Nos hemos perdido el respeto
by
El único consuelo a la falta de respeto al otro que se ha instalado entre nosotros es que el fenómeno no es local sino global en el mundo democrático. La intolerancia interna se manifiesta en la Gran Bretaña del Brexit y en los Estados Unidos de Trump. Europa misma se está refugiando en nacionalismos exclusivos que niegan el derecho a que los demás puedan pensar y actuar de otra manera.
A más libertad que transita por las redes sociales, más espacio también para la intransigencia mutua. Nos hemos perdido el respeto y el que más grita o más veces repite medias verdades o mentiras a secas es el que acaba imponiendo su criterio. El pensamiento único domina mediáticamente aunque no represente al conjunto, ni siquiera a una mayoría de la sociedad.
En su biografía sobre Montaigne, Stefan Zweig comenta que el único error, el único crimen es querer encerrar la diversidad del mundo en doctrinas y sistemas, apartar a otros hombres de su libre albedrío, de lo que realmente quieren, y obligarles a querer algo que no está en ellos. Así actúan los que no respetan la libertad, y Montaigne nada aborreció tanto como el frenesí de los dictadores del espíritu que, con arrogancia y vanidad, querían imponer al mundo sus novedades.
Son los ingenieros del alma que quería formar Maxim Gorki cuando se puso al servicio del estalinismo y paseó a centenares de intelectuales soviéticos y occidentales por las ciudades y las estepas rusas para convencerles de las bondades del régimen.
La causa del independentismo es tan respetable como otras ambiciones políticas. Pero no puede ser la única en una sociedad democrática donde el respeto a las minorías y a las diversas maneras de pensar es uno de los principales pilares de la democracia.
El futuro no está escrito, cierto, pero no puede ser patrimonio de nadie en una sociedad liberal que sabe adaptarse a los cambios sin renunciar a los principios de fondo que se basan en la libertad, en el respeto y en la aceptación del otro.
En Catalunya se ha pretendido dar un salto histórico al margen de la ley sabiendo que en Europa y en Occidente nada puede hacerse ignorando la legalidad. Y se ha querido llevar a cabo sin contar con la mayoría social indispensable. Se ha rechazado también, como ha ocurrido en Gran Bretaña, la eficacia de la democracia representativa que tiene en cuenta los matices, los grises y los intereses contrapuestos de sociedades tan viejas y tan complejas como la nuestra, que no están cómodas con soluciones en blanco y negro.
Por mucho empeño y por muchos recursos que se pusieran esta aventura no podía llegar a buen puerto por ser exclusiva y no inclusiva. Tendríamos que bajar al río dispuestos a construir un puente en el que podamos transitar todos sin descalificaciones y respetando las reglas de juego de la convivencia política y democrática.
http://www.foixblog.com/2018/03/08/nos-hemos-perdido-el-rsespeto/