Sánchez moverá el calendario
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•Una de las claves de la política es el calendario, hacer las cosas cuando toca, para no cometer errores irreparables. Los ingleses lo llaman timing. La moción de censura que entregó el gobierno a Pedro Sánchez tenía como objetivo desplazar a Mariano Rajoy y convocar nuevas elecciones.
El PSOE volvió al gobierno incidentalmente, sin tener mayoría ni alianzas para agotar lo que queda de legislatura. Sólo cuenta con 84 diputados. Los presupuestos dependen de Podemos y de los independentistas catalanes. La pinza para aupar a Sánchez era posible pero improbable. Los intereses de Pablo Iglesias y del independentismo catalán no coinciden en puntos importantes. La izquierda es internacionalista y el nacionalismo es excluyente.
Pedro Sánchez lleva ocho meses gobernando como si tuviera una mayoría suficiente. Ha tomado muchas iniciativas que se traducen en decretos puesto que no pueden pasar por los debates complejos de las leyes en el Congreso. El gobierno rompió con la política dura de Rajoy respecto a Catalunya y buscó un entendimiento con Quim Torra que es controlado a distancia por Carles Puigdemont. Abrió el diálogo, hizo gestos simbólicos, estableció una cierta complicidad con los representantes del govern catalán y apaciguó las tensiones entre Madrid y Barcelona.
Pedro Sánchez prometió que convocaría elecciones cuanto antes pero cambió de criterio y se dispuso a agotar la legislatura en 2020. Los resultados en Andalucía cambiaron el paisaje político español. Por una parte, por la entrada de la extrema derecha de Vox al parlamento andaluz y, por otra, porque el conflicto no resuelto con Catalunya se convirtió en el tema estrella de la campaña.
El conflicto catalán no cicatrizado despertó los viejos fantasmas de la unidad nacional que en buena parte de España sólo se entiende desde la uniformidad y la centralización. No se trata de avanzar en la idea de afianzar un gran espacio en el que los diferentes puedan convivir en la discrepancia sino de impulsar una visión única de la realidad. Santigo Carrillo, Miguel Herrero de Miñón y Ernest Lluch, por citar sólo algunos, hablaban de una España en la que todos se puedan sentir cómodos.
Pedro Sánchez ha intentado cambiar el ritmo de la aproximación con Catalunya. No ha cedido en cuestiones de soberanía ni ha pisado líneas continuas. Simplemente, abrió los cauces del diálogo y las negociaciones. Esta actitud no ha convencido al independentismo que está instalado en la unilateralidad y en el derecho de autodeterminación que no está contemplado en la Constitución.
Ha despertado también la fiera del nacionalismo español que ha encontrado en la introducción del concepto de relator, un notario que diera cuenta de lo que se hablaba en las reuniones entre los dos gobiernos, un ridículo pretexto para dinamitar la aproximación del Estado con Catalunya. Esta semana saltaron al ruedo dos exigencias por parte de la derecha que está más radicalizada después de la irrupción de Vox: unidad de España y elecciones generales anticipadas. Más de cuarenta mil personas se han dado cita hoy en la Plaza de Colón de Madrid con grandes banderas españolas al viento. Es difícil conseguir esos objetivos con una concentración tan moderada por no decir mediocre.Esquerra Republicana y los neoconvergentes han puesto un precio alto para apoyar los presupuestos de Sánchez. Le han pedido que medie en la situación judicial de los presos. No han concretado sino que han pedido gestos. Y no los ha habido. Han presentado sendas enmiendas a la totalidad de los presupuestos lo que equivale a dejar a Pedro Sánchez en una precariedad política insostenible hasta el final de legislatura. Las voces severamente críticas de la vieja guardia socialista a la aproximación de Sánchez a la cuestión catalana indican hasta qué punto la idea de la unidad nacional no es un tema únicamente de la derecha sino que es compartida por amplios espacios del socialismo.
El martes empieza el juicio al procés que alimentará las tensiones sobre la unidad española. Sánchez tiene que pensar en las elecciones. Puede inclinarse por el superdomingo de mayo o reservarse para otoño cuando las municipales, autonómicas y europeas hayan dibujado el nuevo panorama que salga de las urnas, se sepa cómo queda la sentencia del procés y se pueda afrontar con más distensión la crisis catalana.
Es difícil controlar la velocidad de los cambios. Pero si Sánchez hubiera convocado elecciones poco después de ser presidente, tal como había prometido, no tendría que soportar ahora las críticas que le llueven de todas partes. Y muy posiblemente las habría ganado cuando el PP estaba todavía descompuesto por el desprestigio de la corrupción
Duda 2 “Le han pedido que medie en la situación judicial de los presos” esto es posible en una democracia con poderes separados, creo que no es posible la mediacion, solo es posible un juicio rapido, sentecia y si se tercia un indulto.
Duda 3: Porque no hay la suficiente fuerza para presionar hacia un federalismo bien diseñado