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Sheldrake ¿nuevos paradigmas? basados en ?

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Rupert Sheldrake: La ciencia debe cuestionar sus propios dogmas para expandirse

El controvertido científico británico publica en España “El espejismo de la ciencia “, bajo el sello de la editorial Kairós


El último libro de Rubert Sheldrake, “El espejismo de la ciencia” (Kairós, 2013), analiza 10 dogmas científicos y su veracidad, con una intención de fondo: revelar la “cosmovisión” actual de la ciencia y sus limitaciones. En la siguiente entrevista, el científico, autor de la conocida hipótesis de la causación formativa, nos detalla algunos aspectos de su obra y nos habla de un posible desarrollo de la tradición científica. Por Yaiza Martínez.





Rupert Sheldrake: La ciencia debe cuestionar sus propios dogmas para expandirse
Rupert Sheldrake (1942) es un controvertido biólogo y filósofo británico, desarrollador de la hipótesis de los Campos mórficos y autor de publicaciones e investigaciones relacionadas con temas como el desarrollo y la conducta o la percepción. 

En 2012, Sheldrake publicó el libro The science delusion, en el que afirmaba que la “cosmovisión científica” se ha convertido en un sistema de creencias cuyos dogmas condicionan y limitan la labor científica, que debería estar basada en la indagación, la formulación y prueba de hipótesis, la atención a la evidencia, y la discusión crítica , según explica el propio autor en la siguiente entrevista. 

La versión española de esta obra acaba de ser publicada por la editorial Kairós bajo el título El espejismo de la ciencia. En ella, se revisan y se ponen en cuestión 10 dogmas científicos de nuestra época. De estos dogmas, el principal, según Sheldrake, es la creencia en que la ciencia conoce la naturaleza de la realidad. El autor señala asimismo que la intención de este trabajo es alejar a la ciencia de sus creencias, para posibilitar su expansión y desarrollo. 

El título del libro claramente lo ha situado en el mercado como un contra-manifiesto del El espejismo de Dios, un famoso ensayo de 2006 escrito por el etólogo británico Richard Dawkins, profesor de Entendimiento Público de la Ciencia de la Universidad de Oxford, en el que se afirma que la fe en un creador supernatural se puede calificar como una falsa creencia mantenida frente a fuertes evidencias contradictorias. 

Aunque Sheldrake ha defendido, en una entrevista en ForteanTimes, que la obra de Dawkins no inspiró su propia obra y que el título de esta se debe a “la insistencia de los editores”, su objetivo parece similar: desmontar creencias para buscar verdad. 

En términos generales, el trabajo de Rupert Sheldrake ha tenido una acogida desigual en la comunidad científica. Así, por ejemplo, algunos miembros de esta han considerado la hipótesis de la causación formativa como “pseudociencia”, mientras otros, como el físico David Bohm, la han apoyado.

En “El espejismo de la ciencia” usted cuestiona dogmas científicos imperantes –vinculados al materialismo o al reduccionismo- y defiende una labor científica más libre para imaginar y lanzar nuevas propuestas. Por tanto, una labor científica capaz de profundizar en aspectos de la realidad que ciertas disciplinas o corrientes ni siquiera contemplan, a pesar de que su existencia haya sido constantemente observada (por ejemplo, la conciencia obviada por el materialismo- que ha considerado a los organismos como máquinas- o la variabilidad de constantes universales supuestamente inamovibles pero que ciertos experimentos han demostrado que no lo son tanto, como la velocidad de la luz). ¿Cómo sería esa ciencia alternativa, basada en los supuestos de libertad científica creativa que usted propone? 

No pienso en un nuevo tipo de ciencia “alternativa”, sino más bien en un desarrollo de la tradición científica en sí misma. La ciencia, en su sentido más positivo, supone indagar, formular y probar hipótesis, prestar atención a la evidencia, y fomentar la discusión crítica. Por esto abogo. Sugiero que la ciencia se expanda para incluir el cuestionamiento de dogmas que actualmente son incuestionados. 

Para observar la variabilidad de constantes fundamentales, el mejor punto de partida serían las observaciones existentes de la constante de gravitación universal (G), conservadas en los archivos de laboratorios de todo el mundo. En lugar de promediarlos, como se ha hecho hasta ahora, estos datos brutos podrían publicarse online para que cualquiera que esté interesado tenga la oportunidad de buscar correlaciones o patrones. G varía en más de un 1%, según observaciones recientes, y este hecho ha sido asumido simplemente como errores aleatorios. 

Pero podría resultar que G aumente, según algunos datos obtenidos en el mundo, o disminuya, según otros datos. Esto podría sugerir la existencia tanto de variaciones de la propia constante como de cambios en el entorno terrestre a medida que nuestro planeta viaja a través del sistema solar y de la galaxia. El próximo paso podría ser investigar estas fluctuaciones con más detalle para ver cómo se correlacionan en términos astronómicos. 

En estudios sobre la conciencia, la investigación podría incluir la posibilidad de que la mente se extienda más allá del cerebro, en lugar de hallarse confinada al interior de nuestras cabezas. Yo sugiero que los campos mentales podrían extenderse más allá del cerebro, del mismo modo que los campos magnéticos se extienden más allá de los imanes o que los campos gravitacionales terrestre sobrepasan nuestro planeta. 

A partir de su trabajo en el campo de la biología, usted ha concluido que las entidades materiales (entiéndanse como tal desde los átomos y las células, hasta los organismos e incluso –por extensión- las sociedades), se conforman por hábitos, siguiendo patrones de memoria o “campos mórficos” integrados, que trascienden el espacio-tiempo para pasar de unas entidades a otras de su misma especie. A este fenómeno de transferencia y de recepción de dicha memoria lo ha denominado usted “resonancia mórfica”. Por otra parte, en algún momento en su libro usted señala que los campos mórficos se asimilan a los campos cuánticos en el sentido de que, al igual que estos, son “campos de probabilidad”. Teniendo en cuenta que las ondas de los campos cuánticos “conectan el pasado y el futuro”, como se explica en “El espejismo de la ciencia”, ¿en qué temporalidad funcionaría la resonancia mórfica? 

La resonancia mórfica presenta dos aspectos. Por un lado, posibilita que patrones organizados de actividad –como los electrones, las moléculas, las plantas o los animales- resuenen consigo mismos, con su pasado. Esta resonancia primaria ayuda a mantener la continuidad de la forma y del comportamiento de los organismos, y preserva su identidad en el tiempo. 

Por otro lado, la resonancia mórfica permite a todos estos sistemas de actividad auto-organizados resonar con sistemas similares del pasado. Así, por ejemplo, cada cristal y cada animal se sincronizan con la memoria colectiva de los cristales o los animales que han sido similares a ellos en el pasado, lo que les ayuda a compartir su forma. 

Además, cada organismo aprovecha la memoria colectiva de su especie y contribuye a ella. Desde este punto de vista, la memoria individual y la colectiva son dos aspectos del mismo fenómeno, que difieren en grado pero no en tipo. 

¿Podría explicar el concepto de “propósito” aplicado a la biología? ¿Cree usted que la naturaleza es creativa? 

Todos los organismos biológicos están dirigidos por un propósito, en el sentido de que su objetivo primario es la supervivencia y la reproducción. Un embrión siempre se desarrolla hacia un organismo adulto, y si está dañado, a menudo alcanza el mismo objetivo siguiendo rutas que difieren del proceso corriente. 

Del mismo modo, el comportamiento animal es intencional. Si un perro hambriento ve un jugoso hueso, su comportamiento lo dirigirá hacia la consecución de éste, incluso a pesar de los obstáculos que encuentre en su camino. Encontrará otra manera de conseguir el mismo fin. 

Las palomas mensajeras vuelan hacia su hogar, incluso si han sido alejadas de este 500 kilómetros, y situadas en un sitio donde nunca antes han estado. Esta navegación está dirigida por un objetivo: volver a casa, desde donde quiera que hayan sido liberadas. 

La naturaleza es, por otro lado, claramente creativa. La evolución nos muestra una vasta variedad de plantas y animales que son el resultado de la creatividad evolutiva. La resonancia mórfica mantiene los hábitos de animales y plantas, pero en sí misma no produce nuevas formas o nuevos patrones de comportamiento. La evolución implica una interacción entre el hábito y la creatividad. 

Otra cuestión tratada en su libro es la de la imposibilidad de ubicar la memoria humana en un punto concreto del cerebro. La explicación que da usted a este hecho es que nuestra memoria es un fenómeno resonante, como ha dicho, se originaría a partir de patrones de auto-resonancia (del pasado de cada individuo) y por patrones de memoria colectiva (heredados de la familia, de la sociedad o de la especie misma). Si cada ser humano se conforma, según su propuesta, por una confluencia de la memoria personal y de la memoria común, ¿cómo definiría usted la identidad? 

La memoria humana, como otras formas de memoria de la naturaleza, implica tanto la auto-resonancia como la memoria colectiva, compartida con otros miembros de cada especie. La identidad depende de la auto-similitud, y la auto-similitud depende de la resonancia mórfica. 

En la práctica, esta auto-similitud es preservada a través de la continuidad del cerebro y del cuerpo, que en sí mismos se renuevan continuamente, incluso las proteínas y otras sustancias de estos están cambiando de continuo. La más estable de las moléculas dentro de las células son las moléculas de ADN de los genes, que proporcionan en último término las bases de la continuidad individual. 

Pero esto no significa que todas las características hereditarias de un organismo y todos los aspectos de la memoria individual estén codificados en el ADN. El ADN simplemente codifica la estructura primaria de las proteínas, y a veces está implicado en el control de la síntesis de proteínas. Sin embargo, proporciona una estabilidad subyacente que permite que la resonancia mórfica pueda tener lugar. 

Como hemos visto, su hipótesis sobre los campos mórficos propone la reiteración de las estructuras en la conformación de cualquier entidad, ¿tiene este hecho alguna relación con la geometría fractal, cuya reiteración, según algunos matemáticos,  conforma numerosas unidades naturales aparentemente no geométricas? 

Muchos organismos vivos implican fractales auto-similares, como los patrones de las nervaduras de las hojas, las ramificaciones de los árboles o los complejos foliolos de los helechos. En algunos casos, la resonancia mórfica puede funcionar a través de diversos niveles fractales, pero normalmente funciona en el mismo nivel, más que de una forma fractal. 

Es importante recordar que no todos los fractales son auto-similares, no todos implican estructuras similares a diversos niveles, y que no todas las estructuras biológicas son fractales. Así que, aunque los fractales son muy interesantes matemáticamente y se despliegan en muchos fenómenos naturales, no veo los fractales en sí mismos como clave en la morfogénesis o en la organización biológica.

Rupert Sheldrake. Fuente: Kairós.
Rupert Sheldrake. Fuente: Kairós.
En otra de las partes de su libro usted afirma que nuestras mentes “se extienden más allá de los cerebros, en el tiempo y en el espacio, y nos conectan con nuestros propios pasados a través de la memoria y también con los futuros virtuales, entre los que elegimos”. ¿Existe alguna prueba científica que respalde esta afirmación? 

La mera experiencia revela que nuestras mentes se conectan con nuestro pasado a través de la memoria. La cuestión controvertida para la ciencia es cómo funciona esa memoria. La mayoría de los científicos asume que los recuerdos se almacenan en trazas físicas en el cerebro, aunque los detalles a este respecto han resultado engañosos durante más de un siglo. Como ya he dicho, sugiero que la memoria depende de la resonancia mórfica, más que encontrarse centrada en el cerebro, por razones que explico en “El espejismo de la ciencia”. 

De nuevo, es la propia experiencia la que nos demuestra que nuestras mentes contienen futuros virtuales. Hacemos planes sobre lo que haremos mañana o el próximo año, y todas esas posibilidades alternativas co-existen en nuestras mentes. Todo el mundo tiene pruebas suficientes de esto. Las características virtuales no son detectables con instrumentos físicos porque existen en un entorno virtual, el entorno de la conciencia. Pero la conciencia es una realidad que debe ser reconocida por la ciencia. Negarla o ignorarla es permanecer intencionadamente ciegos. 

De manera coherente con la propuesta inicial de “El espejismo de la ciencia”, en su libro usted expone los resultados de estudios realizados sobre fenómenos normalmente no atendidos por la ciencia, como la telepatía, los presentimientos, la sensación de sentirnos observados o la influencia de la mente sobre la salud física. A grandes rasgos, ¿cuáles han sido los resultados de estas investigaciones? 

Hay bastantes evidencias de que la telepatía se da entre miembros de grupos animales vinculados unos con otros. Creo que este es un aspecto corriente de la comunicación animal, por ejemplo entre los miembros de jaurías de lobos. Los animales pueden asimismo formar lazos con personas, como en el caso de las mascotas. He hecho muchos experimentos que han demostrado que los perros pueden entender los pensamientos e intenciones de sus dueños de manera telepática, al igual que los gatos y otros animales domésticos. 

En el terreno humano, también existen evidencias de telepatía entre muchas madres y sus bebés. El tipo de telepatía más común en el mundo moderno se manifiesta en las llamadas telefónicas, cuando la gente piensa en alguien que a continuación le llama. He realizado numerosos experimentos sobre esta cuestión, que aparecen recogidos en El espejismo de la ciencia, y que muestran que este hecho es real y no una simple e ilusoria capacidad. 

Por ejemplo, en pruebas realizadas, dimos a una serie de participantes cuatro candidatos posibles a llamarles. Uno de ellos era escogido aleatoriamente por el autor del experimento, y el participante debía adivinar quien llamaba cuando sonaba el teléfono, antes de contestar (en estos tests se usó una línea telefónica sin identificador de llamada, por supuesto). Según la casualidad, la probabilidad de aciertos era del 25% (un acierto por cada cuatro llamadas), pero la tasa de aciertos alcanzó en realidad el 45%, una tasa mucho más alta. 

Hay además muchas evidencias de la influencia de nuestras mentes en nuestra salud física. Por ejemplo, la gente que práctica la oración o la meditación regularmente tiende a tener mejor salud. También está ampliamente reconocida la importancia de las creencias y de la esperanza dentro de la medicina oficial, en lo que se denomina “efecto placebo”. En pruebas clínicas, personas a las que se les han suministrados píldoras vacías y que creían que eran un potente medicamento nuevo a menudo mejoraron, incluso cuando estas píldoras no contenían ninguna sustancia activa. Este efecto fue consecuencia de las creencias o expectativas de los pacientes. 

El título de su libro inevitablemente recuerda al de “El espejismo de Dios”, de Richard Dawkins. En esta otra obra, Dawkins afirma que la fe en un creador supernatural es una falsa creencia mantenida frente a fuertes evidencias contradictorias. ¿Insinúa usted con la elección de su título que la ciencia –o al menos una parte de esta- presenta los mismos defectos que achaca Dawkins a la fe religiosa? 

La principal diferencia entre los dogmas religiosos y los científicos es que la gente religiosa sabe que sus creencias son creencias. Las personas que creen en el materialismo científico dogmático, a menudo no son conscientes de que sus creencias son creencias. Simplemente piensan que conocen la verdad. En este sentido, sus creencias son incluso más dogmáticas que las de los fundamentalistas religiosos. 

Mi libro, El espejismo de la ciencia, cuestiona los 10 dogmas básicos de la ciencia y los examina científicamente. Resulta que estos dogmas no se corresponden con las evidencias y son falsos o demasiado limitados. Cuando nos liberemos de estas asunciones restrictivas y obsoletas será posible un tipo de ciencia mucho más interesante y emocionante.


El biólogo Rupert Sheldrake, uno de los  pocos científicos que se ha aventurado más allá de los límites impuestos por el paradigma de lo que supuestamente es la realidad establecida, explica en este video los diez dogmas que detienen la evolución de la ciencia.  Como parte de su libro The Science DelusionSheldrake indaga cómo la ciencia, de manera similar a la religión de la cual intentaba liberar a la mente humana, sostiene ciertas creencias incuestionables sobre la naturaleza de la realidad. "La delusión de la ciencia es la creencia acrítica en estos dogmas, tratándolos no como creencias sino como verdades... La ciencia es mucho más divertida, interesante y libre cuando transformamos estos dogmas en preguntas". Este es el gran valor de Sheldrake: tratar cuestiones que para otros científicos serían ridículas (o aterradoras puesto que podrían hacerles perder sus becas) como preguntas, posibilidades. ¿Tenemos comunicación telepática con nuestras mascotas? ¿Tiene la naturaleza una memoria incorpórea inherente? ¿Lo que hace una persona  en otra parte del mundo nos afecta? Estas son solo algunas de las cosas que ha investigado Sheldrake, el biólogo graduado de Cambridge que ha sido excomulgado por los científicos oficiales --sacerdotes de una nueva religión.  
Los diez dogmas de la ciencia:
1. La naturaleza es mecánica - Se cree que todo es similar a una máquina, no a un organismo. "Somos robots ambulantes", (dice Richard Dawkins) máquinas controladas por cerebros programados genéticamente. Una metáfora que ha dominado a la ciencia desde el siglo 17.
2.  La materia es inconsciente -- Todo el universo está hecho de materia inconsciente que misteriosamente se vulve consciente en el cerebro humano.
3. Las leyes de la naturaleza están fijas--  Son igual hoy de lo que eran durante el Big Bang y lo serán para siempre. La vida evoluciona pero el substrato físico sobre el que lo hace es inmóvil.
4. La naturaleza no tiene propósito --Todo continua mecánicamente para siempre, sin una intención, siempre al azar.
5. El total de materia y  energía siempre el mismo --La ley de la conservación de la materia (Sheldrake confiesa que nunca había pensado que esto podría ser de otra forma  y sin embargo...)
6. La herencia biológica es material --  Todo lo que heredamos es material, proviene de los genes o de modificaciones epigenética. 
7. Las memorias están almacenadas como trazos materiales -- Toda la memoria está almacenda en un lugar específico en el cerebro
8. La mente es el cerebro -- Toda acción mental existe solo en el cerebro
9. La telepatía y los fenómenos paranormales son ilusorios --Ya que toda acción mental solo existe en el cerebro, las personas inteligentes saben que no es posible que una acción mental se transmita fuera del cerebro.
10. Solo la medicina mecanista funciona -- Solo la medicina alópata, basada en la física y en la química conocida, funciona. Las terapias alternativas, la medicina homeopática y otros tratamientos de este estilo solamente son placebo.
http://pijamasurf.com/2012/08/rupert-sheldrake-explica-los-10-dogmas-de-la-ciencia-que-detienen-su-evolucion/

Rupert Sheldrake - The Science Delusion BANNED TED TALK

https://www.youtube.com/watch?v=JKHUaNAxsTg

Re-uploaded as TED have decided to censor Rupert and remove this video from the TEDx youtube channel. Follow this link for TED's statement on the matter and Dr. Sheldrake's response:http://blog.ted.com/2013/03/14/open-f...

If anyone would like to prepare a transcript or caption file in any language so non-English speakers can enjoy this talk, please do so and I will be happy to upload it. Just PM me. Or the video is embedded on the Amara project website, so you can add subtitles there at: http://tinyurl.com/bwexn5q

DR RUPERT SHELDRAKE, Ph.D. (born 28 June 1942) is a biologist and author of more than 80 scientific papers and ten books. A former Research Fellow of the Royal Society, he studied natural sciences at Cambridge University, where he was a Scholar of Clare College, took a double first class honours degree and was awarded the University Botany Prize. He then studied philosophy and history of science at Harvard University, where he was a Frank Knox Fellow, before returning to Cambridge, where he took a Ph.D. in biochemistry. He was a Fellow of Clare College, Cambridge, where he was Director of Studies in biochemistry and cell biology. As the Rosenheim Research Fellow of the Royal Society, he carried out research on the development of plants and the ageing of cells in the Department of Biochemistry at Cambridge University.

While at Cambridge, together with Philip Rubery, he discovered the mechanism of polar auxin transport, the process by which the plant hormone auxin is carried from the shoots towards the roots.

From 1968 to 1969, based in the Botany Department of the University of Malaya, Kuala Lumpur, he studied rain forest plants. From 1974 to 1985 he was Principal Plant Physiologist and Consultant Physiologist at the International Crops Research Institute for the Semi-Arid Tropics (ICRISAT) in Hyderabad, India, where he helped develop new cropping systems now widely used by farmers. While in India, he also lived for a year and a half at the ashram of Fr Bede Griffiths in Tamil Nadu, where he wrote his first book, A New Science of Life.

From 2005-2010 he was the Director of the Perrott-Warrick Project funded from Trinity College,Cambridge. He is a Fellow of Schumacher College , in Dartington, Devon, a Fellow of the Institute of Noetic Sciences near San Francisco, and a Visiting Professor at the Graduate Institute in Connecticut.

He lives in London with his wife Jill Purce http://www.healingvoice.com and two sons.

He has appeared in many TV programs in Britain and overseas, and was one of the participants (along with Stephen Jay Gould, Daniel Dennett, Oliver Sacks, Freeman Dyson and Stephen Toulmin) in a TV series called A Glorious Accident, shown on PBS channels throughout the US. He has often taken part in BBC and other radio programmes. He has written for newspapers such as the Guardian, where he had a regular monthly column, The Times, Sunday Telegraph, Daily Mirror, Daily Mail, Sunday Times, Times Educational Supplement, Times Higher Education Supplement and Times Literary Supplement, and has contributed to a variety of magazines, including New Scientist, Resurgence, the Ecologist and the Spectator.

Books by Rupert Sheldrake:
A New Science of Life: The Hypothesis of Formative Causation (1981). New edition 2009 (in the US published as Morphic Resonance)
The Presence of the Past: Morphic Resonance and the Habits of Nature (1988)
The Rebirth of Nature: The Greening of Science and God (1992)
Seven Experiments that Could Change the World: A Do-It-Yourself Guide to Revolutionary Science (1994) (Winner of the Book of the Year Award from the British Institute for Social Inventions)
Dogs that Know When Their Owners are Coming Home, and Other Unexplained Powers of Animals (1999) (Winner of the Book of the Year Award from the British Scientific and Medical Network)
The Sense of Being Stared At, And Other Aspects of the Extended Mind (2003)

With Ralph Abraham and Terence McKenna:
Trialogues at the Edge of the West (1992), republished as Chaos, Creativity and Cosmic Consciousness (2001)
The Evolutionary Mind (1998)

With Matthew Fox:
Natural Grace: Dialogues on Science and Spirituality (1996)
The Physics of Angels: Exploring the Realm Where Science and Spirit Meet (1996) 

http://www.sheldrake.org/

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2.Ciencia dogmatica ?

¿Es la ciencia dogmática?

A raíz de esta entrada surgió la cuestión, bastante extendida, de si la ciencia es dogmática. Algunos contestasteis en los comentarios dando vuestra visión del asunto. Últimamente no paro de ver sitios de diversa índole, desde religiosos hasta pseudocientíficos (muchos de los cuales se disfrazan de científicos con terminología rimbombante y prefijos exóticos), donde se afirma que la ciencia es dogmática, o que viene a ser una especie de religión con sus dogmas de fe. O sea, que la ciencia es, según ellos, una cuestión de fe.
Esto último me choca mucho: según me lo aprendí yo en clase de Religión en el cole, hay dos vías de conocimiento distintas. La fe y la razón. Por tanto, si uno tiene verdadera fe, nocree, si no que sabe. Y sabe con la misma certeza que quien haya llegado a una conclusión mediante la razón. En cada religión, la fe se asienta en una serie de dogmas o doctrina, en los que hay que creer (es decir, que hay que saber verdaderos) para pertenecer a esa religión o conjunto de credos. Ya sea que hay un sólo dios e Israel es su pueblo, que Dios es uno y trino y la Virgen María concibió a Jesucristo sin conocer varón, o que hay un sólo dios y Mahoma es su profeta, por poner sólo algunos ejemplos. Esas Verdades son incuestionables. La negación de esos dogmas se conoce como herejía, y da lugar a la expulsión de la comunidad (con su posible escisión en otra rama, como el protestantismo), o en el peor de los casos, a la condena a una muerte bastante desagradable.
Ahora, ¿es la ciencia diferente? ¿Tiene la ciencia dogmas, verdades incuestionables? Veámoslo con un par de ejemplos.
Unas nubecillas en el horizonte
A finales del s.XIX, la Física  estaba de enhorabuena: era una disciplina prácticamente completa. Lo sabíamos todo. Conocíamos la Naturaleza, podíamos predecirla. O casi. Tal y como lo expresó Lord Kelvin (creador de la escala de temperatura absoluta), sólo quedaban “dos nubecillas en el horizonte”, y todo el futuro sería cuestión de “ajustar algunos decimales aquí y allá”. Pues bien, aquellas dos “nubecillas” dieron lugar a las dos grandes revoluciones de la física del s. XX: la Mecánica Cuántica y la Teoría de la Relatividad, a manos de Max Planck y Albert Einstein respectivamente.
Si un electrón choca con una barrera, existe cierta probabilidad (representada por la nube brillante en la imagen) de encontrar a dicho electrón al otro lado de la barrera. Este es uno de los fundamentos básicos de la electrónica y se conoce como efecto túnel (Crédito de la imagen: Jean-Christophe BENOIST bajo licencia GNU)
La comunidad científica de entonces era determinista hasta la médula. Estaban convencidos de que, conocidas las condiciones iniciales (básicamente masa, posición y velocidad) de todas las partículas del Universo se podría predecir con exactitud el futuro. Así, la idea subyacente tras la Mecánica Cuántica de que la materia a escala muy pequeña está gobernada por el azar probabilístico (jamás determinable a priori), y se comporte de manera totalmente contraria a la intuición (pudiendo hacer cosas extrañísimas como atravesar barreras espontáneamente o pasar por dos rendijas al mismo tiempo e interferir consigo misma), debió de resultar todo un mazazo conceptual.
El propio Einstein, autor de la Teoría de la Relatividad,rechazó algunos resultados o predicciones de la Mecánica Cuántica, por considerarlos demasiado aberrantes. Y lo que él mismo recibió inicialmente tras presentar su trabajo no fueron aplausos precisamente, sino una gran resistencia al cambio. Algo quizás comprensible, pues fíjese usted en la idea: si la velocidad de la luz en el vacío es siempre la misma, y las leyes del Universo aquí y en Cuenca son las mismas, entonces, necesariamente, pasan cosas raras como que el tiempo para un observador en movimiento a gran velocidad transcurre más lentamente que para el que se queda quieto. Tiene tela, oiga. (Recuerdo un compañero del colegio mayor, estudiante de ingeniería aeronáutica nada más y nada menos, que negaba la Teoría de la Relatividad, por mucho que sus efectos de dilatación temporal hayan sido comprobados en aviones comerciales.) Pero, eso sí, una vez que las observaciones independientes comenzaron a refrendar ambas Teorías (y aquí está el quid de la cuestión), fueron progresivamente aceptadas por la comunidad científica.
¿Fue dogmática la ciencia en este caso? Lo fueron, quizás, algunos (o muchos) científicos, a título individual, a causa de la inercia que tienen las ideas asentadas y de que somos humanos y nos cuesta aceptar ideas revolucionarias. Sin embargo, lo interesante del asunto está en que, en poco más de una década, un tiempo irrisorio en términos históricos, ambas ideas habían sido abrazadas por todos, y habían cambiado completamente el paradigma de la Física y nuestra visión de la Naturaleza. “Bien, la realidad es mucho más compleja e interesante de lo que creíamos”, dijeron con un encogimiento de hombros. Y nadie se tiró de los pelos. Ahí es nada.
Que vienen los Marcianos
Mapa cartográfico de Marte hecho por Schiaparelli en el que se aprecian las formaciones que llamó "canales".
Aquellos dados a las teorías conspirativas, que mantienen entre otras lindezas que la Ciencia siempre ha negado la posibilidad de vida extraterrestre, puede que ignoren que, a finales del s. XIX, parte de la comunidad científica (y de la sociedad) no sólo creía posible la existencia de vida inteligente en Marte, sino que estaba convencida de que así era, o al menos de que así había sido en un pasado remoto. Desde el s.XVII se sabía que el planeta rojo tenía casquetes polares similares a los de la Tierra, y poco a poco se fueron descubriendo otras similitudes, como que el día en Marte dura casi lo mismo que en nuestro planeta, o que su clima también tiene estaciones. Era natural pensar que podía haber vida en Marte.
Los canales de Marte, tal como Percival Lowell los percibió.
Y entonces llega 1877 y el astrónomo Giovanni Schiaparelli ve, al observarlo con su telescopio, multitud de “canales” (canali en italiano) en su superficie. Dichos canales consistían en estrías que se cruzaban, parecidas a las líneas de una mano. Un error de traducción al inglés hizo que se tomaran como canales artificiales (canal, con su connotación artificial, en lugar de channel, que hace referencia a formaciones naturales), signo inequívoco de una civilización Marciana. Varios astrónomos (Percival Lowell entre ellos) defendieron la teoría. Sin embargo, telescopios mayores y de mejor calidad (y la sonda Mariner más tarde, en 1965) revelaron poco tiempo después que los canales eran fundamentalmente meros efectos ópticos y los científicos que defendían dichas tesis tuvieron que bajarse del burro (aún así, la versión radiofónica de Orson Wells de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells causó una ola de pánico en EEUU al creer mucha gente que venían los Marcianos a invadirnos).
Estructuras parecidas a bacterias fósiles visibles al microscopio en el meteorito marciano ALH84001. Crédito de la imagen: NASA
No es de extrañar por tanto la cautela posterior de la comunidad científica hacia las “pruebas” de vida extraterrestre. En la historia reciente, ha habido algún amago de semejante prueba, como con el descubrimiento de estructuras microscópicas parecidas a fósiles de bacterias en el meteorito ALH-84001procedente de Marte. La comunidad científica se mantuvo cauta ante el anuncio, y los análisis subsiguientes sobre los supuestos fósiles no fueron concluyentes, ya que hay pruebas de que las muestras fueran contaminadas por el hielo antártico donde se encontró el meteorito.
Incluso ahora, con el anuncio de un nuevo tipo de vida que podría incluir arsénico en su “ADN” (entre comillas, pues ya no sería ADN como lo conocemos), los biólogos se mantienen cautos. Cautos, pero tremendamente emocionados. Y no es para menos. Si varias pruebas independientes, hechas con el rigor que el método científico exige (y que legiones de investigadores inventigadores de lo oculto ignoran o desechan), revelan que efectivamente el arsénico puede formar parte de los bloques fundamentales de los seres vivos, estaremos ante una nueva revolución, ante un nuevo paradigma científico. Pero, como decía Carl Sagan (y aunque ya determinamos en su día que era un vulgar traidor y un villano😉 ), no nos precipitemos: afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias.
Moraleja
¿Cuál es la moraleja de todo esto? Ninguna. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo por mi parte, creo que aunque los científicos, como personas, pueden ser dogmáticos, la ciencia en sí, como disciplina, no lo es. Gracias a que no lo es, entre otras cosas, escribo esto en un ordenador basado en la electrónica, que sustenta su funcionamiento en la mecánica cuántica (si se hubiera hundido a Planck o a Heisenberg, seguramente hoy no tendríamos ordenadores). O sea, que si alguna vez doy con una teoría alocada, no dudaré en lanzarla a la comunidad científica. No me cabe duda de que, de ser cierta y refrendada por las pruebas, acabará siendo aceptada.
Aunque, quién sabe, quizá no soy más que otro loco creyente de esa religión llamada Ciencia…
https://miguelsantander.com/2011/01/20/%C2%BFes-la-ciencia-dogmatica/
2.1Que es cientifico?

La ciencia ha demostrado ser la herramienta principal y más fiable de la especie humana para la adquisición de conocimiento cierto. Desde el inicio de la revolución científica a mediados del siglo XVI, ningún otro modelo filosófico ha logrado hacerle sombra. Su poder es evidente: permite descubrir y comprender el universo que nos rodea, otorga la posibilidad de desarrollar tecnologías avanzadas, pone en nuestras manos la capacidad de alcanzar conclusiones objetivas. En cada instante de su evolución, la ciencia ha ofrecido a la humanidad lo más parecido a la verdad que era posible conseguir en ese momento.

Y no sólo eso. La ciencia ha tenido también el poder de traernos beneficios inmensos que nos arrastraron desde la pobreza, la ignorancia y la superstición de la Edad Media hasta las sociedades contemporáneas y los confines del universo conocido. Antes de su llegada, todos los humanos vivíamos en una versión extrema de lo que hoy en día llamamos Tercer Mundo. Gracias a la ciencia, la esperanza de vida para la generalidad de nuestra especie ha aumentado de 30 a 70 años: más de una vida extra para cada ser humano, incluyéndote a ti. Uno de cada tres niños moría antes de alcanzar los cinco años de edad; ahora sobreviven 19 de cada 20 y, en los países más desarrollados, 99 de cada 100. Todo lo que nos rodea es resultado en mayor o menor medida de la Revolución Científica. Todo esto es obra de la ciencia, junto a muchísimas más cosas. Incluso en el plano de las ideas, resultaría muy complicado imaginar los modernos conceptos de libertad, derechos y democracia si nadie hubiera puesto en tela de juicio el orden tradicional y las supercherías antiguas a través de formas de pensamiento crítico cuya historia discurre trenzada inseparablemente a la historia del pensamiento científico.

Pero, ¿por qué la ciencia es tan poderosa? ¿Qué tiene tan especial, para habernos dado tanto en tan poco tiempo? ¿Es verdaderamente posible que haya una vía para conocer la Verdad, así, con uve mayúscula? ¿Por qué todo lo que hace la ciencia y su hija la tecnología termina por triunfar tarde o temprano, mientras que las demás cosas que hacemos los humanos son tan impredecibles y frecuentemente se saldan con clamorosos fracasos?

La clave del poder de la ciencia radica en el método científico. El método científico es una forma de buscar el conocimiento mediante la observación y el razonamiento estrictos, de manera sistemática y con el objetivo de hallar principios y leyes generales de validez universal. El método científico está diseñado de tal modo que toda subjetividad humana desaparezca, dejando únicamente los hechos y razonamientos objetivos.

Al aplicar con rigor el método científico, sólo puede quedar la verdad desnuda, o lo más parecido a la verdad desnuda que es posible conocer en ese momento específico: una verdad provisional tan próxima a la certeza como se puede llegar. A diferencia de lo que ocurre con los dogmas y doctrinas, el método científico se vuelve aún más fuerte cuando alguien lo utiliza para demostrar que una verdad establecida resulta ser falsa o incompleta: la ciencia tiene esa capacidad de corregirse a sí misma constantemente, refinando el conocimiento humano cada vez más y mejor. Algunos creen que este carácter eternamente provisional del conocimiento científico es una prueba de su debilidad frente a doctrinas tradicionales que pretenden contener la Verdad Absoluta. Pero se trata, en realidad, de su mayor fortaleza: la ciencia se extiende, avanza y mejora día a día, mientras que los dogmas no pueden evolucionar por su propia naturaleza de Verdad Absoluta y, por tanto, no mejorable.

Existen varias aproximaciones posibles al método científico. La más clásica, que inspira a todas las demás, es el llamado modelo hipotético-deductivo. El método hipotético-deductivo consta de siete pasos, siempre en el mismo orden:

  1. Observa: identifica con claridad el fenómeno que vas a estudiar, obsérvalo con atención y reúne todos los datos disponibles sobre el mismo. Delimítalo con nitidez: qué está dentro de tu estudio y qué queda fuera del mismo. Ponlo por escrito y reléelo con frecuencia.
  2. Crea una hipótesis: una vez tengas una visión global del fenómeno, imagina una explicación razonable que lo describa en su totalidad. Esto se llama unahipótesis. La hipótesis debe ser formulada con completa precisión, sin ambigüedad alguna en las palabras. Si es necesario, explicarás exactamente qué quieres decir con cada una de tus palabras; más a menudo, usarás lenguaje técnico con sentido específico. Estamos buscando una conclusión científica, no preparándonos para una discusión a golpe de triquiñuelas lingüísticas.
  3. Haz una predicción: como si fueras un adivino o una bruja, debes utilizar tu hipótesis para predecir algo que ocurrirá en el futuro si ésta es correcta; y diseñar un experimento para comprobarlo. Siempre, siempre, la carga de la prueba recae sobre quien afirma.
  4. Haz el experimento: tu experimento no debe estar diseñado en primer lugar para dar pábulo a tu predicción, sino para demostrar su falsedad por todos los medios. Sí, como suena: tienes que ir con todas tus fuerzas contra tu propia hipótesis. Con sadismo y mala baba. Sólo cuando se demuestre más allá de toda duda que las predicciones de tu hipótesis se cumplen, podrás comenzar a pensar que es verdadera. Tu experimento, además, debe ser reproducible: cualquier otro científico con equipo similar, en cualquier otro momento y lugar, debe ser capaz de repetirlo y validarlo independientemente.
  5. Vuelve al paso 1 hasta que no haya discrepancias entre los resultados de tus experimentos y las predicciones de tu hipótesis. Sólo entonces puedes pasar al siguiente nivel:
  6. Extiende, expande e integra: busca otros fenómenos análogos y repite el proceso. Profundiza. Al final, estarás en condiciones de proponer una ley que explique las observaciones en su totalidad y realice predicciones válidas para todos sus casos.
  7. Formula una teoría: la teoría, a diferencia de lo que la gente cree, es el último paso y el más sólido de todos ellos; una teoría reúne estas leyes e hipótesis verificadas en un sistema de conocimiento completo, global, que se integra con el resto de la ciencia. Y aún y así, podrá ser criticada y desafiada en todo momento, pero siempre empezando de nuevo por el paso 1.
Todos los pasos son imprescindibles y deben completarse en el orden expuesto. No importa lo rígido que parezca: igual que un solo cambio de signo en un problema matemático producirá un resultado erróneo, una sola falta en la aplicación del método científico dará lugar a conclusiones falsas y descabelladas.

A cambio, la ciencia compartirá contigo su poder: la capacidad de descubrir, de comprender, de construir, de desarrollar. La posibilidad de avanzar y de soñar cosas verdaderas.

Y además, será muy difícil que te engañen y que te manipulen. Cuando alguien intente colarte alguna afirmación indiscutible, alguna verdad de las que sabe todo el mundo o cualquier pamplina de supuesto sentido común, recuerda: la carga de la prueba recae siempre sobre quien afirma. Quien afirma, debe probar. Y probar, lo que se dice probar, sólo se puede probar verdaderamente usando el método científico.

El método científico nos arrancó de las tinieblas de la miseria y de la ignorancia para llevarnos a las sociedades modernas con todas sus tecnologías y a una comprensión profunda de la vida, del mundo y del universo que sólo ahora comenzamos a vislumbrar. También puede conducirnos a la destrucción de maneras nunca antes sospechadas, y por ello exige una nueva ética a la hora de aplicar sus resultados, libre de los dogmas del pasado y por eso mismo consciente de sus esperanzas y de sus peligros. Nunca antes tuvimos una herramienta tan poderosa. Ni tanta responsabilidad.
http://lapizarradeyuri.blogspot.com.es/2009/07/que-es-cientifico.html


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