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Europa: de poder blando a poder determinante, y basado en sus valores.CARLOS CARNERO

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Europa: de poder blando a poder determinante, y basado en sus valores

CARLOS CARNERO

http://blogs.elpais.com/alternativas/2018/07/europa-de-poder-blando-a-poder-determinante-y-basado-en-sus-valores.html

El resultado aparentemente alentador (¡pero mucho ojo!: veremos cuánto dura el optimismo de un vago principio de acuerdo fruto, en todo caso, de la persistencia y la firmeza europeas y de las presiones internas del Partido Republicano sobre Donald Trump) de la reunión celebrada en Washington entre el presidente de los Estados Unidos y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, abriendo una tregua o enfriamiento en la guerra comercial, invita a formular algunas reflexiones de fondo más allá del análisis coyuntural del día. Estas son las mías.
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Hay dos supuestos en política internacional que muchos analistas dan casi por hechos y que convendría poner en cuestión: el primero, que Trump tendrá un solo mandato en la Casa Blanca (si es que llega a culminar el actual y antes de su término no es destituido por el Congreso); el segundo, que el asedio al que se ve sometida la Unión Europea desde la Administración republicana y Rusia, las dinámicas globales (proteccionismo, decrecimiento demográfico, nuevo balance de poder) y las tendencias internas (populismo, nacionalismo) terminarán poniéndola al borde del abismo o la cuestionarán extraordinariamente.
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Como señala Andrés Ortega en su reciente publicación en el Blog del Instituto Elcano, titulada 'Europa no debería apostar contra Trump', el mandatario estadounidense tiene en las encuestas más suspensos que aprobados en el conjunto del electorado estadounidense, pero conviene recordar que ganó las elecciones perdiendo en votos. Así que si la distancia en papeleteas entre él y su oponente demócrata es similar a la de 2016, mantiene una fidelidad tan alta como ahora entre sus votantes dentro de dos años y consigue una fuerte movilización de sus electores en los estados que marcaron la diferencia de compromisarios frente a Hillary Clinton, volverá a jurar en enero de 2021.
¿Lo impedirán las múltiples acusaciones y sospechas que pesan sobre él, de forma que acaben siendo tan graves y abrumadoras como para que los poderes judicial y legislativo le saquen de la presidencia? Podría ser, pero a día de hoy no es fácil imaginar al Partido Republicano actuando con las necesarias agallas para hacerlo: ya nos gustaría que todos sus líderes fueran tan claros con John McCain.
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Si Trump se queda, ¿quién puede hacer frente a sus políticas? China es un poder económico con una estructura constitucional autoritaria que aspira por encima de todo a seguir creciendo y no tiene autoridad política para reclamar un comportamiento democrático ajustado al derecho internacional por parte de los Estados Unidos.Y la Rusia de Putin es más bien una aliada del inquilino de la Avenida Pensilvania. Así que solo resta la Unión Europea, a la que muchos consideran un poder demasiado débil y dividido para asumir ese papel.
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Por el contrario, creo que la UE está en las mejores condiciones de liderar o protagonizar un discurso inspirador y una práctica eficaz ante Trump que además pueda ser compartida por otros grandes países democráticos (Canadá, Japón). Las razones para pensarlo son diversas: la UE está basada en valores –que se identifican con los universales- y actúa en pos de objetivos tan enraizados en su mayoría ciudadana que solo una hecatombe interior o exterior podría borrarlos; sus seis décadas de integración han resistido todos los avatares porque tienen la fuerza de la democracia y el Estado de derecho y la capacidad de perfeccionarse de manera permanente; su riqueza (con el euro) le garantiza un nivel de argumentación material incontestable; en temas esenciales como el comercio internacional actúa con competencias exclusivas, lo que refuerza su posición negociadora o de confrontación; y cada vez más cuenta con una política exterior y una política de seguridad y defensa que la han convertido en hacedora de acuerdos muy complejos y mantenedora de la paz en muchas regiones del Planeta.
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En otras palabras, debemos ir olvidando la clasificación que define a la UE como un mero ‘poder blando’ para empezar a pensar que, sin abandonar su ADN (o sea, no aspirar a ser una potencia mundial clásica) porque precisamente es el que le diferencia de otros y la hace fuerte, la Europa comunitaria está en condiciones de ser un ‘poder determinante’ de la realidad internacional en todos los terrenos.
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Paso a paso, la UE está en situación de demostrarlo. Por ejemplo, en la guerra comercial desatada por Trump debe dejar siempre claro (como ha hecho antes de la Cumbre en Washington el 25 de julio) que no la desea y que prefiere negociar en cualquier caso, pero que si es necesario tiene instrumentos para defender con contundencia sus intereses y, de hecho, los de ese conjunto del mundo (en el Norte y en el Sur) que vería muy afectada su situación si ante el proteccionismo no se alzaran con determinación la voz y la capacidad de decisión europeas. De forma que, en la actual coyuntura, un gran número de países pueden ver en la UE un poder determinante porque es también un ‘poder de referencia’ con el que colaborar y acordar alianzas en pie de igualdad sobre bases enmarcadas en el derecho internacional, tanto en políticas positivas como en las reactivas que fuera menester. Lo que la convertiría al mismo tiempo en un ‘poder generador de consenso’.
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Los líderes europeos deben pensar que puede quedar presidencia Trump para años y, en ese contexto –y, de hecho, en cualquier escenario de futuro-, asumir tanto la realidad de su propia fuerza política en la esfera internacional como su protagonismo en decir no con alternativas a las decisiones y políticas de Washington que sean inaceptables. Un debate de ámbito comunitario que culmine con un éxito europeísta en las elecciones del Parlamento Europeo en 2019 y, tras las mismas, permita avanzar en la integración federal de la UE, sería una buena hoja de ruta a seguir. La España que vuelve a contar en Europa con el Gobierno socialista puede y debe estar a la cabeza a la hora de recorrerla.

(*) Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas

 

 


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