El periodista Luis Alfonso Gámez habló ayer de la superchería médica en una charla organizada por el Máster de EL CORREO y la UPV en Bilbao
El periodista Luis Alfonso Gámez habló ayer de la superchería médica en una charla organizada por el Máster de EL CORREO y la UPV en Bilbao
Cuando palabras como energía y cuántica aparecen junto a una supuesta medicina no reconocida por la ciencia, es que es un timo», dice Luis Alfonso Gámez. Las llamadas terapias energéticas -como el reiki y la quiropráctica- y la medicina tradicional china nunca han demostrado mayor efectividad que el placebo, y no son inocuas, añade el periodista de EL CORREO. «Pero hay gente que abandona tratamientos que funcionan en favor de estas prácticas, con consecuencias fatales».
Gámez habló ayer en el Bizkaia Aretoa de Bilbao de la pseudociencia en los medios de comunicación en una charla titulada ‘El wifi me mata’, organizada por el Máster de Periodismo de EL CORREO y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Expuso lo que hay de cierto detrás de algunas informaciones periodísticas que pueden confundir a la gente y llevarla a tomar decisiones que dañen su bolsillo y afecten a su salud. Y animó a los asistentes -entre ellos, muchos alumnos de periodismo- a no creerse las cosas porque sí y aplicar siempre la máxima de que «afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias». El Máster de EL CORREO y la UPV/EHU nació en 1988 y, desde entonces, ha formado a centenares de profesionales que hoy en día trabajan en medios de comunicación de todo el mundo. Luis Alfonso Gámez es uno de ellos.
Un caso actual de «credulidad», dijo, es el del miedo a las ondas de los móviles y las redes inalámbricas. «Cuando se inventó el ferrocarril y se electrificaron las ciudades, ya hubo quienes alertaron de que esos inventos iban a tener terribles consecuencias para nuestra salud. Estamos ante una nueva versión de esa misma tecnofobia, que se alimenta del desconocimiento de conceptos científicos básicos, la equidistancia mediática entre científicos y charlatanes, y todo tipo de falacias».
Uno de los argumentos habituales del movimiento antiantenas es que no está demostrado que las ondas de los móviles y el wifi no provoquen cáncer, recordó. «Tengo malas noticias: no está demostrado que las ondas de televisión y de radio no provoquen cáncer. Ni siquiera está demostrado que beber agua o que ir a misa no provoque cáncer. Y es que la ciencia no puede demostrar una negación. Lo importante es que nadie ha demostrado que las ondas de radio y televisión, beber agua, ir a misa o usar el móvil predisponga al cáncer, a diferencia de lo que pasa con el tabaco o el alcohol».
Intereses económicos
El periodista recordó que la «histeria antiondas» nació en 1993 en un programa de televisión estadounidense en el que un usuario aseguró que los móviles provocaban tumores cerebrales porque su esposa usaba el móvil y había muerto de cáncer. «En 1995 había en el mundo 91 millones de líneas de telefonía móvil; ahora hay más de 7.000 millones. Sin embargo, los epidemiólogos no han detectado ningún aumento en los cánceres cerebrales ni en ninguna de las otras enfermedades que algunos asocian a esta tecnología. Y los científicos han hecho miles de estudios que tampoco han encontrado ningún modo en que esos dispositivos puedan afectarnos, más allá del riesgo por todos conocido de que usar el móvil es peligroso cuando se conduce o hace otra tarea que requiere de nuestra atención».
Tras el fomento del miedo a los móviles y en el auge del movimiento antivacunas y de «pseudoterapias» como la homeopatía, «hay intereses económicos», alertó. «No hay nada más rentable que inventarse una enfermedad, como la llamada hipersensibilidad electromagnética, y luego vender remedios contra ella. El exmédico Andrew Wakefield vinculó falsamente la vacuna triple vírica con el autismo porque tenía un plan para ganar millones vendiendo un remedio alternativo. Y los productos homeopáticos son el azúcar más caro del mundo».
«En más de 200 años, la homeopatía no ha curado a nadie. Sus productos no tienen efectos secundarios porque no tienen ningún principio activo», subrayó Gámez. Algo que no sabe mucha gente, explicó, es que los preparados homeopáticos no tienen que demostrar su efectividad, a diferencia de los «medicamentos de verdad», sino sólo que son inocuos, «como las gominolas». Para demostrarlo, durante la charla se tomó 40 pastillas de un somnífero homeopático de venta en farmacias sin sufrir ningún efecto. «¿Se ima