José Luis Ferreira
José Luis Ferreira es Profesor del Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid y Doctor en Economía por Northwestern University, Illinois. Su investigación se centra en la teoría de juegos, la organización industrial, la economía experimental y la metodología.
http://nadaesgratis.es/admin/impresiones-de-economia-ecologica-tras-una-mesa-redonda
2. El mercado de emisiones se llama mercado por una buena razón, como en todo mercado se juntan oferentes y demandantes (en este caso, de permisos) para decidir transacciones libremente. El número de permisos lo decide el gobierno. Hay muchos mercados que funcionan así debido a limitaciones físicas o de otra índole. El gobierno decide qué frecuencias del espectro electromagnético se pueden usar para telecomunicaciones y las reparte por licencia o subastas, permitiendo que los oferentes o demandantes de licencias las intercambien. El gobierno decide cuánta deuda emitir y los particulares pueden intercambiar deuda a su gusto.
3. ¿Qué puede significar que se permita la entrada a alguien en este mercado? Cualquiera puede entrar a comprar derechos de emisión. A nadie se le impide. ¿Se refiere a que cualquiera puede entrar a emitir derechos? ¿Yo, como particular, puedo decidir que se emita más CO2 a la atmósfera? No se entiende lo que se quiere decir aquí, ni la analogía con construir más estadios si uno con 100 plazas no satisface la demanda. A no ser que se esté pensando en que alguien pueda construir más atmósfera, más planetas o más espectro electromagnético.
4. No he hablado de ninguna cantidad óptima, así que no sé a qué se refiere el penúltimo párrafo. He hablado de cantidades decididas como compromiso político usando como base de la discusión el mejor conocimiento de los efectos del CO2.
5. Un impuesto T al CO2 tendrá como consecuencia una cantidad de CO2 emitida Q. Y una decisión de emitir no más de Q tendrá como consecuencia un precio T por el CO2, igual que el impuesto. Son mecanismos, en principio, equivalentes. Las diferencias pueden venir por la mayor facilidad de diseñar uno u otro. El mercado de emisiones tiene la ventaja de garantizar que se cumple el objetivo. Con el impuesto tendríamos que ir tanteando. Además, a medida que cambien las tecnologías, el impuesto tendría que cambiarse constantemente, mientras que el mercado de emisiones ajustaría el precio rápidamente y sin más intervención estatal.
6. Si el Estado pone que no se puede emitir sin tener permisos, desde luego que se le puede colar alguien que emita ilegalmente, pero no parece que sea este un sector en el que sea fácil hacer muchas ilegalidades. El C02 viene de la quema de combustibles fósiles, y están bastante bien controladas las cantidades de esos combustibles y en manos de quién están en un primer momento, antes de pasar al consumidor final. Si una eléctrica quiere combustible tendrá que pagar el derecho. Si una gasolinera quiere vender combustible, también. Una vez pagado, el consumidor final no tiene que pagar más por usar electricidad o por llenar el depósito. El permiso ya está pagado y se le traspasa en el precio como cualquier otro coste.
-Si se imponte un número de permisos de 100 y hay un cumplimiento al 100%, el objetivo de no superar 100 de emisiones se cumple. Luego, en tu argumentación dices otra cosa, que puede haberse calculado muy mal ese número. Eso es otra cosa.
Desde luego, habrá también prueba y error por las razones que apuntas, pero eso no implica que serán los mismos prueba y error que con los impuestos. En estos últimos también habrá prueba y error por las mismas razones que en el mercado y, además, porque tendrán que acomodarse a los cambios tecnológicos. Esto último lo hace el mercado de emisiones automáticamente.
En cualquier caso, como he dicho en algún otro comentario, esto se sale del tema de la entrada. No era mi interés defender el mercado de emisiones frente a los impuestos pigouvianos, sino mostrar en un ejemplo una de las malas críticas hacia la Economía.
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Enrique Unodice: John H. Dales “Pollution, Property, and Prices” (U. of Toronto Press, 1968). Dales es considerado el padre de las soluciones pro-mercado porque en su libro propuso recurrir a “mercados” de permisos para contaminar. Aunque no se pueden ignorar ideas previas de Ronald Coase, el libro de Dales sentó las bases. Muy poco después de su publicación, en 1969, el libro era lectura obligatoria en cursos avanzados de Economía Aplicada (antecedente inmediato a lo que luego fueron unidades de políticas públicas) y fue cuando yo lo leí. Su influencia fue mucho más allá de la academia y hasta se fundaron grupos lobbyistas para promover sus ideas (ver p.ej.
https://emahq.org que estableció un premio Dales para sus miembros). Las referencias a soluciones pro-mercado son muchas, pero deben distinguirse de las investigaciones académicas —p.ej., Martin Weitzman ha publicado varios documentos teóricos (hoy circula este paper
https://scholar.harvard.edu/weitzman/publications/voluntary-prices-vs-voluntary-quantities%03) además de su libro Climate Shock (
http://gwagner.com/books/climate-shock/ ) dirigido a una audiencia no-académica. Advierto, sin embargo, que ambos tipos de análisis ignoran cómo los políticos toman sus decisiones colectivas, cómo se ejecutan y cómo se hacen cumplir.
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"La investigación de Costanza se centra en la interfaz entre los sistemas ecológicos y económicos, especialmente a mayores escalas temporales y espaciales. Esto incluye el modelado espacial de nivel para simulación de paisaje; el análisis de energía y materiales a través de sistemas económicos y ecológicos; evaluación de servicios ecosistémicos, biodiversidad, capacidad de carga y capital natural; y análisis disfuncional para alentar sistemas y métodos para corregirlos", fuente -https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Costanza.
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La Economía no calcula el valor del medio ambiente. Puede incluir en sus modelos lo que los gobiernos o individuos consideren. No porque acepte que ese sea el valor en algún modo objetivo, sino porque ese valor será el que pueda explicar el comportamiento económico de los individuos en distintos mecanismos económicos y podremos entender si serán eficientes y sostenibles o no. Se trata justamente de analizar eso.
La Economía dice que una manera de arreglar ese problema es limitar las emisiones de CO2 (¿están cerrados a ello los economistas, acaso?) y permitir un mercado de emisiones. Otra posible es poner un impuesto sobre las emisiones para conseguir ese límite (impuestos pigouvianos sugeridos por los economistas hace muchas décadas).
La optimalidad en Economía significa únicamente no dilapidar recursos. Me parece que en eso estaremos todos de acuerdo. Además de eso, se pueden pedir más propiedades a un mecanismo económico, como que satisfaga algunos criterios de igualdad. El análisis económico permite también estudiar de las maneras más eficientes de conseguir esa igualdad. Por ejemplo, incidiendo en las transferencias de rentas más que en manipular los precios "JLF
-El criterio de Pareto optimalidad sí implica eficiencia. No sé qué es maximizar la eficiencia, puesto que las asignaciones eficientes son muchísimas.
Si una sociedad se quiere gastar 100 en salvar una especie de la extinción, pero no 1000, estás valorando evitar esa extinción entre 100 y 1000. Eso no es algo que diga el economista, es lo que está diciendo la sociedad. Si salvar la especie cuesta incluso más de 1000, por ejemplo 10.000.000.000, y no hay ese dinero en el mundo, pues me parece que la especie se extinguirá en este sistema y en cualquier otro. Desde luego, será más fácil evitar una extinción cuando el problema no es grave que cuando ya quedan pocos ejemplares.
Precisamente porque es difícil sino imposible hacer el cálculo de lo que nos interesa cada cosa a cada uno es que hay que tomar decisiones políticas. Lo que he dicho en la entrada es que estas se pueden integrar en los modelos económicos para minimizar su coste y que esa decisión política no puede desentenderse de lo que diga el mejor saber en cada momento y en cada ciencia.
El propio Nordhaus, p.e., hace estimaciones partiendo de preferencias agregadas más o menos justificadas.
Me acabo de leer el escrito sobre las críticas a Nordhaus y veo tres:
1. Se critica el uso de una tasa de descuento y no otra que valore más el futuro. Esto no es una crítica metodológica. Se refiere a calibrar el modelo con un parámetro u otro. Si una tas de descuento es mejor que otra, adelante. Parece que se critica a Nordhaus el que use la tasa de descuento que parece ser más consecuente con lo que sabemos de estas preferencias sociales en lugar de proponer otra.
2. Se critica que use una función de costes cuadrática. De nuevo, esto no es una crítica fundamental. Si se mejora el modelo con otra función que explique mejor las cosas, adelante.
3. Se critica que se intenten valorar las cosas. Eso ya no lo entiendo. ¿Tomar decisiones sin echarse unas cuentas? ¿Basándose en qué? ¿Cuál es la propuesta alternativa? ¿Cómo convencer de ella?
Así todo, como he hecho en algún comentario anterior, Incluso si políticamente se decide un nivel de emisiones 100 y este nivel no está basado en ningún análisis coste-beneficio, el mercado de emisiones seguiría siendo un sistema interesante para proceder tras ese límite (el mercado de emisiones o cualquier otro mecanismo diseñado con las leyes económicas en la mano y no contra ellas).
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a Economía moderna tal y como se practica en el entorno de las mejores universidades y las mejores publicaciones tiene el bienestar de los individuos como vara de medir las propiedades de cada mecanismo económico y las consecuencias de cada política económica. Libros como el de Naredo son interesantes, pero son muy descriptivos y poco o nada analíticos. Es decir, no proponen un modelo operativo con el que trabajar.
El problema de que las políticas por países o grupos de países no serán efectivas a no ser que se extiendan a todo el planeta es un problema para cualquier medida que quieras adoptar (por muy inspirada que esté en la economía ecológica), no solo para el cap and trade, así que esto no es ninguna crítica a este mecanismo particular.
No sé qué es el "verdadero valor" del medio ni a qué llamas "valoración monetaria del medio". La valoración económica dependerá de la valoración que hagan los individuos. Incluirá beneficios y costes que se puedan esperar de usar un recurso o de mantenerlo, pero en ninguna parte de la Economía dice que esos beneficios y costes sean los de una determinada actividad empresarial. La Economía debe incluir todos los beneficios y todos los costes.
La sustituibilidad ilimitada de capital físico por capital manufacturado no es un supuesto necesario ni se postula siempre, ni es inherente al análisis económico. Eso sí, es conveniente para algunos modelos en los que esa sustituibilidad explica bien algunas cosas. Pero incluso en esos modelos no se lleva al extremo que se quiere caricaturizar. El hecho es que sí existe esa sustituibilidad y también que existen factores difíciles de sustituir. Ambas cosas se pueden incluir y se incluyen en los modelos.
No sé a qué llamas sostenibilidad débil. Pero sospecho que toda sostenibilidad lo es, desde el momento en que hay recursos no renovables y el sol acabará con la vida en la Tierra alguna vez. La cuestión es cómo usar los recursos no renovables de la mejor manera posible hasta que podamos bastarnos con los renovables o hasta que se acabe el planeta.
La Economía también tiene un enfoque físico: lo que importan son las cantidades de bienes y servicios que se producen y cómo se reparten. Precios, mercados, regulaciones, tasas, cuotas,... son únicamente instrumentos para realizar la producción y el reparto. El objeto de la Economía como ciencia positiva es describir las propiedades de esos mecanismos para poder hacer previsiones.
-La incertidumbre la acepta un economista ecológico y para cualquiera. No entiendo esa parte de la crítica.
-No he dicho nada de usar recursos hasta que se acaben. He hablado de cómo usar los no renovables hasta que podamos valernos de los renovables.
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Jose Pablodice: