10 preguntas incómodas para la universidad
He tenido en barbecho un post que nació deuna conferencia que impartió Carlos Magro en nuestra facultad hace ya un tiempo. No me digáis por qué, ha costado que viera la luz. El caso es que poco a poco se ha ido desperazando y por fin tiene su hueco en este blog. En principio no se titulaba así pero visto lo que iba saliendo de él, he creído conveniente incluir eso de “incómodo” en el título. En cierta forma es una interpretación libre a partir de lo queCarlos estuvo exponiendo.
La razón de ser de las preguntas es un supuesto enquistamiento de la oferta educativa global de la universidad. Y por ahí empezamos la primera de las preguntas. Otra cosa son las respuestas. Si alguien se anima, estupendo.
- ¿Cómo es posible que, tantos años después, se siga planificando todo desde el punto de vista de la oferta y no de la demanda? ¿Acaso no se planifican bloques de conocimiento por muy disfrazados que algunos de ellos queden hoy en día?
- ¿La reputación de quienes profesionalmente se dedican a la docencia universitaria hace tiempo que dejó de progresar? ¿Es un cementerio de elefantes oculto a la realidad?
- ¿Quién es el nuevo Dios al que servimos? ¿La empresa, el valor de mercado? ¿Con un juego perverso: saldrá de tu pasión?
- ¿Aceptamos la falta de perspectiva y la relatividad del mundo postmoderno y lo compartimos con alumnas y alumnos o inventamos otro mundo? ¿Hay que hablar de esto en clase?
- ¿Cómo explicar que cultivamos la ignorancia porque al hurgar en el conocimiento no se hace sino descubrir nuevas lagunas en él? ¿Hay que jugar con este desconocimiento en clase o evitarlo como juego inútil y trabajar solo con las certezas de siempre?
- ¿Trabajo en equipo y competencias para que los humanos colaboren entre ellos? ¿Este mantra no está de capa caída ante la hipertrofia de la colaboratividad al servicio de la economía?
- ¿De verdad hay que vender coaching en la universidad? ¿No se produce el efecto contrario y fabricamos monstruos hiperprotegidos en un laboratorio donde todo se rodea de terminología de autoayuda? ¿Se perdió en el camino el esfuerzo? ¿Nunca más la letra con sangré entrará?
- ¿No ha saltado por los aires el monopolio del título y el del conocimiento que hasta ahora estaba en posesión de la universidad? ¿La academia está para estas cosas, para la burocracia de la fotocopia y el título?
- ¿Es la tecnología el nuevo juguete para entretenernos? ¿El nuevo opio para el pueblo? ¿De verdad avanzamos al introducir más y más fé en la tecnología dentro de las aulas? ¿No ha habido aún suficientes promesas fallidas como para bajarse del carro?
- ¿Evaluamos con tribunales cuando de asuntos serios se trata? ¿Quién es el culpable al que se juzga? ¿Tan retrógrado es el sistema que necesita jerga amenazante?
La culpa de (casi) todas ellas es de Carlos Magro, insisto. Así que quizá él tenga algunas respuestas. Mientras, yo le voy dando un par de vueltas por si acaso