Nos levantamos con una sensación de tristeza, de frustración, incluso un poco avergonzados ante Europa y ante el mundo de lo que queríamos que se hubiese visto ayer en la manifestación de Barcelona. Sabíamos que había muchas posibilidades de que sucedieran cosas que sucedieron pero estamos a tiempo de paliar algunos mensajes que no debieron transmitirse y de dar luz a los que de verdad tienen valor. Tuvimos una oportunidad única de mostrarlo al mundo y a los terroristas.

Las víctimas y sus familias estuvieron, están, en el corazón y en cada paso que dieron la mayoría de los ciudadanos que caminaron juntos en la manifestación. El Rey sobresalía en cada momento, por su altura en todos los sentidos, mostrando su temple, su capacidad de trascender porque es el Rey y su generosidad al caminar detrás de la cabecera de los ciudadanos. En todo instante estuvo firme e incluso miró con tranquilidad a la persona que le mostraba una pancarta nada respetuosa. El Rey iba paso a paso junto a las dos representantes de la comunidad musulmana y junto a Mariano Rajoy, Carles Puigdemont, Ada Colau, los presidentes de las Comunidades Autónomas, ministros, embajadores, representantes de las instituciones europeas, de las entidades de la sociedad civil y de ciudadanos que querían expresar su dolor y homenaje a las víctimas y su rechazo al terrorismo.

Hubo momentos de silencio, de poesía, de música y de flores, muchas flores que los vendedores de los puestos de Las Ramblas regalaron para rendir homenaje a las víctimas, a sus familias y a los mossos, a los profesionales de los hospitales, a los donantes de sangre, a los traductores, a los que acogieron en sus tiendas y en sus hoteles a los ciudadanos de todo el mundo atemorizados.

El respeto a las víctimas, al dolor de sus familiares, a los catalanes que fueron a la manifestación con el corazón en la mano, al Rey, a los políticos que no sembraron ni con media palabra disputa sino que con su compostura mostraron que son políticos de verdad y el respeto a todos nosotros como españoles y europeos. Eso es lo que tiene que prevalecer.

La visión del Paseo de Gracia lleno pasando por delante de la Oficina del Parlamento Europeo y de la Representación de la Comisión Europea en Barcelona al lado de La Pedrera, con la bandera europea siempre ondeando también la tenemos que mostrar a Europa y al mundo.

Creo firmemente que debemos dar luz a las buenas imágenes. Al día siguiente del atentado escribí en "Las personas primero. A Barcelona" que "todo lo que sea "utilizar" lo que ha pasado para la disputa política no es serio, no es digno, no es buena política, no es amor, no es humanidad". Ayer, vimos muchas imágenes, banderas, gestos, de los que no nos sentimos orgullosos como españoles, como europeos. Es así, están ahí en muchas fotos. Pero podemos detenernos en las fotos que expresan amor, solidaridad, recogimiento, incluso sonrisas y flores, como la que elijo para este artículo. En las fotos de unión entre los políticos de distintos partidos que mostraron que la vida y el respeto está por encima de los intereses, algunos a demasiado corto plazo, políticos. Que todo lo que nos lleve al separatismo o al populismo no es futuro real ni factible. Que la mayoría de los catalanes pensaban en su marcha primero en las víctimas. Que el Rey, las instituciones son referencias y referentes claros para el respeto. Que muchos rezamos ayer y recordamos de nuevo a las víctimas y nos dolió el dolor tan grande, inmenso, de sus familias. Que la valentía se ha reflejado con creces. Que la Unión Europea necesita de la unión para combatir y mostrar a los terroristas que somos fuertes. Que la vida de las personas es lo más valioso y que está por encima de todo. Estamos a tiempo.