¿Acción desesperada?, de Josep Oliver Alonso en La Vanguardia
El lector no habrá percibido nada especial. Hoy, como ayer, los mercados se mueven al alza y a la baja, se prolonga el crecimiento del PIB y del empleo, cae la carga financiera de empresas y familias y el Tesoro se financia fácilmente. Pero no se dejen engañar por este paisaje. La aparente calma que nos envuelve tiene bases endebles, con fecha de caducidad.
Pero, por ahora, todo es alegría. Y la fiesta continúa: el pasado miércoles, el BCE elevó su apuesta y comenzó a adquirir deuda de las grandes empresas del área. Con ello, añade la deuda privada a su cesta de la compra, junto a la pública y a la barra libre de crédito, hinchando su balance e imprimiendo cada vez más dinero para financiar esas operaciones. El objetivo de su actuación, ¿desesperada ya?, es que el ritmo de crecimiento de los precios regrese al 2%. Nada que objetar.
Pero la caída de los tipos de interés tiene lados menos amables. En Alemania, desde la banca grande, mediana y pequeña, todo son lamentos: su esquema de negocio se está hundiendo y, con ello, peligra tanto el exitoso modelo de financiación empresarial como la remuneración del ahorro de sus frugales ciudadanos. Que son, junto a los suecos, los que más ahorran en Europa. Desde España o Italia, voces autorizadas del sistema financiero se han unido a esas críticas, señalando los perversos efectos sobre la rentabilidad de un sector, el financiero, que no está para alegrías. Para tener el panorama completo, añadan la preocupación, en Francia o en Alemania por ejemplo, de las empresas de seguros y
fondos de pensiones. Tan compleja es la situación que el Bundesbank ha dedicado su último informe sobre estabilidad financiera a los riesgos que ensombrecen el panorama del sistema financiero germano.
fondos de pensiones. Tan compleja es la situación que el Bundesbank ha dedicado su último informe sobre estabilidad financiera a los riesgos que ensombrecen el panorama del sistema financiero germano.
Sus efectos no terminan ahí. La distorsión que provoca esta política sobre el riesgo es otro gran problema. A esos tipos inexistentes, todos los países, y las empresas, parecen igualmente solventes. Y no lo son. Con ello, la actuación del BCE reduce la presión que los mercados ejercerían sobre los gobiernos del sur: un euro más débil y una prima de riesgo muy baja permite que se duerman en los laureles. El caso español es una buena muestra de ello.
La posición anti-BCE en el centro de Europa, y los estragos que está causando en todas partes, anticipa que esa política no podrá mantenerse mucho tiempo. Por ejemplo, en Alemania, el conjunto de su deuda pública cotiza ya a tipos negativos. Y ahora hemos comenzado con la deuda corporativa. Además, toda burbuja acaba estallando. Y en la deuda pública, y ahora en parte de la privada, eso es lo que comenzamos a tener: el BCE, con sus compras, ha hinchado los precios y, con ello, ha provocado una caída en sus rentabilidades. Por ello, cuando Draghi haya de comenzar a desandar el camino que ahora está recorriendo, comenzarán a emerger pérdidas. Porque, ya saben, eso de duros a cuatro pesetas siempre ha sido un cuento.
Josep Oliver
C -A
"1º Si suben, porque todos los fondos de inversión de renta fija a largo y planes de pensiones entrarían en pérdidas. pero los de renta fija corto y los monetarios se revalorizarían.
2º Si no suben, porque los bajos tipos de interés pueden terminar poniendo a los bancos en graves dificultades por ausencia de rentabilidad. Y los planes de jubilación con rentabilidades mínimas garantizada en la quiebra.
Los bajos tipos de interés, es una anomalía, que puede haber dado una apariencia de solvencia a los más endeudados. Pero sus consecuencias en el medio y largo plazo, las pagaremos muy caras.