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El independentismo se estrelló en Europa L.Foix

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1. El independentismo se estrelló en Europa L.Foix

La sociedad contemporánea es una sociedad democrática que hay que observar sin raptos de entusiasmos o indignación. Es una afirmación que hizo Raymond Aron cuando la idea de Europa era un embrión de una realidad que ha llegado a ser uno de los logros más espectaculares de la historia del continente. No es un club de estados perfectos ni de dirigentes infalibles.
Puigdemont se ha estrellado en Europa no por la causa del independentismo catalán sino por no haber entendido el telón de fondo de una Unión que no quiere crear un problema con uno de sus estados miembros a los que una parte del mismo se ha escindido unilateralmente. Europa no pondría objeción a un referéndum pactado y vinculante. En Escocia dejó que los británicos lo resolvieran en las urnas.
El problema catalán es haber pretendido ir por cuenta propia, en contra de España y sin contar con Europa. Ahora se ha demostrado que todo el despliegue exterior hecho por Raül Romeva y sus embajadas era virtual. No era recibido por representantes políticos y tampoco conseguía atraer a Catalunya a personalidades relevantes.

Europa no tendría problemas en acoger a un nuevo estado. Pero no a las bravas ni rompiendo equilibrios geoestratégicos internos y externos. Puigdemont ha sido tratado como cualquier ciudadano europeo en Bruselas. Pero no como presidente de la Generalitat en el exilio.

El independentismo exprés aspiraba a encontrar un punto de apoyo en Europa. No ha sido así. Puigdemont podría presentarse a las elecciones pero no podrá pisar suelo hispánico sin pasar previamente por el Tribunal Supremo y responder a las mismas cuestiones que se han planteado a otros miembros de su gobierno o de la presidenta del Parlament. Su fuga a Bruselas pudo parecer una astucia estratégica. Sostengo que se trató de un error político para su partido y para la unidad del soberanismo catalán.

  • http://www.foixblog.com/2017/11/10/el-independentismo-se-estrello-en-europa/

RamonM
10/11/2017 at 13:08
Estoy convencido que Europa, hasta dentro de un par de decadas, no facilitara a nadie la creación de mas estados, porque primero debe de solucionar el Brexit, despues debe de crear unos Estados Unidos de Europa, marcando muy bien las normas de que estados federados, pueden pedir su entrada, esta claro que una de ellas es que un 75 % del territorio demandante mediante un referendum asi lo quisiera. El grave error de la unilateralidad, es que dependian de un apoyo internacional, que no han conseguido, Mas ya lo vio claro que no se conseguia hace unas semanas y que no se podia seguir adelante. Puigdemont quiso contentar a los socios y a parte de sus fieles, esa mañana que no debió tener tarde, al no cumplir sus primeras ideas con Urkullu y empresarios, sobre no declarar la “semi- independencia”, y evitar la prision incondicional, porque con una fianza se hubiese podido solucionar, como en los otros casos….pero decidio seguir luchando en una batalla perdida, en todo caso nos demuestra que con independencia y como presidente, no hubiesemos llegado muy lejos, al irse haciendo evidente que no estan preparados para dirigir una republica, al no tener en marcha las estructuras de estado necesarias, ni el apoyo de bastantes empresarios, banqueros y financieros que no veian viable la independencia, al menos es esta decada.


RamonM
10/11/2017 at 13:08

2.Emociones y racionalidad

La complejidad del conflicto entre Catalunya y España hace muy difícil que pueda resolverse con leyes, con elecciones o con protestas masivas que envían a las calles miles de catalanes que tienen asumido que la política no se hace principalmente en las instituciones sino en las manifestaciones.
El president Montilla fue el primero que advirtió de un peligroso aumento de desafección allá por el año 2010 cuando la sentencia del Tribunal Constitucional recortó el texto que había pasado por todos los trámites constitucionales después incluso de que Alfonso Guerra hablara de la garlopa que había afeitado convenientemente el texto que llegó por primera vez al Congreso.
La desafección ha aumentado de nivel en ambas direcciones, a juzgar por lo que uno lee en las columnas, redes sociales o escucha en radios y sigue en las interminables y obsesivas tertulias televisivas. La política se ha convertido en la pasión dominante para millones de ciudadanos de las democracias occidentales. Y, posiblemente, la política resuelve menos problemas que cuando trabajaba con menos alboroto. La racionalidad ha perdido enteros a la hora de tratar de los problemas que afectan a la mayoría.

El que niegue que hay un problema endémico de encaje de Catalunya en España, en un espacio en el que todos nos podamos sentir cómodos, es que desconoce la rea­lidad.

La cuestión que cabría plantearse es si España tiene que vivir con el problema catalán sin hacer un esfuerzo para resolverlo en beneficio de todos. Cuando David Cameron se dio cuenta de que había posibilidades de perder el referéndum del 2014 en Escocia, dio un giro radical a la campaña.

Visitó varias veces Edimburgo, Glasgow y las altas tierras oscuras del norte con un mensaje de simpatía hacia los escoceses, reconociendo lo mucho que habían aportado a Gran Bretaña desde el tratado o ley de la Unión de 1707, elogió a sus economistas, escritores y artistas. Os necesitamos, decía, sois parte de nuestra historia común, hemos dominado el mundo conjuntamente durante más de dos siglos, la monarquía común tiene propiedades y residencias en Escocia… La campaña fue reñida, pero sacó diez puntos sobre los independentistas. A Cameron le entró el gusto por los referéndums y el que convocó dos años después lo ganó el Brexit y se llevó por delante su carrera política. El epitafio prematuro lo resumió el propio Cameron en la siguiente sentencia: “Todas las carreras políticas acaban en fracaso”. Una exageración de perdedor.

Los referéndums suelen desconcertar a los votantes de las democracias parlamentarias. Decía Ortega y Gasset que dejando de lado Suiza, que ha valido casi sólo para desorientar a los pensadores políticos poco cautelosos, cuando un gran Estado consigue el plebiscito mediatiza las otras formas de elección, pronto se oyen resonar en el suelo de mármol las rápidas sandalias de César que llega; el plebiscito creó en Roma el cesarismo y lo ha creado en muchas partes del mundo desde entonces.
Rajoy no ha seguido la estrategia de Cameron en Escocia y se ha limitado a aplicar la ley sin construir un relato seductor, ilusionante, buscando las complicidades que existen entre los catalanes y españoles. Sólo la recuperación de la confianza mutua puede resolver esta confrontación de ellos y nosotros que se ha instalado en los debates de aquí y de allí. Qué falta de inteligencia política de unos y otros.

El conflicto entró en su punto de no retorno los días 6 y 7 de septiembre, cuando en el Parlament se aprobaron las leyes del Referéndum y la de la Transitoriedad, que constituían una ruptura unilateral con el Estado. Rajoy dio un poco de tiempo advirtiendo de la dureza de la reacción que vendría. La mediación de Urkullu estuvo a punto de tener éxito hasta el tiempo añadido, hasta minutos antes de que el artículo 155 de la Constitución se activara.

A Puigdemont le temblaron las piernas y prefirió consumar la ruptura en vez de convocar elecciones que habrían dejado sin efecto muchas de las acciones judiciales que han llevado a medio Govern a la cárcel y la otra mitad a un exilio voluntario con gran resonancia mediática internacional. Esta situación no puede satis­facer a nadie tanto si se es independentista como si no. Es un desastre del que tardaremos mucho tiempo en recuperarnos.

Se acercan semanas anormales hasta la celebración de las elecciones el 21 de diciembre de las que no hay que descartar que las urnas vuelvan a sorprender. Las emociones pueden ser tan decisivas como la racionalidad.

El desenlace de esta grave crisis de Estado tendrá que traducirse en una puesta al día de la Constitución que permita a Catalunya sentirse cómoda y querida sabiendo que el conflicto seguirá latente a la manera de los volcanes durmientes. La unidad debe construirse sobre la pluralidad.

Publicado en La Vanguardia el 8 de noviembre de 2017
  • http://www.foixblog.com/2017/11/08/emociones-y-racionalidad/
     
    RamonM
    10/11/2017 at 12:23
    Los hechos acontecidos, será importante que se estudien en su vertiente social, sirve para ello repasar los comentarios de los articulos de hace 5 años como el reeditado ahora ——–(http://articulosclaves.blogspot.com.es/2017/11/portugal-espana-cataluna-amics-per.html),———— para evaluar que pesanbamos antes, que ha pasado y que pensamos despues, algunos ya veiamos las derivas, al estar en las puertas del laberinto, aplicando :” lo que empieza mal, mal acaba”

    Y ahora tocaria, seguir con los comentarios en esta entrada del siguiente enlace actual, para comparar lo que se decia en 2012, y que ha ocurrido en estos 5 años, estando donde estamos, cuando en 2012, por la opiniones analizadas, sabiendo donde nos metiamos, sabiendo que los que estaban a favor de la independencia solo proclamaban sus posibles beneficios, y no sus riesgos, unos lo hacian son sus analisis unos mas errados ootros menos, pero otros lo hacían directamente con mentiras y falsas ilusiones.


    http://articulosclaves.blogspot.com.es/2017/11/opiniones-economicas-sobre-el-proces.html

    Otros comentarios
    https://revistakunst.com/2017/10/23/las-reflexiones-finales-de-john-berger-confabulaciones/
    http://revistaotraparte.com/semanal/otras-literaturas/confabulaciones/

 



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