¡Temblad veinteañeros! Los cuarentones lo vamos a petar. Apunta, aquí las razones.
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Esperando en el backstage antes de saltar al escenario. En apenas un par de minutos centenares de personas esperan que les cuente como va a ser el mundo. Un mundo que empezó, para mi, hace más de cuatro décadas. Un mundo que ahora va tomando forma realmente. El tiempo anterior tuvo importancia, pero ahora se detiene justo delante de mi cara y me recuerda que 'sólo he vivido 40 años'. Y es que es en este lugar, dónde los 40 se hacen protagonistas, que las heridas tienen sentido y aleccionan, el miedo es racional y el desafío un modo de entender el crecimiento.
Hacía tiempo. Por diferentes razones no he podido hacerlo. Pero lo he vuelto a poner en práctica. Cada tres días corro 14 kms. Suelo hacerlo de manera exhaustiva e intensa aunque nunca tengo prefijado el recorrido ni ruta que haré. Improviso. Los que corren saben esa sensación vibrante por la que las endorfinas se ponen en punto de ebullición y las ideas se amontonan mientras mantienes el ritmo constante de las zancadas. Desde los últimos años he notado que cada vez son un mayor número y más radicales dichas ocurrencias, las conexiones mentales y la envergadura de las consecuencias.
Vivo con cierta sorpresa la percepción de que mi creatividad y mi capacidad para reinventar procesos esté ahora en su cumbre vital. Bebiendo una Guiness, subiendo de dos en dos las escaleras de un edificio de oficinas, mirando a lo lejos en esos acantilados maravillosos que me gusta visitar para desconectar del mundo en Moher o jugando a identificar estrellas por la noche con mi hijo, la verdad es las ideas se amontonan como nunca me había pasado.
Las visualizo de manera rápida, pero es en el día a día que me he dado cuenta que lo que la gasolina de esa creatividad es mi deseo por aprender. Estoy aprendiendo más que nunca. Más que cuando tenía 20, más que cuando era mi obligación. Ahora aprendo de todo. De los demás, de mí, de las hostias que me he dado, de los disgustos que he provocado, de las alegrías también. Estoy aprendiendo más que nunca. Todo se convierte en algo mucho más claro y perceptible. Hoy vivo con mayor intensidad conjugando con la experiencia, lo que convierte cada proyecto actual en un apasionante reto íntimo y sin límites aparentes. Todo sigue siendo campos enormes de experiencia por acumular.
La verdad es que ahora, a los 45, he perdido el miedo. Siempre he tenido poco, pero ahora lo tengo arrinconado en una esquina. Durante décadas cada vez que aparecía, el miedo, me inmovilizaba. Ahora es él el que se está quietecito. Si se le ocurre aparecer, lo hostio. Eso, con 20 o 30 es factible, pero suele responder a un impulso menos racional, más sobrevenido. Con 45, la falta de miedo a equivocarte, a fracasar, es pura conclusión. La conclusión que de todo se sale, de todo se aprende (de verdad) y que pasarlo mal es jodido, muy jodido y por eso, si llega, habrá que aceptarlo. Pero también sabes con 45 algo que desconoces con 20: cuando te explota en las narices un sueño, no te mancha. Sólo te despierta. Además saca lo mejor de ti. Sabes que no es inmediato, tarda. Pero lo saca.
Leyendo en The Atlantic un artículo titulado ‘Big Breakthroughs Come in Your Late 30s‘ compruebo que existen teorías y estudios al respecto basadas en un nuevo documento de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos ordenada a través de las vidas de los inventores y los científicos ganadores del premio Nobel en busca de su edad de máximo rendimiento.
Algunos factores contribuyen. Por ejemplo pensar en el tiempo que un científico de investigación va a pasar en la escuela. El grado de licenciatura se alcanza en 22 años y luego en su título de doctor hasta los 30, lo que deja un escaso par de años para realizar su trabajo antes de poder ejercer sus conocimientos de manera eficiente. Pero eso, creo, es trasladable a casi todo en la vida profesional y ejecutiva.
Otra teoría interesante es sobre que ‘la carga del conocimiento’ lo determina todo incluso por encima del ‘ímpetu’. La ciencia ha acumulado muchísimo conocimiento sobre el mundo para procesarlo antes de que pueda empezar a hacer sus propios descubrimientos originales. La experiencia determina la creatividad investigadora.
Pero esas cifras se vuelven más sutiles, como la investigadora Olga Khazan señala, cuando la edad de avance depende del campo que son efectuadas. El trabajo en cuestión señala que la distribución de ganadores del galardón escandinavo fueron de Física 36 años de media, de química con 39 y los médicos de 41 años de media. Otros estudios hablan de que emprendedores tecnológicos de éxito, exceptuando el baby boom de Sillicon Valley, están ya en edades cercanas a los 40, a los inversores se les ve sobre los 45 y a los mentores reconocidos en los 48.
¿Por qué las diferencias? Khazan argumenta que los campos abstractos como el arte y la física son más complacientes para floración temprana, mientras que las zonas de alto contexto, como la historia, la dirección económica o la medicina exigen mucho más de madurez.
Cuando me dedicaba a la bolsa en los años noventa, la edad ideal me decían era los 30 y algo y mi edad era 20 y algo. Luego como directivo de empresas con mis treinta me decían que lo ideal eran los 40, y ahora cuando me dicen que los negocios digitales están especialmente diseñados para los 20 yo me siento mejor que nunca con 45 para desarrollar negocios. Está claro que la edad y lo que se hace con ella depende poco de según que y mucho de lo que se siente. Es como si gracias a que cada vez tengo más conocimiento mi capacidad para innovar aumenta independientemente de que mi mente tienda a perder memoria, agilidad o cualquier cosa que dicen que se pierde.
No sé si los headhunters siguen una corriente o tienen la obligación de hacerlo. No sé si saben que los de 45 somos la leche y estamos trabajando duro para que cuando ellos lleguen a esa edad, otro headhunter los considere en todo su conjunto y no sólo por la cifra que acumulan en un puto documento irrelevante llamado DNI. No sé si saben que el mundo que viene, ese que explico en mis conferencias, lo vamos a construir, TAMBIÉN, los que tenemos más de 40.
M.Vidal