Perplejidad y desconcierto
Si se quiere reducir el elevado abstencionismo entre las izquierdas, necesitamos impulsar políticas que reduzcan la desigualdad social y ofrecer un proyecto político de Estado desde una cultura federal de cooperación
Joan Coscubiela
https://ctxt.es/es/20181212/Firmas/23441/Joan-Coscubiela-tribuna-ideologia-politica-Andalucia-Europa.htm?fbclid=IwAR0_Bh6G6_XrX1pGpb9DbRoeVFOzrUKqygDFhXf5h966WiKJvc715YvAcyA
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Así, perplejos y desconcertados nos hemos quedado al conocer unos resultados electorales en Andalucía que nadie, absolutamente nadie, fue capaz de anticipar. Y ese desconcierto me parece el dato más determinante de todos, porque amenaza con instalarse entre nosotros.
La ciudadanía de Andalucía ha expresado de diferentes formas su malestar e indignación, en ocasiones incluso la ira que sienten y que comparten con otras muchas personas en todo el mundo, ante la gran dislocación de todas las estructuras sociales provocada por una globalización económica, social, cultural que genera desigualdad, inseguridad y desarraigo.
Y nuestro desconcierto aumenta al tratar de interpretar lo que ha sucedido. Obsesionados con Vox pasamos por alto que la intensidad del impacto de los resultados electorales tiene que ver con los 400.000 votos a ese partido, pero también y mucho con un aumento de la abstención, que ha ampliado el espectro sociológico del “precariado político”, y con la desmovilización del electorado de izquierdas que ha supuesto una pérdida de 700.000 votos en relación a las anteriores autonómicas.
Si desde las izquierdas se quiere acertar en la respuesta es importante entender toda la complejidad que expresan los resultados de las elecciones andaluzas, salvo que queramos conformarnos con la consigna fácil que solo sirve para eludir responsabilidades propias, cohesionarse en la derrota, consolarse con la épica y poca cosa más.
Nuestra dificultad para entender se explica por la tendencia a buscar respuestas simples a realidades complejas. Una tentación que aumenta cuanto mayor es el desconcierto. Quizás por eso estamos atrapados, discutiendo sobre si en Andalucía hay o no 400.000 fascistas o intentando buscar una sola explicación –contraponiendo unas a las otras– o debatiendo sobre la importancia de los factores económicos y los culturales-identitarios. Por supuesto, con el conflicto catalán como gran protagonista de muchas explicaciones.
El desconcierto es aún mayor cuando se trata de decidir sobre la respuesta más adecuada. Desde el frente antifascista, el cordón sanitario o la normalización de Vox, todas estas respuestas cometen el mismo error, giran únicamente alrededor de este partido, con lo que pueden contribuir involuntariamente a su consolidación. Y se ignoran otros datos muy importantes, entre ellos las causas de la gran desmovilización del electorado de izquierdas.
Para acercarnos a un buen diagnóstico deberíamos asumir la complejidad de la situación y rehuir respuestas únicas, fáciles y simples. Y para conseguirlo quizás, solo quizás, nos sirva el símil de los incendios forestales y debamos distinguir entre las causas, los detonantes y los aceleradores de este “incendio” político.
En la aparición de una fuerza nacional populista de extrema derecha como Vox encontramos algunas causas que también están en el origen de la elevada abstención del electorado de izquierdas y que compartimos con procesos similares en muchos otros países. La globalización sin gobernanza política está generando inseguridad y miedo en amplios sectores de nuestras sociedades. Por sus consecuencias económicas, en forma de desigualdad social o simplemente de perdida de perspectivas de bienestar. Por las consecuencias sociales, en la medida en que los procesos migratorios nos traen a las puertas de casa la brutal desigualdad social y sus consecuencias en términos de convivencia. Y están dando a luz a sociedades más mestizas, postnacionales, en las que aumentan las personas no nacionales, excluidas de los derechos políticos que en cambio son destinatarias de los miedos de los que sí votan.
Entre las causas profundas de este incendio hay también factores propios de nuestro país. Los cambios producidos en el ámbito de los derechos civiles, en relación a la mujer y la diversidad sexual, han sido espectaculares por su intensidad y su rapidez y no toda la sociedad los está encajando de igual manera. En ocasiones se nos olvida o ignoramos que hasta hace 40 años en España el adulterio de la mujer era penado con la cárcel, no así el del marido, salvo que fuera amancebamiento en casa propia. O que el ejercicio de determinados derechos civiles de las mujeres estaban tutelados primero por el padre y luego por el marido. Y que durante años la homosexualidad estuvo incluida en el concepto de “peligrosidad social” penado legalmente hasta pocos días después de aprobarse la Constitución de 1978.
Estas son a mi entender algunas de las causas profundas, lo que siguiendo con el símil de un incendio forestal sería tener el bosque descuidado, lleno de maleza o de restos dispuestos a actuar de combustible. Causas sobre las que debemos fijar nuestra atención si queremos reducir el riesgo de que se instalen entre nosotros y provoquen constantes recidivas.
La ciudadanía de Andalucía ha expresado de diferentes formas su malestar e indignación, en ocasiones incluso la ira que sienten y que comparten con otras muchas personas en todo el mundo, ante la gran dislocación de todas las estructuras sociales provocada por una globalización económica, social, cultural que genera desigualdad, inseguridad y desarraigo.
Y nuestro desconcierto aumenta al tratar de interpretar lo que ha sucedido. Obsesionados con Vox pasamos por alto que la intensidad del impacto de los resultados electorales tiene que ver con los 400.000 votos a ese partido, pero también y mucho con un aumento de la abstención, que ha ampliado el espectro sociológico del “precariado político”, y con la desmovilización del electorado de izquierdas que ha supuesto una pérdida de 700.000 votos en relación a las anteriores autonómicas.
Obsesionados pasamos por alto que la intensidad del impacto de los resultados electorales tiene que ver mucho con la abstención, que ha ampliado el espectro sociológico del “precariado político”Son efectos distintos, pero a mi entender tienen un mismo hilo conductor, compartido además con reacciones muy parecidas en otros lugares del mundo. Mientras unos sectores sociales –en general los más acomodados o los que tienen una mayor percepción de riesgo– lo han canalizado participando activamente en las elecciones y expresando su indignación con el voto a Vox, al que han considerado el partido que mejor representa el combate contra todo lo que temen o aborrecen, otros –especialmente los de rentas más bajas y más afectados por la desigualdad social– lo han expresado desentendiéndose de las elecciones. Es en esa combinación de activismo electoral de unos e inhibición de otros donde reside la clave del gran impacto político de estas elecciones, que no se puede explicar solo con el desembarco de Vox.
Si desde las izquierdas se quiere acertar en la respuesta es importante entender toda la complejidad que expresan los resultados de las elecciones andaluzas, salvo que queramos conformarnos con la consigna fácil que solo sirve para eludir responsabilidades propias, cohesionarse en la derrota, consolarse con la épica y poca cosa más.
Nuestra dificultad para entender se explica por la tendencia a buscar respuestas simples a realidades complejas. Una tentación que aumenta cuanto mayor es el desconcierto. Quizás por eso estamos atrapados, discutiendo sobre si en Andalucía hay o no 400.000 fascistas o intentando buscar una sola explicación –contraponiendo unas a las otras– o debatiendo sobre la importancia de los factores económicos y los culturales-identitarios. Por supuesto, con el conflicto catalán como gran protagonista de muchas explicaciones.
El desconcierto es aún mayor cuando se trata de decidir sobre la respuesta más adecuada. Desde el frente antifascista, el cordón sanitario o la normalización de Vox, todas estas respuestas cometen el mismo error, giran únicamente alrededor de este partido, con lo que pueden contribuir involuntariamente a su consolidación. Y se ignoran otros datos muy importantes, entre ellos las causas de la gran desmovilización del electorado de izquierdas.
Para acercarnos a un buen diagnóstico deberíamos asumir la complejidad de la situación y rehuir respuestas únicas, fáciles y simples. Y para conseguirlo quizás, solo quizás, nos sirva el símil de los incendios forestales y debamos distinguir entre las causas, los detonantes y los aceleradores de este “incendio” político.
En la aparición de una fuerza nacional populista de extrema derecha como Vox encontramos algunas causas que también están en el origen de la elevada abstención del electorado de izquierdas y que compartimos con procesos similares en muchos otros países. La globalización sin gobernanza política está generando inseguridad y miedo en amplios sectores de nuestras sociedades. Por sus consecuencias económicas, en forma de desigualdad social o simplemente de perdida de perspectivas de bienestar. Por las consecuencias sociales, en la medida en que los procesos migratorios nos traen a las puertas de casa la brutal desigualdad social y sus consecuencias en términos de convivencia. Y están dando a luz a sociedades más mestizas, postnacionales, en las que aumentan las personas no nacionales, excluidas de los derechos políticos que en cambio son destinatarias de los miedos de los que sí votan.
La globalización sin gobernanza política está generando inseguridad y miedo en amplios sectores de nuestras sociedadesLa homogeneización cultural que genera la globalización juega también su papel en el desconcierto y la inseguridad que sienten muchas personas y que les lleva a recluirse en lo conocido. Quizás sirva escuchar las razones que han llevado a estas personas a abrazar a Vox y recordar el papel jugado históricamente por la familia, la tribu, la religión y la nación en la construcción de espacios de “seguridad”. Los humanos buscamos refugio en ellas cuando nos sentimos perplejos e inseguros y queremos combatir todo aquello que erosiona nuestras certezas y convicciones ancestrales, nuestro entorno de seguridad.
Entre las causas profundas de este incendio hay también factores propios de nuestro país. Los cambios producidos en el ámbito de los derechos civiles, en relación a la mujer y la diversidad sexual, han sido espectaculares por su intensidad y su rapidez y no toda la sociedad los está encajando de igual manera. En ocasiones se nos olvida o ignoramos que hasta hace 40 años en España el adulterio de la mujer era penado con la cárcel, no así el del marido, salvo que fuera amancebamiento en casa propia. O que el ejercicio de determinados derechos civiles de las mujeres estaban tutelados primero por el padre y luego por el marido. Y que durante años la homosexualidad estuvo incluida en el concepto de “peligrosidad social” penado legalmente hasta pocos días después de aprobarse la Constitución de 1978.
Estas son a mi entender algunas de las causas profundas, lo que siguiendo con el símil de un incendio forestal sería tener el bosque descuidado, lleno de maleza o de restos dispuestos a actuar de combustible. Causas sobre las que debemos fijar nuestra atención si queremos reducir el riesgo de que se instalen entre nosotros y provoquen constantes recidivas.