Un discurso nocivo
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•Los resultados de las elecciones andaluzas tienen una dimensión europea aunque sea para introducir el dato de que un partido de extrema derecha, xenófobo, antieuropeo y antiestablishment ha entrado en un Parlamento hispánico. El fenómeno no es una singularidad sino una corriente que se ha instalado en prácticamente todos los países continentales, desde Suecia a Italia pasando por Holanda y Alemania.
La extrema derecha existía pero se cobijaba bajo el manto del Partido Popular, donde convivía con las varias corrientes conservadoras que han integrado la derecha española fundada por Manuel Fraga. Una cosa es la corriente de fondo que fluye con discrecionalidad en todas las democracias occidentales y otra es la particularidad de cada país y sociedad concretas.
No es lo mismo la extrema derecha finlandesa, sueca o danesa, con presencia en los respectivos parlamentos y dando apoyo a gobiernos de distinto signo, que la francesa de Le Pen o la italiana de Salvini o la de Voxque acaba de entrar en el Parlamento andaluz.
Cada uno de estos movimientos tiene su propia raíz cultural y comparte un nacionalismo que consideran incompatible con la cesión de competencias a las instituciones europeas. ¿Qué es el Brexitsino un rechazo y un miedo a perder la singularidad británica?
El presidente de Austria anunció ayer que recortará la ayuda social a quien no hable alemán. El “América primero” de Donald Trump es un nacionalismo de Estado hasta las últimas consecuencias, un supremacismo que levanta fronteras físicas, culturales y políticas contra quienes vienen de fuera, dándose la paradoja de que si algo ha distinguido la historia de Estados Unidos ha sido su mezcla de razas, creencias y culturas que la han convertido en una gran nación.
En todo caso, se puede aplicar en muchas democracias liberales el “invierno del descontento”, la célebre frase de Shakespeare en Ricardo III. Hay descontento porque hay desigualdad a pesar de que la creación de riqueza no había sido nunca tan grande. El miedo a ser devorado por multinacionales anónimas o por culturas hegemónicas explica en buena parte la crisis que vive, por ejemplo, un país tan rico y tan convencido de los valores republicanos como Francia.
Lo más inquietante de la entrada de Vox en el Parlamento andaluz no es si va a ser decisivo o no para formar gobierno en los próximos días y semanas. Lo que es más relevante es la introducción de un discurso que contamina el debate público y que se puede concretar en un rechazo al inmigrante, un antieuropeísmo sin complejos, la defensa de los toros y la caza, eliminación de las autonomías y sus televisiones y la revocación de medidas sociales que han beneficiado a muchos.
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Guy Verhofstadt, el líder de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), grupo al que pertenece Ciudadanos, envió un tuit la noche del domingo congratulándose por el resultado del partido de Albert Rivera en Andalucía añadiendo que el “éxito de la extrema derecha, sin embargo, nos tendría que preocupar a todos. Estamos ante una batalla para preservar el alma europea que se librará en las elecciones del mes de mayo”.
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Si el Partido Popular o Ciudadanos pactan con Vox para obtener la presidencia de Andalucía tendrán de incorporar, de alguna manera, el mensaje político de la nueva formación. El discurso contra Catalunya que ha contribuido a la victoria del partido de Santi Abascal puede cosechar votos pero es nocivo para resolver el conflicto más serio que tiene España en estos momentos.
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La reacción de Pablo Iglesias incitando a salir a la calle cuando el escrutinio todavía no había terminado me parece una gran irresponsabilidad. A Vox no se la va a combatir con manifestaciones ni con griterío en las tertulias sino con propuestas serias para evitar la radicalización que se ha producido en Andalucía, en toda la sociedad española y también en Catalunya.
Transcurridas las elecciones andaluzas es aconsejable que todos los partidos que han perdido miles de votos y algunos escaños, desde las izquierdas hasta la derecha del Partido Popular, reflexionen por qué han retrocedido ante el avance espectacular de Ciudadanos y de Vox.Están en juego la convivencia, las libertades y el marco constitucional que garantiza el sistema democrático.
Publicado en La Vanguardiael 5 de diciembre de 2018
Y mientras tanto los periodistas que hacías? Nada.
Quizá porque los medios de comunicación están económicamente hundidos y en manos de las publicidades institucionales y de la banca a quién deben lo que no pueden pagar.
Hay que terminar con la dictadura de lo politicamente correcto ha dicho el jinete en cuestion.
Pues por ahi nos hemos perdido entre guayismo, buenismo y papanatismo ha resultado que ya no se distinguen las diferencias entre formaciones de izquierda a derecha. Y ahi han entrado en tromba.
Mal asunto.
Hay que empezar ya! el proceso “destituyente”
Hi ha un descontent general a tota Europa, la gent te por a perdre identitat, benestar, patrimoni. La crisi econòmica i social ha generat apego al poc que tenim, no ho volem perdre, tenim POR.
Els sous han baixat, les pensions son insegures, l’habitatge es inaccesible, i els impostos no paren de pujar. Els Paisos cada cop mes endeutats…..
La insatisfacció fa provar noves alternatives politiques.
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Vox sacude el tablero con un discurso antieuropeista
by Lluís Foix •