Leo de nuevo el discurso de despedida ayer del presidente de Estados Unidos Barack Obama, no quiero dejar pasar el día de hoy sin escribir unas notas sobre su discurso. Por supuesto que hay partes más conseguidas, quizás temas que no nombra o mensajes para el debate pero quiero fijar la atención en la primera sensación y percepción que recibimos al escucharle. Decido dejar a un lado el ejercicio de calibrar desde el análisis más específico de los datos para intentar transmitir lo que él ha vuelto a mover.  Lo primero que pienso es en su capacidad de llegar, de contactar con los ciudadanos, los americanos y los de todo el mundo. Esta capacidad está en la elección de sus palabras, en las frases bien hechas y en el dominio de los temas a los que quiere dar mayor visibilidad a los ojos, y a los oídos, de quienes le escuchamos.

Sus discursos mantienen un ritmo y una elección de frases que no nos dejan indiferentes, más bien al contrario, nos tocan.  Lo hace a través de un equilibrio claro entre los asuntos que expone y el carácter de los temas. Nos habla de política, de solidaridad, de creer en nosotros mismos, de sentirnos poderosos en nuestras acciones como ciudadanos, también de razas, de economía, de oportunidades, de democracia. Y mantiene el equilibrio entre lo que está pasando, los desafíos, los problemas, y el poder de la perseverancia y de la convicción. Guarda el enfoque doble, y lo mantiene seguro en su discurso, entre la razón y el corazón.

Destaco dos frases que creo que plasman este doble enfoque mantenido y bello:

"La política es una batalla de ideas. Pero sin una base común de hechos; sin la voluntad de admitir nueva información y reconocer que el oponente tiene razón, y que la ciencia y la razón son importantes, seguiremos hablando sin entendernos, haciendo que los puntos en común y el compromiso sean imposibles".

"De todo lo que he hecho en mi vida, lo que más me enorgullece es ser vuestro padre", (a sus hijas Malia y Sasha).

Pero todas estas palabras no conseguirían emocionar, envolver, y de alguna manera revolucionar la manera de comunicar de un político, si no estuviesen acompañadas de una sincronización constante entre los mensajes necesarios sobre lo que está pasando expuestos de manera firme y las dedicatorias a los ciudadanos, a su mujer Michelle, a sus hijas, a su país y al mundo. 

Su porte, y la seguridad con la que nos habla, porque es una llamada a los ciudadanos de todo el mundo, nos hacen ver de manera clara que cree en lo que está diciendo y que tiene vocación de hacer bien su trabajo. Le ayudarán a escribir sus asesores los discursos pero él quiere transmitir lo que transmite y lo lanza al mundo de manera positiva. Dan ganas de seguir trabajando cada uno en lo que hacemos, de creer en nosotros y de avanzar. Soy europea, muy europea, pero quiero terminar estas notas expresando que hoy todos nos hemos sentido un poco americanos.