadas desde las cuentas del BBVA en España y tituladas por Iniciatives, Marketing i Inversions”, una de las sociedades instrumentales del clan considerada por la Policía, “nuclear en la trama”. Señala, además, que el dinero de los Pujol canalizado por estas cuentas “sirvió después para financiar operaciones en Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay, etc”.
La UDEF ha confesado en informes anteriores su "estupor" ante la magnitud de la fortuna descubierta a la familia Pujol y no duda en considerar que se trata de una de las más importantes de España. La Policía ha comunicado al juez José de la Mata que se encuentra en estos momentos centrada en "comprender la mecánica de funcionamiento de las cuentas andorranas" de la familia y anuncia que elaborará "ulteriores informes" debido a la "relevancia" de los hallazgos.
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Que es lo que mas ha perjudicado a Catalunya ? Andorra, con sus menores impuestos por la compra desplazas, Andorra como paraiso para esconder las fortunas catalanas...

Cataluña en España. Historia y Mito. Gabriel Tortella

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Gabriel Tortella: “No hay país plurinacional que no se haya ido al garete con violencia”


El profesor Tortella analiza la historia de Cataluña. Pero también las causas que explican el auge del independentismo, que achaca, en buena medida, a la educación


Leer más:  Independencia de Cataluña: Gabriel Tortella: No hay país plurinacional que no se haya ido al garete con violencia. Noticias de España  http://goo.gl/MPVfQH

Gabriel Tortella (Barcelona, 1936) ha escrito un libro* junto a otros autores sobre Cataluña. Se dirá que nada nuevo. Entre otras cosas, porque parte de una obviedad: “Cataluña no se entiende sin el resto de España, ni el resto de España sin Cataluña”. Puede parecer una verdad de perogrullo, pero lo cierto, como sostiene el profesor Tortella, es que esta premisa hay que repetirla con cierta frecuencia. Probablemente, porque en Cataluña se ha construido un mito en torno a su identidad nacional que ha prendido en determinados sectores de la sociedad catalana. Y para lograr ese objetivo lo que se ha hecho es manosear la historia a modo de cobertura ideológica.
Tortella sitúa el origen reciente de la tragedia en el largo mandato de Jordi Pujol, que puso los cimientos del independentismo a partir de la construcción nacional en aspectos como la lengua, la educación o la recuperación de viejas instituciones a las que se les ha dado un barniz democrático con una pizca de nacionalismo.
P.- Al final va a tener razón Ortega cuando hablaba de la célebre 'conllevanza'...
R.- Sin duda, pero en los dos sentidos. Como dice Ortega, nosotros tenemos que llevarnos bien con Cataluña y Cataluña con nosotros. Tiene que haber un esfuerzo por parte de ambos. Para entender lo que nos pasa habría que remontarse a 1898. El desastre de Cuba no fue para la economía española ningún desastre, pero sí para los industriales catalanes, que perdieron los mercados antillanos y que los tenían absolutamente copados. Eso provocó los primeros conatos de un incipiente nacionalismo en la burguesía catalana. La Lliga de Cambó ganó las primeras elecciones en 1901, y eso rompió el esquema tradicional de la España de entonces, que se basaba en un partido conservador y otro liberal. Por primera vez la burguesía catalana competía con ellos. Prat de la Riba, el gran ideólogo de la Lliga, es quien dice, de forma increíble, que Cataluña es una nación y España no lo es, lo cual es sorprendente.
Lo peor es que la plurinacionalidad siempre se ha disuelto con violencia. No hay ningún ejemplo que haya tenido efectos positivos
P.- Esa mercancía ideológica es la que ha asumido ahora una determinada izquierda cuando dice que España es, en realidad, un Estado plurinacional.
R.- El plurinacionalismo ha sido siempre y en todas partes una bomba de relojería. No hay país plurinacional que no se haya ido al garete. Plurinacional era la Unión Soviética, y ya sabemos en lo que quedó. Plurinacional era el imperio austrohúngaro y mira cómo sucumbió. Plurinacional era la Yugoslavia de Tito y ya sabemos lo que pasó. Pero lo peor es que esta plurinacionalidad siempre se ha disuelto con violencia. No hay ningún ejemplo que haya tenido efectos positivos.
P.- ¿Y por qué triunfa esa idea en algunos ambientes que se suponen ilustrados; en particular, en la izquierda convertida al independentismo?
R.- Yo creo que la izquierda ha muerto de éxito en todo el mundo. La socialdemocracia ha vencido en toda línea. Todos los países modernos son socialdemócratas, aunque estén gobernados por partidos conservadores. Por lo tanto, todas aquellas reivindicaciones clásicas, muchas de ellas heroicas, del socialismo del siglo XIX, se han alcanzado.
P.- Ya decía Nixon, a principios de los 70, aquello de “ahora todos somos keynesianos”…
R.- Keynes fue uno de los grandes profetas de la socialdemocracia casi sin saberlo. Yo le tengo una enorme admiración. Él dijo que el mundo del siglo XIX se había acabado y demostró que el gasto público, siempre que no sea excesivo, es una buena cosa. El Estado de bienestar estabiliza la economía. Eso ya se ha logrado. Pero la izquierda, una determinada izquierda, ha quedado desorientada y ahora lo que hace es buscar causas para hacer su revolución, toda vez que la causa principal -el Estado de bienestar- ya la ha logrado. Y por eso, abraza todo tipos de reivindicaciones: el feminismo, las minorías territoriales, los refugiados, el Tercer Mundo…
P.- ¿O el cambio climático?
R.- La verdad es que no entiendo por qué luchar contra el cambio climático es de izquierdas, cuando es de puro sentido común. Lo que pasa -continúa Tortella- es que la izquierda, en el ámbito doméstico, ha logrado sus objetivos, y una de las nuevas causas son las minorías nacionales, como lo hicieron Marx y Engels en el caso de Polonia. Así es como han asumido presuntas opresiones de minorías que, en el caso de Cataluña, son simplemente falsas, son mentira. No hay evidencia ninguna de que Cataluña sea un pueblo oprimido. Hay mucha desorientación. Ya en las discusiones del anterior 'Estatut', a finales de los años 70, se observó un cambio: la izquierda comenzó a hacerse nacionalista. Seguramente, porque al franquismo le salió el tiro por la culata y desprestigió todo aquello que patrocinaba, como la unidad de España. Y lo que consiguió es que cuando acabó el franquismo todos aquellos mensajes de la dictadura se convirtieron en las bestias negras. Mucha izquierda que no era nacionalista comenzó a compartir la nueva simbología.
No hay evidencia ninguna de que Cataluña sea un pueblo oprimido. Hay mucha desorientación
P.- Pero es curioso que también prestigiosos economistas catalanes -muchos de ellos de extraordinario currículo- se han hecho independentistas, como el exconseller Mas-Colell...
R.- Fíjese que Mas-Collel venía del PSUC. Y en esto coincide con economistas como Xala i Martín, que es justo lo contrario, mucho más liberal. Yo creo que lo que les pasa es que esperan que en una Cataluña independiente se conviertan en los mandamases de la economía. Mucha gente todavía prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león. Y mucha gente en Cataluña lo que quiere es evitar la competencia de quien no habla catalán: 'Todo para nosotros', piensan. La independencia te convierte en el rey de la montaña. Pero también cuenta que en Cataluña ir a contracorriente es muy duro. Y de ahí el mérito tremendo de Ciudadanos.
P.- Dice usted en el libro que lo que pasa en Cataluña tiene mucho que ver con la educación. ¿Habría que recentralizar esa competencia?
R.- El Ministerio de Educación debiera tomar cartas en este asunto. Lo que no puede ser es que el sistema educativo siga siendo una fábrica de nacionalistas catalanes separatistas. Los indicadores educativos son muy malos dada la renta nacional de Cataluña. Es un desastre. Recuerdo haber hablado de esto con Mercera Cabrera cuando era ministra de Educación y ella, que es una gran historiadora, decía: 'Pues allí no pasa nada'. No sólo se les está moldeando las mentes a los chicos, sino que, además, se les está educando mal. Y aunque sólo fuera por eso, el Ministerio debería tomar cartas en el asunto. Lo que pasa es que a los políticos españoles lo último que les preocupa es la educación. Recuerdo que mi amigo Javier Solana, cuando era ministro, lo único que quería era salir de allí. No veía el momento de marcharse. Y eso que Solana ha sido uno de los mejores, lo cual, dicho sea de paso, no es decir mucho. Estuvo más feliz en Exteriores, un ministerio para el que no tenía en aquel momento suficiente cualificación. Se le nombró porque había estudiado en EEUU. Ahora bien, en Educación estaba bien asesorado por otros amigos suyos físicos, como Juan Rojo o Pere Pascual. Los políticos no quieren Educación porque quema mucho.



P.- ¿Qué habría que hacer con Cataluña?
R.- Lo primero que hay que decir es que Madrid vive muy de espaldas a Cataluña. Los catalanes tienen mucha razón en algunas cosas que dicen. A Cataluña se le considera una caja negra y lo único que interesa es que no den demasiado la lata. Una de las pocas cosas inteligentes que hizo Esperanza Aguirre fue decir: 'En Madrid vamos a dar clases de catalán si la gente lo pide'.
Es verdad que muchos catalanes ya no conocen la historia de España, pero muchos españoles tampoco conocen la de Cataluña. Yo, que estudié en un colegio excelente, como es el Colegio Estudio, no estudié nada sobre Cataluña. Seguíamos a Menéndez Pidal, que tenía una visión muy centralista de la historia. Yo ahora estoy haciendo campaña para que nombren a Jordi Nadal miembro de la Real Academia de la Historia. Nadal es el gran historiador económico de Cataluña y con ochenta y pico años tiene muchísimos más méritos que la mayor parte de los actuales académicos. Y lo digo yo, que soy de Jordi Nadal medio amigo y medio enemigo. Son este tipo de cosas las que molestan. No se hace un esfuerzo por conocer Cataluña.
P.- Elliot cuenta en su monumental Conde Duque que los reyes tardaban 20 o 25 años en visitar Cataluña y que eso generó muchos conflictos...
R.- En aquel tiempo podía justificarse: los viajes resultaban carísimos y todo era mucho más complicado, pero ahora no.
P.- Zapatero, cuando era presidente, decidió trasladar la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones a Barcelona, y recordará la que se armó. El PP protestó.
R.- Se hizo mal. Fue una medida tomada de forma oportunista. Había gente que trabajaba en Madrid y lógicamente no quería irse a Barcelona. Se improvisó. Eso hay que hacerlo 'ex novo'. Es necesario que haya cátedras de catalán en Madrid o en otras ciudades.
Ahora amenazan con la independencia. ¿La quieren? Sí. Pero se dan cuenta de que es un lío tremendo
P.- ¿Habría que integrar a los nacionalistas en el Gobierno de España?
R.- Sin duda. A Pujol se le invitó a participar, pero no quiso jamás. Para los nacionalistas catalanes, quienes colaboran con el Gobierno son unos traidores, como le consideraron a Laureano Figuerola, creador de la peseta, a quien no le pueden ver ni en pintura. A Cambó le quieren medio regular. Hubo, incluso, gente catalana como López Rodó que ayudó a civilizar el franquismo, como Sardá, Estapé… A Solé Tura le trataron en Barcelona como a un apestado, y eso, probablemente, le aceleró el cáncer. Pero luego se quejan de que no se cuenta con ellos.
P.- ¿Cómo va a acabar eso que se llama la cuestión catalana?
R.- Yo creo que con la 'conllevanza'. Mis amigos catalanes reconocen que la independencia no llegará. Ellos mismos se dan cuenta de que sería un disparate. A mí el libro que me abrió mucho los ojos fue uno de Vicens Vives sobre la Cataluña del siglo XIX, y en él se puede ver como el Principado pesó mucho en la política española, tenía un poder tremendo. Entonces, lo que se hacía era amenazar con la revolución social si se eliminaban los aranceles. Bueno, pues esto es algo que los catalanes siguen haciendo. Lo que pasa es que ahora amenazan con la independencia. ¿La quieren? Sí. Pero se dan cuenta de que es un lío tremendo. Siguen agitándola porque piensan que conseguirán mucho más. Lo que pasa es que todo esto de la independencia tiene un coste, tanto para Cataluña como para España.
Cataluña en España. Historia y Mito. Gabriel Tortella, José Luis García Ruiz, Clara Eugenia Núñez y Gloria Quiroga. Editorial Gadir 2016.
https://www.youtube.com/watch?v=zefrnuEW0Mk


2.España, ante la revolución tecnológica

“El siglo XVI sería para España el momento de cenit, como lo ha definido acertadamente Jordi Nadal. Fernando el Católico fue considerado el modelo de Príncipe y creador de un Estado moderno por Maquiavelo, y fue igualmente considerado por sus sucesores y descendientes, Carlos V y Felipe II. A la larga, sin embargo, pese a encontrarse entre los primeros reinos europeos en completar su unificación política y ser fundadora de un imperio gigantesco, España perdió su hegemonía durante el siglo XVII. Los condicionantes geográficos fueron determinantes, por supuesto, pero también lo fueron decisiones políticas que marginaron a España de las nuevas corrientes de pensamiento en las que se habría de basar la modernización económica y política futura. La expulsión de las minorías (judíos y moriscos) y la implantación de un férreo control sobre las ideas, a través de la Inquisición, convirtieron a la que había sido centro intelectual y artístico, económico y político de primer orden, en una sociedad aislada y cerrada en sí misma. El centro intelectual europeo también se desplazó hacia los países del norte, que se mostraron más abiertos y permisivos, y en los que fructificó la Revolución Científica del siglo XVII, gran impulsora del crecimiento económico moderno basado en el empirismo filosófico y en la tolerancia”.

Cataluña en España. Historia y mito, de Gabriel Tortella, con José Luis García Ruiz, Clara Eugenia Núñez y Gloria Quiroga de coautores (Gadir / Fundación Alfonso Martín Escudero)

http://blogs.20minutos.es/arsenioescolar/2016/03/19/espana-ante-la-revolucion-tecnologica/


3.Cataluña y la pasión por la causa

Decía Ranke, creo recordar, que el objeto de la investigación histórica es llegar a conocer los hechos tal como fueron. Ya sabemos que eso es, en su literalidad, imposible: pero el trabajo del historiador consiste en acercarse el máximo y además colocar los hechos en un contexto que permita entender lo que realmente pasó.
El artículo de Gabriel Tortella sobre el nacionalismo catalán de octubre de 2013 ha tenido una algo airada respuesta de Joaquim Albareda y Borja de Riquer en la que los segundos en algunos asuntos dicen cosas razonables, pero en general es difícil que convenzan a nadie que no sea nacionalista. El interés del artículo de Tortella está en que refleja un estado de opinión muy difundido que quienes le responden creo que no han sabido captar.
Tortella argumenta que el nacionalismo catalán ha crecido como resultado de un plan de adoctrinamiento de la Generalitat, y que en ese plan la interpretación sesgada de la historia de Cataluña ha tenido un papel importante. Creo que tiene toda la razón, pero no entraré a polemizar sobre la primera parte, ese plan cuya obviedad es indiscutible, para centrarme en la segunda parte, la interpretación sesgada de la historia por los historiadores nacionalistas. Y lo hago con propósito cívico, en la convicción, tan ingenua como importante: si los historiadores no son capaces de discutir entre sí sobre el pasado con argumentos no pueden exigir a la clase política que lo haga, como sucede.
La historiografía nacionalista catalana que yo alcanzo a conocer y leer adolece de algunos defectos de credibilidad, de los cuales el primero y más importante es el vaciado metodológico, que, aplicado a Cataluña, consiste en defender la idea de que los hechos del pasado catalán solo son explicables en virtud de factores que operan desde dentro de su comunidad política, y que acaban en ella misma, prescindiendo de todo lo demás. Si como sencillo ejemplo aplicamos esto a uno de los mitos nacionalistas: la derrota de 1714 y la pérdida de los fueros, encontramos que el propio Joaquim Albareda titula un reciente (e interesante) libro suyo La Guerra de Sucesión, como si realmente lo que contiene fuera la guerra, y solo eso. Todos saben, y el autor también, que fue una guerra internacional, una guerra dinástica, y una guerra civil, pero en el libro la guerra se presenta como un enfrentamiento entre Cataluña y el resto de España. Y visto así, sin más, esto simplemente no es cierto: el contexto es fundamental para entender los hechos narrados, y si se prescinde del contexto, estos no se entienden.
Los historiadores nacionalistas han de decidir si quieren convencer
La aplicación, con frecuencia (pero no siempre) inconsciente, del vaciado metodológico, tiene otra consecuencia, la imposibilidad de comprender los hechos económicos. El mercado nacional se creó en el siglo XIX y para ello ya en el siglo XVIII se estuvieron creando regiones económicas, cuyo ámbito territorial no coincidía con los reinos y principados históricos, lo que origina el problema de que o se deja de hacer historia exclusivamente regional o no se puede dar cuenta cabal de todo esto.
En el siglo XVIII en Cataluña se estaba creando una región económica que se fue extendiendo por Aragón y a finales de siglo llegaba a Navarra; además las redes mercantiles de catalanes se extendieron imparables por todo el interior peninsular. Aquí, o se hace historia de España, o nada cuadra. Tortella, refiriéndose al siglo XVIII, menciona el “impresionante despegue económico del Principado (…) que lo colocó a la cabeza del resto de España en el palmarés económico (…)”, sin embargo, el nacionalismo historiográfico catalán da por sentado definitivamente que los Borbones perjudicaron a Cataluña. Pero entonces, ¿por qué les fue tan bien en lo económico? Eso se pregunta Tortella y me pregunto yo también...
La respuesta es simple: por un lado la expansión económica catalana en el siglo XVIII no puede explicarse solo teniendo en cuenta las transformaciones económicas del interior del Principado; y por otro, en realidad los catalanes resultaron privilegiados por la nueva monarquía. El rey suprimió casi totalmente las aduanas interiores (lo que permitió colocar los productos catalanes en el interior peninsular con menos costes), creó en Cataluña un impuesto directo y moderno, el catastro, que por su forma de recaudación resultó en una baja presión fiscal, menor que en el resto de España, que además disminuyó con el tiempo, y que encima, por el fraude, fue menor aún en las áreas y sectores que más crecían: la protoindustria y el comercio. Esto lo demostró Emiliano Fernández de Pinedo hace años en un artículo que, en lo poco que sé, la historiografía nacionalista no ha tenido en cuenta para seguir sosteniendo lo contrario.
El rey además contribuyó decisivamente al aumento de la productividad laboral en Cataluña (y no en la de otras regiones) interviniendo ante el Papa para reducir el gran número de días festivos existente, como atestiguan ilustrados como Rodríguez Campomanes. Hay otros factores a favor, que no detallo para no alargar el texto. Estas ideas han sido muy poco resaltadas, cuando no ignoradas. El mito de la opresión de los Borbones hacia Cataluña, como un mantra eterno, subsiste.
Si esta idea, que el nacionalismo historiográfico daba por cierta, hoy ya no puede sostenerse, cabe preguntarse si no hay otras que también se deben cuestionar. Puede que los fueros no se vieran solo como libertades, sino también y sobre todo como privilegios estamentales, y que el rey pensara que los catalanes, que le habían jurado fidelidad en cortes de 1702, le habían sido desleales en 1705, el peor pecado de los súbditos hacia su rey. No estaba contra los fueros porque sí: los del País Vasco y Navarra no se suprimieron.
Cuando la profesión se pone al servicio de una causa, en este caso el nacionalismo catalán, se pierde credibilidad. Los historiadores que así proceden tendrán que pensar que los otros, los que no lo son, no tienen los prejuicios asociados a tal posición política, y no se dejarán convencer fácilmente por una historiografía militante que sigue sosteniendo ideas que hoy la historiografía general considera parciales, mal contextualizadas o simplemente erróneas. Los historiadores nacionalistas deben decidir si quieren escribir para los convencidos o por el contrario convencer a los que les lean, sean quienes sean. Y para ello deberían empezar por negarse a colaborar en congresos pretendidamente profesionales como el próximo titulado España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014), en el cual, según el folleto convocante, se “analizarán las condiciones de opresión nacional que ha padecido el pueblo catalán a lo largo de estos siglos, las cuales han impedido el pleno desarrollo político, social, cultural y económico”.
Un congreso compuesto solo por historiadores catalanes, cuyos resultados están predeterminados siguiendo la peor práctica profesional posible, y que pone la investigación histórica al servicio de la actual estrategia política de CiU y el sector nacionalista del PSC. Desde esas premisas no se pueden analizar los hechos tal como fueron, como pedía Leopold von Ranke; ni siquiera se pretende tal cosa. Tortella en general tiene razón y su opinión es compartida por muchos otros historiadores que ven que en la historia de Cataluña, al menos en estos casos, sobra vaciado metodológico y pasión por la causa.

Guillermo Pérez Sarrión es catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Zaragoza y autor de La península comercial (Marcial Pons, Madrid 2012). Es además premio Jaume Vicens Vives de la Asociación Española de Historia Económica, 2013.
http://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=5192&t=articulos

Los costes de la separación de Cataluña .Gabriel Tortella

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Los costes de la separación de Cataluña .Gabriel Tortella


Los defensores de la separación nos pintan un divorcio idílico1. Basta con leer algunos artículos del llamado «Col•lectiu Wilson» (hay que reconocer que el nombre está bien escogido, porque en sí mismo encierra tanta falsedad como las doctrinas que el colectivo propala)2, un grupo de distinguidos economistas y científicos sociales adeptos del credo separatista, para comprobarlo: se habla repetidamente de «divorcio amistoso», «escenario de cooperación», etc., y se amenaza al resto de España con fieros males si no accede a este «divorcio a la catalana» (por ejemplo, Jordi Galí). Pero las cosas no pueden ser así. Los divorcios siempre son caros, y un divorcio después de más de quinientos años de matrimonio no puede sino resultar carísimo para ambos cónyuges, pero especialmente para el más pequeño: está en la naturaleza de las cosas.

Es obvio que ha hecho eclosión en la Cataluña actual una fuerte corriente de opinión partidaria de la independencia, incubada durante décadas al calor de la propaganda promovida y financiada por los sucesivos gobiernos catalanes y acrecentada por la idea de que los catalanes históricamente han hecho mayores esfuerzos y han contribuido más al bienestar de España de lo que han recibido y de que, si fueran un Estado independiente, su situación mejoraría mucho. Para ello, los adalides del separatismo han propugnado el estudio de magnitudes tales como las balanzas fiscales, la balanzas comerciales, las pensiones o la inversión extranjera para concluir que la independencia no sólo no tendría consecuencias negativas, sino que, todo lo contrario, sería para Cataluña mucho mejor (véase, por ejemplo, el artículo de Núria Bosch y Marta Espasa).
Afirman los separatistas que a Cataluña le iría mejor como Estado independiente porque no tendría costes extras, sino tan solo beneficios. En materia comercial, por ejemplo, suponen que, tras la hipotética separación, Cataluña no tendría que abandonar la Unión Europea, por lo que sus exportaciones no se resentirían. Sostienen también que, si Cataluña dejara de contribuir a la caja única de la Seguridad Social, sus pensiones y demás prestaciones sociales serán más altas. Afirman también que el hecho de que la inversión extranjera no alcance en Cataluña el nivel que sería de desear y esperar no se debe ni a la amenaza independentista ni al clima de incertidumbre que provoca una hipotética separación, sino a la imagen negativa que tiene España en el exterior, y, por tanto, que si dejasen de pertenecer a ella, la inversión fluiría en abundancia (véase, por ejemplo, el artículo de Xavier Sala i Martín). La lista de razones de este tipo puede hacerse más larga. Varios economistas de prestigio defienden la tesis de que los catalanes disfrutarían de un nivel de vida más elevado en una Cataluña independiente porque conseguirían acelerar el proceso de diversificación de su economía. Además, consideran que la independencia constituiría una oportunidad única para construir un Estado más eficiente económicamente (por medio de reformas de la administración, de mejor tratamiento fiscal para las empresas, de una mejora del Estado de bienestar, de la adopción del inglés como tercera lengua oficial, etcétera; véase el artículo de Jordi Galí), llegando incluso a considerar la posibilidad de bajadas de impuestos. Como veremos, estas rosadas perspectivas son en gran parte ilusorias. Señalemos por el momento, en cuanto a esta última ilusión, que la hipótesis de una bajada de impuestos choca frontalmente con la realidad, ya que, en el momento actual, el Gobierno de la Generalitat no tiene liquidez para pagar a sus proveedores, su deuda pública se ha multiplicado por cuatro en los últimos seis años y la presión fiscal es actualmente en Cataluña de las más altas de España. Si la Administración catalana, en manos de los nacionalistas desde 1980, con un grado de autonomía regional de los más altos del mundo, no ha sido capaz de poner en marcha ninguna de las medidas necesarias para resolver estos problemas, ¿por qué hemos de creer que lo hará cuando Cataluña sea independiente?

Todas estas ideas, repetidas machaconamente durante muchos años por el Gobierno catalán y por los medios de difusión por él controlados, y también en las escuelas y universidades, han ido calando gradualmente en la opinión de los habitantes del Principado, de tal modo que es muy difícil contrarrestar tales creencias3, que se resumen en la frase «España nos roba», de la cual se deduce que es mucho más rentable la independencia (véanse, en este sentido, los dieciocho informes publicados por el Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN), organismo creado por la Generalitat en 2013). Sin embargo, los datos objetivos no sustentan esa postura. Veamos algunos ejemplos.

1) La secesión y la Unión Europea

La separación de Cataluña, ¿traería consigo su salida de la Unión Eueopea, o lograría el nuevo Estado salir de España sin abandonar la Unión? Esta cuestión es crucial, porque incluso los separatistas reconocen que la salida de la Unión acarrearía efectos económicos muy fuertes. Dada la trascendencia del asunto, éste es un tema que ha generado gran polémica entre partidarios y detractores de la independencia.
Que se trata de un problema serio es admitido por la propia sociedad catalana. El lema de la manifestación masiva del 11 de septiembre de 2012, «Catalunya, nou estat d’Europa», constituye una prueba de ello. Si Cataluña se encontrase fuera de la Unión Europea como consecuencia de la secesión, desandaría en muy corto período de tiempo el camino que recorrió con España desde su ingreso en 1986, es decir, una trayectoria de unos treinta años. En particular, Cataluña se vería separada de sus vecinos, España y Francia, por el arancel exterior de la Unión; la legislación de la Unión dejaría de aplicarse en Cataluña, que también se vería privada de los Fondos de Cohesión y de los demás fondos que Europa ha creado para paliar los efectos de la crisis en países que se han visto seriamente afectados por ella. También se vería privada del acceso al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y de otros fondos del Estado español establecidos con el mismo fin de paliar los efectos de la crisis y de los que la Generalitat de Cataluña depende estrechamente para seguir desempeñando sus funciones con normalidad.

En materia monetaria, Cataluña podría continuar utilizando el euro, pero el nuevo Estado catalán no podría influir en el diseño de la política monetaria, ni estaría sometido a, y a la vez defendido por, las regulaciones del Banco Central Europeo. Esto significaría, entre otras cosas, que, en principio, la masa monetaria en circulación en Cataluña dependería únicamente de su balanza de pagos. Si esta fuera, como es previsible, deficitaria, la oferta monetaria catalana tendería a decrecer, y el ajuste habría de hacerse bien deprimiendo precios y salarios, bien devaluando el euro catalán, con lo que esta moneda ya sería diferente del euro europeo, como el dólar canadiense es diferente del dólar de Estados Unidos. José Luis Feito sostiene que «La introducción de una nueva moneda [...] llevaría a una espiral de salidas de capital-devaluación-inflación-devaluación-salida de capital que terminaría en hiperinflación, anulando los efectos positivos de la devaluación sobre la competitividad, y caídas brutales del PIB […]. Cataluña con una nueva moneda sufriría un proceso no muy diferente del sufrido por Alemania en el período de entreguerras» (p. 54).
La balanza de pagos sería verosímilmente deficitaria porque, debido a la aplicación de los aranceles europeos a sus productos, Cataluña tendría que reorientar drásticamente su comercio exterior, ya que sus exportaciones a la Unión disminuirían y habría de encontrar nuevos mercados más lejanos, donde debería competir en condiciones difíciles; además, por estos problemas, y a causa de la incertidumbre generada por el drástico cambio, sus importaciones de capital también se verían reducidas considerablemente, como está ocurriendo ya como consecuencia de sus veleidades secesionistas. Todo esto repercutiría negativamente en el empleo y también en las cuentas públicas, con una alta probabilidad de que se viera en graves dificultades para pagar sus pensiones, sus nóminas y sus prestaciones de desempleo.

Por tanto, es obvio que a Cataluña le interesa, y mucho, seguir formando parte de la Unión Europea y mantener el euro como moneda. Pero, ¿ puede conseguirlo? Los independentistas consideran que una ruptura con España no supondría que Cataluña dejara de estar en Europa. Obviamente, Cataluña pertenece, por su ubicación geográfica, a Europa, pero otra cosa muy distinta es su pertenencia a la Unión Europea. Tratando de convencerse y de convencer a la ciudadanía, frases del tipo «Tanto a España como a la Unión Europea les interesa mucho que Cataluña siga en la Unión Europea» son habituales en los discursos proindependentistas. En palabras de Francesc Homs, consejero de Presidencia y portavoz de la Generalitat, «Europa estará acabada si expulsa a siete millones de ciudadanos» (El País, 20 de octubre de 2013). Homs parece olvidar aquí dos hechos importantes: uno, que Cataluña supone el 1,5% del total de la población de la Unión Europea y el 1,55% del PIB comunitario, proporciones cuantitativamente modestas; y dos, que ni España ni la Unión Europea expulsarían a Cataluña, sino que sería Cataluña quien, de cumplirse los planes de los secesionistas, abandonaría la Unión por voluntad propia. Cataluña forma parte de la Unión Europea porque forma parte de España, y precisamente por ello, de romper con España, estaría rompiendo con la Unión. Como ha dicho un ilustre jurisconsulto, «No es cuestión de expulsión. La Unión Europea no expulsaría a nadie (nunca lo ha hecho). Todo depende de las condiciones de nacimiento del nuevo Estado» (Jean-Claude Piris en El País, 1 de octubre de 2013). La indignación de los separatistas ante las consecuencias de sus propios actos, de violar una legislación clara y largamente establecida, constituye un ejemplo más de su victimismo característico, de su acendrada costumbre de responsabilizar a los demás de los propios errores.

Entre los argumentos esgrimidos por los partidarios de la independencia para sostener que ésta no comportaría la salida de Cataluña de la Unión Europea se encuentran los siguientes. Primero, partiendo del hecho de que los catalanes ya son ciudadanos europeos, algunos afirman que no podría privárseles de esta ciudadanía (olvidan que la tienen por pertenecer a España). En segundo lugar, está la postura defendida por Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Catalunya, cuando afirma que, si hubiera separación, los catalanes que lo desearan podrían adoptar la doble nacionalidad (la española y la catalana), lo que permitiría la permanencia de Cataluña en la Unión Europea (El Mundo, 22 de septiembre de 2013). Esta postura es, sin duda, risiblemente contradictoria, puesto que propugna independizarse de un país y, a la vez, conservar su nacionalidad. En tercer lugar, están quienes afirman que, como la independencia de una región de un Estado miembro no está contemplada legalmente en los Tratados de la Unión Europea, habría que crear mecanismos para dar solución a esta hipótesis y, por tanto, nadie sabe a ciencia cierta qué podría suceder. Según expone Carles Boix, miembro del Col•lectiu Wilson, «los tratados de la Unión Europea no pueden ser utilizados en contra de la voluntad democrática de un pueblo. Es cierto que no regulan un hipotético proceso de ampliación interna de la Unión Europea. Pero esta falta de regulación no implica prohibición» (véase también, en el mismo sentido, el informe núm. 6 del CATN). Por «ampliación interna» entienden los miembros de este colectivo la ampliación del número de Estados miembros por división de alguno de ellos, algo así como la reproducción celular por mitosis. Y, para robustecer su tesis, exponen el ejemplo de la unificación alemana, que permitió que la Alemania del Este se incorporara a la Unión Europea.

También se aferran los separatistas a unas declaraciones no oficiales que la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, hizo a un diario de Sevilla el 30 de septiembre de 2012. Según afirma Carles Boix, Viviane Reding respondió sobre la posibilidad de una exclusión automática de Cataluña de la Unión Europea si se separaba de España que «la legislación internacional no dice nada en este sentido, que España debía resolver sus problemas internos y que confiaba plenamente en la mentalidad europea de los catalanes». Carles Boix completaba la información añadiendo que el «Sr. García-Margallo anunció en el Congreso de los Diputados que la Sra. Reding le había enviado una carta en la que se retractaba de sus declaraciones en Sevilla. Sería bueno que el ministro de Asuntos Exteriores publicara la carta». Pues bien, la carta, con fecha 4 de octubre de 2012, dirigida al secretario de Estado español para la Unión Eueopea (Íñigo Méndez de Vigo), está disponible en Internet. Sería bueno que el Sr. Boix reconociera y publicara este hecho.

Según el argumentario independentista, existen dos posibles escenarios en las relaciones entre Cataluña y España: confrontación o cooperación. Jordi Galí afirma que un «divorcio amistoso con costes mínimos para las partes no es una quimera». Según Galí, en el escenario de cooperación, el proceso de admisión sería «simplificado y rápido», teniendo un carácter simbólico y reducido a lo formal (Cataluña no podría pertenecer durante un breve tiempo de trámite a las instituciones y órganos de gobierno de la Unión Europea). En ese caso, la independencia se produciría de común acuerdo entre ambas partes y el Estado español sería favorable a que Cataluña permaneciera dentro de la Unión. El resultado final del proceso parece hoy incierto, porque, como arguyen los nacionalistas, no existen ni herramientas ni precedentes históricos en asuntos de este tipo.
Pero, si el Estado español decidiera no cooperar y actuar con «confrontación», es decir, vetando el ingreso del nuevo Estado, según Galí, esto «no debería acarrear consecuencias adversas para la economía catalana», ya que los derechos de libre circulación de personas, bienes y capital no están restringidos a los Estados miembros (y cita el caso de Suiza) y, además, la Unión Europea sería «la primera interesada en preservar la reciprocidad de esos derechos, dada la importancia cualitativa y cuantitativa del mercado catalán» y Cataluña podría mantener el euro como moneda oficial, previa firma de un acuerdo con la Unión Europea, «lo que le permitiría acceder a la liquidez del Banco Central Europeo».

En catalán, «somiar truites» (soñar con tortillas) es el equivalente de hacerse ilusiones vanas en castellano. Y esto es lo que parecen hacer los Sres. Boix, Galí y, en general, el CATN. Todos estos sueños se desmontan fácilmente con sólo referirse tanto a la Constitución española, donde la secesión no está contemplada, como a los Tratados de la Unión Europea. En primer lugar, respecto a que «los catalanes ya son ciudadanos europeos y no puede privárseles de esta ciudadanía», el artículo 9 del Tratado de la Unión Europea es rotundo: «Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla». Esto implica, como antes vimos, que si Cataluña dejara de ser parte de España, sus ciudadanos dejarían de ser españoles (mal que le pese al Sr. Junqueras) y, por lo tanto, perderían automáticamente la ciudadanía europea. Por añadidura, el art. 4.2 del mismo Tratado dice: «La Unión respetará [...] las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial [...]». Esto, evidentemente, significa que la secesión inconstitucional de una parte de un Estado no puede ser reconocida por la Unión.

En segundo lugar, es verdad que en los Tratados no existen normas específicas sobre secesiones; de ello deducen los separatistas que tal vacío legal permitiría hacer interpretaciones afirmativas del problema de la separación, lo que podría implicar, por ejemplo, que si un Estado se escindiera, las dos partes resultantes quedarían automáticamente admitidas en la Unión: es la supuesta «ampliación interna» que antes vimos. Sin embargo, en el artículo 52 del Tratado de la Unión Europea aparecen enumerados todos los Estados que pertenecen a la Unión Europea, entre ellos, el Reino de España. Por lo tanto, cualquier Estado no incluido en este artículo se convierte en «tercero» y, si quiere pertenecer a la Unión, tiene que someterse al largo procedimiento de adhesión recogido en el artículo 49, que requiere, entre otras cosas, la «unanimidad» favorable de los miembros. Por lo que respecta al caso de la unificación alemana, Boix olvida tres cosas: que la unión de las dos Alemanias se hizo de común acuerdo, que contó con el apoyo unánime de todos los Estados miembros, y que unificar es lo opuesto de segregar, por lo que la integridad territorial de Alemania no se vio afectada con la accesión, sino todo lo contrario.
Por otra parte, además de la legislación comunitaria, están los pronunciamientos de los altos representantes de la Unión. El 1 de marzo de 2004, a pregunta de una europarlamentaria británica (Eluned Morgan), el entonces presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, dictaminó que:
cuando una parte del territorio de un Estado miembro deja de formar parte de ese Estado, por ejemplo porque se convierte en un Estado independiente, los tratados dejarán de aplicarse a ese Estado. En otras palabras, una nueva región independiente, por el hecho de su independencia, se convertirá en un tercer Estado en relación con la Unión y, desde el día de su independencia, los tratados ya no serán de aplicación en su territorio.

Más claro, imposible. El dictamen, además, fue confirmado por el sucesor de Prodi al frente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, cuando, ante una pregunta del eurodiputado holandés Auke Zijlstra realizada el 13 de noviembre de 2013, Barroso respondió:
La Unión Europea se funda en los Tratados, que se aplican sólo a los Estados miembros que los han acordado y ratificado. Si parte del territorio de un Estado miembro deja de formar parte de ese Estado porque se convierte en un nuevo Estado independiente, los Tratados dejarán de aplicarse a ese territorio. […] En otras palabras, un nuevo Estado independiente se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto a la Unión Europea y los Tratados dejarían de aplicarse a su territorio. […] Cualquier país europeo que respete los principios básicos de la Unión Europea puede pedir la adhesión y negociar su entrada, pero ésta debe ser ratificada por todos los Estados miembros y por el Estado solicitante.

La respuesta oficial de Barroso confirmaba lo dicho por su portavoz, Pia Ahrenkilde Hansen, el 16 de septiembre, que a su vez repetía lo expuesto por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, unos días antes en Madrid, o por el comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, quien en Barcelona, el 16 de septiembre de 2013, dijo textualmente que «La parte segregada [de un Estado de la Unión] no es miembro de la Unión Europea».

En tercer lugar, y respecto a la posibilidad de que Cataluña adquiriera el mismo estatus que Suiza o Andorra con respecto a la Unión Europea, es verdad que estos países pertenecen al Espacio Económico Europeo (EEE), y que para ser miembro de éste no se necesita el apoyo unánime de todos sus miembros, sino que basta con una mayoría cualificada. Pero los proindependentistas están suponiendo que el ingreso en el EEE sólo lo rechazaría España; sin embargo, es más que probable que otros países europeos también lo rechazasen, aduciendo no sólo criterios estrictamente económicos, al existir la posibilidad de que el nuevo Estado quebrase y ello comportase un rescate, sino también para evitar un posible «efecto contagio» en otras regiones de la Unión (en Francia, Italia, Bélgica, Reino Unido, etc.).

Y, en cuarto lugar, sobre la permanencia en el euro: es verdad que hay países que están fuera de la Unión Europea y que han adoptado unilateralmente como moneda de curso legal el euro (por ejemplo, Serbia, Montenegro, Andorra, Liechtenstein, San Marino o el Vaticano). Cataluña también podría hacerlo, pero ya hemos visto que –muy probablemente– se vería obligada a introducir su propia moneda por no poder disponer de crédito en euros para su financiación. La diferencia entre Cataluña y estos países es el tamaño, la no existencia de deuda en aquellos y el hecho de que Cataluña tiene la totalidad de sus activos y pasivos en euros, mientras que esos países los tenían denominados en su propia moneda. Esto significa que los vencimientos de la deuda y las emisiones de Cataluña debería pagarlos en euros; y no parece probable que el Banco Central Europeo ofreciera liquidez a los bancos que operaran en el nuevo Estado, ya que, al hacerlo, estaría obligando al contribuyente europeo a asumir un riesgo sobre un país sobre el que el Banco Central Europeo y el Banco de España tendrían escaso (o nulo) control. Por todo ello, parece claro que el nuevo Estado se vería obligado a introducir su propia moneda para hacer frente a los pagos.

Por lo tanto, los argumentos esgrimidos por los partidarios de la independencia para sostener que Cataluña podría separarse de España y permanecer dentro de la Unión Europea no parecen nada sólidos; pero, además, hay muchos otros testimonios que subrayan tal endeblez. Así, en El País (1 de octubre de 2013), Jean-Claude Piris, exjurisconsulto jefe del Consejo Europeo, afirma: «Las tres condiciones que existen para que un Estado pueda pedir su ingreso en la Unión Europea son que sea un Estado reconocido por la comunidad internacional, que sea europeo y que cumpla el artículo 2 de los tratados, que establece, entre otras cosas, que se aplique el Estado de derecho. Y para ello su nacimiento tiene que ser legal. […] Si Cataluña proclama su independencia tras un referéndum, eso no basta para que sea reconocido como un Estado, y por tanto, para que sea un país candidato a la Unión Europea”. Además, y en respuesta a las ensoñaciones de los separatistas, añade: «Es peligroso crear falsas ilusiones a la gente sobre una independencia unilateral. Hay que decir la verdad: si Cataluña emprendiera esa vía, supondría un largo camino, que requeriría modificar la Constitución [española], los tratados comunitarios […]. Una simple declaración de independencia no tiene efectos jurídicos […] hacer una declaración unilateral no significa que se conviertan en independientes ni que puedan pedir su entrada». La cuestión está muy clara: ya hemos visto que el artículo 4.2 del Tratado de la Unión Europea garantiza la «integridad territorial» de los Estados miembros. Esto, evidentemente, significa que la secesión inconstitucional de una parte de un Estado no puede ser reconocida por la Unión. Aun en el supuesto de que la independencia se proclamase con el beneplácito del Gobierno español, el nuevo Estado no podría permanecer automáticamente en la Unión, ya que la inclusión de un nuevo miembro supondría modificaciones en los tratados y en la legislación del Estado del que se separa: en este caso, España.

Pues bien, y a pesar de tantas evidencias, los nacionalistas siguen negando la realidad y aferrándose a la tesis de la «ampliación interna» en los infrecuentes casos en que discuten esta cuestión explícitamente. Acostumbrados a que la ley española no se aplique en Cataluña, parecen suponer que lo mismo sucederá con la ley europea.

Pero incluso cuando ya no pueden aducir ningún argumento jurídico a favor de la permanencia automática en la Unión Europea de una Cataluña independiente, los separatistas siguen aferrados a sus ensueños. Xavier Sala i Martín, otro miembro del Col•lectiu Wilson, escribe: «Yo no soy un experto en leyes, por lo que no voy a discutir si Europa le puede quitar el derecho a ser europeos a unos ciudadanos (y a unas empresas) que ya lo son. Pero sí sé un poco de economía y la teoría económica nos dice que si Catalunya se independiza, España va a hacer lo posible para que lo haga lo más pacíficamente posible y dentro de Europa». Y lo que la teoría económica le dice a Sala i Martín es que el mapa de autopistas de España muestra que quien se quedaría aislada de Europa, si Cataluña se independizara, no sería Cataluña, sino España. Esto recuerda a aquel periódico inglés que anunciaba: «Espesa niebla en el Canal de la Mancha: el Continente queda aislado». Otra razón teórica de Sala i Martín es la siguiente, en sus propias palabras: «Si Catalunya se independiza, el PIB español perderá el 20% correspondiente a Catalunya. Y si España se niega a negociar [...], Catalunya no se va a quedar la parte proporcional de la deuda que le corresponde, por lo que la deuda española como fracción del PIB será pronto superior al 120% del PIB: una de las deudas más grandes del mundo. […] Como para ponerse muy chulo». La elegancia teórica del argumento es indiscutible. La fuerza moral también, ya que, como aduce en otro de sus escritos en el mismo blog: «La realidad es que la deuda española fue asumida en su día por el Gobierno de España y los mercados se la van a reclamar al Gobierno de España. Si luego España le pasa una factura a Catalunya por la parte proporcional de esa deuda, ya se verá si la asume». La ética del razonamiento es impecable: la Cataluña de Mas y de Convergència está quebrada y nadie quiere prestarle más que el Estado español, que emite deuda y dedica una parte sustancial de esa emisión a prestar a Cataluña a través del Fondo de Liquidez Autonómica. Pues bien, ya se verá si una Cataluña independiente devuelve el favor y el dinero a quien la salvó de la quiebra. Es un razonamiento ético-teórico digno de quien fundó la Cataluña separatista: el exhonorable Sr. D. Jordi Pujol i Soley.

A quien esto escribe no le cabe duda de que, si Cataluña se independizara de España, al cabo de varios años terminaría por ser admitida en la Unión Europea, entre otras cosas porque, si el nuevo país desoyese las recomendaciones de Xavier Sala i Martín, hiciese honor a sus compromisos y saldase sus deudas, España terminaría por transigir. Pero el esfuerzo económico que Cataluña tendría que realizar para llevar a cabo la travesía del desierto adonde la habría llevado la obcecación separatista haría que sus ciudadanos se arrepintiesen de haber escuchado los cantos de las sirenas del Col•lectiu Wilson y del CATN. Vamos a ver ahora los costes de la travesía en algún detalle.

La balanza comercial

Uno de los sectores que con más claridad debieran reflejar los efectos de la hipotética independencia de Cataluña es la balanza comercial o, quizá mejor, la balanza de pagos en su conjunto, de la que la comercial es parte muy importante. La economía catalana, como la española en general, ha pasado en el último medio siglo de ser muy cerrada y autárquica a ser muy abierta. Los principales hitos de esta transición han estado muy ligados a las relaciones de España con la Europa comunitaria, desde el antiguo Mercado Común (o Comunidad Económica Europea) a la actual Unión Europea. Quizá los tres escalones más importantes en el estrechamiento de relaciones comerciales con nuestros vecinos europeos hayan sido el Plan de Estabilización de 1959, que liberalizó parcialmente el comercio exterior español; el Acuerdo Preferencial con la Comunidad Europea, de 1970, que permitió una rebaja arancelaria recíproca; y el ingreso de España como miembro de pleno derecho en la Unión Europea en 1986, que dio lugar a una integración económica paulatina durante el decenio siguiente a esa fecha.

El comercio exterior catalán, como el español en total, tuvo una fuerte expansión, especialmente perceptible en los veinte años que siguieron a la accesión de España a la Unión Europea. En 1995, las exportaciones catalanas ascendían ya a un 41% del PIB catalán, proporción que llegó a alcanzar el 49,4% en el año 2000. Sin embargo, a partir de ese año, la razón exportaciones/PIB inició un suave pero persistente descenso hasta alcanzar el 33% en 2009, tras un fuerte desplome en ese año. A partir de entonces ha ido recuperándose parcialmente.

Podemos distinguir cuatro zonas geográficas destinatarias de las exportaciones catalanas: 1) La Unión Europea; 2) El resto de Europa; 3) El resto del mundo; 4) El resto de España. La Unión Europea se ha llevado entre un 40% y un 45% de las exportaciones catalanas desde 1998. En los años anteriores, la tendencia fue creciente. El resto de Europa ha recibido una proporción relativamente pequeña, aunque creciente, de estas exportaciones: un 6,5% en 2011, habiendo sido un 2,1% en 1995. El resto del mundo se llevó en 2011 un 16,5%, con una tendencia levemente creciente. La porción correspondiente al resto de España, aunque decreciente, continúa siendo muy considerable: un 35% en 2011, habiendo sido cercana al 50% en 1995.

A los separatistas, esta dependencia catalana del mercado español no les gusta nada, dicho sea de paso, y tienden a echar la culpa de ella, cómo no, al Gobierno español. Así, los integrantes del Col•lectiu Wilson nos ofrecen la siguiente exhibición de victimismo, de ignorancia, o de ambas cosas a la vez:
un factor fundamental para entender la desproporcionada importancia del mercado español en el comercio catalán es el hecho de que la economía española permaneció cerrada al exterior durante gran parte del siglo XX. A los productores catalanes de antaño no les quedaba otro remedio que vender sus productos en el resto del Estado español.

Dejando aparte la extraña redacción de la última frase, me resulta difícil creer que los integrantes del Col•lectiu Wilson ignoren que una de las causas principales del aislamiento de la economía española, no ya en el siglo XX, sino desde el XVIII, fue la presión incesante de los industriales catalanes en favor de la «protección del mercado nacional». No es que a los «productores catalanes» no les quedara «otro remedio que vender sus productos en el resto del Estado español»; es que presionaban con todas sus fuerzas y los considerables medios a su alcance para que así fuera.

En todo caso, de las anteriores cifras se deduce que la fracción de las exportaciones que Cataluña envía al resto de España y a la Unión Europea, constituye una parte muy considerable del total: un 77% en 2011, habiendo sido aún mayor, un 87%, en 1995. En consecuencia, y teniendo en cuenta que la exportación constituye un 43% del PIB catalán, un 33% de este PIB depende de los mercados español y europeo. Es, por tanto, un tercio de su renta lo que Cataluña pondría directamente en peligro si modificara su relación jurídica con España y, por tanto, con la Unión Europea. (Hay que señalar que estas cifras, sobre todo las relativas a la exportación al resto de España, son aproximadas y sujetas a revisión por la misma fuente que las suministra (Intereg). Según los datos de una versión más reciente, la exportación de Cataluña al resto de España, más la que realiza a la Unión Europea, en 2010, sumarían el 82% de las exportaciones catalanas totales, por lo que, en ese caso, representarían el 35% del PIB catalán.)

Ahora bien, como hemos visto, existen puntos de vista diferentes acerca de las consecuencias jurídicas de la separación. Los separatistas creen que éstas serían pequeñas y de corta duración. Lo más probable, como hemos visto, es que fueran graves y duraderas; pero afortunadamente, en todo caso, tenemos varias estimaciones basadas en uno y otro supuesto. La estimación basada en el supuesto más favorable a la independencia es la deDavid Comerford, Nicholas Myers y José Vicente Rodríguez Mora (hay una versión algo simplificada en un texto de este último en un texto de un volumen colectivo publicado este mismo año), que no supone que Cataluña fuera excluida de la Unión Europea tras la independencia. Este cálculo está basado en el concepto de «fricciones comerciales».

La idea es como sigue: Portugal sólo tiene frontera con España y es miembro igualmente de la Unión Europea. Sin embargo, el comercio de Portugal con España es considerablemente menos intenso que el de Cataluña con el resto de España, a pesar de ser ya bastante intenso. Esto se debe a que Cataluña tiene muchos más puntos en común con el resto de España que Portugal: idioma, parentescos, legislación, gustos, costumbres, todo ello producto de siglos de convivencia en una misma nación. Comerford, Myers y Rodríguez Mora calculan entonces la «distancia» o «fricción» comercial existente entre Portugal y España, por un lado, y Cataluña y el resto de España (este cálculo econométrico, bastante complejo, es el meollo del artículo), por otro, que queda reducida a dos guarismos, uno para cada «país»: como era de esperar, la cifra correspondiente a Portugal es casi el doble que la correspondiente a Cataluña. Los autores suponen después que la independencia de Cataluña produciría entre ésta y el resto de España una fricción igual a la que hay entre ésta y Portugal. La erección de tal barrera invisible, producto de la separación de Cataluña, produciría un empobrecimiento para ambas partes (Cataluña y el resto de España) que ascendería a una cifra global del 3,3% del PIB conjunto (es decir, de toda España, Cataluña incluida). Ahora bien, esta pérdida se descompondría en dos: la correspondiente al resto de España (2%) y la correspondiente a Cataluña (10%). Estas pérdidas se deberían a que la reducción del tamaño de los mercados entraña una menor eficiencia y productividad, algo sabido al menos desde que Adam Smith publicara su La riqueza de las naciones allá por 1776; y la mayor pérdida correspondería, naturalmente, al mercado más pequeño.

Aquí hay que mencionar que el Col•lectiu Wilson ha criticado versiones anteriores del trabajo de Comerford, Myers y Rodríguez Mora y han construido sus propias estimaciones del coste que supondría para Cataluña la separación. Como puede imaginarse, sus resultados son mucho más optimistas que los de Comerford, Myers y Rodríguez Mora. No creen en las «fricciones», pero sí en altísimas elasticidades, lo que implicaría que, con muy pequeñas rebajas de precios, los productos catalanes se mantendrían en el mercado del resto de España y que las pequeñas reducciones en lo demandado por este mercado serían ávidamente absorbidas por los mercados de terceros países. Tampoco creen que Cataluña se encontrara fuera de la Unión Europea si se separara de España. En sus propias palabras: «¿Qué pasaría si Cataluña quedara fuera de la Unión Europea y ésta nos pusiera aranceles? Bueno, ya hemos dicho antes que pensamos que esto no puede pasar». Sobre la base de todos estos supuestos, Antrás y Ventura creen que la independencia le costaría a Cataluña todo lo más un 2% de su PIB, más bien un 1%.

De opinión opuesta es Clemente Polo, que en dos trabajos recientes de 2013 y 2014 desmonta uno a uno los argumentos del Col•lectiu Wilson (véanse especialmente las páginas 41-50 del segundo). Los cálculos de Polo están basados en las tablas input-output de Cataluña, por contraste con los «cálculos a vuelapluma» de Antràs y Ventura. Según Polo, la salida de España colocaría las exportaciones catalanas al otro lado de dos barreras, la barrera de «distancia» o «fricción» que se produce entre las naciones europeas aún dentro de la Unión Europea (la estimada por Comerford, Myers y Rodríguez Mora), más la barrera arancelaria y burocrática que separaría a la Cataluña independiente de la Unión Europea. Según Polo, la OCDE estima el valor medio de esta última barrera en un 8,5% del valor de las mercancías exportadas. Circunscribiéndose a las relaciones comerciales de Cataluña con España, y suponiendo que, tras la independencia, las exportaciones de Cataluña a España tuvieran la misma «intensidad» que tienen ahora sus exportaciones a Francia (Clemente Polo, pp. 74-77), «la reducción del 50% de las exportaciones [catalanas] al resto de España resulta ser una hipótesis más bien conservadora», pero, así y todo, «supondría una pérdida del 18,1% de la producción, el 16,6% del valor añadido y el 16,5% del empleo total». A esto habría que añadir la reducción de las exportaciones al resto de la Unión Europea y al resto de mundo, que el método input-output no permite cuantificar, pero que forzosamente tendría efectos directos graves sobre la producción y el empleo que se añadirían a las ya reseñadas, a lo que se sumaría que la bajada en las exportaciones «reforzaría la pulsión [de las empresas localizadas en Cataluña] a deslocalizarse hacia otros países miembros de la Unión Europea, libres de este coste, o a países fuera de la Unión Europea con costes laborales más bajos». Aunque, como vemos, Polo no llega a una cuantificación de la caída del PIB que la independencia causaría a Cataluña, una simple reflexión nos hace ver que estaría muy por encima del 20%, ya que si sólo las pérdidas en el mercado español iban a costar el 18% de la producción, sumando a esto las consecuencias de las pérdidas en el mercado del resto de la Unión Europea, más las consecuencias de la caída de las inversiones y la exportación de capital, es evidente que la pérdida total debe situarse por encima de ese 20%.

Mikel Buesa sí calculó la pérdida que se derivaría para Cataluña de la independencia, con datos de 2001. Suponiendo que Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea, y que con España se daría la doble frontera, Buesa estima en un poco más del 23% la caída del PIB que se derivaría de la independencia. Hay otras estimaciones, como la de Pankaj Ghemawat, que se situaría sin duda por encima del 10% de pérdida en el PIB (su cálculo es incompleto). En general, podemos tomar la estimación del Col•lectiu Wilson como un límite mínimo y la de Buesa como un límite máximo, y entre estos extremos encontraríamos las más verosímiles. La de Comerford, Myers y Rodríguez Mora, por un lado, y Ghemawat, por otro, en torno o por encima del 10%, basándose en el supuesto de que Cataluña no abandonara la Unión Europea, y la de Polo, por encima del 20%, suponiendo que sí quedara Cataluña fuera de la Unión.

Una cuestión relacionada con esta discusión es la comparación con otras secesiones europeas recientes. Los nacionalistas han alegado que la separación de Chequia y Eslovaquia en 1992 no entrañó un gran trauma comercial. A esto replican Polo y Buesa que la desmembración de Checoslovaquia coincidió con el derrumbe del sistema comunista en la Europa Oriental, por lo que es difícil separar los efectos de la separación de los de la transición al sistema capitalista. Por otra parte, los efectos inmediatos de la separación sí entrañaron una fuerte caída del comercio entre ambos países, en torno al 30%-35%, aunque más tarde el comercio entre ellos experimentara una recuperación parcial. El estudio más citado sobre la desintegración política en la Europa del Este en la última década del siglo pasado, de Jarko Fidrmuc y Jan Fidrmuc, dice en sus conclusiones: «La desintegración estuvo asociada a una brusca caída en la intensidad comercial entre los países afectados [Chequia, Eslovaquia, los Estados bálticos, Bielorrusia, Rusia, Ucrania, Eslovenia y Croacia]. Es más, las fronteras afectan a los flujos comerciales bilaterales, incluso cuando no implican la imposición directa y explícita de barreras comerciales» (p. 21). Esta frase se refiere sin duda a las «fricciones» estudiadas por Comerford, Myers y Rodríguez Mora. Como dicen estos autores (p. 94), si a Cataluña no le afectara económicamente la separación, se convertiría en un «bicho raro».

Las balanzas fiscales

La de las balanzas fiscales es una cuestión de la que casi podríamos decir que personifica el debate económico acerca de la hipotética independencia de Cataluña. Hay que decir de entrada que las balanzas fiscales son un artefacto excepcional, en el sentido de que muy pocos países las calculan y las publican, por varias razones. En primer lugar, porque su valor científico es muy limitado; en segundo lugar, porque son muy complejas de calcular: se trata de desentrañar una maraña económica, jurídica y administrativa muy embrollada, en cuyo proceso es inevitable tomar decisiones que pueden ser tachadas de arbitrarias. Dado su escaso valor informativo y lo arduo de su cálculo, el lector podrá preguntarse por qué se ha dedicado tanto esfuerzo en España a su estimación. La respuesta es: porque estamos en España, donde el resentimiento nacionalista ha alcanzado niveles insospechados. Las balanzas fiscales se han utilizado por los separatistas catalanes para intentar demostrar que «España roba a Cataluña», que la «maltrata fiscalmente». Y, como vamos a ver, cuando se trata de fer país, de construir nación, todo vale, incluso los ejercicios más vacuos y las falsificaciones más burdas.

Todos los ciudadanos de un país cuya cifra de ingresos esté por encima de un mínimo exento están obligados a pagar impuestos. Como afirma un dicho que yo oí por primera vez en Estados Unidos, «hay dos cosas inevitables: la muerte y los impuestos». Ahora bien, a cambio de sus impuestos, el ciudadano recibe una serie de cosas. Tradicionalmente, la cosa más importante que se recibía era la seguridad, la defensa, función a la que se dedicaba la mayor parte de los ingresos recaudados por los gobiernos del Antiguo Régimen. Aparte de las imperfecciones y arbitrariedades que tenían los ejércitos del Antiguo Régimen, su existencia tenía una clara justificación económica, porque en materia de defensa las economías de escala son muy claras: para la mayoría de la población era más barato contribuir a la defensa que pagarse cada uno una fuerza defensiva privada: sólo los muy ricos podían sufragar ejércitos propios. Los Estados contemporáneos prestan muchos más servicios que los medievales: el Estado de bienestar nace en el siglo XX. Ahora bien, muchos de esos servicios son, como la defensa, indivisibles y es muy difícil atribuir qué parte de ese servicio corresponde a qué ciudadano: así ocurre con la policía, la medicina pública, la educación pública, la justicia, la representación exterior, las carreteras, las vías de comunicación, etc. Por ello, los ciudadanos más ricos pueden pensar que ellos contribuyen con sus impuestos en mayor medida de lo que reciben, mientras que los ciudadanos que no pagan impuestos, o cantidades muy pequeñas, evidentemente reciben más de lo que contribuyen. Este es un ejemplo de la función redistributiva del Estado, que algunos aceptan sólo a regañadientes. La balanza fiscal de los ricos, por tanto, acostumbra a ser negativa y la de los pobres, positiva.

Lo mismo ocurrirá con los colectivos: los barrios ricos tendrán balanzas negativas y los pobres, positivas. Y lo mismo sucede con las autonomías: aquellas cuyos ciudadanos tienen rentas superiores a la media arrojarán un saldo negativo, mientras que aquellas cuya renta por habitante esté por debajo de la media, lo tendrán positivo. Esto será lo normal en España y en cualquier país con un sistema fiscal que se pretenda eficiente y justo. Cataluña, que es una comunidad rica, tiene un saldo fiscal negativo: para esto no hacen falta muchos cálculos. Lo mismo ocurre con varias otras comunidades ricas, como Madrid, Baleares, Aragón o La Rioja. Las excepciones flagrantes son la comunidades de régimen foral, el País Vasco y Navarra, a las que un sistema especial de cupo permite que, siendo «dos de las Comunidades más ricas del país, no sólo no contribuyan prácticamente nada a la nivelación interregional, sino que ni siquiera pagan la parte que les toca de los servicios comunes que la Administración Central nos presta a todos» (Ángel de la Fuente, p. 14). Esto, evidentemente, es irritante para todas las autonomías y para todas las personas con un mínimo sentido de la justicia. Sin embargo, los separatistas catalanes no piden que se ponga fin a esta injusticia y se supriman los regímenes fiscales forales y ello, supongo, por dos razones: la primera, que los nacionalistas vascos son sus aliados y no quieren indisponerse con ellos; la segunda, que los catalanes quieren tener también régimen foral, o si no lo consiguen, independizarse.

Los economistas separatistas han hecho esfuerzos sobrehumanos para convencer a los ciudadanos catalanes de que las balanzas fiscales revelan tremendas injusticias con respecto a Cataluña, injusticias que justifican lo del «maltrato fiscal» y el «Espanya ens roba». Sin duda han tenido éxito con sus paisanos; pero, ¿lo han tenido también con los economistas no separatistas? Rotundamente, no. Al final, se ha demostrado palmariamente, gracias sobre todo a los trabajos de Ángel de la Fuente, de Ezequiel Uriel, de Ramón Barberán y de Clemente Polo, que de maltrato a Cataluña no hay nada; que el sistema fiscal español tiene graves defectos e injusticias (la principal, la ya señalada de las haciendas forales), pero que Cataluña no sale peor parada que otras comunidades autónomas, en particular Madrid. El trabajo de estos economistas ha producido resultados tan apabullantes que los separatistas han optado últimamente por cambiar de tema con sigilo. Pero la labor de agitación y propaganda ya está hecha, y será muy difícil que los convencidos del expolio adviertan lo falso de sus creencias.

Veamos ahora algunos de los temas de disputa. En primer lugar, está el método empleado para calcular las balanzas. Dos son los que pueden seguirse: el más tosco y primitivo es el llamado de flujo monetario. Este consiste en determinar cuánto se ha ingresado desde Cataluña al Tesoro estatal en concepto de impuestos, para seguidamente estimar cuánto ha invertido el Estado en Cataluña. La diferencia entre ambas magnitudes será el déficit o superávit. Si lo ingresado es mayor que lo recibido habrá déficit fiscal; en caso contrario, superávit. El criterio parece muy simple, pero no lo es, porque tanto los impuestos como las inversiones son difíciles de «territorializar». Por ejemplo, consideremos una empresa radicada en Cataluña, pero propiedad de una familia madrileña: los impuestos que paga esa empresa, ¿deben imputarse a Cataluña o a Madrid? Supongamos el caso inverso: una empresa radicada en Madrid, pero propiedad de catalanes, que recibe una subvención, ¿se considera este gasto estatal hecho en Cataluña o en Madrid? Como puede verse, las cosas no son tan sencillas. Otro caso que se ha citado mucho: supongamos que decide construirse un aeropuerto militar para proporcionar cobertura aérea a Cataluña. Pero, como los terrenos son más baratos en Aragón, el aeropuerto se construye en la zona de esta comunidad lindando con Cataluña. Según el método del flujo monetario, esta inversión no afecta a Cataluña. En general, con este criterio, todos los beneficios indivisibles que antes vimos (seguridad, justicia, etc.) no se contabilizan. Esto, naturalmente, inclina la balanza hacia el déficit. No sorprenderá que este sea el método preferido de los separatistas.

El método alternativo es el de coste-beneficio. En él, no es el flujo monetario lo que se considera como recibido, sino que se afina un poco más y se trata de considerar también lo que una comunidad recibe en bienes indivisibles. En el caso del aeropuerto, una parte considerable del dinero invertido en él se imputaría a Cataluña, ya que se habría construido en su beneficio. En general, todos los gastos militares del Estado español se consideran como distribuidos entre las distintas comunidades en proporción a su población o su renta. Naturalmente, al evaluar más completamente los beneficios recibidos por cada comunidad, su déficit, en caso de haberlo, resulta ser menor; y, de haber superávit, mayor. Por eso no gusta a los separatistas. Uno de ellos,Guillem López i Casasnovas, da una explicación pintoresca de su preferencia por el método del flujo monetario: «Lo que solicita el Parlamento catalán es valorar cuál sería el remanente fiscal si el gasto que impacta directamente en su territorio (los flujos monetarios) lo asumiera Cataluña desde la recaudación realizada a partir de sus propias bases imponibles». Pero él mismo reconoce que el flujo monetario no refleja adecuadamente el beneficio que recibe Cataluña, porque a renglón seguido añade: «Y ello sin ignorar que partidas de gasto estatal no imputadas al no ser territorializables se deberán asumir en detrimento de dicho saldo». Es decir, una Cataluña independiente se encontraría con que sus exigencias de gasto eran mayores que las que había calculado por su método favorito. En otras palabras: el método coste-beneficio refleja más correctamente la realidad, pero a los separatistas no les interesa la realidad, sino la propaganda, y por eso prefieren el sistema del flujo monetario.

Otra palabra frecuentemente mencionada en la discusión de estos temas es «ordinalidad». Este es un principio que debiera regir en los sistemas fiscales y por el cual «el sistema de financiación regional no debería modificar el ranking original de las regiones en términos de capacidad fiscal bruta» (Ángel de la Fuente, p. 14), siendo este último concepto aproximadamente equivalente a impuestos pagados, a su vez dependientes de la renta. Pues bien, como ha demostrado De la Fuente, este principio se incumple en España de manera flagrante, por lo que el modelo de financiación resulta «algo mucho más parecido a una lotería de lo que sería deseable». Cataluña, que pasa del tercer lugar al noveno, es víctima de ello, sin duda; pero Baleares (del segundo al octavo) y, sobre todo, Madrid (del primero al noveno, ex aequo con Cataluña) lo son en mucho mayor medida. El sistema está muy mal concebido, pero no está diseñado para perjudicar a Cataluña.
Ángel de la Fuente pulveriza en dieciocho páginas la tesis nacionalista del maltrato fiscal, incluyendo una comparación internacional

También se habla frecuentemente de «normalización» entre los economistas dedicados a estos menesteres. Ello proviene de que las balanzas fiscales elaboradas por la Generalitat para los años 2006-2010 recurren a «normalizar» los resultados de manera que los saldos negativos se vean desproporcionadamente inflados. Dos artículos de prensa, de Antoni Zabalza y Josep Borrell y Joan Llorach, han comentado agudamente esta innovación contable de la Generalitat. Tomemos, por ejemplo, la balanza fiscal de 2010. Esta se salda con un déficit de 774 millones de euros, un 0,4% del PIB catalán (por el método de coste-beneficio, ese año Cataluña tuvo un superávit de más de cuatro mil millones). El déficit por ellos estimado debió de parecer poca cosa a los contables de la Generalitat, que procedieron a convertir este saldo en 11.258 millones por el simple expediente de sumar 10.484 millones a los impuestos pagados por Cataluña. ¿De dónde salen estos diez mil y pico millones, que los contables creativos del Gobierno catalán llaman «ingresos detraídos de Cataluña»? Pues son el resultado de atribuir a Cataluña una parte del aumento de la deuda pública española en 2010, alegando que en algún momento esta deuda se saldará con impuestos pagados por Cataluña, aunque hasta ahora nadie los ha reclamado y de cuyo repudio se ha hablado frecuentemente en medios nacionalistas (véanse, por ejemplo, las recientes declaraciones de Oriol Junqueras en El País). Se trata, por tanto, de un apunte contable que la Generalitat ha sumado arbitrariamente a los impuestos efectivamente pagados. A esto lo llaman «neutralizar». Pero, como escribe Zabalza, el «Gobierno catalán debe decirle al ciudadano en qué delegación de la Agencia Tributaria, o en qué oficina del Estado» se han pagado esos 10.484 millones. Si la «neutralización» en 2010 producía unos once mil millones «detraídos de Cataluña» (774 + 10.484 = 11.258), la misma creatividad contable aplicada a las cifras de 2009 producía 16.409 millones (siendo el déficit real, aunque calculado por el método del flujo monetario, 792). Esta cifra de los dieciséis mil millones ha sido muy citada por los separatistas como el «dividendo de la independencia»: lo que dejarían de pagar a España si Cataluña se independizara. Pero, como hemos visto, de esa cantidad, 15.617 millones son pura «imaginación» (Zabalza), «corresponde a virtuales impuestos futuros» (Borrell-Llorach): en una palabra, no existe. Es otro caso de somiar truites.
¿Qué queda entonces de tanto agravio largamente rumiado y tan frágilmente sustentado? Pues muy poco, por no decir nada. Ángel de la Fuente pulveriza en dieciocho páginas «la tesis nacionalista del maltrato fiscal», incluyendo una comparación internacional (Alemania, Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Canadá y Australia) que muestra que el caso español y catalán no tiene nada de extraordinario comparados con otros países y regiones. La conclusión se titula, con gran propiedad, «Mucho ruido y pocas nueces».

Conclusiones

Este ensayo, ya largo –y que, sin embargo, no agota, ni de lejos, el tema–, ha pretendido simplemente discutir algunos de los argumentos económicos más frecuentemente aducidos por los partidarios de la independencia de Cataluña. Hemos visto, eso sí, las principales razones esgrimidas por estos autores y políticos, agrupadas bajo tres epígrafes, uno de tipo más bien jurídico, el relativo a las consecuencias de una hipotética separación de Cataluña del resto de España, y dos de tipo económico, los relativos a la balanza comercial y a la balanza fiscal. No se han tocado de lleno, ni mucho menos, cuestiones como la del resto de la balanza de pagos, en particular la cuestión de las inversiones extranjeras, ni los problemas monetarios y bancarios que la independencia causaría, ni el tema de las pensiones. De esta última cuestión no se ha dicho nada; de las otras se ha hablado de pasada, pero no ha podido dárseles un tratamiento tan detallado como merecen por falta de espacio y de tiempo. Realmente, una exposición que se pretendiera completa de estos temas daría lugar a un volumen de regulares dimensiones, más apropiado para los anaqueles de una biblioteca que para las páginas de una revista, por sesuda e intelectual que esta sea.

En todo caso, creo que el lector ha podido advertir que en todos estos temas se percibe por parte de los separatistas una actitud voluntarista que prefigura sus conclusiones y trata después de adaptar y deformar la realidad para que se ajuste a esas conclusiones establecidas de antemano. Como dice Zabalza, «el Gobierno catalán ha decidido prescindir de la realidad y llevar la imaginación al poder». Existe una resistencia subyacente a reconocer las consecuencias jurídicas de una eventual separación, incluso en el caso más favorable de que esta se llevara a cabo de mutuo acuerdo; aun en este supuesto, como hemos visto, la accesión del nuevo Estado catalán a la calidad de miembro de la Unión Europea requeriría varios años de exclusión e incertidumbre. Esta es la premisa básica para establecer qué ocurriría con la balanza comercial (y la balanza de pagos en su conjunto) y con el sistema monetario del nuevo Estado, factores que determinarían en buena medida su coyuntura económica, y por ende política, durante bastantes años. En cuanto a la cuestión de las balanzas fiscales, hemos visto también lo que parece un propósito deliberado de encontrar agravios donde no los hay (todo lo más, incompetencia) y de descubrir tesoros escondidos donde tampoco los hay, recurriendo a la contabilidad imaginativa en forma de «neutralización» presupuestaria.
Pero quizás el negacionismo, o la imaginación, se manifieste sobre todo en la premisa básica del artículo de Jordi Galí, tan citado. No hay divorcios baratos, ni siquiera los amistosos; son todos una ruina. No elucubren: pregunten a los divorciados.

Gabriel Tortella es catedrático emérito de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Alcalá. Sus últimos libros son La revolución del siglo XX (Madrid, Taurus, 2000), Los orígenes del siglo XXI: un ensayo de historia social y económica contemporánea (Madrid, Gadir, 2005) y, con Clara Eugenia Núñez, Para comprender la crisis (Madrid, Gadir, 2009) y El desarrollo de la España contemporánea: historia económica de los siglos XIX y XX (Madrid, Alianza, 2011).
Referencias bibliográficas

Oriol Amat et al., La cuestión catalana, hoy, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 2013.
Carles Boix, «Catalunya, ¿Estado de la Unión Europea?», 23 de octubre de 2012.
Josep Borrell y Joan Llorach, «¿Dónde están los 16.000 millones?»El País, 20 enero de 2014.
Núria Bosch y Marta Espasa, «La viabilidad económica de una Cataluña independiente»Revista de Economía Aplicada, vol. XXII, núm. 64 (2014), pp. 135-162.
Mikel Buesa, «La independencia de Cataluña», 18 de diciembre de 2009.
Col•lectiu Wilson (Pol Antràs, Carles Boix, Jordi Galí, Gerard Padró i Miquel, Xavier Sala i Martín y Jaume Ventura), «Dos más dos son mil. Los efectos comerciales de la independencia», 23 de noviembre de 2012.
David Comerford, Nicholas Myers y José Vicente Rodríguez Mora, «Aspectos comerciales y fiscales relevantes para evaluar las consecuencias económicas de una hipotética independencia de Cataluña»Revista de Economía Aplicada, vol. XXII, núm. 64 (2014), pp. 85-130.
José Luis Feito Higueruela, «Razones y sinrazones económicas del independentismo catalán», Panel Cívico, enero de 2014.
Jarko Fidrmuc y Jan Fidrmuc, «Integration, Disintegration and Trade in Europe: Evolution of Trade Relations During the 1990’s», Zentrum für Europäische Integrationsforschung, 2000.
Ángel de la Fuente, «¿Maltrato fiscal?», en Ángel de la Fuente y Clemente Polo, La cuestión catalana II. Balanzas fiscales y tratamiento fiscal de Cataluña, pp. 11-29.
Ángel de la Fuente y Clemente Polo, La cuestión catalana II. Balanzas fiscales y tratamiento fiscal de Cataluña, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 2014.
Jordi Galí, «La independencia ¿para hacer qué?»La Vanguardia, 14 octubre de 2012.
Jordi Galí, «Cataluña: cooperación o confrontación»El País, 12 de octubre de 2013.
Pankaj Ghemawat, «Coste comercial de la separación»La Vanguardia, 19 de junio de 2011.
Alberto G. Ibáñez  y Ramón Marcos Allo (coords.), A favor de España. El coste de la ruptura, Madrid, La Esfera de los Libros, 2014.
Guillem López i Casasnovas, «Balanzas fiscales: las verdades del barquero»El País, 2 de julio de 2013.
Clemente Polo, «El peso de las exportaciones en la economía catalana», en Oriol Amat et al., La cuestión catalana, hoy, pp. 65-83.
Clemente Polo, «Panorámica del argumentario economicista a favor de la independencia de Cataluña: mitos y realidad», en La cuestión catalana II. Balanzas fiscales y tratamiento fiscal de Cataluña, pp. 31-94.
José V. Rodríguez Mora, «Los costes económicos de una posible ruptura», en Alberto G. Ibáñez  y Ramón Marcos Allo (eds,), A favor de España. El coste de la ruptura, pp. 113-157.
Xavier Sala i Martín, «Soberanismo e inversión extranjera», Col•lectiu Wilson, 31 de agosto de 2012.
Xavier Sala i Martín, «Dos imágenes que demuestran que Catalunya independiente estará en la UE», Col.lectiu Wilson, 4 de noviembre de 2012.
Antoni Zabalza, «La imaginación al poder»El País, 4 junio de 2013.

http://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=5192&t=articulos
1. Este texto constituye el anticipo de un libro cuyo título provisional es Cataluña en España: pasado, presente y futuro. Los autores son, además de Gabriel Tortella, José Luis García Ruiz, Clara Eugenia Núñez y Gloria Quiroga. El libro será publicado por el Colegio Libre de Eméritos y la Fundación Alfonso Martín Escudero. 
2. Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, proclamó el derecho a la autodeterminación de los pueblos sometidos a potencias coloniales o imperiales. Este principio fue protegido por la Sociedad de Naciones y contenido en la Carta de las Naciones Unidas. Pero ni Cataluña es una colonia, ni España un imperio, ni puede alegarse en este caso opresión de ningún tipo, ni siquiera económica, pese a las afirmaciones de algunos miembros del colectivo en este sentido. El victimismo es, por supuesto, una marca de fábrica de los productos del colectivo. 
3. Es oportuno traer a colación la frase de Ortega: «Las ideas se tienen; en las creencias, se está». Pues bien, una parte sustancial de la opinión catalana parece haber pasado de tener unas ideas a estar en unas creencias, de las que ni la realidad ni la razón resultan capaces de moverles. 

Cuba:La perla del caribe y su futuro.....

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Un presidente americano en La Habana


El himno norteamericano sonaba solemnemente en el Palacio de la Revolución esta tarde. Barack Obama y Raúl Castro desfilaban ante las tropas cubanas en el epicentro de lo que ha sido la resistencia más próxima y más incómoda a la política de Washington en el continente americano.
Las últimas cortinas de la guerra fría en el Caribe caían esta tarde con la primera visita de un presidente americano a Cuba en los últimos 80 años. John Calvin Coolidge llegó a La Habana tras tres días de navegación a bordo de un buque de guerra en 1928. Barack Obama ha aterrizado en el aeropuerto cubano a las tres horas de salir de Washington.
Es difícil proclamarse vencedor en una guerra política y económica que ha terminado por agotamiento. Los Castro siguen al frente de Cuba. La salud de Fidel está muy deteriorada y Raúl no podrá dirigir el país durante mucho más tiempo. Cuba ha sido un dolor de cabeza para todas las administraciones americanas. Fidel Castro se construyó una sólida alianza con la Unión Soviética deKruschev, Breznev y de todos los líderes del Kremlin. Con la guerra fría trasladada a la puerta trasera de Estados Unidos, Cuba ha sobrevivido las invasiones y las presiones de Estados Unidos.
El precio para los cubanos ha sido muy alto. Cientos de miles han huido a Miami a lo largo de los años. Hoy constituyen una isla cubana en el inmenso mapa de Estados Unidos. En Cuba se ha prescindido de la libertad y se ha creado una inmensa isla de pobreza. Se ha intervenido en los conflictos internacionales africanos y se han licenciado cientos de miles de médicos, ingenieros y maestros.
En 1962, la isla estuvo a punto de ser el epicentro de una confrontación nuclear. Un pacto de última hora entre Kruschev y Kennedy evitó una locura colectiva. Castro ha sobrevivido a todos los presidentes desde Kennedy. Sus discursos ciclópeos aburrían incluso a sus más fieles. Ha perdurado. Pero Cuba ha quedado como un laboratorio de un mundo que ya no existe. Sin la ayuda de Moscú no ha tenido más remedio que abrirse al mundo.
El bloqueo ha dañado a los cubanos pero no ha tumbado al régimen. Las murallas y las sanciones económicas pueden debilitar a un país asediado. Pero no lo asfixian hasta hacerlo sucumbir. El bloque sigue vigente pero no será eterno. El futuro de Cuba dependerá de los cubanos. Pero la complicidad de Estados Unidos y de Occidente en el relanzamiento económico cubano será decisiva. Los cambios políticos vendrán después, quizás muy después. El discurso de Raúl Castro ante Obama ha sido categórico dando lecciones sobre derechos humanos a Estados Unidos. El régimen no tiene intención de cambiar. Ha pedido el levantamiento del bloqueo y la devolución de Guantánamo a Cuba. Más material para Donald Trump.
Fue un error del gobierno Aznar romper la política de cercanía a Cuba que ni siquiera Franco quiso romper del todo. Hoy España es un mero espectador político de cuanto ocurre en La Habana.

http://www.foixblog.com/2016/03/21/un-presidente-americano-en-la-habana/

1-Comentarios:
Josep Ramón
21/03/2016 at 20:01
“La Perla del Caribe” es la nación que mas influencia ha tenido sobre los Estados Unidos desde siempre.
Para empezar, la aristocracia cubana financió la guerra secreta entre los Estados Condeferados del Sur y España de 1850 con objeto de obtener su adhesión a los mismos y así poder mantener la esclavitud. 362.000 dólares recaudados para armas, barcos, filibusteros de la conquista del 50% de Mexico y 100.000 en efectivo prometidos a Robert E. Lee.
Con los fondos recaudados e imposibles de gastar tras el fracaso de la invasión de 1850, gracias a la negativa del Congreso a romper el tratado de neutralidad de 1812, se financió secretamente la guerra civil de los Estados Unidos. 700.000 muertos en la contienda civil.
España solo puede desear lo mejor para nuestros primos caribeños

2-Comentarios:



Datos interesantes, en Cuba se están abriendo guarderías privadas, si en un futuro se abren universidades privadas, con relaciones directas para fomentar las nuevas empresas industriales, Cuba tiene futuro.
Si Cuba solo se abre al exterior como “potencia” turística, sera un refugio para los veraneantes yankis, como es el Caribe Mexicano y sus islas colindantes.
Creo que Cuba debe pasar a una transición a nuevos modelos como la economía del bien común, dejando muy claras las normas éticas, las reglas de juego, el control institucional, las reglamentaciones, para evitar que Cuba cometa errores del pasado.
¿donde esta la oportunidad?

 No esta en abrir mas bares, mas hoteles,,,esta en crear nuevas universidades técnicas, adaptadas a la actual revolución del conocimiento.

CATALUÑA EN ESPAÑA: HISTORIA Y MITO Libro Gabriel Tortella

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1.CATALUÑA EN ESPAÑA: HISTORIA Y MITO

Cataluña en España. Historia y mito sintetiza la historia de Cataluña y la de España en su recorrido común desde la Edad Media hasta los hechos más recientes. Si la Historia está, y debe estar, siempre de actualidad, el tema de la relación entre Cataluña y el resto de España justifica plenamente esta obra, que profundiza en todos los aspectos relevantes de una cuestión a menudo analizada superficialmente. Con gran rigor histórico, el libro ofrece un panorama inusual por la riqueza de su documentación, y discute algunas de las versiones sesgadas e interesadas de la Historia que han abundado en los últimos tiempos. Gabriel Tortella y los coautores del libro –José Luis García Ruiz, Clara Eugenia Núñez y Gloria Quiroga- ponen aquí su amplia trayectoria y su prestigio académico al servicio de la Historia como herramienta que nos ayuda a entender el pasado y a gestionar el presente. Historia y presente, pues la obra no omite ninguno de los temas más candentes -desde las “deudas históricas” hasta las balanzas comerciales y fiscales; desde las políticas identitarias llevadas a cabo por la Generalitat de Catalunya hasta su reciente giro hacia la ruptura de uno de los países más antiguos del mundo-, aportando además elementos novedosos de investigación, como la cuantificación de una hipotética “deuda histórica” que pudie...




  • Nº de páginas: 540 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: GADIR
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788494445583

2.Una historia para catalanes convencidos

A propósito de La formació d’una identitat. Una història de Catalunya, de Josep Fontana

 
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Esta es una historia de Catalunya escrita en catalán, «pensando en lectores catalanes». Así al menos lo manifestó el autor en una entrevista a El Periódico de Cataluña. Yo diría más: está escrito pensando en lectores catalanes nacionalistas y, si me apuran, separatistas. Y me atrevo a afirmarlo porque en esa misma entrevista dice Fontana que no quiere que el libro se traduzca al español: «He dicho que no. Quería explicar cosas a gente que tiene la misma cultura, que ha tenido las mismas experiencias, que se ha encontrado con los mismos problemas y con la que tenemos una visión del mundo compartida, que es lo que acaba fabricando toda esta identidad». Y añade: «Si he de hacer los mismos razonamientos a lectores castellanos, lo tendría que reescribir completamente. Y no sé si vale la pena el esfuerzo». Uno se pregunta: ¿por qué no vale la pena el esfuerzo? ¿No quiere tener más lectores? ¿No querría dialogar y convencer? Pues no, porque, como explica Fontana en esa misma entrevista, con la gente de habla castellana no se puede dialogar debido a que su «intolerancia hace que nunca acaben de entender que los otros hablen distinto, que sean distinto [sic]. O que quieran tener unas formas de vida distinta. No lo entienden. Y ese no lo entienden lo ves cada día. Han sido educados para no entender nada». Uno, aunque estudió sus primeras letras en Barcelona, hizo su bachillerato y parte de sus estudios universitarios en Madrid, lo cual seguramente anuló su buen comienzo catalán y (aunque luego ampliara estudios en Estados Unidos) lo dejó incapacitado para entender nada. Pero, a pesar de todo, uno se esfuerza y no se desanima, y se ha atrevido a leer el libro de Fontana en busca de iluminación acerca de esa misteriosa identidad.
He leído el libro de Fontana y creo haberlo entendido, aunque quizá mal. Hay cosas en la formación de uno que, al parecer, son ineluctables. En todo caso, voy a ofrecer aquí mis opiniones, y voy a hacerlo en castellano. Para empezar, debo decir que Fontana sabe escribir muy bien (aunque haya adquirido algunos defectos sintácticos que son muy comunes hoy precisamente en castellano) y que el libro es un éxito en sus propios términos. El autor ha conseguido resumir en menos de quinientas páginas, en un lenguaje muy asequible, su visión de la historia de Cataluña, incorporando, como él también dice en la entrevista, una gran cantidad de investigación reciente. Por otra parte, aunque a este mal entendedor («educado para no entender nada», como hemos visto) le parece que el libro es muy sesgado, hace gala casi siempre de una moderación de tono que estaba ausente en la entrevista antes citada. Yo veo ya moderación en el título, «La formación de una identidad»; no se aclara cuál sea esa identidad, si es nacional o no, y, por lo tanto, se afirma muy poco.
Sin embargo, el título ya hace referencia a una de las tesis centrales del libro: «mil años nos han ido haciendo diferentes» (así se titula la tan referida entrevista); ese milenio ha forjado una identidad común catalana, y esa identidad convierte (o debe convertir) a Cataluña en una nación. En el breve prólogo se dice que (por supuesto, traduzco: el libro está escrito en catalán, aunque tiene abundantes citas en castellano) «La identidad es [...] una realidad que nace de una larga existencia compartida, no un producto de la tierra o de la sangre» (p. 7). Pero lo que no se sabe es por qué esa existencia compartida se detiene en el Ebro y los Pirineos. Si Cataluña ha sido, durante casi toda su historia, parte de Aragón y de España, ¿por qué no ha compartido existencia con ellas? La tierra parece tener más importancia que la que le concede Fontana en esta frase. Y a lo largo del libro hay repetidas referencias a la «tierra» como «patria»; la palabra tierra (terra), ya desde el Himne dels segadors, si no desde antes, tiene mucho que ver con la identidad para los catalanistas. Recordemos que la organización terrorista separatista de tiempos de la Transición se llamaba Terra Lliure(Tierra libre), etc.
Muy sensatamente recomienda después Fontana huir «de los inacabables debates en torno al concepto de nación [...] que en el siglo XX ha sido responsable de millones de muertes como consecuencia de limpiezas étnicas basadas en falsificaciones históricas». Sin embargo, eso no le impide decir más adelante (p. 35) que Cataluña fue, ya en el siglo XIII, nada menos, «el primer Estado nación moderno de Europa, con una estructura política consolidada y unas Cortes representativas», ni repetir más adelante varias veces la misma idea. El anacronismo es patente. El Estado-nación aparece con la Revolución Francesa, que contrapone la nación al reino patrimonial del Antiguo Régimen; la nación es el conjunto de ciudadanos libres e iguales por contraposición a los súbditos y vasallos de las antiguas monarquías. Por lo tanto, nuestro autor ha huido de los «inacabables debates» sobre la nación en el prólogo, pero ha convertido a Cataluña en una nación con cinco siglos de adelanto veintiocho páginas después.
Y esto nos lleva a otra de las tesis básicas del libro, tesis, por otra parte, que Fontana ha publicado ya en varias ocasiones. Esta consiste en afirmar que Cataluña iba camino de convertirse en un país (o lo que sea) democrático, en la estela de Inglaterra y Holanda, y que Felipe V cometió el crimen de abortar tan hermoso proyecto e imponer el absolutismo y la tiranía al abolir los fueros catalanes (y aragoneses en general) tras su victoria en la Guerra de Sucesión (1704-1714). Como digo, esta tesis ha sido ya expuesta por su autor repetidamente; pero repetición no implica convicción. Es bien sabido que Jaume Vicens Vives, maestro de Fontana, que lo cita repetidamente, pero ciertamente no en este contexto, no pensaba así en absoluto. Para Vicens todas estas instituciones representativas de la Cataluña del Antiguo Régimen (Cortes, Diputación, Consejo de Ciento, etc., conocidas genéricamente como fueros, libertades o constituciones) formaban un «régimen de privilegios y fueros [cuyo] desescombro benefició insospechadamente a Cataluña»1: exactamente lo contrario de lo que sostiene Fontana.
En todo caso, la cuestión es muy compleja, pero hay varias razones que arrojan dudas sobre la tesis del autor del libro que estamos comentando. Comparar a la Cataluña del siglo XVII con Inglaterra y Holanda no es muy apropiado. Inglaterra y Holanda eran las dos grandes potencias comerciales de la época, cosa que Cataluña no era ni de lejos. Comparar a la Barcelona de entonces con Ámsterdam o Londres resulta poco caritativo con Barcelona, que en 1700 tenía cuarenta y tres mil habitantes frente a los doscientos mil de Ámsterdam y los cerca de seiscientos mil de Londres2. Barcelona era un puerto de tercera fila frente a los dos gigantes del Norte. Además, ambos puertos septentrionales crecieron espectacularmente en la Edad Moderna, multiplicando ambos su población por un factor de 14 entre 1500 y 1700. Barcelona ni siquiera dobló su población en ese período: la multiplicó por un factor de 1,5. Estoy refiriéndome a las ciudades porque Ámsterdam y Londres fueron las cunas de las revoluciones inglesa y holandesa: su enorme crecimiento y el dinamismo de sus economías fueron el caldo de cultivo de la revolución social y religiosa que se produjo en sus respectivos países. Algo parecido, en menor escala, ocurrió en estos: Inglaterra y Holanda vieron doblarse sus poblaciones entre las mismas fechas; la población catalana, mientras tanto, se estancó. En realidad, la población española en conjunto creció muy poco en ese mismo período, pero la catalana no creció en absoluto. Fue el dinamismo económico y demográfico de Inglaterra y Holanda lo que trajo consigo un desarrollo institucional en estos países que no tiene parangón con el de Cataluña (ni con el de España en su conjunto); en realidad, fueron dos casos excepcionales. Hay que tener en cuenta, además, el papel político que el protestantismo desempeñó en los países septentrionales, e incluso en Francia, pero que en ninguna región española (era la España de la Contrarreforma) hizo acto de presencia. El hecho es que, entre 1500 y 1700, Cataluña, con todos sus fueros, libertades y constituciones permaneció en un estado de prolongado estancamiento y que, a partir de la abolición de esos fueros, inició un proceso de crecimiento demográfico y económico sin precedentes, que la puso a la cabeza de España en desarrollo económico, demográfico y social. Esto es lo que salta a la vista en la historia de Cataluña y lo que los historiadores de la escuela de Fontana deben tratar de explicar convincentemente. Hasta ahora, que yo sepa, no lo han hecho.
No basta con decir que «La mitología que atribuye a la política económica de los Borbones un papel decisivo en el crecimiento económico catalán no tiene ningún fundamento» (pp. 238-239). La evidencia prima facie es que sí tiene fundamento, ya que política económica y crecimiento coincidieron en el tiempo. Ante tal correlación, seguidamente y a regañadientes, nuestro autor hace la siguiente concesión: «Es evidente que los comerciantes catalanes obtuvieron provecho de las nuevas circunstancias, que no habían sido pensadas para favorecerles, como la relativa unidad del mercado interior y, más tarde, del “comercio libre” con América». Pero a renglón seguido niega incluso que los Borbones hubiesen practicado ninguna política económica, y afirma que, si la practicaron, «no tuvo ningún efecto positivo, ni aquí ni en ninguna parte». Todo esto es inexacto; sobre este tema yo mismo he publicado recientemente3 un modesto ensayo que me parece algo más matizado. Los Borbones en el siglo XVIII ciertamente tuvieron una política económica, probablemente la primera política económica a la que puede llamarse «española», entre cuyos principales elementos están: la gradual (e incompleta, pero sustancial) liberalización del comercio con América, incluyendo la abolición del monopolio sevillano-gaditano sobre este tráfico; las reformas fiscales en los territorios de la Corona de Aragón, notablemente el «catastro» de Cataluña, un impuesto directo que es objeto de los denuestos de Fontana, pero que a la larga resultó equitativo y llevadero, hasta el punto de que el marqués de la Ensenada tratara de introducir un gravamen similar en Castilla, intento que dio lugar al admirable «catastro de Ensenada», pero que a la larga fracasó; una política monetaria y bancaria que permitió una estabilización de la moneda después de los funestos disparates del vellón en el siglo anterior y que introdujo novedades tan originales, aunque a la larga desastrosas, como los «vales reales» y el Banco Nacional de San Carlos; y una política proteccionista a la industria textil algodonera que resultó muy beneficiosa para esta industria en Cataluña y que, naturalmente, Fontana ni menciona. En conjunto, fue una política con serios problemas y defectos, aunque también con algunos logros, de la que pueden decirse muchas cosas, pero que indudablemente, en contra de lo que piensa Fontana, existió. Y, en contra de lo que afirma nuestro autor, fue una política que tuvo un éxito muy moderado en España en su totalidad, pero que en Cataluña triunfó en toda regla.
Otra tesis del libro es que en el siglo XIX fracasó el «proyecto liberal» (capítulo 7). Este fracaso consistió en que «la burguesía catalana [estaba dispuesta a] participar por primera vez en la política del Estado español», pero lo que «los liberales españoles les ofrecían seguía siendo un programa de absorción, con la obligación de someterse a una política que no respondía a sus necesidades» (p. 259). Volvemos a la incomprensión de los castellanos: «a los dirigentes [de la industria catalana] les resultaba difícil encontrar en Madrid, con unos gobiernos donde nunca se les ofrecía una participación sustancial, unos interlocutores con los cuales negociar sus problemas. Su intento de integrarse en el proyecto liberal español acabaría en un fracaso». Es difícil interpretar estas afirmaciones: los grupos industriales catalanes, sobre todo los textiles, lograron que la política económica en el siglo XIX continuase el proteccionismo del XVIII, y para ello lucharon denodadamente y crearon organizaciones patronales muy poderosas, como el «Fomento del Trabajo Nacional». No sé si encontraron en Madrid «interlocutores con los cuales negociar sus problemas», pero los resultados sugieren que sí, porque durante todo el siglo los aranceles protectores del sector textil algodonero, donde los catalanes eran mayoritarios, fueron altos y crecientes. Esto es bien conocido y demostrable con los aranceles en la mano. Y cuando en un gobierno tuvieron los catalanes indudablemente una «representación sustancial», como en el presidido por el catalán Juan Prim con el catalán Laureano Figuerola en Hacienda (1869-1870), parece que es cuando menos «interlocutores» encontraron los industriales catalanes, ya que el llamado «Arancel Figuerola» de 1869, el menos proteccionista de todo el siglo, mereció las mayores fulminaciones de sus portavoces. Tiene razón Fontana cuando afirma, en este contexto del no entendimiento en el siglo XIX, que Cataluña era una región con fuerte peso industrial, mientras que España en su conjunto era predominantemente agrícola. Olvida un par de cosas, sin embargo: la primera que, como hemos visto, fue el proteccionismo del Estado español el que fomentó desde el siglo XVIII una industria textil catalana cuya producción estaba destinada casi exclusivamente al mercado español, incluidas las colonias. Entre los sectores que más fuertemente apoyaron la lucha contra la independencia de las colonias estuvieron los industriales textiles catalanes que, cuando por fin vieron el fracaso de esta política en 1898, comenzaron a quejarse de ella y a atribuirla a la incomprensión española. Es entonces cuando se exacerba el antiespañolismo de un sector, minoritario pero muy audible, de la sociedad catalana. Otra cosa que olvida es que, especialmente desde la década de 1880, hay un pacto no escrito pero bien conocido entre los industriales catalanes y vascos y los agricultores castellanos para lograr el «proteccionismo integral», es decir, la protección arancelaria a los textiles, la siderurgia y los cereales, en particular el trigo. Aquí el desfase entre industria y agricultura no parece haber planteado un grave problema, y los «interlocutores» sin duda no faltaron, porque el acuerdo se plasmó en el «Arancel Cánovas» de 1891-1892.
También tiene razón Fontana en que el proyecto liberal español fracasó: la prueba de ello es la Guerra Civil. Este fracaso se debió a la lentitud con que se desarrolló la economía española en el XIX4. Pero a ese fracaso coadyuvaron las regiones industriales, Cataluña y el País Vasco, que optaron por producir casi exclusivamente para el mercado nacional y después se impacientaron porque la pobreza de la economía española suponía un freno a la expansión de la demanda. Presionando continuamente para obtener altos aranceles y aislar a la economía española del resto del mundo, perjudicaron notablemente a las actividades exportadoras y no favorecieron en nada la reasignación racional de los recursos. Las culpas del fracaso del liberalismo español están muy repartidas. En este contexto, resulta también sorprendente la afirmación general de que «una exploración del índice de los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados» en el período 1834-1854 indica que no se discutieron los problemas industriales, lo cual es «revelador del desinterés que tenían los políticos españoles por la industrialización» (p. 281). Entonces, ¿por qué la continua protección arancelaria a la industria? Por otra parte, yo le puedo citar documentos posteriores donde los problemas industriales se discuten hasta la extenuación en comisiones parlamentarias. Y sorprende, sinceramente, que un historiador de los conocimientos de Josep Fontana olvide que en el siglo XIX el arancel de aduanas era prácticamente el único instrumento de fomento industrial y casi lo único que reclamaban los industriales.
La versión que nos da Fontana sobre la historia del siglo XX me parece, en líneas generales, acertada: se trata de una versión crítica y escéptica de la historia política de España, prestando una atención especial a Cataluña; pero es un período en el que es virtualmente imposible separar la historia de esta de la del resto de España. Hay, sin embargo, momentos en que vuelven a aparecer extraños sesgos. Por ejemplo, una cuestión siempre complicada y difícil: las rebeliones de octubre de 1934, en particular la que se produjo en Barcelona, encabezada por el presidente de la Generalitat, Lluis Companys. Se trató de unos hechos gravísimos: Companys proclamó el 6 de octubre «el Estado catalán de la República federal española»; esta era inexistente, pero Companys la invitaba a constituirse en Cataluña, ante un supuesto asalto al poder de la República española por «las fuerzas monarquizantes y fascistas». Enviado este comunicado al presidente de la República, este (Alejandro Lerroux) ordenó al general Domingo Batet, capitán general de Cataluña, que proclamara el estado de guerra en la región. Fontana da la impresión de que la violencia que se desencadenó (él no menciona apenas ninguna) fue cometida por las tropas españolas: «en la calle no pasaba nada» (p. 347); esto, según Alejandro Nieto5, no es cierto. Había una huelga general en Barcelona desde el día anterior a la proclamación y las calles, vacías de transeúntes por temor a la violencia, eran recorridas por automóviles de huelguistas armados que disparaban ocasionalmente y amenazaban a quienes no parecían secundar la huelga, provocando algunas bajas. Esta descripción coincide con la que hace Manuel Azaña en Mi rebelión en Barcelona6, libro que narra las incidencias de su autor, que se hallaba en la ciudad condal por aquellos días y que fue acusado por el Gobierno de Madrid de haber participado en la rebelión de Companys. El caso es que las tropas de Batet fueron tiroteadas desde edificios oficiales cuando pegaban carteles con la proclamación de estado de guerra, sufriendo muertos y heridos. En la calle, por tanto, pasaban bastantes cosas. Es entonces cuando Batet ordenó cañonear con proyectiles no explosivos varios edificios de laGeneralitat; y se sucedieron tiroteos durante varias horas hasta que Companys capituló y se entregó. No se sabe con exactitud el número de bajas, pero sí es seguro que hubo más de treinta muertos y más de cien heridos en las refriegas de esos pocos días (los números reales probablemente fueron más altos). Por lo tanto, no se trató sólo de una farsa política, aunque algo hubo de ello: hubo además drama, violencia y muerte; en una palabra, «rebelión militar», por la que fueron condenados Companys y varios de sus cómplices. Fontana observa, justamente, que la represión en Cataluña fue mucho más moderada que en Asturias, el otro gran foco de la rebelión y donde la violencia fue mucho mayor. Sin embargo, vale la pena recordar que Azaña fue víctima de una persecución judicial totalmente infundada, instigada por el propio Lerroux.
Podrían señalarse muchas más afirmaciones sorprendentes en un texto, el referente al siglo XX y comienzos del XXI, que en general muestra la brillantez y la concisión de Fontana. Pero esta reseña es ya bastante larga. En resumen, se trata de un libro de muy agradable lectura, que revela el enorme oficio de su autor, aunque, por desgracia, queda deslucido por los fuertes sesgos nacionalistas. Es una lástima. Por mi parte, estoy dispuesto a ser acusado de no entender nada. He sido educado para ello.
http://www.revistadelibros.com/discusion/una-historia-para-catalanes-convencidos
Gabriel Tortella es catedrático emérito de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Alcalá. Sus últimos libros son La revolución del siglo XX (Madrid, Taurus, 2000), Los orígenes del siglo XXI: un ensayo de historia social y económica contemporánea (Madrid, Gadir, 2005) y, con Clara Eugenia Núñez, Para comprender la crisis  (Madrid, Gadir, 2009) y El desarrollo de la España contemporánea. Historia económica de los siglos XIX y XX(Madrid, Alianza, 2011).
17/02/2015
1. Jaume Vicens Vives, Aproximación a la Historia de España, Barcelona, Vicens Vives, 1966, pp. 144-145. 
2. Cifras de Jan de Vries reproducidas en Angus Maddison, The World Economy. A Millennial Perspective, París, OCDE, 2001, p. 54. 
3. Gabriel Tortella, «La renovación económica y social de los Borbones: la política económica de España en el siglo XVIII», en Antonio Morales Moya (ed.), 1714. Cataluña en la España del siglo XVIII, Madrid, Cátedra, 2014, pp. 263-291. 
4. Gabriel Tortella y Clara Eugenia Núñez, El desarrollo de la España contemporánea. Historia económica de los siglos XIX y XX, Madrid, Alianza, 2011, pp. 59-63. 
5. Alejandro Nieto, La rebelión militar de la Generalidad de Cataluña contra la República. El 6 de octubre de 1934 en Barcelona, Madrid, Fundación Alfonso Martin Escudero/Marcial Pons, 2014, pp. 173-239. 
6. Manuel Azaña, Obras completas. III. La Recuperación del Ideal Republicano, etc., Ciudad de México, Oasis, 1967

Federalismo en España y en Catalunya

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El federalismo español arranca a principios del siglo XIX en el seno del republicanismo, abrazando las ideas de reforma democrática, laica y social, para adquirir perfiles propios como propuesta de organización territorial a partir de la obra de Francisco Garrido (1821-1883) y, sobre todo, Francisco Pi y Margall (1824-1901)
En ese momento el debate sobre la organización política del Estado se situaba entre las propuestas republicanas liberales que nacían de las Cortes de Cádiz, los movimientos Fouriesitas nacidos en Andalucía y que se trasladaron a Madrid y el movimiento krausista en Cataluña que no era exactamente federalista pero pensaba la organización territorial en forma de un estado unitario descentralizado.
Desde la creación del Partido Republicano Federal (PRF) en 1868, el programa sinalagmático de Pi no logró aglutinar la mayoría necesaria para reconstituir España sobre la base de pactos libres entre las regiones históricas. El sector orgánico de Salmerón, Chao y Figueras -partidarios de la descentralización política-, y el más unitarista de Castelar, compitieron por el control del partido y, junto al descontrol de los cantonalismos, contribuyeron a difuminar la idea federal en España.

El andaluz Fernando Garrido (1821-1883) escribió en 1855 La República Democrática Federal y Universal donde defendía el federalismo como una forma adecuada para superar la “variedad” conflictiva de los pueblos. Nicolás Salmerón, representante del movimiento krausista, acabará siendo miembro del partido Republicano Federal, tercer vicepresidente de la República y autor junto a Eduardo Chao del Proyecto de Constitución Federal redactado en 1872.
El movimiento republicano y el socialismo no se decidieron a abrazar el federalismo, sino que asumieron un programa de moderada descentralización regional durante la Restauración y la II República. No obstante, la propuesta federal, ya fuera en su versión orgánica o en la pactista, influyó en dirigentes del PSOE como Fabra Ribas, Araquistáin y Anselmo Carretero, entre otros. Por su parte, el confederalismo de Almirall y de los intransigentes del PRF hizo lo propio en el anarcosindicalismo, los republicanismos catalán y gallego y el marxismo revolucionario de Nin y Maurín.

Las nacionalidades. Escritos y discursos sobre federalismo

Francesc Pi i Margall
Recopilación de escritos de este filósofo, jurista, político y escritor (Barcelona, 1824- Madrid, 1901), considerado el más importante teórico del siglo XIX en España y el principal impulsor del federalismo. Este libro reúne, por vez primera, sus escritos y discursos más importantes sobre el problema del federalismo
ovmadrid.cnt.es/textos/Las%20nacionalidades.%20Pi%20i%20Margall.pdf

Stéphane Dion y las verdades silenciadas de la experiencia canadiense

Alberto López Basaguren
Texto de presentación de las jornadas “El federalismo canadiense y su proyección sobre el modelo español” realizadas en Bilbao en 2013 a cargo del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco. Se analiza la influencia de la experiencia de Canadá en las reivindicaciones secesionistas.
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http://www.fundacionmgimenezabad.es/images/Documentos/2005/20051110_ot_lopez_basagruren_a_es_o.pdf

La federalización de la España plural

Luis Moreno
Sociólogo, politólogo e investigador científico del CSIC, Luis Moreno (Madrid, 1950), es autor del libro la “La federalización de España” que en 1997 fue pionero en conceptualizar el modelo de relaciones internas en España como de “concurrencia múltiple etnoterritorial” entre naciones y regiones. Es un reconocido experto internacional de estas cuestiones. En este artículo expone algunas de sus ideas.
http://digital.csic.es/bitstream/10261/21134/1/_reaf8_Moreno_tcm112-99495.pdf

Federalismo y partidos políticos: los casos de Canadá y España

Mónica Méndez Lago
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, diplomada en Análisis de Datos para las Ciencias Sociales por la Universidad de Essex, y doctora por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, Mónica Méndez Lago ha sido profesora titular de Ciencia Política en las Universidades de Salamanca y Murcia. Sus principales ámbitos de investigación son las actitudes y el comportamiento político.
https://federalistainfo.files.wordpress.com/2012/10/wp232.pdf

La república democrática federal universal.

Fernando Garrido
Folleto publicado en Lleida en 1855 por este revolucionario español (Cartagena, Murcia, 1821-1883) establecido en Cádiz, quien fue uno de los principales propagandistas del socialismo durante el siglo XIX. Fue diputado por Cádiz y por Sevilla. Garrido defiende que la federación supone una mayor garantía para que los ciudadanos ejerzan sus libertades y derechos ya que la mejor forma de gobierno es la asociación.
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https://reformafederal.files.wordpress.com/2013/05/la-republica-democratica-federal.pdf


Nacionalismo, democracia y federalismo

Ramón Maiz
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Santiago de Compostela, Ramón Máiz Suárez (Santa Cruz de Tenerife, 1953), es uno de los principales teóricos del federalismo en la actualidad. Estudioso de la historia del federalismo español, del Estado Autonómico y de la política gallega, es autor de numerosos escritos de ciencia política. Aquí analiza la evolución del Estado nación, el papel de las minorías nacionales en las democracias y la relación entre nacionalismo mayoritario y minoritario.

La federalización de la España de las Autonomías

Luis Moreno
Sociólogo, politólogo e investigador científico del CSIC, Luis Moreno (Madrid, 1950), es autor del libro la “La federalización de España” que en 1997 fue pionero en conceptualizar el modelo de relaciones internas en España como de “concurrencia múltiple etnoterritorial” entre naciones y regiones. Es un reconocido experto internacional de estas cuestiones. En este artículo expone algunas de sus ideas.

Democracia, multinacionalismo y federalismo

Juan J. Linz
Juan J Linz es el padre de la ciencia política moderna en España y presenta las claves para avanzar en una dirección federal en España a partir de la literatura comparada sobre federalismo en el mundo. Este ensayo trata de articular la relación entre el federalismo como sistema institucional, la democracia y la idea de nación.


http://federalistesdesquerres.org/es/federalismo-en-espana/

Federalismo en Catalunya

Las nacionalidades. Escritos y discursos sobre federalismo

Francesc Pi i Margall
Recopilación de escritos de este filósofo, jurista, político y escritor (Barcelona, 1824- Madrid, 1901), considerado el más importante teórico del siglo XIX en España y el principal impulsor del federalismo. Este libro reúne, por vez primera, sus escritos y discursos más importantes sobre el problema del federalismo.

Antología de textos

Valentí Almirall
Recopilación de textos de este político, abogado periodista y ensayista catalán (Barcelona, 1841 – íd, 1904) quien es considerado uno de los ideólogos del catalanismo político. De ideología republicana y federal, sostenía que la vertebración de España debía articularse en base a estados federales que se organizaran en plano de igualdad, aunque tras el fracaso de la Primera República abogó por un federalismo asimétrico.

Federalismo y catalanismo

Miquel Caminal i Joseph Pich
Miquel Caminal i Badia (Barcelona, 1952) es catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona y fue el primer director del Memorial Democràtic. Autor de varias obras sobre federalismo y nacionalismo. Josep Pich Mitjana (Manresa, 1967) es profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, especialista en el movimiento catalanista y en particular, en la figura y el pensamiento de Valentí Almirall

otros en:

http://federalistesdesquerres.org/es/tradicion-federal-en-catalunya/

Documentos Reforma Federal



http://federalistesdesquerres.org/es/reforma-federal-2/

Estado del Bienestar y Salud

La reciente globalización económica ha afectado de manera muy negativa al Estado de Bienestar. El capital se ha volcado en la especulación transnacional aprovechando las inmensas posibilidades de las tecnologías de información y comunicación, en detrimento de la economía productiva, y  considerando a las personas como un obstáculo para sus negocios. Pero la defensa, continuidad y mejora del Estado del Bienestar, está en manos de los ciudadanos.
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Estado del Bienestar y Salud
http://federalistesdesquerres.org/es/estado-del-bienestar-2/





Federalismo. Los clasicos

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El primer teórico del federalismo es Johannes Altahus (1557-1638), un holandés de formación calvinista que elaboró un estudio sobre la evolución de las asociaciones humanas. Altahus estableció las primeras ideas sobre federalismo y soberanía popular basándose en la experiencia de los aliancistas de los cantones suizos. Pero es un hecho reconocido que el federalismo moderno surgió con la creación de los Estados Unidos.
Fue en el norte de América donde las sociedades que nacieron a partir de la colonización de los ingleses evolucionaron hacia este modelo. La Constitución de la que se dotan las colonias independizadas crea un Estado federal limitado en sus poderes por el pueblo soberano, que es la fuente constitutiva originaria tanto de los estados de la federación como del Estado federal.
En 1900 se promulgó la ley constitucional de Australia con una fórmula federal que permitió coordinar y proyectar las diversas colonias británicas previamente existentes que se convirtieron en estados federados.
Uso pocos años más tarde, recién acabada la Primera Guerra Mundial, se proclama en 1919 la Constitución federal de la República de Weimar que sería un antecedente de la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania
que entra en vigor en 1949.
Poco antes, en 1947, la India independiente se constituye también en estado federal dentro de la Commonwealth.
Las ideas renovadas ideas federalistas del federalismo inspiraron el proyecto de avance progresivo hacia una Europa unida.
A continuación se presenta una selección de textos clásicos de federalismo desarrollados especialmente en Europa y Estados Unidos.

El principio federativo

Pierre- Joseph Proudhon
Texto del anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon de 1863 en el que desarrolla el concepto de principio federativo o federalismo social y define la federación como la unión de comunidades autogobernadas y soberanías a través de diferentes niveles locales, comarcales, regionales o nacionales de tal manera que el poder político se distribuye y fluye de lo particular hacia lo general con el propósito de evitar el centralismo, la burocracia y la jerarquía de poderes.

El Federalista (The Federalist Papers)

James Madison, Alexander Hamilton, John Jay
Recopilación de ensayos de James Madison, Alexander Hamilton y John Jay que se publicaron entre octubre de 1787 y mayo de 1788 en distintos diarios de Estados Unidos. Todos fueron publicados en anonimato por sus autores bajo el seudónimo de “Publius”. Se consideran una invitación a ratificar la Constitución de los Estados Unidos (Filadelfia, 1787).

Análisis del federalismo y otros textos

Daniel J. Elazar
Colección de ensayos del profesor judío norteamericano Daniel J. Elazar (1934-1999), uno de los pioneros del estudio comparado del federalismo y la cultura política y fundador de la Associación Internacional de Centros para Estudios Federales.

Gobierno federal

Kenneth C. Wheare
Texto de 1946 de Kenneth C. Wheare, profesor australiano que desarrolló su carrera en la Universidad de Oxford (Inglaterra) en el campo de las instituciones políticas comparadas, sobre todo en el federalismo y sus diferentes formas. Su investigación proporciona una aproximación clara al “espíritu federal” que se encuentra en el corazón de las distintas formas de federalismo.

“DIVIDING SOVEREIGNTY”: Federalismo y Republicanismo en la teoría política de James Madison

Ramon Maiz
Catedrático de ciencia política y de la administración por la Universidad de Santiago de Compostela , Ramón Maiz Suárez (Santa Cruz de Tenerife , 1953 ), es uno de los principales teóricos del federalismo. Estudioso de la historia del federalismo español, el estado autonómico y la política gallega, es autor de numerosos escritos de ciencia política . Aquí analiza el federalismo y republicanismo de James Madison.

http://federalistesdesquerres.org/es/los-clasicos/

Federalismo en el mundo

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Las federaciones han ocupado un lugar importante en la organización del mundo desde los tiempos de la antigua Grecia. En los tiempos modernos, las ideas federales fueron cruciales para la fundación de los Estados Unidos de América. Otras grandes democracias del presente se proclaman federales: Canadá, India, Australia, Alemania, Suiza, entre otras.
En Europa, el estado federal europeo ha sido desde la primera mitad del siglo XX un sueño de los sectores demócratas, liberales y progresistas, que han propuesto una Europa unida sin fronteras como forma de luchar contra las divisiones y tragedias que han azotado a nuestro continente durante siglos. Desde la Segunda Guerra Mundial la propuesta de avanzar hacia una Europa federal se ha fortalecido bajo la idea de que sólo la unión en la diversidad permitirá superar las divisiones y vivir en paz.
En Europa, el estado federal europeo ha sido desde la primera mitad del siglo XX un sueño de los sectores demócratas, liberales y progresistas, que han propuesto una Europa unida sin fronteras como forma de luchar contra las divisiones y tragedias que han azotado a nuestro continente durante siglos. Desde la Segunda Guerra Mundial la propuesta de avanzar hacia una Europa federal se ha fortalecido bajo la idea de que sólo la unión en la diversidad permitirá superar las divisiones y vivir en paz

Federalismo: una introducción

George Anderson
Texto didáctico que escribió el canadiense George Anderson (presidente y CEO del Foro de Federaciones entre 2005 y 2009) para explicar de forma didáctica y práctica qué es el federalismo, sus principios básicos y los desafíos propios a esta forma de gobierno, pero también la experiencia de varios países federales, sus características propias y diferencias entre sí. El libro incorpora ejemplos no sólo de países federales bien conocidos, como Canadá o Estados Unidos, sino también de otros que han adoptado recientemente este modelo.
https://www.marcialpons.es/static/pdf/100834977.pdf

La relevancia política del federalismo en el siglo XXI

George Anderson
Texto de George Anderson (presidente y CEO del Foro de Federaciones entre 2005 y 2009) sobre la importancia del federalismo en el siglo XXI.


Manifesto di Ventotene

Altiero Spinelli, Ernesto Rossi i Eugenio Colorni
El Manifiesto de Ventotene fue redactado en junio de 1941 y su título completo es « Por una Europa libre y unida. Proyecto de manifiesto ». Es un texto precursor de la idea de federalismo europeo que sienta las bases del federalismo europeísta de los demócratas italianos.


Federalismo: el mejor futuro para Escocia

Partit Liberal Escocès
Documento elaborado por el Partido Liberal Escocés en que plantea una reforma federal como fórmula de encaje ideal de Escocia en el Reino Unido. La propuesta se convertirá probablemente en la hoja de ruta del Partido Liberal británico de cara a las elecciones de 2015.

ALEMANIA

El federalismo alemán: su evolución hasta el presente y reforma a futuro

Dieter Nohlen
Nacido en 1939 en Oberhausen (Alemania), Dieter Nohlen es un político y académico alemán. Profesor (hoy emérito) de Ciencias Políticas en la Universidad de Heikdelberg, es un reconocido experto en sistemas electorales y en desarrollo político. Argumenta que el federalismo es el sistema que mejor puede adaptarse a las circunstancias y desafíos cambiantes del mundo actual, aunque precisa que no hay un modelo único de federalismo, pues depende de la diversidad sociocultural y de las disparidades socioeconómicas de la sociedad que se trate.

Lecciones federales de Alemania

Antonio Arroyo Gil
Doctor Europeo en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en la actualidad trabaja como profesor asociado de Derecho Constitucional en la misma. Es autor de diversas publicaciones científicas sobre organización territorial del poder y derechos fundamentales, varias de ellas sobre el modelo federal alemán. Las reformas constitucionales en la RFA las ve como un ejemplo a seguir en España, para que el Estado autonómico actual se perfeccione como federal.

Objetivos y resultados de las dos reformas del federalismo en Alemania

Roland Sturn
Roland Sturm es profesor de Ciencia Política en la Universidad de Erlangen-Nürnberg y exasesor de la Fundación Konrad Adenauer y la Fundación Bertelsmann. Explica en este trabajo los objetivos de las últimas reformas del federalismo alemán, desde una perspectiva crítica con el funcionamiento de la RFA.

La reforma del federalismo en Alemania. Fines, negociaciones, resultados

Hans- Peter Schneider
Nacido en 1937 en Jena (Alemania), Hans-Peter Schneider es un conocido constitucionalista alemán, profesor universitario y consultor político. Asesor del Bundestag, del Gobierno y la Presidencia federal de Alemania y de diversos gobiernos extranjeros, es el director gerente del Instituto Alemán de Investigación sobre el Federalismo. Explica cómo se han conjugado los intereses, a menudo distintos, entre los länder y el Gobierno federal, una tarea que no siempre ha sido fácil.

Las instituciones comunes a los gobiernos federal y provinciales en Canadá

louis Massicotte
Nacido en 1953, Louis Massicote es un experto en Ciencia Política de Quebec. Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Laval, ha asesorado en el desarrollo democrático de más de una docena de países, la mayoría en África.

Ley de la Claridad Canadiense

Francés e inglés:

otros en:
http://federalistesdesquerres.org/es/federalismo-en-el-mundo/




Economía del Bien Común- Eibar

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«El dinero tiene que servir para el beneficio social y no para el lucro»

El grupo promotor de la Economía del Bien Común se presentó en Eibar.
El grupo promotor de la Economía del Bien Común se presentó en Eibar. / FÉLIX MORQUECHO










  • El grupo de la Economía del Bien Común se presenta en Eibar con el objetivo «de lograr la cooperación frente a la competencia»

Daniel Innerarity: "Si no existiéramos los nacionalistas, nadie hablaría catalán o euskera"

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El telefonillo no funciona. Llueve con fuerza. Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) corre hacia la verja para abrir la puerta. Va en mangas de camisa y zapatillas de casa. “En invierno, este pueblo parece Mordor”, dice con una sonrisa de oreja a oreja. Zariquiegui -casi 170 habitantes- duerme en la falda del monte de El Perdón. “Cuando no hay niebla, desde aquí pueden verse los Pirineos”, explica con la mano en el horizonte. Este filósofo de apellido imposible de pronunciar y difícil de escribir es catedrático en la Universidad del País Vasco y director de su Instituto de Gobernanza Democrática. Fue premio nacional de ensayo en 2003 y Príncipe de Viana de la Cultura en 2013. Le nouvel observateur le incluyó en una lista de los veinticinco grandes pensadores del mundo.
Nacionalista confeso, ha integrado las lista de Geroa Bai -partido de Uxue Barkos que gobierna en Navarra- en dos ocasiones, la última en las elecciones del pasado veinte de diciembre. Haciendo justicia a su Ética de la hospitalidad, ha encendido la chimenea y ofrece asiento en su salón para charlar reposadamente de actualidad; de naciones y sujetos políticos, acuerdos de investidura y crisis de refugiados. Si pudiera elegir, lo tiene claro: “España necesita un gobierno de todas las izquierdas con la abstención o el apoyo -¿por qué no?- de los nacionalistas catalanes”. Decenas de libros miran la entrevista desde las estanterías. “Adelante, pregunta”.
Michael Ignatieff dejó su plaza de profesor en Harvard para dedicarse a la política en Canadá. El Partido Liberal, con él a la cabeza, cosechó el peor resultado de su historia. Después plasmó en un libro -Fuego y cenizas- su experiencia. Dijo: “Para sobrevivir en política, uno debe colocarse un filtro entre el cerebro y la boca”. ¿Usted ha tenido que hacerlo desde que forma parte de Geroa Bai?
Cuando leí a Ignatieff, pensé: qué persona más inteligente, pero qué descubrimiento más tardío ha hecho. La política tiene una lógica distinta a la académica y él tenía que haberlo sabido antes de dar el paso. Yo nunca he estado ni fuera ni dentro. He tenido un pie metido desde chaval porque siempre he militado en el mundo nacionalista vasco. Intento aportar mi perspectiva particular y soy consciente de que no puedo ir a dar clases. Acepto que la política es un arte más chapucero, más improvisado y arriesgado que la vida universitaria.
Pero, ¿ha tenido que filtrar sus declaraciones o escritos desde que va en las listas de Geroa Bai?
He tenido que decir las cosas de una manera diferente, pero sin decir diferentes cosas. La vida académica es muy cómoda. Lo que uno hace o dice en política conlleva distintas consecuencias para mucha gente. En la academia no corremos grandes riesgos y nos equivocamos con frecuencia. Un error en un ensayo no perjudica el empleo o la estabilidad financiera. Quienes vivimos en esos dos mundos a la vez tenemos pasión política, nos comprometemos con algo y debemos lograr actuar con coherencia, respetando la idiosincrasia de ese espacio.
¿Cuál es su compromiso particular?
Lucho políticamente por la nación vasca. Busco más autogobierno para Euskadi sin que esto dañe la convivencia. Es un ideal que mantengo desde pequeño.
¿Luchar por la nación vasca es luchar por la independencia?
Caminamos en busca de espacios de soberanía compartida. En Europa ocurre con intensidad. ¿Por qué no también en España? Ese ideal mío como nacionalista apunta hacia un Estado plurinacional. Un país puede ser muy independiente y tener poco protagonismo. Tener poder no equivale a la soberanía negativa de estar desligado de otro, sino a compartir un destino.
Las naciones deben volver a pensar qué juego les conviene
Vivimos en un continuo proceso de renegociación. ¿Quién tiene la competencia para hacer qué? ¿En quién reside la legitimidad? Esto ha dejado de estar meridianamente claro, como lo estaba en otra época. Haga usted la prueba. Si sale a la calle en Pamplona y pregunta: ¿quién manda aquí? Uno dirá Barkos, otro Rajoy, otro Merkel… Y todos tendrán algo de razón. Los espacios no tienen por qué estar absolutamente delimitados. Todos los seres humanos y naciones deben volver a pensar qué juego les conviene. Repensemos estos esquemas lejos del 'conmigo o contra mí', 'independencia o aislamiento'.
¿Usted se considera independentista?
A esa pregunta suelo contestar: ¿tiene tiempo para tomar un café? Esta cuestión pretende abordar de forma simple un problema muy complicado. No sólo tiene que ver con las aspiraciones de lo que uno desearía en un mundo ideal si no existiera la gravedad y los otros no empujaran. Los problemas deben resolverse en cooperación con el otro.
Pero, ¿el autogobierno al que se refiere es un paso intermedio hacia la independencia?
La política está hecha de aspiraciones y renuncias. Los comunistas quieren nacionalizar la banca, pero si gobiernan, seguramente no puedan hacerlo. Si un nacionalista español logra alcanzar el Ejecutivo querría acabar con las autonomías, pero a la hora de la verdad, sería poco probable que lo hiciera. Esa tensión entre lo que uno desea y lo que las circunstancias le permiten es el 'abc' de la política. Lo malo sería que no hiciéramos esa distinción y pretendiéramos colmar nuestras máximas aspiraciones sin tener en cuenta la sociedad a la que gobernamos.
Innerarity concurrió a las elecciones del 20-D en las listas de Geroa Bai. 
¿Qué es el nacionalismo?
Los nacionalistas son siempre los otros -dice entre risas-. Es broma. Todos tenemos una procedencia con la que nos identificamos con intensidad y eso nos permite establecer una distinción entre nosotros y el resto. Pero hay algunos que creen que no poseen esa propiedad. Uno no tiene acento, es el otro el que lo tiene. Uno nunca está en la periferia, siempre se coloca en el centro. Ya lo dijo Elias Canetti: “Cada uno es el centro de su mundo”. El antinacionalismo es una forma peculiar de ser nacionalista y es una postura que ha crecido bastante en España. Personalmente, no me identifico con quienes viven su nación de forma enfática e insistente. Deberíamos pensar menos en nuestra propia nación y en nosotros mismos para lograr entender mejor el mundo. ¡Y lo dice un nacionalista!
¿Por qué se define como nacionalista? ¿Qué ideas en concreto le llevan a describirse así?
Me gustaría que mi nación tuviera un mayor protagonismo y autogobierno del que ahora tiene. ¿Cuánto? Dependerá de lo que los vascos pactemos entre nosotros y acordemos con nuestros vecinos de España y de Europa.
Usted habla de vascos, pero también ha incluido a los navarros.
Los incluyo sólo en la medida en la que los navarros acepten esa pertenencia. Nunca he pensado que el 70% de los navarros -aquellos que no piensan como yo- tengan un problema de falsa conciencia. Respeto absolutamente su manera de pensar. Nunca he dicho que un navarro sea un vasco que no sabe que lo es. Hay gente que habla del marco constitucional como un paso previo al debate democrático, de la misma manera que existen quienes mencionan el pueblo vasco como condición antes de ese debate. Ese no es mi punto de vista, en absoluto.
Para que un país funcione, debemos establecer un sujeto o un ámbito de decisión. Si Cataluña se independiza y luego Barcelona pide otro referéndum para poder reintegrarse en España, y después le siguen Reus y Gerona, ¿no entraríamos en una espiral de locura?
Ese razonamiento implica llevar hasta el absurdo la lógica de la fragmentación. Pero vayamos al extremo contrario. ¿Es mejor declarar un espacio democráticamente indiscutible para evitar la separación? Los marcos deben redefinirse con frecuencia. ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos? Es una pregunta que tenemos que hacernos con asiduidad.
¿No nos volveríamos locos haciéndonos esa pregunta constantemente con el objetivo de redefinir el sujeto que decide?
¿Y prohibir esa pregunta de manera apriorística no nos generaría mayor incomodidad?
No ha respondido a la pregunta. ¿Se generaría una espiral de locura preguntándonos quiénes somos y en función de la respuesta reajustar el marco de decisión?
¡Si ya lo estamos haciendo! Fijémonos en Europa. Todos los días nos planteamos cuál es el nivel óptimo, qué gente tiene que ser consultada para tomar ciertas medidas… Eso es una forma de redefinir el nosotros. Declarar ciertas cosas indiscutibles nos llevaría al absurdo. Hombre, conviene hacerse de forma razonable. Uno no va a estar exigiendo a su mujer que le diga todos los días que le quiere. Con que lo hiciera una semana, se divorciaría. Pero las relaciones auténticas están basadas en la voluntariedad. Yo nunca me casaría si no pudiera divorciarme. No votaría a favor de una Constitución que, aún convenciéndome en todos los aspectos, no se pudiera modificar.
¿Por qué pensar siempre en términos de ruptura, renuncia o sacrificio?
El problema es que en España, esta discusión se vive de forma épica. Estamos todo el día al borde de la desaparición, o bien del pueblo vasco o de la idea de España. En lugar de pensar que todo esto conduce a la fragmentación, ¿por qué no verlo como una oportunidad real de hacer el horizonte constitucional más incluyente? ¿Por qué pensar siempre en términos de ruptura, renuncia o sacrificio?
¿El nacionalismo, distinguiendo a unos de otros en función de su cultura o procedencia, podría distorsionar la vida en común?
La vida conjunta es siempre un juego de diferencias e igualdades. No concibo una convivencia política sin que se pueda y se deba discutir de qué manera articulamos unidad y diferencia. No tendría sentido resolver los problemas a base de homogeneidad cultural y lingüística.
Pero, ¿por qué convertir la lengua o la cultura en una diferencia política?
¿Y si quiero que me atiendan en euskera en la Administración? ¿Y si quiero dar una educación en ese idioma a mis hijos? Política lingüística tenemos todos, no sólo los nacionalistas. Si no hubiera nacionalistas, ¿cuánta gente hablaría catalán o euskera? Nadie.
Dice que la politización de la lengua es necesaria para su supervivencia.
La palabra 'politizar' suena mal porque parece que significa propiciar división y discordia. Política es convertir el destino en libertad. Un proceso político sólo será natural cuando sea discutido y, posteriormente, definido. La politización es buena. Otra cosa es el sectarismo.
Innerarity fue premio nacional de ensayo en 2003.
Innerarity fue premio nacional de ensayo en 2003. 
En su libro, 'Política en tiempos de indignación' (Galaxia Gutenberg, 2015), dice: “Hay naciones históricas y otras advenedizas, las acreditadas y las que están por construir, las que se defienden solas y las que necesitan nacionalistas que las defiendan”. ¿Cataluña y País Vasco necesitan esos nacionalistas que los defiendan?
El nivel de autogobierno que tenemos en Euskadi no existiría si no hubiera nacionalistas. Sin hacer caricaturas ridículas, es evidente que Madrid ejerce una presión voraz para recentralizar la política. Si esto no es contrapesado por otros factores, caeríamos en una homogeneización cultural muy pobre.
¿Qué ocurre cuando se quiere alcanzar un objetivo político sin respetar la ley o el marco establecido?
El ámbito de posibilidades que uno tiene lo marca su apoyo social. Por ejemplo, Geroa Bai no puede hacer ciertas cosas en Navarra porque sólo cuenta con nueve diputados. En Cataluña, el independentismo no puede hacer con un 48% de los votos lo mismo que si tuviera el 70%. La capacidad de acción está directamente relacionada con las urnas. La ciudadanía reparte las barajas y cada uno juega sus cartas lo mejor que puede.
¿Y si uno quiere ganar la partida saltándose las reglas?
Las reglas deben respetarse, pero también tiene que ser posible su modificación democrática.
¿Para cambiarlas hay que respetarlas primero?
Lo digo de otra manera. La idea de que las reglas están para respetarse se ha banalizado hasta impedir que los marcos prevean su modificación. Existen ciertas normas que, en estos momentos, no pueden variarse. ¿Por qué tenemos miedo a los procesos con un resultado abierto? Pactemos la modificación. Todo se resuelve con procedimientos de pacto. Defiendo un nacionalismo cívico, integrador y que no rompa las sociedades.
Innerarity fue en las listas de Geroa Bai el 20-D. 
Cambiemos de tercio. En relación a la política y a las emociones, relató: “El empeño de unos por vaciar sentimentalmente la política es visto por otros como una oportunidad de llenar ese hueco mediante la movilización sentimental”. A continuación, narra el peligro de “erotizar la política”. ¿Quiénes erotizan la política en España?
¿Con nombres y apellidos? -dice con una carcajada-.
¡Claro! Usted es político además de filósofo.
No, no. Soy un filósofo que…
Que ha bajado al barro.
Bueno, bueno -se ríe-. Un filósofo que se va de vez en cuando. Además, no creo que nadie me pida que me dedique a otra cosa que no sea esto. En España, la política se ha convertido en algo espectacular, de entretenimiento y show. En ese terreno, los distintos agentes se han adaptado con mayor o menor fortuna. Esto conlleva que vivamos continuamente en campaña electoral, escenificando en lugar de preocuparnos por el gobierno, los acuerdos y las negociaciones. Se hace política para los medios de comunicación.
Pongamos caras. ¿Cómo valora la actitud de Rajoy en este momento?
Es una persona incapaz de gobernar con otros. No ha hecho un buen diagnóstico del espacio político. No vale en absoluto para la nueva etapa que afrontamos. Su retórica es decimonónica y continúa orientada hacia los suyos. Es incapaz de abrirse con argumentos que supongan lugares de encuentro.
¿Pedro Sánchez?
Está por ver si su proyecto entraña la densidad que España necesita. Con su discurso, busca posicionarse en un combate electoral, en lugar de proponer soluciones para resolver los problemas de los ciudadanos. Además, pensar que el conflicto territorial se reconduce con una mera apelación a la unidad de España y la supresión de las diputaciones es absurdo.
¿Qué me dice de Albert Rivera?
Viene de un partido muy ideologizado en relación al nacionalismo español. Habrá que ver si es capaz de diseñar, como parece que quiere, un proyecto orientado hacia el entendimiento.
¿Cómo explica la crisis interna que sufre Podemos?
En Podemos existen dos tipos de gente: quienes quieren gobernar y quienes se sienten más cómodos en la oposición, sin entrar en el juego de transacciones y renuncias que la política implica. En una organización tan plural como Podemos es más fácil mantener la unidad desde fuera del gobierno que desde dentro.
Innerarity dirige el Instituto de Gobernanza Democrática de la Universidad del País Vasco.
Innerarity dirige el Instituto de Gobernanza Democrática de la Universidad del País Vasco. 
¿Cuál es el gobierno que necesita España?
Un Ejecutivo de toda la izquierda que planteara al nacionalismo catalán un proyecto que le permitiera abstenerse. O incluso con su aprobación. ¿Por qué no?
¿El bipartidismo se muere?
No. Atravesamos un momento parecido al de la Transición. Dos derechas, dos izquierdas y las periferias conforman el espectro político. Los dos grandes partidos son muy resistentes. Si no se ponen nerviosos, seguirán siendo un eje importante. Pero van a tener que pactar. La mayoría absoluta se ha borrado del horizonte y esa democracia hidráulica según la cual el desgaste de uno llevaba al otro al gobierno ha desaparecido.
Por último, crisis de refugiados. ¿Cómo hemos alcanzado este punto en el que unos huimos de otros?
Es una especie de globalización del sufrimiento. Pagamos las consecuencias de la debilitación institucional de algunos países como Siria, Afganistán o Pakistán. Los señores de la guerra se han hecho con el poder y han provocado una huida masiva. La religión juega un papel secundario. Es una disculpa que utilizan para aportar un carácter épico a su causa. Una persona que mata no es sincera. Hay que fijarse muy bien en lo que hacen, pero no en lo que dicen.

LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN, EN LA AGENDA POLÍTICA DEL AYUNTAMIENTO

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El Ayuntamiento de Xirivella trabaja en la aplicación de cláusulas basadas en el modelo de economía del bien común en los contratos que vencen a lo largo de este año 2016.
La economía del bien común se basa en principios y valores como la igualdad en los puestos de trabajo, la contratación de personas en riesgo de exclusión social, parados de larga duración y las políticas de respeto al medio ambiente.
En estos momentos se está recopilando toda la información necesaria para poder comenzar a aplicar los nuevos criterios en el primer contrato que vence y que tiene una cierta importancia económica, como es el de la impresión del boletín de información municipal (BIM).
La concejala de Economía del Bien Común, Laura Moreno, explica que la voluntad del consistorio es introducir criterios sociales y medioambientales, siempre de acuerdo con el Texto Refundido de la Ley de Contratos del Sector Público. “Queremos incentivar un nuevo marco económico basado en la igualdad entre las personas, la sostenibilidad medioambiental y la cooperación frente a la competitividad, que son las bases de la nueva economía del bien común que nace como contrapeso del sistema capitalista”, señala la concejala.
Además de incluir cláusulas basadas en la economía del bien común, desde la concejalía se continuarán impulsando acciones pedagógicas y de concienciación ciudadana y empresarial.
Una de las medidas llevadas ya a cabo por la concejalía ha sido fomentar que las compras que se hacen desde el Ayuntamiento se realicen, siempre que sea posible, en el comercio local de Xirivella, como fue el caso de los ingredientes para el “Paelles i Colles” del mes de septiembre.

“Nadie sabe definir la felicidad”

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“Nadie sabe definir la felicidad”

El psiquiatra francés, considerado uno de los padres de la resiliencia, vaticina que el siglo XXI será el de la sumisión del hombre a la máquina

Boris Cyrulnik decidió que quería ser psiquiatra a los 11 años. Vio en esa ciencia del alma, como él mismo la define, la posibilidad de llegar a entender la locura del nazismo. Cuando tenía seis años, cuatro oficiales alemanes armados rodearon su cama y se lo llevaron detenido. Tardó en comprender que aquello ocurría porque era judío.
Recuperar a personas que han sufrido un trauma infantil. Esa acabó convirtiéndose, años más tarde, en la misión de su vida. Y, de hecho, se le considera uno de los padres de la resiliencia, ese término, ahora tan en boga, que indica la capacidad de volver a la vida tras pasar por un trauma.
http://elpais.com/elpais/2016/03/22/actualidad/1458665067_836852.html?id_externo_rsoc=FB_CM
Psiquiatra, neuropsiquiatra, psicoanalista, investigador y etólogo francés (de origen ruso), puso de manifiesto en 2001 con Los patitos feos que una infancia infeliz no tiene porqué determinar una vida: los traumas se pueden trabajar, se pueden superar.
Nacido en 1937 en Burdeos, rescatado de la orfandad –sus padres murieron en la guerra– por una tía, presenta ahora Las almas heridas (Gedisa, 2015), obra en la que destila el saber de los años dedicados a restañar heridas. En una sala del Instituto Francés de Barcelona, concede esta entrevista horas antes de pronunciar una conferencia.
Pregunta. Usted definió la resiliencia como “el arte de navegar en los torrentes”en su libro de 2001, Los patitos feos. En 2012, en París, en el primer congreso sobre resiliencia, se definió como “la vuelta a la vida tras un trauma psicológico”. ¿Con qué definición se queda?
Respuesta. Sí, la definición ha evolucionado. La metáfora es: nos vemos empujados a un torrente por una desgracia de la vida; algunos se dejan arrastrar y golpear, otros llegan a debatirse y, con un poco de suerte, se ponen de nuevo a flote. Cuando empezamos con nuestros trabajos sobre la resiliencia en Toulon llegamos a una que es: “Retomar un nuevo desarrollo tras una agonía psíquica o traumática”.
P. En Las almas heridas dice usted que hay 4.641 documentos y 1.023 tesis doctorales sobre resiliencia solo en Francia. ¿Se puede hablar de una moda, o de una inflamación del término, como se le ha escuchado decir?
R. Sí, ha habido un efecto de moda en la resiliencia que ha generado una inflamación de la palabra. Ocurrió con el psicoanálisis, con la genética; pasa cada vez que un concepto entra muy rápido en la cultura: todo el mundo adopta esa palabra y diluye su significado. La inflamación del psicoanálisis produjo que se dijera que Freud era un obseso sexual y que el psicoanálisis era inmoral; en el caso de la resiliencia: la inflamación semántica ha hecho que se diga que resiliencia significa que uno puede curarse de todo. Y yo nunca utilizo el término curarse. Además, uno no puede curarse de todo. Pero si no se hace nada, uno no se cura de nada. Si se hace algo, a veces se mejora un poco, aunque no siempre.
P. Sostiene usted que la resiliencia ayuda a vencer prejuicios. ¿Contra qué prejuicios lucha?
R. Contra el determinismo biológico o sociológicos únicos: “Ha sido maltratado, será un maltratador”. Si se le abandona, puede que repita ese comportamiento en un 30% de los casos. Si se abandona a esos niños, hay una maldición. Si se les apoya, no.
El problema del siglo XXI va a ser la sumisión a las máquinas
P. Lo mismo debe de ocurrir con los refugiados que llegan a Europa. Muchos vienen de vivir situaciones muy traumáticas. La respuesta de las sociedades que les acogen determinará la superación de su trauma.
R. Se les puede masacrar, como en Calais, y convertirlos en delincuentes. O se puede salvar a muchos de ellos. Cuando la emigración es voluntaria hay pocos traumas psíquicos. Pero la mayor parte del tiempo, la emigración no es deseada. La gente es expulsada de sus países; huye porque si no, muere.
P. Cita usted en su libro al psiquiatra Henry Ey, que decía que el hombre no es más que la naturaleza a la que se enfrenta. ¿Cómo ve usted al hombre en este comienzo del siglo?
R. La vergüenza del siglo XX fueron las guerras mundiales y los genocidios; genocidio armenio, genocidio judío, genocidio ruandés, y otros. Son consecuencia de las tecnologías, las guerras mundiales han sido terribles por culpa de la tecnología. El problema del siglo XXI va a ser la sumisión a las máquinas.
P. ¿Por qué?
No hay biografía sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes
R. Internet es un instrumento de comunicación asombroso. Pero también se ven cubos de basura en Internet. Hay un progreso fantástico del conocimiento, pero también un desarrollo de la delación y la difamación.
P. Hablaba usted en Los patitos feos de que las victorias en el campo de los Derechos Humanos y de la tecnología nos hacen creer en la posibilidad de una erradicación del sufrimiento. Pero el sufrimiento es parte de la vida, ¿no?
R. Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos, no somos siempre científicos. La victoria de la tecnología nos ha hecho creer que íbamos a luchar contra las injusticias sociales, pero cada vez hay más.
P. ¿Cuáles son las heridas más difíciles de sanar?
R. Hay que huir de la idea de Descartes de que una causa produce un efecto. ¡Muerte a Descartes! Hay que decir: antes de la herida; durante la herida; tras la herida. Antes de la herida: ¿qué nos permite adquirir factores que puedan protegerle a uno de una eventual herida? No hay biografía sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes. Si uno, de pequeño, cuenta con un apego seguro, que cultiva la confianza en uno mismo, cuando llega una desgracia, la encaja porque su memoria le dice que es posible salir adelante. Se sufre menos si el golpe es lejano que si lo da alguien cercano. Cuando fui un niño mi familia fue destruida por el nazismo; y yo casi quedo destruido; el golpe venía de lejos y yo me sentí protegido por los justos, los franceses no judíos que me acogieron.
El yihadismo enseña lo que los cristianos enseñaron durante mucho tiempo: morid primero, seréis felices después
P. Si las desgracias, en la existencia, son inevitables, ¿proyectamos entonces una idea falsa de la felicidad en la sociedad occidental hoy en día?
R. Nadie sabe definir la felicidad. Durante mucho tiempo el paso por la tierra era el valle de lágrimas entre dos paraísos: el paraíso perdido, por culpa del conocimiento; y el paraíso posible, que podemos ganar tras nuestra muerte, obedeciendo a las leyes divinas. Entre los dos paraísos se sufría. El siglo XIX y la revolución francesa cambiaron esta noción de la felicidad. Si creemos que la felicidad es metafísica, creeremos que solo puede llegar después de nuestra vida, o de nuestra muerte. Es lo que ocurre con los yihadistas. El yihadismo enseña lo que los cristianos enseñaron durante mucho tiempo: morid primero, seréis felices después.
P. ¿Cómo ve el futuro de esta sociedad que nos vende esa idea de felicidad que no es tan fácil de conseguir?
R. Una de las soluciones que nos han propuesto han sido las pastillas. Es una solución falsa, la droga: tome medicamentos para ser feliz. Ahora sabemos que la felicidad es un tricotar continuo; es el placer de vivir cotidiano; es un trabajo de todos los días, no es metafísico. La artesanía de la felicidad cotidiana se tricota día a día.

Vacunarse contra el fanatismo

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Vacunarse contra el fanatismo


Voltaire escribió que el fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre.
 La gente inteligente, que es aquella que intenta actuar racionalmente, teme a los fanáticos de cualquier causa, porque hay un punto de no retorno en lo que estos consideran la verdad rotunda, cuando a menudo se trata de una certeza relativa. El sábado, Robert De Niro decidió impedir el estreno en el Festival de Cine de Tribeca del documentalVacunados: del encubrimiento a la catástrofe, del exmédico Andrew Wakefield, En su día, este científico publicó un artículo en la revista The Lancet que establecía una correlación entre las vacunas y el autismo a partir de doce casos. Pero la investigación acabó siendo retirada por fraudulenta y el Consejo General Médico del Reino Unido prohibió a Wakefield ejercer en el país por su actitud deshonesta e irresponsable. Investigaciones periodísticas posteriores en British Medical Journalcorroboraron la mentira. Los miembros de la comunidad científica han rechazado la tesis del filme, porque no resulta serio establecer una correlación entre la administración de la triple vacuna y el autismo. El movimiento antivacunas actúa de buena fe, pero desde la irresponsabilidad. Según la Organización Mundial de la Salud, las vacunas evitan cada año en el mundo entre dos y tres millones de defunciones por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión.
En nuestro país, en junio del año pasado murió por difteria un niño de 6 años, cuando hacía treinta que no se había registrado un solo caso, porque sus padres eran contrarios a la vacunación. Algunas voces callaron en seco, pero la Societat Catalana de Pediatria ha denunciado ahora al Ayuntamiento de Barcelona por haber apoyado un documental contra la vacuna del papiloma, que se estrena mañana. A las instituciones públicas hay que exigirles siempre responsabilidad. En un asunto tan delicado como este deberían estar del lado de la ciencia antes que de la superchería.
http://www.lavanguardia.com/opinion/20160330/40741734477/vacunarse-contra-el-fanatismo.html

Un hacker ayuda al FBI a abrir el iPhone de Farook

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Un hacker no identificado que trabaja para una compañía privada y que se prestó a colaborar con la policía consiguió abrir el teléfono del terrorista Syed Rizwan Farook, autor de la masacre de San Bernardino en la que 14 personas resultaron muertas. El FBI no ha querido identificar a su colaborador y tampoco ha hecho público el contenido de la información obtenida, pero renuncia, de momento, a pleitear con el fabricante del teléfono, la tecnológica Apple, que se negaba a colaborar

Designing a robotic transition Transicion robotica M.Vidal

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While singularity arrives and employment becomes superfluous. Designing a robotic transition.
29 de mar. de 2016 http://www.marcvidal.net/…/mientras-llega-la-singularidad-y…
In Davos a debate took place discussing the role the automation of all areas of production will play and how the mechanical automation is, along with Big Data, the most intense transformative element that our species has ever lived. In fact it is considered that the supposed threat of robots and software associated with all kinds of jobs will result in the elimination of millions of jobs in the coming years. They speak of decades but we should talk about a shorter period. We have examples of how we have changed in all aspects of life in a meteoric way. Internet in the nineties was something technical that didn't reach the business pattern until the beginning of the century. Just five years later, that same digital space transitioned to become social, three years later Internet was automatic, now it connects objects and in just a few months we will live on the Internet for Everything. Innovation is exponential.

There are critics who consider we're going directly to the abyss. That these technological advances will not bring us any good and that as a society we are not prepared to structure ourselves. It is said owners of technology will further divide our universe between rich people having control and the poor being controlled. Perhaps but history would indicate otherwise. If we look at how we have faced every industrial revolution as a species and how we have managed to lift ourselves into a new state of being associated with the technology, we should see the future with hope. I think that when robots take over all job positions where they can be more efficient, cheaper and faster than a human, we will find better things to do. Another thing will be how to finance an idle or culturally hungry world with enough time to digest.

Currently the robotic threat looms over many jobs. From manufacturing to sales, going through services. Now, by extending the spectrum with the software and artificial intelligence, the number of occupations endangered is immense, almost absolute. Watson and other algorithms can be used by anyone. These days I am advising on the involvement of 'outsourced' artificial intelligence service for a multinational company based in Dublin and we are seeing how the possibilities are endless.

Clearly, measures will have to be carried out. It is clear that something similar to what has been defined as 'the universal minimum income' will be discussed sooner or later. A world away, where working for just two hours will suffice and where to think what to do with the rest of the time. We will not need to work more and yet will be equally profitable thanks to the help of robots and sophisticated algorithms. We will have to put millions of people in a world without employment. The promises of job creation are aurora borealis. What it is about is to face the real scenario and not one politically interesting. What should be discussed is how to advance in the transition phase to that final stage.
Many jobs, however, will remain. When mankind would lived a moment like this it will advanced more than ever. The time available for 'human', creative, philosophical, scientific activities, eliminating mechanical, repetitive or surmountable aspects for any technology activities, has led to unprecedented advances that have allowed everyone to live better day by day.
When mankind experienced the political revolution, thousands of years ago, we settled in communities where each one of us assumed a function and specialized in something. This mechanism of self-management forces us to think that if you're unable to earn your 'salary' then you're useless. There appears one of the first dilemmas that we must overcome. If as everything progresses we will have to work less, what's going to happen with that? Our leaders, thinkers, economists, inventors, scientists and sociologists should think about it. It is not about expecting the catastrophe, but to identify the social and economic model that must face this point that history has reserved for us which right now has less than 50 years to go.
In the field of services, there are examples presented globally as revealing. The mixture of robotic mechanics and intelligent algorithms produce 'artifacts' such as Sophia. The company Hanson Robotics is ready to market a 'female' android capable of serving in areas such as health, education and direct to client applications. In the accompanying video you can see Sophia, which has the capacity to simulate 62 facial expressions and to remember her interlocutor, being asked different things. When asked about her future, Sophia replied that she 'hopes to do things like go to school, study, have her own home and family', but since she's not a person then she knows she won't be able to do that. The idea is to have this type of robots learning from humans.
But going back to the subject of specialization and building a society set in the automation of all. As I said before, that employment specialization became more intense with each revolution in the distribution of work we have gone through. Every time dependence on work was more so now we must ask what will happen when millions of businesses replace (and are already doing so) all job positions with robots and algorithms?
Perhaps we should revise history. In the US, agriculture was one of the most important sources of employment. Advances in the way of cultivating allowed greater efficiency by reducing the number of jobs of more than 10 million to 3 million in just fifty years. During that time the American technology industry created 6.5 million jobs. Obviously not all farmers became developers. It was their children instead, who went from working in the field to study programming.
Recessions generate innovation. Apple, Google, Microsoft or Facebook were born in times of crisis. Around the 1870s, during one of the major crisis experienced by humanity, the light bulb, the telephone, the phonograph, the electric network and the metro were patented. It will happen again. In all things in which robots and software will replace us will have to do with raw physical or computing strength either linked to calculations or derived to artificial intelligence. For the moment technologic singularity is coming, the time in which robots do not need us to exist and regenerate, they will not affect creativity, detail, empathy or human relations.
However a blind spot appears at that point. The most recent samples on humanoids, artificial intelligence and associated robotics explain a world where some 'exclusively human' elements could also be modified. Raymond Kurzweil says that 'the future of robots is more social than we thought, in a few years we'll see as something common, robots articulated with wheels with delivering pizza from one place to another, drones bringing objects to customers, objects and autonomous cars moving us around, having conversations with virtual friends capable of simulating interest, anger, joy or love'. So this is becoming more a world of interaction rather of replacement I'm afraid.
Nobody talks about this. Elections, debates, talk shows or whatever takes places and barely, these topics are mentioned in an exotic level, such as in one of the latest Netflix series. This is real and needs to be addressed in all stages of decision. In Davos, as I said, not being a place that is characterized by innovation, they tried to accurately display and launch a request to the political and business class in the world to take action before it becomes a drama.
Society has changed thanks to this digital cosmos. It has mutated with social networks. Technology has changed everything. Almost without notice, without plans showing us how. The transcendental part is that what has happened so far was just the prologue. In a few minutes the first chapter begins. A chapter that will give us useful time. Massive changes that will bring time to innovate if we know how to deal with it. If we do nothing, the crises experienced to date will have been a caricature compared to what is coming our way. 
http://www.marcvidal.net/blog/mientras-llega-la-singularidad-y-el-empleo-sobre-la-transicin-robtica
Mientras llega la singularidad y el empleo va sobrando. Diseñar una transición robótica

En Davos se debatió sobre el papel que jugará la robotización de todos los ámbitos de la producción y de cómo la automatización mecánica es, junto al Big Data, el elemento transformador más intenso que nuestra especie ha vivido jamás. De hecho se considera que la amenaza que suponen los robots y software asociado a todo tipo de empleos supondrá la eliminación de millones de puestos de trabajo en los próximos años. Se habla de décadas pero deberíamos hablar de un período más corto. Tenemos ejemplos de cómo hemos cambiado en todos los aspectos de la vida de un modo meteórico. Internet en los noventa era algo técnico que no alcanzó el patrón empresarial hasta principios de siglo. Apenas unos cinco años después, ese mismo espacio digital pasaba a ser social, tres más tarde Internet era automático, ahora conecta objetos y en apenas unos meses viviremos en laInternet del Todo. La innovación es exponencial.
Hay críticos que consideran que vamos directos al abismo. Que estos avances no nos traerán nada bueno y que como sociedad no estamos preparados para estructurarnos. Se dice que los propietarios de la tecnología dividirán aun más nuestro universo entre ricos con control y pobres controlados. Tal vez pero la historia de la humanidad nos indicaría lo contrario. Si atendemos a cómo hemos afrontado como especie cada revolución industrial y cómo hemos logrado alzarnos en un nuevo estado de bienestar asociado a la tecnología, deberíamos ver el futuro con esperanza. Creo que cuando los robots eliminen todos los puestos de trabajo dónde puedan ser más eficientes, baratos y rápidos que un humano, encontraremos mejores cosas que hacer. Otra será cómo financiamos un mundo ocioso o culturalmente hambriento y con tiempo para digerir.
Actualmente la amenaza robótica se cierne sobre muchos empleos. Desde la fabricación hasta la venta pasando por los servicios. Ahora, al ampliar el espectro con el software y la inteligencia artificial, el número de ocupaciones en peligro de extinción es inmenso, casi absoluto. Watson y otros algoritmos pueden ser utilizados por cualquiera. En estos días estoy asesorando en la implicación de la inteligencia artificial ‘subcontratada’ para una multinacional de servicios afincada en Dublín y estamos viendo como las posibilidades son infinitas.
Es evidente que se tendrán que tomar medidas. Está claro que algo parecido a lo que se ha definido como ‘la renta mínima universal’ tendrá que discutirse tarde o temprano. Un mundo, inmediato, dónde trabajar apenas dos horas será suficiente y dónde el resto del tiempo tendremos que pensar que hacer. No será necesario trabajar más y sin embargo seremos igual de rentables gracias a la sofisticada ayuda de robots y algoritmos. Habrá que recolocar a millones de personas en un mundo sin empleo. Las promesas de creación de empleo son de aurora boreal. De lo que se trata es de afrontar el escenario real no uno que políticamente interese. Lo que se debe analizar es como avanzaremos en la fase de transición hasta ese escenario final.
Muchos empleos, sin embargo, permanecerán. Cuando el ser humano ha vivido un momento como este ha avanzado más que nunca. El tiempo disponible para actividades ‘humanas’, creativas, filosóficas, científicas, eliminando aspectos mecánicos, repetitivos o superables por una tecnología cualquiera, ha supuesto avances inéditos que han permitido cada vez vivir mejor a todos.
Cuando el hombre vivió la revolución lítica, hace miles de años, nos asentamos en comunidades donde cada uno de nosotros asumía una función y se especializaba. Ese mecanismo de autogestión nos obliga a pensar que sino eres capaz de ganarte tu ‘sueldo’ eres un inútil. Ahí aparece una de los primeros dilemas que deberemos superar. Si a medida que avance todo cada vez necesitaremos menos trabajar, ¿que pasará con eso? Nuestros dirigentes, pensadores, economistas, inventores, científicos y sociólogos deben pensar en ello. No se trata de esperar la catástrofe, sino de identificar el modelo social y económico que debe enfrentarse a ese punto que la historia nos tiene reservado a los que ahora mismo tenemos menos de 50 años.
En el campo de los servicios hay ejemplos presentados mundialmente cómo reveladores. La mezcla de mecánica robótica y algoritmos inteligentes producen ‘artefactos’ como Sophia. La empresa Hanson Robotics tiene listo para comercializar un androide ‘femenino’ capaz de atender en campos como la salud, la educación y aplicaciones directas a cliente. En el video que acompaña se puede ver a Sophia, que tiene capacidad para simular 62 expresiones faciales y de recordar a su interlocutor, siendo preguntada por diversas cosas. A la pregunta sobre su futuro, Sophia responde que ‘espera poder hacer cosas como ir a la escuela, estudiar, tener su hogar y familia’, pero que como no es una persona sabe que eso no lo podrá hacer. La idea es que este tipo de robots aprendan de los humanos.
Pero volviendo al tema de la especialización y la construcción de una sociedad ambientada en la automatización de todo.  Como decía antes, esa especialización del empleo se fue intensificando con cada revolución en la distribución del trabajo que hemos sufrido. Cada vez la dependencia del trabajo fue mayor por lo que ahora debemos preguntarnos ¿qué pasará cuando millones de empresas reemplacen (ya lo están haciendo) todos sus puestos de trabajo por robots y algoritmos?
Tal vez debamos revisar la historia. En Estados Unidos la agricultura era una de las fuentes de empleo más importantes. Los avances en la forma de cultivar permitieron una mayor eficiencia reduciendo el número de empleos de más de 10 millones a 3 en apenas cincuenta años. Durante ese tiempo la industria tecnológica americana creó 6,5 millones de empleos. Obviamente no todos los agricultores pasaron a ser desarrolladores. Fueron sus hijos que en lugar de trabajar en el campo estudiaron programación.
Las recesiones generan innovación. Apple, Google, Microsoft o Facebook nacieron en momentos de crisis. Alrededor de 1870, durante una de las mayores crisis que ha vivido la humanidad, se patentaron la bombilla, el teléfono, el fonógrafo, la red eléctrica y el metro urbano. Volverá a pasar. En todas las cosas que los robots y software nos sustituirán tendrán que ver con la fuerza física o la fuerza bruta computacional ya sea vinculada al cálculo o la inteligencia artificial derivada. De momento mientras llega la singularidad tecnológica, ese momento en el que los robots no nos necesiten para existir y regenerarse, no afectará a la creatividad, al detalle, a la empatía o las relaciones humanas.
No obstante un punto ciego aparece en ese punto. Las muestras más recientes sobre humanoides, inteligencia artificial y robótica asociada explican un mundo donde algunos elementos ‘sólo humanos’ también podrían ser modificados. Raymond Kurzweil asegura que ‘el futuro de los robots es más social del que pensamos, pasaremos de ver en pocos años con naturalidad robots articulados con ruedas que lleven pizzas de un lugar a otro, a drones acercando a sus clientes objetos y coches autónomos desplazándonos, a tener conversaciones con amigos virtuales capaces de simular interés, enfado, alegría o amor’. Entonces esto va de un mundo de interrelación más que de sustitución me temo.
Nadie habla de esto. Se suceden las elecciones, debates, tertulias o lo que sea y, cómo mucho, se comenta a nivel exótico, como quien comenta la última serie de Netflix. Esto es real y hay que abordarlo en todos los escenarios de decisión. En Davos, como decía, no siendo un lugar que se caracterice por la innovación se trató de mostrar con exactitud y lanzar un requerimiento a la clase política y empresarial del mundo para que tomen medidas antes de que esto se convierta en un drama.
La sociedad ha cambiado gracias a este cosmos digital. Ha mutado con las redes sociales. La tecnología lo ha transformado todo. Casi sin aviso, sin planos que nos indicaran como hacerlo. Lo trascendental es que lo que hasta ahora ha pasado era sólo el prólogo. En unos minutos empieza el primer capítulo. Un capítulo que nos regalará tiempo útil. Cambios masivos que traerán tiempo para innovar si sabemos cómo afrontarlo. Si no hacemos nada, las crisis vividas hasta la fecha habrán sido una caricatura comparada con la que se nos viene encima.
http://www.marcvidal.net/blog/mientras-llega-la-singularidad-y-el-empleo-sobre-la-transicin-robtica



Estudios del futuro: teorías y metodologías Sohail Inayatullah

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Los estudios futurológicos crean futuros alternativos que convierten suposiciones básicas en problemáticas. Mediante el cuestionamiento del futuro, el análisis de problemáticas emergentes y los escenarios, lo que se pretende es salir del presente y crear la posibilidad de nuevos futuros.
Los Seis Pilares proporcionan una teoría de pensamiento futurológico vinculada a métodos y herramientas, y desarrollada a través de la praxis. Los pilares son los siguientes: planificación, anticipación, temporización, profundización, creación de alternativas y transformación. 

http://transicionsocioeconomica.blogspot.com.es/2016/03/estudios-del-futuro-teorias-y.html -- 

https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2013/04/Estudio-del-Futuro-teor%C3%ADas-y-metodolog%C3%ADas_Sohail-Inayatullah.pdf

https://www.transcend.org/

https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2013/04/Estudio-del-Futuro-teor%C3%ADas-y-metodolog%C3%ADas_Sohail-Inayatullah.pdf

“Los pequeños robots revolucionarán nuestra vida más que los humanoides”

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El Ishiguro Lab de la Universidad de Osaka, en Japón, es famoso por el realismo de sus humanoides, pero en este laboratorio también se trabaja con enjambres de diminutos robots que aprenden y se coordinan con sus compañeros. Esta es la línea de investigación del ingeniero español Eduardo Castelló (Valencia, 1984), quien considera que, en contra de lo que vemos en las películas, estos pequeños robots serán los que de verdad nos simplificarán la vida.

TECNOLOGÍAS: Otras especialidades tecnológicas
Eduardo Castelló, del laboratorio de Robótica Inteligente Ishiguro

“Los pequeños robots revolucionarán nuestra vida más que los humanoides”

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El Ishiguro Lab de la Universidad de Osaka, en Japón, es famoso por el realismo de sus humanoides, pero en este laboratorio también se trabaja con enjambres de diminutos robots que aprenden y se coordinan con sus compañeros. Esta es la línea de investigación del ingeniero español Eduardo Castelló (Valencia, 1984), quien considera que, en contra de lo que vemos en las películas, estos pequeños robots serán los que de verdad nos simplificarán la vida.
Más información sobre:
robótica multiagente
robots
humanoides
impresoras 3D
Enrique Sacristán |  | 25 marzo 2016 08:00
<p>Eduardo Castelló posa junto a la humanoide Geminoid-F, aunque su especialidad son robots mucho más pequeños. / Ishiguro Lab</p>
Eduardo Castelló posa junto a la humanoide Geminoid-F, aunque su especialidad son robots mucho más pequeños. / Ishiguro Lab
¿Cuál es su campo dentro de la robótica?
La robótica multiagente. Cuando hablamos de robots, la mayoría de la gente piensa en un humanoide con figura humana, una especie de terminator. Pero la industria y la sociedad se enfrentan a problemas que no se pueden resolver con un robot de ese tipo, así que hay otro campo de la robótica –en el que trabajo– que subdivide problemas complejos empleando muchos robots, más simples, baratos y fáciles de reemplazar. Investigo cómo operadores humanos pueden controlar grandes grupos de robots y hacerlos eficientes.
Este mes se ha publicado su último estudio en la revista Swarm Intelligence …
Sí, el paper final de mi doctorado. Se centra en el diseño y la simplificación de algoritmos que se pueden introducir en un enjambre (swarm, en inglés) de robots, para mantenerlos operando durante un largo periodo de tiempo. El artículo propone un nuevo método más simple y ‘escalable’ que los actuales para conseguir que un grupo de robots autogestionados realicen una tarea de foraging o recolección de recursos. Hemos grabado un vídeo con el experimento, en el que pequeños robots consiguen energía cuando transportan un objeto azul dentro de un círculo.
¿Qué aplicaciones puede tener?
Los algoritmos de foraging pueden ser un paso importante para automatizar trabajos en campos como la minería, la logística o la agricultura, donde no se requiere un humanoide o un robot muy complejo, sino muchos más pequeños. Por ejemplo, en agricultura ya hay series de robots que van por las líneas de plantación inspeccionando el estado de las plantas o la eficacia de los pesticidas frente a las plagas. La exploración de los océanos también requiere de muchos robots para analizar con técnicas no invasivas la flora y la fauna o los efectos de la contaminación. En logística se aplica para la gestión de almacenes, además de otras aplicaciones como el uso de drones que estudia Amazon para la distribución de paquetes. En este caso, a nivel técnico todavía falta resolver algunos problemas, como la duración y recarga de baterías, pero es mucho más serio el tema de la regulación.
¿Ese es el principal problema a la hora de transferir esta tecnología?
En cada parte de la cadena investigación-empresa-consumidor hay un problema, un asunto que expliqué en la feriaGlobal Robot Expo que se ha celebrado este año en Madrid. A nivel empresarial, el gran problema sí es el de la regulación como ocurre con los drones de Amazon. Otro ejemplo sería el coche de Google, que se puede considerar un robot en el sentido de que es un ordenador con capacidad de interactuar físicamente con el mundo: circula por las calles respetando unas normas, ‘habla’ con otros automóviles para no chocar en los puntos ciegos, etc. El problema es que, aunque el coche conduzca por ti, por ley tú no puedes dejar de prestar atención a la carretera, ya que si se produce un accidente el culpable eres tú. Son asuntos legales que hay que regular.
“La robótica está avanzando mucho, pero no va a cumplir las expectativas que ha generado porque la ciencia ficción ha puesto el listón muy alto”
¿Y respecto al consumidor?
El problema es cómo controlar un enjambre de robots. Los humanos tenemos un límite de complejidad que podemos manejar, así que se necesita una interfaz que actúe de intermediaria con su programación específica. El reto no es nada fácil. No hay manera de que una sola persona pueda controlar cien o mil robots a la vez con su grado de autonomía. De hecho, el paradigma actual es el contrario: un grupo de humanos controlando un solo robot complejo, como ocurre en la famosa competición DARPA Robotics Challenge.
¿Y cuál es el problema en el primer eslabón, el mundo académico?
A diferencia de la robótica tradicional de humanoides que la mayoría de la gente tiene en mente, influida por la cultura pop, la robótica multiagente está un paso más avanzada y ya se comienza a transferir a la industria. Aquí el problema es la dificultad que encuentran muchas universidades y centros de investigación para acceder a los recursos y la multitud de pequeños robots que se necesitan para investigar en este campo. Es caro comprar enjambres de robots. Una de las soluciones que hemos presentado es un robot que puedes fabricar con impresoras 3D y ensamblar. De esta forma los puedes replicar de forma fácil y barata, además de contar con librerías de fuente abierta para personalizarlos.
¿Qué otras áreas de la robótica se investigan en el Ishiguro Lab?
Este laboratorio no sigue exactamente la línea tradicional de conseguir robots cada vez más eficientes, sino que mezcla la ingeniería y el arte. De hecho, su director, Hiroshi Ishiguro ha creado robots muy realistas como la humanoide Geminoid-F o clones de sí mismo para investigar las ventajas de la telepresencia o cómo aceptamos a los robots. La robótica está avanzando mucho, pero no va a cumplir las expectativas que ha generado porque la ciencia ficción ha puesto el listón muy alto. Por ejemplo, hemos visto que a una persona en su casa le ayuda más una serie de sistemas robotizados para tareas específicas que un único robot mayordomo asistencial, que es menos viable de programar, e incluso puede llegar a ser peligroso para el ocupante. La robótica nos va a simplificar y cambiar la vida, pero la revolución va a venir más por los pequeños robots que por complejos humanoides.
Zona geográfica: Internacional
Fuente: SINC

Enrique Sacristán

Nuevas rutas hacia la ética, los valores y el bien común

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Nuevas rutas hacia la ética, los valores y el bien común

Vitoria acoge en abril el IX Congreso: "Proyectos y utopías para un mundo mejor”


La ciudad de Vitoria acoge los días 23 y 24 de abril la novena edición del “Congreso: Proyectos y utopías para un mundo mejor”, que la Fundación Valores organiza anualmente desde 2005. En esta ocasión el lema del congreso es “Bien Común, Ética y Valores”. El objetivo de estos congresos es dar a conocer posibles soluciones y modelos innovadores inspirados en los tres pilares básicos sobre los que se sustenta el futuro sostenible: la economía, la sociedad y el medio ambiente.


La Fundación Valores organiza una nueva edición de la serie de congresos que, bajo el epígrafe “Proyectos y utopías para un mundo mejor”, viene organizando desde 2005. Esta edición, al igual que la de 2013, se desarrolla con la colaboración del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, el próximo 23 y 24 de abril. 

El congreso de 2016,  bajo el lema: “Bien Común, Ética y Valores”, busca animar a las ciudades a mejorar la calidad de la vida urbana de sus ciudadanos. Diferentes expertos en este campo expondrán en conferencias y mesas redondas posibles soluciones y modelos innovadores inspirados en los tres pilares básicos sobre los que se sustenta el futuro sostenible: la economía, la sociedad y el medio ambiente. 

Nuevas economías, La filosofía del Bien Común, Valores que no cotizan en bolsa, Del temor al valor, Hay alternativas, La ética y los valores aplicados a la biodiversidad, son los temas que se desarrollarán de la mano de acreditados expertos. 

El Congreso será presentado por María José Carrillo, Presidenta de la Fundación Valores, y será inaugurado por el alcalde de Vitoria-Gasteiz, Gorka Urtaran Aguirre. Cuenta con la participación de Diego Isabel La Moneda, Fundador del movimiento: "Global Hub for Common Good" y autor del libro Yo soy tú: Propuesta para una nueva sociedadJavier Goikoetxea, Presidente de la Asociación de la Economía del Bien Común de Euskadi y Socio-fundador de BIKOnsulting; Arturo Boyra López, Socio-fundador de Oceanografía, pionera en la aplicación de la Economía del Bien Común en la empresa; María Pinar Merino, escritora y diseñadora de proyectos en el área de educación en valores a través de la herramienta pedagógica La Carta de la Tierra; Juan Torres López, economista y miembro del consejo científico de Attac España; y, José Esquinas Alcázar, doctor Ingeniero Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid. El moderador de las mesas redondas será Eduardo Martínez de la Fe, Editor de Tendencias21. 

En paralelo al programa del congreso, Rafael Álvarez, El Brujo, representará la obra “Teresa o el sol por dentro”, en el auditorio María de Maeztu del Palacio Europa.

Posibles soluciones 

Hoy por hoy se hacen grandes esfuerzos para proteger el entorno, pero los resultados no son los esperados, ya sea por escasez de medios o por falta de información. Para ello, el congreso desea dar a conocer posibles soluciones que impliquen cambios individuales y globales, según explican sus organizadores. 

María José Carrillo, Presidenta de Fundación Valores, señala a Tendencias21: “Estamos ante un congreso que no sólo muestra nuevos modelos sociales, económicos, medioambientales o educativos, sino que intenta llevar una voz de esperanza a la ciudadanía. Esperanza, motivación y una invitación abierta y emocionada a la implicación de todos y todas en el cambio social global que se está gestando”. Además, comenta que Fundación Valores está constituida por una veintena de personas que trabaja altruistamente, de forma descentralizada y sin jerarquías desde diferentes puntos del país. 

Aplicar un sistema que prime en la contribución a la sociedad en lugar del beneficio económico es el pilar de la Ética del Bien Común”.  Javier Goikoetxea, explica al respecto a Tendencias21: “Quien más quien menos ya hace cosas en la buena línea, lo que sucede es que son puntuales y voluntaristas; nuestro objetivo con la sociedad es proponer herramientas y estrategias útiles con las que realizar hojas de ruta hacia la ética, los valores y el Bien Común”. Por otro lado, el socio-fundador de Oceanografía, Arturo Boyra, comenta a Tendencias21: “La economía debe estar al servicio de la sociedad y no a la inversa. La ruta de nuestra empresa es el criterio ético, es decir, anteponer el comportamiento ético al balance de resultados”. 

Respecto a los  modelos innovadores que se expondrán en el congreso, el economista Juan Torres, comenta a Tendencias21: “trataré de mostrar que no sólo hay alternativas, sino que las vivimos y ponemos en marcha día a día a nuestro lado, si bien, lógicamente, eso sólo puede ocurrir o generalizarse si hay empeño, poder alternativo, decisión colectiva, nuevos valores que impulsen nuestras vidas, etc.” 

Valores universales 

Otro tema del congreso serán los Valores Universales: La libertad, la paz, el amor, la justicia y la verdad. María Pinar Merino, dedicada a la difusión de la Carta de la Tierra, indagará en cada uno de ellos y de cómo esos valores son traducidos/interpretados/modificados por la cultura, la religión, las leyes, el nivel de desarrollo económico, etc.  de cada pueblo, en una serie de principios que son los que empiezan a separarnos, pues cada etnia interpreta los valores primarios a través de todos esos filtros. 

La escritora precisa a Tendencias21: “Para recuperar una verdadera Conciencia Global planetaria hemos de volver a recuperar la esencia de esos valores y crear nuevas estructuras de pensamiento basadas en ellos. Los valores que no cotizan en bolsa son los que realmente nos hacen felices. Haré un somero repaso por algunas culturas y filosofías de la Tierra que basan su felicidad no en TENER más sino en SER más. Veremos que a mayor desarrollo económico no hay una correspondencia directa con el grado de bienestar o felicidad de las personas, sino que a veces sucede justo lo contrario”. 

Descargar el programa del Congreso
programa.pdf Programa.pdf  (17.6 Mb) 
http://www.tendencias21.net/Nuevas-rutas-hacia-la-etica-los-valores-y-el-bien-comun_a42325.html

Gastando más no se reduce el déficit

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“No lo entiendo, cuanto menos bebo más me emborracho”, dijo un señor que, tras beberse una botella de whisky, pidió media y luego un tercio.
http://www.elespanol.com/economia/20160331/113868621_13.html
Lo más gracioso de la noticia de que España ha incumplido el objetivo de déficit de 2015 es que se indignan los mismos que exigen relajar dicho déficit y gastar más en partidas corrientes. Los mismos que hablan de reducir el déficit gastando más se rasgan las vestiduras porque no se lo han gastado ellos. Siempre pasa lo mismo, en cuanto escuchamos que la economía crece, se descontrola el gasto. Un déficit del 5,24% creciendo casi el doble de lo estimado, supone una desviación de 9.000 millones de euros, de los que 1.000 se pueden considerar “no recurrentes”. Aun así, crecer más y gastar mucho más es, y ha sido, desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, nuestro problema.
España se adaptó inmediatamente a una burbuja que generaba unos 40.000 millones de euros anuales de ingresos extraordinarios y no repetibles, y pensando que duraría siempre, aumentó el gasto público más de un 48% entre 2004 y 2009. Y ahora, todos se excusan en el “chocolate del loro” para no recortar nada de esos gastos de burbuja. Y, desde entonces, llaman "austericidio" a una reducción de menos del 6%.
Luego le echaremos la culpa a Merkel, pero España lleva ocho años con una expansión fiscal superior a 600.000 millones de euros, incumpliendo el objetivo de déficit todos los años. Es cierto que ese déficit se ha reducido a la mitad, pero no es menos cierto que el problema es evidente. El incumplimiento llega fundamentalmente del gasto descontrolado de las Comunidades Autónomas, y eso es antes de contar las facturas periodificadas al año siguiente, y de la Seguridad Social.  Canarias, Galicia y País Vasco han sido las únicas comunidades que han cumplido con el objetivo, con la mayoría elevando sus gastos hasta un 8%, especialmente las Comunidades del “Cambio” que de cambio tienen poco porque han vuelto a lo mismo de 2008. Todo ello demuestra que siempre es un problema de gasto. Suben los ingresos casi un 4% y se dispara el gasto el doble.
Lo peor de este dato es que los mismos que fingen defender el estado del bienestar lo van a hundir, manteniendo el bienestar del Estado. No hemos aprovechado la época de recuperación para hacer los deberes y, de hecho, al Gobierno se le achaca un modesto control presupuestario mientras todo el resto del arco parlamentario se entrega al unicornio de aumentar gastos corrientes “para crecer” y pensar que van a reducir el déficit aumentando impuestos. Si una subida impositiva como la que llevó a cabo el Gobierno ha llevado a que los gastos se aceleren aún más, toda mejora de la recaudación es inmediatamente sobrepasada por la voracidad gastadora de los reinos de Taifas, los observatorios, los comités, los entes improductivos y la administración paralela.
Y volverán a decir que es un problema de ingresos, que las empresas grandes pagan poco, etc. Y seguiremos agrandando el agujero por poner por delante el gasto burocrático en vez del crecimiento económico y el empleo. La media de error en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos de los últimos diez años ha sido del 50%. Un estudio excelente de los profesores Carvalho y Alfonso de la Universidad de Lisboa muestra que gran parte de las subidas de impuestos de la Unión Europea vienen por estimaciones de ingresos optimistas y exageradas (Revenue Forecast Errors in the European Union, 2014).
La media de error (desviación estándar) en las estimaciones de ingresos en España ha sido de un 1% del PIB en el primer año y, atención, el 1,6% el segundo y el 1,8% el tercero. Un país donde en todos los años observados se ha producido una desviación real entre ingresos estimados y reales. El propio Banco Central Europeo lo alerta en su informe “Lecciones de las estimaciones fiscales”.
Sobre la “novedad” de “estimular la demanda interna desde más gasto público, existen muchos análisis sobre el efecto embudo de estos planes. El impacto positivo a corto disfraza los problemas estructurales y se convierte en mucho peor a medio plazo. Por supuesto que aumenta el PIB a corto plazo (el PIB, no lo olvidemos, también se aumenta gastando y endeudándose, aunque sea tirando el dinero por la ventana), pero el coste y deuda que deja detrás acaban paralizando la economía porque con ellos vienen las subidas de impuestos para cubrir los agujeros.
España se encamina a otro shock de deuda, que no va a cubrirse con la política monetaria, como hemos visto en Portugal y Grecia. Un arco parlamentario que promete gastos con nada y que piensa financiarlos con estimaciones de cuento de la lechera es una bomba de relojería que vamos a pagar todos. Mientras, como decíamos el lunes, los aristócratas del gasto público piensan que usted gana demasiado y ellos gastan demasiado poco.
La deuda nunca se ha reducido gastando más. Las subidas de impuestos que anuncian volverán a atacar a la creación de empleo y crecimiento potencial bajo el subterfugio de que “es un problema de ingresos”.
Mientras, los mismos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones de euros se alarman con el incumplimiento de déficit mientras piden aumentar en 25.000 millones de euros el gasto corriente. Mucho observatorio y mucha excusa “social” para aumentar el gasto burocrático. Y volver a ponernos al borde de la quiebra. Los mismos que duplicaron la deuda “porque hay margen” piensan que va a reducirse aumentando gasto corriente, algo que nunca ha sucedido. Y aumentan un déficit estructural que ya superaba el 3,5% del PIB. Pero encima poniendo escollos al crecimiento y el empleo.

Garicano advierte de que España será intervenida y sancionada si no hay un Gobierno pronto

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  • España ha incumplido el objetivo de déficit en 11.000 millones de euros
  • Cree que los planes de Podemos llevarían a España 'a una situación de rescate o próxima'
Luis Garicano ha dado la voz de alarma este jueves, tras conocerse que España ha incumplido el objetivo de déficit en 11.000 millones de euros, y ha dicho que nos enfrentamos a una intervención y una sanción si no hay un Gobierno pronto. Para el 'gurú' económico de Ciudadanos, la situación de nuestro país es más que "complicada", por lo que hay que adoptar medidas desde ya para evitar males mayores.
Ha hecho un llamamiento especial al PP porque sin su visto bueno en el Senado no se podrá aprobar ningún presupuesto
Según recoge ABC, Garicano ha hablado de la necesidad de llegar a un acuerdo de gobierno de manera urgente para tratar de solucionar lo que pueda ocurrir después de lo ocurrido con el déficit. España "tiene una situación muy complicada" porque"estamos en el último plazo del brazo correctivo" de Bruselas y eso puede llevarnos a ser sancionados y a una intervención de nuestra economía.
Así ha respondido el responsable de economía en Ciudadanos a la rueda de prensa de Montoro, acerca del incumplimiento del déficit.
Sr. Montoro: la recuperación económica no se consolida ni ocultando el déficit, ni con trucos electoralistas.

14:08 - 31 Mar 2016


Importante: el Ministro Montoro está contando la historia al revés. En la legislatura el ajuste lo han hecho CCAA y AALL, no Estado 1/4

14:26 - 31 Mar 2016


Aunque no sólo ha pedido un acuerdo a los partidos, sino que también ha hecho un llamamiento especial al PP porque sin su visto bueno en el Senado no se podrá aprobar ningún presupuesto. Ciudadanos, ha dicho, está dispuesto a reunirse con todas las formaciones, incluso con Podemos, para tratar de solucionar esta situación. "Hablaremos hasta con el diablo", ha dicho Garicano.

http://www.bolsamania.com/noticias/economia/garicano-advierte-de-que-espana-sera-intervenida-y-sancionada-si-no-hay-un-gobierno-pronto--1098117.html
RAJOY HA OCULTADO LA REALIDAD
Además, desde la formación naranja critican también al Gobierno en funciones de Mariano Rajoy, del que dicen que ha "ocultado a los españoles y a Europa" la realidad de los datos de déficit. Francisco de la Torre y Toni Roldán han presentado este jueves la oficina económica parlamentaria de Ciudadanos en el Congreso, y han dicho que España es "el farolillo rojo" de Europa por la mala gestión del Ejecutivo.
Garicano critica que nadie del Gobierno se haya puesto en contacto con el resto de partidos para comentar cuál era la situación
Ciudadanos reclama un Gobierno "capaz de redirigir el camino del presupuesto hacia una situación estable y sensata", algo que a su juicio no puede hacerse "con el PP de espaldas, encerrado en su castillo", donde ha permanecido todo este tiempo, desde las elecciones del 20D. En este sentido, Garicano ha criticado que nadie del Ejecutivo ni del PP se haya puesto en contacto con el resto de partidos para comentar cuál era la situación. La filosofía vital del Gobierno de Rajoy es que "todo lo que puede evitar, lo evita", ha dicho el economista.
Por último, de Podemos ha dicho que sus planes políticos "no son posibles, y si se trataran de poner en marcha, llevarían a España a una situación de rescate o próxima, a una situación económica crítica".

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