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Idiota moral o imbecil moral ?

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Idiota moral

Norbert Bilbeny, profesor de Ética en Barcelona, España, acuñó el término “idiota moral”. Asegura que los idiotas morales no tienen juicio práctico, admiten que el fin justifica los medios y lo peor: no logran usar la capacidad de pensar, de la que, sin duda, están capacitados.

El idiota moral sabe lo que está haciendo, pero es incapaz de sentir emociones y actúa por el libre impulso sin que medie un tiempo de reflexión entre lo dicho y lo hecho.

Varios pensadores como Emil Kraepelin, Wilhelm Reich, Alfred Adler o Émile Durkheim esbozaron sus propias teorías para tratar de hallar las causas de la apatía moral de los idiotas morales, y aunque no hay acuerdo entre ellas, sí hay una conclusión en común: en los idiotas morales no se ha encontrado falta de inteligencia. Como quien dice: la inteligencia no es capaz de llevar, por sí misma, el bien.

La teoría central de Bilbeny es que “la ausencia de pensamiento se encuentra siempre entrelazada con otras causas en la formación de un idiota moral”. Asegura que los idiotas morales tienen los “ojos abiertos pero los sentidos cerrados”. Qué paradoja: son inteligentes, pero no piensan.

El idiota moral no se cuestiona a sí mismo, porque no piensa: ha castrado esa capacidad innata del ser humano, la que en algún momento lo distinguió de los seres inferiores.

Bilbeny afirma que los genocidas y psicópatas también presentan esas características. Desconocen los sentimientos de culpa o arrepentimiento; ni siquiera sienten odio por la vida o amor por la muerte, simplemente son indiferentes ante lo uno y ante lo otro.

La educación es el escenario adecuado para la reflexión. La posibilidad de hacerse preguntas promueve la capacidad de pensamiento, de análisis, de crítica. Quien es capaz de cuestionar no cae en los excesos ni en los fanatismos tan peligrosos para el desarrollo moral. Quien es capaz de pensar, tiene la herramienta fundamental para enjuiciar sus propios actos.

Imbecil moral

JULIO SEOANE
En un principio se llamaba locura o imbecilidad moral, más tarde fue psicopatía, hace poco tenía preferencia el término sociopatía y, últimamente, predomina el concepto de trastorno antisocial de la personalidad. Los cambios de nombre no son casuales, responden a distintas concepciones y épocas, pero hay que reconocer que el primer nombre siempre resulta muy esclarecedor. Imbécil moral no es un insulto, es un diagnóstico, es la incapacidad para distinguir entre el bien y el mal, produciendo así conductas imprevisibles y socialmente peligrosas. Degeneración moral en tiempos religiosos, deterioro biológico con el apogeo de la raza y de la herencia, y desviación social en las actua-les sociedades democráticas.
Por eso resulta extraño que en estos días se hable tanto de psicópatas como seres exclusivos y excepcionales, como el héroe de la delincuencia, con taras biológicas y causante de una buena parte de la violencia social. En los congresos existen magníficos expertos y profesionales que matizan mucho sus opiniones y son moderados en sus perspectivas de investigación. Sin embargo, resulta preocupante la visión que se transmite a los medios de comunicación y a la opinión pública.
Desde hace algún tiempo, casi anualmente, un escalofrío biológico recorre Valencia. Los delincuentes, los que maltratan niños, los violadores, los terroristas, las agresiones contra la mujer y algunas otras violencias sociales derrapan peligrosamente hacia las causas biológicas. La estrategia consiste en aceptar primero que tienen causas biológicas y causas sociales o ambientales, para añadir inmediatamente que las biológicas son las importantes.
¡Qué felicidad! Los buenos ciudadanos pueden dormir tranquilos. La violencia no se debe a conflictos, ni existen cambios en la familia actual, ni pobreza o marginación, ni maltrato de la mujer, ni deterioro ambiental y urbano, ningún cambio en los valores o en las creencias actuales. Todo sigue en su sitio, nada cambia, simplemente existen alteraciones biológicas. Y ya se sabe, la solución estará en las pastillas, si es grave intentaremos las inyecciones y, en último extremo, la cirugía.
Un famoso y acreditado psicólogo, recientemente fallecido, relacionaba las actitudes sociales más o menos conservadoras o progresistas con determinadas estructuras y funcionamiento del sistema nervioso. Y añadía, además, que cierto tipo de progresistas tenía tendencia a la sociopatía. Como se puede ver, psicópatas, sociópatas o, simplemente, imbéciles morales los hay en todos los campos. Además, no siempre tiene un significado negativo, puesto que también se habló de la psicopatía creadora como diagnóstico, que algunos psi-quiatras vieron en Lawrence de Arabia, y que ahora encontrarían en los que triplican instantáneamente su dinero o hacen senderismo económico por tierras lejanas.
La locura o imbecilidad moral no es exclusiva de la delincuencia ni fundamentalmente biológica. Aparece en muchos campos sociales, en la empresa, en la política, en la familia, en las relaciones sexuales y de género, hasta en el terreno intelectual, siempre haciéndose pasar por lo que uno no es, aparentando una estatura que no se tiene, intentando engañar a los demás y a sí mismo. En definitiva, resulta más preocupante la serie social de imbéciles morales que la supuesta base biológica del asesino en serie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de noviembre de 1999
En El idiota moral se hace recaer en este sorprendente tipo de personalidad la peor tragedia del siglo XX: el exterminio metódico. El libro describe con minuciosidad dos figuras hasta ese momento prácticamente desconocidas: el genocida y el psicópata, asesinos a sangre fría con sólo una diferencia de escala. https://www.casadellibro.com/libro-el-idiota-moral-la-banalidad-del-mal-en-el-siglo-xx-2-ed/9788433913746/109733
 Este tipo de idiota, decimos, o bien distingue o bien tiene la capacidad para distinguir entre el bien y el mal, pero toma sus decisiones atendiendo a otros criterios, generalmente de utilidad, es decir, bien o mal no son factores que influyan de manera determinante a la hora de tomar una decisión.

Otros rangos distintivos de este sujeto son que miente de manera habitual (no vamos a subir los impuestos), que utiliza con frecuencia elementos eufemísticos (movilidad exterior), que ha roto el vínculo entre sus acciones y su conciencia (a pesar de ser condenado me considero inocente y tengo la conciencia tranquila, o a pesar de que estas medidas generan sufrimiento las tomo convencido de que es lo mejor) y que no tiene ningun problema en cumplir ordenes sin cuestionar o lo que es lo mismo, subordinar su actuación a la decisión de otra entidad superior y ejecutarla sin detenerse a evaluar sus consecuencias (hacemos lo que hay que hacer).
 La idioticia moral no es ejercida de manera exclusiva por la clase gobernante o la élite económica de turno. Como sucedió en la Alemania nazi nos encontramos ante un fenómeno transversal. La población pasa a asumir como hecho natural el que la profesión política/gestión económica implique la necesidad o conveniencia de mentir, disfrazar o edulcorar la realidad, obedecer intereses espurios y vivir con ello de manera confortable.

Una vez asumidos como normales estos comportamientos, se pasa al siguiente estado, nuestras acciones, las acciones de la mayor parte de la sociedad, se terminan ajustando a los mismos principios y todos terminamos sumidos en la idioticia moral. Si un banquero presiona al empleado de banca para que venda preferentes, el empleado de banca venderá preferentes (me lo ordena un superior que no lo considera mal), y posiblemente lo haga a una víctima que a su vez esté invirtiendo ahorros procedentes de la economía sumergida.

Cuando la idioticia moral impregna una sociedad, la corrupción encuentra campo libre y comienza a corroer el sistema. En la mayoría de los casos no presenta un dilema moral, no se cuestiona, se hace así porque así lo hacen todos y si no, lo aprovecharía otro, y ese es el estado en que estamos, el que nos ha conducido hasta donde estamos. No podemos cambiar la sociedad, pero podemos cambiar nosotros mismos, o mejor dicho, no podemos cambiar la sociedad sin comenzar a cambiar nosotros mismos y ese debe ser el primer e ineludible paso.https://loquemasmegustaessalircorriendo.wordpress.com/...

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https://borregosilluminati.wordpress.com/2017/04/10/resultados-i-semifinal-de-abril-y-final-de-marzo-y-enlace-a-ii-semifinal-de-abril/


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