“El éxito de una empresa se debe medir en función de su contribución al bien común”
A pesar de su juventud, Pedro Olazábal acumula experiencias que van desde el diseño y fabricación de aerogeneradores al asesoramiento en sostenibilidad pasando por la cooperación al desarrollo.
15 OCT | Ignacio Santa María | Soziable.es
Tras su participación en Sustainable Brands Madrid 2018, este ingeniero industrial ha explicado a Soziable.es las características del ‘balance del bien común’, una herramienta que sirve para cuantificar el impacto social y medioambiental de empresas, administraciones y entidades no lucrativas.
¿Qué es la economía del bien común?
Es un movimiento social que parte de una idea bastante sencilla. Las personas estimamos más aquellas sociedades en las que prevalecen valores como la solidaridad, la justicia social, el respeto al medioambiente, la democracia... Sin embargo, hay una parte de la sociedad, la parte económica, que dice: “Olvídate de todo eso, aquí lo que cuenta es el dinero y lo que tienes que lograr es ganar más dinero, como persona o como empresa, y ser competitivo”.
"La estabilidad financiera es condición necesaria pero no suficiente para considerar que una organización tiene éxito"
Lo que la economía del bien común se plantea es: “¿Por qué no hacemos que esa parte económica de la sociedad también se guíe por esos valores que todos hemos aprendido. Y que midamos el éxito de una organización no en función del dinero que gana sino de lo que aporta al bien común?”
Pero una empresa tiene que ganar dinero...
No estamos diciendo que las organizaciones no ganen dinero. Tienen que ganar dinero porque, si no, no serían viables. Los ingresos tienen que ser mayores que los gastos, pero lo que realmente es decisivo para saber si tiene éxito es lo que contribuye al bien común.
La estabilidad financiera es condición necesaria pero no suficiente para considerar que una organización tiene éxito. La condición suficiente es aportar al bien común. Lo que debe primar es el bien común y lo otro es una condición necesaria, pero no es la condición que hay que maximizar.
Para eso, ofrecéis una herramienta que llamáis ‘balance del bien común’. ¿En qué consiste?
Lo que hace este balance es medir cualitativa y cuantitativamente lo que aporta una organización al bien común. Es una información que puede ayudar a los consumidores, los empleados o los inversores a comprar, formar parte o invertir en esa empresa. Por tanto es una palanca de cambio que sirve para alinear la parte económica de nuestras sociedades a los valores que realmente tenemos. El balance del bien común lo que hace es sistematizar ese análisis. Se trata de ver si una organización está en transición hacia la sostenibilidad o no. Aparte de ser una foto para poder comparar entre empresas, es una herramienta de mejora.
¿Cómo puede una organización hacer el balance del bien común?
Cualquier organización lo puede hacer. Solo tiene que entrar en la página web, descargar el manual, la hoja de Excel y hacerlo. Normalmente es algo complejo y puede necesitar ayuda. Es lo que llamamos la primera semilla. Hay otro método (o segunda semilla) que consiste en hacerlo junto con otras empresas, y que creemos que es muy enriquecedor. Una tercera modalidad (o tercera semilla) es pasar una auditoría que te asigna una puntuación. En este caso, la entidad logra un sello de certificación que puede hacer público.
"Hay muchos estándares de RSE, pero no competimos entre nosotros. Realmente nos lo creemos tanto que cooperamos muchísimo"
Existen ya muchos sistemas de certificación de la responsabilidad social o de cumplimiento de los ODS, ¿el balance del bien común ha nacido para competir con los otros?
Hay muchos estándares de RSE. La economía del bien común tiene un balance muy bien hecho, muy robusto y muy accesible. ¿De qué depende que una organización se decida por uno o por otro? Yo creo que no obedece a ninguna cuestión técnica racional sino más bien emocional. Cada entidad tiene qué ver con qué sistema siente más cercanía.
Pero no competimos entre nosotros. Realmente nos lo creemos tanto que cooperamos muchísimo. Lo importante es que las organizaciones se vayan mirando, vean qué impactos positivos y negativos tienen, cómo pueden eliminar los negativos y potenciar los positivos y hacer así el camino hacia la sostenibilidad, elijan el estándar que elijan.
Hay todavía quienes sostienen que cualquier empresa ya cumple una labor social suficiente solo por crear riqueza y empleo. ¿Crees que esta idea está superada?
Para mí es un concepto muy obsoleto, aunque entiendo que haya gente que todavía lo crea y que haya que volver a explicarle estas cosas. Yo creo que es totalmente insuficiente porque habría que preguntarse muchas cosas: ¿qué clase de trabajo crea?, ¿en qué condiciones?...
Creo que eso no es suficiente y hay que mirar más allá. Además hay muchas medidas que se pueden adoptar para mejorar las condiciones de trabajo sin coste para la empresa. Por ejemplo, se pueden poner en marcha medidas de conciliación como tener un banco de horas de tal manera que aporte flexibilidad horaria, algo que aquellos que somos padres y madres nos viene genial. Y más cosas: la empresa está en una comunidad y cabe preguntarse si la riqueza que genera revierte en ella o se va a otro sitio y qué ocurre con el medio ambiente en el que se encuentra.
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