La economía del bien común, una iniciativa socioeconómica “open source”
La economía del bien común -EBC- es un movimiento distribuido de personas que promueven una alternativa sistémica a la economía actual sin límite basada en la competencia, la explotación de los recursos y el poder financiero. Su vector de propagación desde la sociedad civil es el fomento y apoyo (como gestores, compradores, o indirectamente como votantes) de las empresas que enfocan su actividad al servicio del bien común. La EBC se rige por una serie de valores humanos fundamentales que deberían aplicarse a la actividad económica, como la responsabilidad, la transparencia, la honestidad, la equidad, la solidaridad, la cooperación, la confianza y el respeto a los derechos humanos, entre otros. Tiene consciencia de que vivimos en un planeta finito y precioso que debe ser recuperado y preservado. Y funciona como “hub” de todas las “otras economías”. La iniciativa que comparto se ha difundido en sólo 8 años a casi 50 países de todos los continentes. En España, este modelo económico se ha ido introduciendo desde el año 2012 y cuatro años más tarde existen más de 30 grupos locales que lo desarrollan. La EBC está constituida como Asociación Federal de acuerdo con el ordenamiento jurídico español.
Y la EBC es una iniciativa socioeconómica “open source”.
Mi experiencia personal en el movimiento de la EBC puede ser ilustrativa del modo natural en el que se construye una inteligencia colectiva. Era la primera vez me que me acercaba de forma proactiva a un grupo de personas con las que no tenía una vinculación directa previa. Se produjo después de un autoproceso de conocimiento, convencimiento y movilización cuyo detonante final fueron las entrevistas, materiales y artículos de Christian Felber y de los pioneros del movimiento en España (yo llegué unos seis meses después de esos comienzos). En ese momento ni siquiera había leído “el libro”.
La acogida en el grupo local de trabajo fue rápida, transparente y cálida. Las formas de hacer eran muy diferentes a las que yo estaba acostumbrado por lo que estuve “fuera de mi zona de confort” pero también supuso un enorme aprendizaje. Pronto descubrí que es tremendamente satisfactorio estar rodeado de personas desconocidas que colaboran y cooperan en una misma dirección sin el pegamento del orden jerárquico ni la retribución. Y supe porqué me empecé a sentir cómodo: estaba construyendo un proyecto nuevo e ilusionante con personas muy diferentes de toda España que yo clasificaba, a riesgo de generalizar, en tres grandes “tribus”: (1) ciberactivistas, capaces de manejar las claves y herramientas que permiten movilizar y coordinar a miles de personas, (2) gente de empresa, con profunda experiencia profesional bregando en organizaciones jerárquicas altamente efectivas y (3) personas del tercer sector, tremendamente éticas y respetuosas con los valores y formas de hacer que anteponían siempre la solidaridad, el respeto, el diálogo y la dignidad humana a cualquier iniciativa conjunta. Cada uno de los grupos por separado corría el riesgo de replicar sus propias problemáticas inherentes a su naturaleza: (1) la despersonalización y la falta de continuidad que producen las “movilizaciones a golpe de click y megusta”, (2) la instrumentalización y relativismo moral de las prácticas empresariales cuando se vinculan a los beneficios y la remuneración económica y (3) los infinitos bucles organizacionales y falta de acción cuando la confianza se “asambleiza” en el debate por las formas de control y poder interno. Pero la EBC en sus inicios en España me demostró que era una verdadera expresión de inteligencia colectiva: cada tribu aportaba sólo lo mejor. Y yo, como algunas otras personas, me sentí un “útil conector” entre las diferentes sensibilidades (por mi perfil profesional, momento vital y conocimiento entendía, aportaba y exportaba lo producido en cualquiera de los tres grupos). La forma de construir los estatutos de la organización, votando y debatiendo a distancia cada una de las cláusulas fue para mí un ejemplo de como co-crear un marco común de desarrollo.
Tres años más tarde se puede decir que aún no hay una hoja de ruta segura para construir organizaciones sistémicas del siglo XXI. Tampoco entre las personas que hemos ido fomentando la EBC en España, donde aún seguimos aprendiendo en base a errores. La ventaja que tenemos es que incluso en los momentos de mayor tensión organizativa la transparencia y el resto de los valores fundacionales siempre ponen una luz en el camino. La enorme dignidad de las personas con responsabilidad colectiva hace que estas dejen paso a otras sensibilidades y voces y no se rompen los puentes. Hay una coherencia latente por encima de las propias personas y eso no ocurre normalmente en organizaciones tradicionales. Ya podemos decir que no es rápido construir una DIPO.
En mi opinión, lo que emerge en este momento sólo es fruto de la inercia experiencial y educativa de una parte de nosotros, de aquella que se expresa sobre el liderazgo e interpreta el corpus de reglas para tratar de solucionar los problemas, como siempre han hecho, olvidándose de las otras tribus. Pero esto es normal en cualquier proceso “open source”. El propio sistema permite muchos “forks” (me voy a permitir la jerga del mundo del software) o “nuevas instancias del proyecto con su propio recorrido”. Aun no se ha entendido que no hay poderes reales, ni jerarquías, ni estándares grabados a fuego en el mundo “open source”. Creo que serán sobrepasados por la realidad de las dinámicas de la innovación abierta que afortunadamente están en la naturaleza intrínseca de la EBC. Y se expresan espontáneamente en todos los niveles, de forma local o global.
Estoy convencido que son innumerables los nodos y grupos de trabajo que de forma autónoma están reinterpretando cualquier de los documentos y proyectos EBC que los han precedido. Y están haciendo nuevas cosas. Es cuestión de tiempo que alguna de ellas, desconocida para el resto en estos momentos, será la que dentro de unos años habrá manifestado una mayor efectividad y se erija como estándar de facto para el resto … y en ese momento la organización se irá ajustando a esa nueva realidad organizacional. Ya está pasando, en proyectos municipales, en el mundo educativo, en la política, en el desarrollo personal,… Siempre cortar y pegar lo mejor… Siempre olvidar lo que reste energía o no motive.
También, como en otros proyectos de código abierto, las herramientas de la Sociedad del Conocimiento catalizan de forma exponencial (y son intrínsecamente imprescindibles) estos ciclos de innovación.
Nosotros en Zaragoza ya estamos trabajando en modo ecosistema de trabajo y desarrollando conceptualmente sistemas “societarios” de reparto de trabajo y de retribución equitativa basados en reglas simples “algoritmizadas” que permitan una organización con mínimos procesos y costes, gestionada por valores, con liderazgos innovadores alineados mediante Teoría U. Casi ná!!!!. Y está en nuestro ADN compartirla.
Y en la confluencia de la EBC y de la economía circular no dejen de seguir la inteligente propuesta teórico-práctica de los bienes democráticos. Oiremos hablar mucho de ello cuando se busquen alternativas de transición (creadas desde la capacidad de acción de la ciudadanía y sus redes de confianza) a la insostenible ideología económica que hoy nos gobierna. Os esperamos.
Francisco Rojas