En defensa del liberalismo
J.Antonio Avellaneda, economista | @nanoeconomista
Recientemente he leído en Diario de Ibiza el artículo de opinión de un diputado de Podemos-Eivissa en el que se mezclan cuestiones muy diversas y completamente erróneas en relación con el liberalismo económico o, como parece que quiere decir despectivamente, ´neoliberalismo´. El artículo en cuestión es una ácida crítica hacia un diputado a las Cortes Generales del Partido Popular y, de rebote, parece que un alcalde del PSOE también recibe.No seré yo el que me meta en la guerra política pues ni me interesa ni –seguramente– sea la persona más adecuada, pero sí que me gustaría destacar algunos puntos para el que los quiera entender.
No puedo estar de acuerdo en la afirmación «el dinero por encima de la calidad de vida», puesto que la afirmación contraria tampoco es cierta: «Puede haber calidad de vida sin dinero», pues bien sea tuyo o bien sea de alguien que te mantenga vía impuestos, el dinero también será necesario.
«Es verdad –dice el autor del artículo–, proteger el paisaje, el territorio y la isla es perder dinero». Dicho así puede parecer obvio que opina lo contrario («no proteger el paisaje, ni el territorio es ganar dinero») No sé, tal vez tampoco, pues no conozco a ningún empresario turístico que piense que puede ganar dinero a largo plazo destrozando el entorno.
Lo que sí es cierto es que si dónde había árboles estos se talan y, en su lugar, se construye un hotel de cinco estrellas se producirá cierta destrucción (la de los árboles), cierto impacto visual, etc., pero también se pueden hacer muchas cosas con la riqueza que se crea a partir de esa nueva industria (más inversión, más puestos de trabajo, más impuestos pagados por la empresa, más empleo, etc.). Tan solo tenemos que ponernos de acuerdo en si preferimos el árbol o –por ejemplo– la plaza hotelera. Es fácil: si prefiero el árbol (más protección y mejor medio ambiente), no te dejo hacer el edificio y punto. Tendré que explicar que esto implica menos industria, menos ingresos por impuestos, etc. y por tanto menos dinerito para hacer otras cosas que también hubiera considerado beneficiosas para la sociedad (hospitales, carreteras, guarderías u otro gasto social). Eso sí, los ciudadanos que prefieren pasear por entornos naturales estarán felices y se sentirán afortunados.
En resumen, hay que explicar que si no se crea riqueza no hay forma de recaudar impuestos, y confiar en que el famoso 1% de los más ricos mantenga nuestro nivel de gasto es complicado.
También se critica en el artículo al PP por beber de las ideas liberales de Margaret Thatcher, «nefastas políticas neoliberales de principios de los 80». Aquí nada que decir, porque el PP no es un partido liberal y el autor debería saberlo. Tiene liberales entre sus filas, pero no es un partido al que podamos llamar liberal. Se cita –de paso– «la codicia», pues «fomentaba la riqueza y la competitividad» (sic), aunque entiendo que se quiere referir a la ´competencia´, algo bueno, aunque la ´competitividad´ es mejor.
El autor del artículo ve con malos ojos la voluntad que tienen las personas de «enriquecerse a toda costa, sin realizarse ningún planteamiento moral ni ético, sin preguntarse el daño que se produzca al prójimo ni el mundo que se va a dejar a nuestros hijos», como una filosofía respetada en las facultades de Economía y una mentalidad psicópata. En mi opinión, enriquecerse (ganarse la vida) no es malo y creo que está en la mente de todos los que se levantan cada mañana para ir a trabajar; lo contrario, no querer enriquecerse pero sí vivir a costa de los demás, sí que me parece más criticable.
En la Facultad de Economía no te enseñan a robar, enseñan economía, y enseñan la forma de asignar unos recursos escasos, por definición, a unas necesidades –le guste o no al autor– ilimitadas.
El empresario tiene una moral y es tan válida como la de sus trabajadores. En algunos casos puede coincidir y en otros no, pero es una moral y una ética: la de esforzarse para crear riqueza y –si es posible– dejar un patrimonio a sus descendientes. No seré yo el que diga que el autor del artículo prefiere una sociedad subsidiada y mantenida por un Estado sobreprotector.
La frase «como dicen los neoliberales: no existe la sociedad, solo el interés egoísta» es de Thatcher e inexacta. Lo que dijo la Dama de Hierro fue que «la sociedad no existe, solo existen hombres y mujeres individuales». Se podrá estar o no de acuerdo pero a la Thatcher lo que es de la Thatcher.
La ciudadanía no es que haya cambiado de forma de pensar, como señala el artículo, sino que ahora hay más gente –entre la que ha ido a votar– que tiene planteamientos diferentes. No es cierto que solo haya dos caminos, «protección o cemento», pero es que si efectivamente los hubiera, tampoco habría ningún problema siempre que a la gente se le explicara lo que significa menor actividad, menor empleo, menor crecimiento, menores ingresos públicos (impuestos) y.... quién sabe, si, como sería mi caso, tener que regresar a mi Barcelona natal.
---
Los politicos unos santos y los economistas neonose unos malvados codiciosos. ¿Acaso no se puede ser liberal y economista y estar a favor de la ética, la transparencia y la conservación del medio ambiente ? Se puede crear valor y trabajo sin destrozar el medio ambiente. Por cierto ahora en España hay mas masa forestal que nunca. Esto no niega que en la Costa Brava se hubiese podido regular mejor y no hacer ciertos apartamentos monstruosos, aqui deberían tener voz los ciudadanos y alcaldes que viven los 12 meses del año y no los turistas que se pasan 15 dias. Vale tambien para determinados puertos unos estan bien y otros son cemento en la costa. Pero hemos de ser autoritarios o flexibles, algun chiringuito costero autentico de mas de 30 años en su historia asumido por los bañistas, no debia de ser demolido, porque no hay excepciones si la ciudadania libre las contempla ?Liberal no es igual a neoloberalismo ni a anarcocapitalistas, liberal es libre.