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Si ahora Keynes estuviese vivo ¿propugnaría las recetas keynesianas frente a la actual crisis?

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"Aunque Keynes falleció en 1946, su sombra ha sido y es alargada, alcanzando este presente económico tan preocupante. Como en esos pueblos afectados por una prolongada y pertinaz sequía, desde 1946 cada vez que ha habido un periodo de crisis se saca en procesión la figura de Keynes, en la creencia que sus ideas y políticas son atemporales. Sin entrar en la polémica sobre la vigencia del ideario keynesiano, lo que habría que preguntarse es lo siguiente: si ahora Keynes estuviese vivo ¿propugnaría las recetas keynesianas frente a la actual crisis? Más que sus ideas y propuestas, lo que deberíamos recuperar es el espíritu de Keynes, es decir, la convicción en el poder de las ideas, la creencia de que somos capaces de analizar racionalmente los problemas económicos y de luchar con inteligencia y perseverancia para superarlos. Entonces y sólo entonces, lograremos que el futuro sea mejor que el presente."

Aunque es mucho imaginar, supongamos que Keynes hubiese resucitado y que tal día como hoy impartiera una conferencia en Madrid. ¿Sobre qué disertaría? Aquí y ahora, cabe suponer que hablaría de las devastadoras consecuencias para el empleo de la recesión que padecemos; o de la crisis del sistema financiero que dificulta el restablecimiento de los canales del crédito; o del grado de sostenibilidad y viabilidad del Estado Social, cuyo desmoronamiento tendría un impacto directo sobre la cohesión social y la estabilidad política; o del nivel de endeudamiento de los diversos agentes de la economía, que impide cualquier atisbo de recuperación; o, por último, de la crisis del euro, más que esperable al no ser ese grupo de países una zona monetaria óptima. Con una diferencia de 82 años esto que planteamos en el terreno de la economía-ficción ya ocurrió. El 10 de junio de 1930, en la Residencia de Estudiantes, dictó una conferencia con el siguiente título: Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Como puede observarse, en plena Gran Depresión, el economista que, entre otras cosas, es recordado por aquello de que «a largo plazo todos muertos», no habló de los gravísimos problemas económicos que azotaban al mundo en aquellos tiempos, sino que haciendo alarde del mayor de los optimismos vaticinó que el mundo superaría aquella negra realidad y tendría un futuro mejor que el presente.
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John Maynard Keynes (y II): Un economista de acción Miguel González Moreno
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El planteamiento general que hizo Keynes en materia económica es que se debía incrementar el Gasto público en los períodos de Recesión -haciendo que el Estado incurriera en un Déficit- para generar Demanda adicional que estimulara la Inversión y disminuyera el Desempleo. De esta forma, Keynes confiaba en que el gobierno podía moderar y hasta eliminar los ciclos económicos interviniendo en la economía.
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 Personalmente prefiero seguir a economistas mas actuales, para analizar las ultimas crisis, que han demostrado tener análisis muy completos y certeros como el economista sr.Bernake, que suponer que pensaría Keynes en la actualidad, por ser mas costoso de argumentar, otros tiempos.
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Las decisiones de Keynes fuero en su escenario, ante el panorama de la Gran Depresión del 29 y la ineficacia de los ajustes automáticos defendidos por la economía clásica, Keynes abogó por la intervención directa y urgente de los gobiernos en la economía. El objetivo era evitar que las recesiones y las depresiones se prolongasen innecesariamente en el tiempo.
Keynes entonces defendió la adopción de medidas que elevaran la demanda total de la economía, entre las que se encontraba fundamentalmente el gasto público en obras públicas (la política fiscal).
Mas que los temas de intervención en la economia, bastante asumida, ya que una parte del presupuesto de todos los estados es dirigido a los intereses del pais, siempre me han parecido mas interesantes sus ideas sobre los derechos Internacionales de Giro (DEG) , sobre el intento de democratización de la economia por via de instituciones supranacionales
Según Keynes, sería incorrecto pensar que la financiación de los gastos mediante deuda pública implica beneficiar a la generación presente con cargo a la generación futura que deberá amortizar la deuda. 
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Tengo claro que defendía asumir la deuda en la generación que tocaba y no traspasársela a sus hijos. Por otra parte decía, que era mejor perdonar las deudas que consecuencias peores, como germen de G,Mundiales o de medidas populistas obsoletas que no han funcionado.
Interpreto que en tiempos de bonanza hay que saldar la deuda, pero si en el tiempo de bonanza, o recuperación no puedes respirar y no puedes saldar la deuda.. 
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“La innovación y el cambio son determinantes cruciales de los niveles de vida y la prosperidad a largo plazo. La I&D, un motor clave de la innovación, responde a los incentivos económicos y a las políticas públicas.
Las investigaciones del FMI demuestran que un poco de apoyo público, bien diseñado, puede rendir mucho fruto. Por ejemplo, se observa que el apoyo fiscal a favor de la I&D, justificado por los efectos indirectos internos, y a un costo de 0,4% del PIB, puede elevar el PIB un 5% a largo plazo. Si se tienen en cuenta los efectos a escala internacional, el costo subiría a 0,5% del PIB, pero los beneficios aumentarían proporcionalmente aún más, a 8%.
Las políticas fiscales inteligentes importan, importan mucho. Los sectores público y privado pueden cooperar entre sí y complementarse para impulsar la innovación y el crecimiento.
¿Se imaginan a Keynes y Schumpeter sonriendo juntos?
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Es interesante conocer los debates de la época en Bretton Wodds  :

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Hace 38 años-- Hyman Minsky nos indicaba::

"A la teoria keynesiana estàndard le falta la consideración explícita del sistema financiero capitalista en un contexto cíclico y especulativo [...] las finanzas marcan el ritmo de la economía Cuando la recuperación se acerca a la plena ocupación [...] los profetas proclaman que los ciclos económicos han estado vencidos y que la deuda puede seguir aumentando sin problemas [...] Pero la verdad es que ni los "booms" ni la deflación de las deudas [...] y ciertamente tampoco las recuperaciones pueden durar por siempre. Cada etapa del ciclo alimenta las fuerzas que llevan a su destrucción". 
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Cuando Keynes era un joven miembro del Tesoro británico, hace unos 100 años, se le pidió consejo sobre como se podían gestionar las enormes deudas externas. Él respondió que hay un límite a la capacidad de un país para devolverlas, y que aquellos que pidieran demasiado a sus deudores se verían decepcionados. Pero no solo eso advertía, si no que sería políticamente peligroso. Ricardo Larrechea / elEconomista.es, 2012  
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 Recuerdo también los debates que tenia el prof Pavon,sobre la resurrección y sobre la muerte de Keynes, ante el model parasitario chino, que hacia no viable parte de sus medidas 


   
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¿Cómo resolvería Keynes la crisis de la Eurozona? Reducir la deuda sin austeridadReeditado 2012
  • La crisis económica puede derivar en una vuelta a los radicalismos
  • Fuera grilletes: se deben buscar vías para reducir la deuda sin austeridad
  • Deudor y acreedor son responsables de la deuda, deben sacrificarse ambos

  1. Ricardo Larrechea / elEconomista.es
16/05/2012 - 
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El diario británico Financial Timespublica un análisis de Marcus Miller y Robert Skidelsky, profesor de economía de la Universidad de Warwick y profesor emérito de política económica de la misma universidad, respectivamente, en el que tratan de dar una visión de los consejos que el famoso economista John Maynard Keynes daría para solucionar la actual crisis de deuda de la Eurozona, que está derivando cada vez más en una crisis política.
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Siguiendo los argumentos del economista inglés, la receta que proponen es clara: estimular el crecimiento y que los grandes acreedores, principalmente Alemania, arrimen el hombro de alguna manera (eurobonos, quitas, carencias..) para sacar a los más países débiles del hoyo actual. En una idea, hay que buscar formas de reducir la deuda sin seguir recurriendo a la austeridad.
Y todo con el objetivo de evitar que los extremismos políticos vuelvan a imponerse en Europa y que la política recupere la credibilidad que está perdiendo entre sus ciudadanos.
Un límite a lo que se puede exigir al deudor
Primero, una anécdota. Cuando Keynes era un joven miembro del Tesoro británico, hace unos 100 años, se le pidió consejo sobre como se podían gestionar las enormes deudas externas. Él respondió que hay un límite a la capacidad de un país para devolverlas, y que aquellos que pidieran demasiado a sus deudores se verían decepcionados. Pero no solo eso advertía, si no que sería políticamente peligroso.
"Si firman, podrían no cumplir algunos de los términos, y el desorden general y las revueltas surgirían por todos lados", escribió entonces a un amigo. Por ello, propuso que se cancelara parte de la deuda entre países europeos, un plan que eliminaría muchos problemas. Fue ignorado, y decidió abandonar su cargo para escribir su famosa obra Las consecuencias económicas de la paz.
Hoy en día, la situación es similar, aunque las tornas han cambiado. Alemania no es el que sufre por su enorme e insostenible deuda como entonces, si no los países del sur de la Eurozona, especialmente Grecia. Ahora, Alemania parece también ignorar lo que decía Keynes entonces, y su receta es la austeridad, defendiendo el principio de que no se puede vivir por encima de tus posibilidades y exigiendo grandes ajustes en los países deudores.
Un problema compartido
La lógica que subyace, explican los autores, es la creencia alemana de que resolver los problemas de la deuda es únicamente responsabilidad del deudor; frente a la idea del economista inglés de que también los acreedores deben compartir la tarea de salir del agujero que ambos ayudaron a cavar. "Los absolutistas del contrato", escribió Keynes en 1923, "son los verdaderos padres la revolución".
De momento, el camino emprendido por la Eurozona está lejos de solucionar la crisis, las economías siguen deprimiéndose y la deuda sigue siendo el mismo problema o incluso mayor. Al final, recuerdan los profesores, la garantía de la deuda soberana es la capacidad de los ciudadanos de pagar impuestos, por lo que la recesión y el paro reducen su capacidad de hacerlo y reduce la credibilidad del país en los mercados de capital, algo que se está viendo en las primas de riesgo de países como España e Italia.
Y como anticipaba Keynes, las consecuencias políticas se están empezando a notar y pueden llegar a ser peores que las económicas. Lo que ha pasado en Grecia no es sorprendente, defienden los autores, ya que ningún gobierno que prometa austeridad pura para devolver su deuda soberana puede generar confianza en sus votantes.
Decrédito de la política y giro radical
Con todo, defienden que Grecia es el ejemplo extremo, pero otros gobiernos más moderados ven como sus ciudadanos creen que no tienen poder para arreglar la situación: no tienen política monetaria, no tienen capacidad para devaluar, no tienen derecho a imponer controles de capital, apenas tienen capacidad para apoyar a las empresas, y ahora además tienen el mandato de endurecer sus políticas.
Y cuando la moderación falla, los ciudadanos comienzan a buscar en movimientos más radicales que les prometen devolver el poder, ya sean de derechas o de izquierdas,justolo que han mostrado las últimas elecciones en Grecia. Y es importante que en este sentido también se frene el "contagio".
Sobre esto la historia también tiene una lección en los años 30 del siglo pasado, según Miller y Skidelsky. "Es una ironía histórica que los países europeos que evitaron que se repitiera la Gran Depresión después de la crisis bancaria están dirigiéndose a un callejón sin salida que llevó al extremismo en aquel desastre. La memoria histórica de Alemania tiene un recuerdo muy vivo de la hiperinflación de 1920-23. Pero es posible que olviden que fue la deflación y la Gran Depresión la que llevó a Hitler al poder en 1933".
Reducir deuda sin austeridad
Por ello, se debe tener en cuenta que las deudas deben ser manejadas de una manera que no destruyan la economía ni el centro político. Europa tiene algunos de los mejores, y mejor pagados, expertos financieros del mundo, "dejen que su talento ayude a los gobiernos a librarse de sus grilletes y encuentren formas de reducir las deudas sin austeridad", añaden.
"Si esto implica gasto en proyectos, financiados fuera de balance bien con garantías conjuntas o bien con más impuestos, que así sea. Si esto significa una reestructuración de la deuda soberana mediante emisión de deuda conjunta, o bonos específicos para crecer, o periodos de gracia, que así sea. Si requiere que el peso de la deuda recaiga más sobre las generaciones más mayores que poseen la deuda, esa cuestión política debe afrontarse", concluyen.
En resumen, los autores piden que se permita a los países de la Eurozona crecer de nuevo, y que para un país en la desesperada situación de Grecia, la salida del euro para recuperar competitividad parece la mejor opción. Pero es mejor para todos que la devaluación que llegaría se produzca de manera controlada. "No debemos añadir una guerra de divisas a nuestros pila de problemas actuales". La presión para que Merkel cambie su postura llega también desde la historia.
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