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Consecuencias de incrementar el salario minimo, a favor en contra

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Consecuencias de incrementar el salario minimo, a favor en contra 

El Ministerio de Empleo prefirió curarse en salud, estableciendo algunas cautelas: para que se produzca la elevación, el crecimiento del PIB debe ser de al menos el 2,5%, y el incremento de afiliados a la Seguridad Social, superior a 450.000 personas.

Estas cifras, si bien no son menores, se han conseguido sobradamente en los últimos años, con crecimientos del PIB superiores al 3% y de más de medio millón de afiliados más a la Seguridad Social cada año (más de 600.000 en 2017). Lo cual quiere decir que, si la economía no sufre un frenazo, se pueden alcanzar razonablemente. (11-10-2018)

Recuerden este dato "si la economía no sufre un frenazo"si se frena en 2020, veremos las consecuencias.

 

Los países sin salario mínimo tienen sueldos medios más altos y menor tasa de paro

La tasa media de paro en los países sin salario mínimo es cuatro puntos inferior

El salario mínimo interprofesional es una ¿ayuda o un estorbo para el desarrollo del mercado laboral? En el último informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística, 'Los salarios en España y la UE', se puede ver como varios de los países que no tienen un salario mínimo establecido tienen salarios medios muy elevados. Además, la tasa de paro de estos Estados es inferior de media a la que presentan los países con un salario mínimo establecido.

Países sin salario mínimo

La salud del mercado laboral en términos de tasa de paro también es superior en los países que no tienen un salario mínimo ('SM'). La media aritmética de la tasa de paro de los Estados que no tienen SM se establece en el 7,1%. La lista de estos países sin legislación en cuanto al SM está formada por: Dinamarca, Alemania (tendrá SM a partir de 2015), República Checa, Italia, Chipre, Austria, Noruega, Islandia, Suecia, Suiza y Finlandia.
Aunque es cierto que dentro de estos países existen grandes disparidades. Por ejemplo, la tasa de paro en Chipre que no tiene es del 15,1%, mientras que por ejemplo Noruega tan sólo tiene una tasa de paro del 3,7%.  Alemania, con una población que supera los 80 millones de habitantes ha sido siempre un ejemplo para los defensores de la libertad salarial, su tasa de paro es del 5%.
Por otro lado, la media anual de los salarios brutos en estos países son mucho más altos que los de los Estados con SM establecido. El salario medio de Dinamarca supera los 60.000 euros, en Suiza es aún superior y rebasa los 70.000 euros anuales. Finlandia con 43.848 euros y Alemania con 43.300 euros son otros dos buenos ejemplos de los elevados salarios en este tipo de países.

Países con salario mínimo

La lista de países con salario mínimo es algo más larga: Bélgica, Bulgaria, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Hungría, Holanda, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia y Reino Unido. El país con el salario mínimo más elevado es Luxemburgo, con un SM bruto anual de 1.900 euros, en el lado opuesto está Bulgaria con 173,84 euros.















En cuanto a los salarios medios, Luxemburgo con 52.902 euros tiene el salario medio más alto de esta lista. Holanda con un salario medio bruto anual de 46.287 euros es el segundo. Por otro lado, los países del este como Bulgaria o Rumanía tienen salarios medios que rondan los 6.000 euros anuales.
La tasa de paro media en estos países superar el 11%, cuatro puntos porcentuales más que la media aritmética obtenida en los Estados que no tienen SM. España con un 24% y Grecia con cerca del 26% lideran esta lista, mientras que Holanda con una tasa de paro del 6,5% o Reino Unido con un 6% de desempleo han logrado buenos resultados a pesar de tener establecido un SM.

Defensores y detractores

Los detractores del salario mínimo explican que las retribuciones recibidas por el factor trabajo (empleados), dependen en última instancia de la productividad del trabajo. Como no es sostenible el pago de una remuneración que supere la productividad de un empleo, la determinación de un salario mínimo provocará desempleo en aquellos puestos cuya productividad sea inferior al mismo, aseguran desde IESE Business School.
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Mientras que sus defensores aseguran que el salario mínimo es una herramienta útil de política 'social'. Gracias al salario mínimo se garantiza un nivel de ingresos para todos los trabajadores, compatible con la satisfacción de sus necesidades básicas.

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 A pesar de los inconvenientes, en mi caso defiendo un salario minimo, que debe ir subiendo escalonadamente, segun las necesidades de cada pais, si es posible subirlo, de lo que estoy en contra es de subidas por encima del 5 %, como ahora se pretende, porque sabemos que tiene sus riesgos, ver Venezuela.
Es mejor pues , una devaluacion fiscal, para incrementar el disponible de los trabajadores.
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https://www.eleconomista.es/economia/noticias/7994287/11/16/La-disyuntiva-del-salario-minimo-generador-de-paro-o-impulsor-del-consumo.html

El salario mínimo enciende otro debate: ¿subirlo puede crear más paro?

  • "Hay que subir salarios, pero en función de la productividad"













Foto: Getty.
La teoría convencional ha sostenido durante décadas que aumentar el salario mínimo es perjudicial para la creación de empleo porque, según la ley de la oferta y la demanda, un sueldo más elevado contrae la demanda de trabajo. Sin embargo, el incremento del SMI tiene también un lógico impacto positivo en la renta de los trabajadores y, por tanto, implica un aumento del poder adquisitivo de la ciudadanía, que impulsa el consumo y estabiliza la economía.
Ante esta disyuntiva, los expertos coinciden en que, si bien toca subir los sueldos en España, el alza no debe ser superior a la combinación del incremento de la inflación y la evolución de la productividad. "Ha llegado el momento de subir los salarios, pero siempre en función de la productividad", sostiene el director de IMF Business School, Carlos Martínez, para quien introducir un "plus" a los trabajadores serviría para "animar el consumo".
También es el punto de partida de las organizaciones sindicales, que defienden un fuerte aumento de los salarios para recuperar el poder adquisitivo perdido durante la crisis y acercarlo a países del entorno europeo, como Holanda, Bélgica o Francia, donde el SMI llega incluso a triplicar al español. Según los últimos datos de Eurostat, distribuidos en 12 pagas prorrateadas mensualmente, el SMI alcanza los 1.537,2 euros en Holanda, 1.531,9 en Bélgica y 1.466,6 en Francia, frente a los 764,4 euros que reciben los empleados españoles (655,2 euros, en 14 pagas).
Ante esta tesitura, CCOO y UGT instan al Gobierno a incrementar el SMI hasta 800 euros en 2017 y situarlo en torno a los 1.000 euros en 2020, aproximándose al 60% del salario medio. En una nota conjunta, los sindicatos recuerdan que el SMI ha sufrido una pérdida de poder de compra de 2,7 puntos en los últimos cinco años y que, durante ese periodo, las subidas nominales del SMI han sido "irrisorias": menos de 14 euros.
Sin embargo, del lado empresarial advierten de los efectos perniciosos que puede tener en la actividad y en el empleo el aumento salarial y frecuentemente relacionan incrementos del SMI con trabas a la contratación y subidas del desempleo.
Pero, ¿existe realmente una relación directa entre el SMI y la tasa de paro? Para el profesor y coordinador del departamento de Investigación del IEB, Miguel Ángel Bernal, "no existe ningún estudio que pruebe la relación entre el salario mínimo y el desempleo". De hecho, los datos ponen de manifiesto que los países con un SMI considerado alto no tienen por qué tener un elevado desempleo. Es el caso de Luxemburgo: el país de la UE con el salario mínimo más alto (1.922,9 euros al mes) tiene una tasa de paro del 6,3%, menor que la de Bulgaria (7,5%), que tiene el salario mínimo más bajo de los 28 (214,7 euros).
En este sentido, una investigación de Arindrajit Dube, economista especializado en Economía del Trabajo y profesor de la Universidad de Massachusetts, constató que el aumento sectorial del salario mínimo no reduce puestos de trabajo como predice la teoría convencional. Dube investigó durante 20 años en distintas regiones de Estados Unidos y demostró que un alza del SMI de entre un 4% y un 7% retiene a los trabajadores y mejora su productividad, impacta en el consumo, en la mejora del empleo y, por ende, en la estabilidad de la economía.

Alternativas

Pero, ¿es tal la repercusión del salario mínimo? Por su parte, el investigador de Fedea Marcel Jansen sostiene en un artículo que el SMI es vinculante en menos del 2% de los nuevos contratos a tiempo completo. "La baja incidencia se explica por la alta cobertura de los convenios colectivos, que suelen imponer tarifas mínimas superiores al SMI", argumenta.
Pero la situación cambia radicalmente si nos fijamos en los jóvenes. España igualó el salario mínimo de jóvenes y adultos en 1998 y, desde entonces, el SMI es igual para todos los trabajadores, en contraste con la regulación en países como Holanda, donde el salario mínimo crece con la edad del empleado. En este sentido, Jansen aboga por reintroducir en España un salario mínimo juvenil como "mecanismo para que los jóvenes paguen una mayor proporción del coste de su formación".
Otros argumentos pasan por la repercusión de la subida del SMI en la caída de la precariedad, pero Bernal no comulga con esta idea. "La solución a la precariedad está en el contrato único", afirma. Una opción de contratación para luchar contra la temporalidad (el 27% de los asalariados en España tienen un contrato temporal) promovida por partidos como Ciudadanos y el Partido Popular, que lo bautizó en su acuerdo con la formación naranja para la investidura de Mariano Rajoy como "contrato de protección creciente".
El amplio acuerdo entre el PP y Ciudadanos incluía también la introducción de un "complemento salarial garantizado", un impuesto negativo sobre la renta de las personas físicas que mejore los ingresos de los trabajadores en función de su jornada laboral, su renta, condiciones y patrimonio familiar.
Ahora, ¿qué diferencia existe entre este complemento y la renta básica propuesta por Podemos? La idea de la formación naranja y los populares es que esa renta sea complementaria a los ingresos laborales de los hogares y beneficie a aquellos trabajadores que no alcanzan el salario mínimo anual (9.172,8 euros). Podemos propuso una renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo, y, como mínimo, del valor correspondiente al umbral de la pobreza, que el Instituto Nacional de Estadística (INE) cifra en 8.011 euros al año.
SMI, precios y poder de compra, 2001-2015













(1): Durante los 6 primeros meses el SMI fue de 460,5 euros y durante los 6 siguientes 490,8 euros.
(2): 2016: Promedio de las variaciones interanuales de datos mensuales, de enero a octubre.
(3): Crecimiento % IPC - Crecimiento nominal SMI.
Fuente: CCOO a partir de datos del INE.
https://www.eleconomista.es/economia/noticias/7994287/11/16/La-disyuntiva-del-salario-minimo-generador-de-paro-o-impulsor-del-consumo.html

https://articulosclaves.blogspot.com/2018/01/previsiones-economicas-2017-2020.html 

El debate sobre la subida del SMI: cantidades y consecuencias 

El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha vuelto a salir a la palestra. Realmente el debate sobre su escasa cuantía nunca ha dejado de estar encima de la mesa, si bien en los últimos meses, con las negociaciones para la formación de gobierno, se había aparcado en una esquina a la espera de acontecimientos. Ahora, una vez hay un gobierno en firme, los partidos políticos han vuelto a poner de actualidad un debate que ya no se puede silenciar como ha ocurrido anteriormente.
En los últimos años la crisis económica y la famosa ‘competitividad por costes’ han hecho imposible que el SMI diera un buen respingo, limitándose a subir en función del IPC. Así, actualmente el salario mínimo está en los 655 euros, una cantidad raquítica que nos sitúa a la cola de la UE y muestra nuestras vergüenzas de cara al mundo. Por ello, la diversidad que impera ahora en la Cámara Baja ha permitido la aprobación de una ley que incremente el SMI de forma escalonada hasta alcanzar los 950 euros en 2020, pasando por los 800 euros en dos años.
No obstante, no hay que cantar victoria aún, pues esta ley estará abierta a enmiendas y es posible que el plan no acabe fraguando, ya que entrarán en conflicto diversos intereses. Por un lado, los sociales, pues en la segunda década de 2016 no es lógico que una de las mayores economías de la Zona Euro tenga un SMI que no cubre las necesidades básicas; por el otro, la realidad económica y empresarial de este país, que puede que no esté aún preparada para asumir un incremento de los salarios de estas características.

¿Se puede subir el SMI hasta 950 euros?

Lo que muchos se preguntan, ante esta propuesta, es si es sostenible este incremento en una economía como la española, que todavía no ha salido del todo de la crisis y teniendo en cuenta que el próximo año crecerá menos que en el presente. Con ese dato de partida, y viendo que en un año como 2016 -en el que el PIB aumentará más de un 3%- el SMI solo subirá un 1,02%, de acuerdo al IPC, “por la productividad media y la situación económica general” -dicho por el gobierno-, ¿cómo se va a llevar a cabo una subida de esa envergadura? ¿Es esta la cantidad acertada o es demasiado?
Los partidarios de subir el SMI -todos los grupos parlamentarios menos PP y Foro Asturias- consideran que es el momento oportuno ante la mejora económica y la enorme desigualdad respecto a otros países europeos de la misma talla. Además, argumentan que el salario mínimo es un indicador clave para medir el grado de bienestar y desarrollo del país.
gente compras
Por lo tanto, la conclusión es que un país como España -una de las principales potencias europeas- no puede permitirse un SMI tan bajo. Y es que actualmente nos situamos en la misma franja salarial de economías tan castigadas como la griega o la portuguesa, mientras que países como Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda o Bélgica nos duplican, si bien las distancias económicas con ellos también son contundentes.
No obstante, hay que resaltar que, paradójicamente, son los países europeos que no tienen estipulado un salario mínimo como tal los que mejor pagan. Estos son Dinamarca, Finlandia, Suecia, Finlandia, Italia, Austria y Chipre, y según Eurostat, los daneses son los que mejor cobran -nada menos que 35 euros la hora-, seguidos de los suecos y los fineses, con 25 euros por hora. En España, con nuestro SMI asegurado, cobramos una media de 15 euros la hora.
Por lo tanto, si finalmente prospera esta medida, Podemos cumplirá con una de las iniciativas reina de su programa electoral, en el que la subida del SMI era una de las iniciativas principales. De este modo, España saldría de una posición en la que, si se compara en términos globales, paga un sueldo mínimo en línea con países como Bahrein o Arabia Saudí.

Consecuencias

Pero esta subida del SMI no saldría gratis ni mucho menos. De hecho, conllevaría una subida generalizada de precios, ya que se supone que los ciudadanos tendrían mayor poder adquisitivo y, además, los empresarios necesitarían facturar más para poder pagar las nóminas.
De hecho, el portal inmobiliario Idealista publicaba esta semana que los precios de los alquileres subirán con este incremento del salario mínimo, ya que hay mucha demanda de pisos a precios bajos y poca oferta, de modo que los precios se tensarían más y dejaríamos de ver alquileres a 500 euros mensuales.
ALquileres
Pero no solo eso, en esta entrada en el blog Esto va de Lentejas, se expone que el aumento del SMI podría aumentar la economía sumergida, ya muchas horas de trabajo se pagarían en negro y esto haría que la temporalidad y la precariedad del empleo subiesen aún más.
Por su parte, el Círculo de Empresarios ha indicado que una subida salarial siempre es bien recibida...mientras vaya en paralelo a un incremento de la productividad. De lo contrario, la asociación afirma que se sería perjudicial para la economía y la creación de empleo. Es más, avisan de que aunque una medida pueda ser favorable desde el punto de vista social, “ésta misma puede tener segundas y terceras derivadas”.
De este modo, como era de esperar, cada mitad de la baraja tiene una opinión opuesta sobre la conveniencia o no de la subida del SMI. Y cada una de ellas tiene su parte de razón. Evidentemente, un país como España no puede permitirse a día de hoy un SMI que roza lo paupérrimo. No obstante, hay que estudiar muy bien cómo y cuándo se lleva a cabo para no afectar a la frágil economía española. Con un horizonte a 2020 -y con una “parada técnica” por el camino en 2018 para subirlo a 800 euros- puede que no tenga un impacto adverso en el sistema económico. Pero en cualquier caso, todo dependerá de cómo evolucione la economía global y de si España es capaz de reformar buena parte de su mercado laboral -para que sea competitivo no solo por los costes- y su sistema fiscal.
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https://www.elblogsalmon.com/mundo-laboral/el-debate-sobre-la-subida-del-smi-cantidades-y-consecuencias
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Escrito por Veronica Lechuga en 2016
"De este modo, como era de esperar, cada mitad de la baraja tiene una opinión opuesta sobre la conveniencia o no de la subida del SMI. Y cada una de ellas tiene su parte de razón. Evidentemente, un país como España no puede permitirse a día de hoy un SMI que roza lo paupérrimo. No obstante, hay que estudiar muy bien cómo y cuándo se lleva a cabo para no afectar a la frágil economía española. Con un horizonte a 2020 -y con una “parada técnica” por el camino en 2018 para subirlo a 800 euros- puede que no tenga un impacto adverso en el sistema económico. Pero en cualquier caso, todo dependerá de cómo evolucione la economía global y de si España es capaz de reformar buena parte de su mercado laboral -para que sea competitivo no solo por los costes- y su sistema fiscal."

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El salario mínimo subirá más en un año que lo acumulado en los últimos diez

El incremento, de 164 euros al mes, deja en papel mojado el pacto de los agentes sociales










Redacción / La Voz
Es la medida estrella de las cincuenta páginas del pacto presupuestario firmado ayer. Si todo sale según el guion acordado por el Gobierno y Podemos, el salario mínimo interprofesional subirá el año que viene más de un 22 %, al pasar de los 735,9 euros brutos mensuales (en 14 pagas) de este ejercicio a 900 (unos 5,6 euros por hora tomando como base una jornada de 40). Serían 164 euros más al mes en las nóminas más precarias.
Una cifra que supera el incremento acumulado del salario mínimo interprofesional en los últimos diez años, que no llega a los 136 euros al mes. Hay que remontarse a principios de los ochenta para encontrar subidas del SMI de dos dígitos: entre 1980 y 1983 el sueldo mínimo se elevó un 41 %, aunque ese aumento (inferior al de la inflación en el mismo período) se troceó en tres ejercicios y en ninguno de ellos el incremento fue del calibre del que ahora se plantea.




















Los puntos clave del pacto presupuestario
El acuerdo firmado por el Ejecutivo y Unidos Podemos (que se podría aplicar aunque las cuentas públicas no salgan adelante, ya que el SMI se fija por decreto y no tiene casi impacto presupuestario para la Administración) justifica el estirón argumentando que «puede contribuir significativamente a prevenir la pobreza en el trabajo y fomentar un crecimiento salarial general».
Al margen del diálogo social
El acuerdo político deja en papel mojado el acuerdo firmado por el Ejecutivo del PP con los agentes sociales el pasado mes de diciembre, que establecía un incremento progresivo del SMI hasta los 850 euros que debía culminarse en el 2020. Un pacto que, además, se vinculaba al crecimiento económico, ya que la senda de subida solo se mantenía si en cada ejercicio el PIB aumentaba más de un 2,5 % y se creaban 450.000 empleos.
Por eso la decisión del Gobierno ha caído fatal en la patronal, que entiende que la propuesta «cuestiona el diálogo social». La CEOE advirtió ayer en un comunicado que el estirón del salario mínimo «tendrá efectos negativos en la negociación colectiva». Es decir, amenaza con frenar las subidas al resto de los trabajadores que había pactado con los sindicatos.
Ahí está otra de las claves de este movimiento del Gobierno. Al elevar el SMI a 900 euros se desbloquea la subida de los sueldos más bajos en los convenios, que los agentes sociales acordaron elevar a 1.000 euros de aquí al 2020. En las últimas semanas, UGT y CC. OO. habían denunciado que algunas patronales provinciales se negaban a aplicar lo acordado a nivel estatal y advirtieron que, si se mantenía esa postura, reclamarían al Ejecutivo que aplicase la subida por decreto, elevando el SMI (que marca una referencia que no se puede empeorar por convenio). Dicho y hecho.
Este último matiz es el que complica hacer un análisis sobre el impacto de la medida, ya que si la subida del salario mínimo a principios de este año afectó, según el Gobierno, a 533.978 trabajadores por cuenta ajena (el 3,5 % del total), elevar ese listón un 22 % podría aumentar también sensiblemente esa cifra.
El economista Alberto Vaquero, profesor en la Universidade de Vigo, advierte de que la medida podría provocar efectos indeseados, como un descenso en la contratación, subidas de precios o un repunte de la economía sumergida, ya que la mejora salarial no va ligada a un incremento de la productividad. A cambio, las mayores cotizaciones sociales sanearán las maltrechas cuentas de la Seguridad Social sin apenas coste para el Estado (unos 340 millones, según el cálculo oficial).

La cotización de los autónomos se basará en sus ingresos reales

El alza del salario mínimo elevará en 420 euros al año la cuota que pagan el 85 % de los autoempleados
m. s. d.
El acuerdo para sacar adelante los Presupuestos incluye la medida más esperada para los 3,2 millones de trabajadores por cuenta propia que hay en España (212.000 de ellos, en Galicia). Se trata de la reforma del sistema de cotización de los trabajadores autónomos para vincularlo a sus ingresos reales.
La idea es garantizar que los que tengan menores ingresos paguen una cuota más baja a la Seguridad Social, aunque ello conllevará también menos derechos a la hora de recibir prestaciones.
La decisión está tomada, pero falta saber cómo se articulará. El documento que ATA y UPTA (las dos organizaciones de autónomos mayoritarias) presentaron al Gobierno este pasado verano plantea un sistema de cotización por tramos que beneficia, con una cuota de 50 euros, a los autónomos con ingresos por debajo del salario mínimo, ahora establecido en 735,9 euros. Cuando el listón se sitúe en los 900 euros, falta por saber si ese será también el nuevo límite para los beneficiarios de la tarifa superreducida o si se establecerá otra cantidad de referencia.
La reforma es urgente, desde el punto de vista de las organizaciones de autónomos, porque la subida del SMI prevista en los Presupuestos del 2019 afectará, y mucho, a los autoempleados. Porque los que cotizan por la base mínima, que suponen el 85 % del total, tendrán que pagar 420 euros más al año a la Seguridad Social en el mismo instante en que entre en vigor el sueldo mínimo de 900 euros.
En la práctica, esto supondría que la cuota de cotización ascenderá a 312,9 euros al mes, frente a los 277,9 euros mensuales actuales (tarifa actualizada en julio de este año).
La buena noticia es que esta vez los autónomos societarios se salvan de la subida automática, puesto que tras la aprobación de los últimos presupuestos, quedaron desligados del SMI para su cálculo.
La reforma también pondrá el foco en los falsos autónomos, para intentar acabar con esta controvertida figura antes de que finalice el 2019, estableciendo en la ley la presunción de que se considerará relaciones laborales por cuenta ajena la prestación de servicios en la que los ingresos procedan de un único cliente o empleador.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/economia/2018/10/12/salario-minimo-subira-ano-acumulado-ultimos-diez/0003_201810G12P3991.htm
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La insoportable levedad del SMI


 
El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) acaba de aumentar un 4%. Esta subida se añade a otra del 8% registrada en 2017 (que Florentino Felgueroso comentó aquí) y podría tener continuidad, bajo determinadas condiciones, hasta completar un incremento acumulado del 30% en el periodo 2016-2020.
La mayoría de analistas de la economía española han saludado estos aumentos con satisfacción. Por una parte, se considera necesario que los salarios crezcan más, para así impulsar el consumo y para aumentar una tasa de inflación que sigue siendo demasiado baja. Por otra, se concibe como una medida justa, pues ayudaría a revertir el aumento de la desigualdad salarial registrado durante la última década y a menguar la pobreza. Finalmente, el que haya sido el resultado de un acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales genera expectativas de que también se produzcan avances en otras reformas necesarias (legislación laboral, pensiones, etc.)
A riesgo de ser catalogado como un economista (madridista) gruñón, expresaré algunas objeciones (son cinco pero podrían ser más):
En España, el SMI es un instrumento de fijación de salarios poco relevante.
Desde que se introdujo como tal por Decreto 55 1963 de 19 de enero (cuando se fijó para trabajadores mayores de 18 años en 60 pesetas al día y 1.800 al mes), el SMI se concibe como una manera de extender las ganancias salariales de la negociación colectiva a los trabajadores no cubiertos por ella. A este respecto, es sintomático que la Constitución Española reconozca el derecho a la negociación colectiva (artículo 37.1), pero no el derecho a un SMI, y que el Estatuto de los Trabajadores (artículo 26.3) consagre la negociación colectiva como el principal instrumento de fijación de salarios. Por tanto, no debe extrañar que la cobertura del SMI en nuestro país sea muy baja. En el gráfico siguiente se representa el porcentaje de trabajadores que perciben menos del 105% del SMI (fuente: aquí):

Y estas son las tasas de cobertura del SMI estimadas por Floren:


Los aumentos del SMI repercuten marginalmente sobre la masa salarial.
Dada su escasa incidencia, variaciones del SMI se traducen en cambios muy pequeños de la masa salarial.  Incluso suponiendo que las subidas del SMI de 2017-2018 acabaran afectando plenamente a un 3% de la población trabajadora (lo que a la vista de los datos estadísticos disponibles parece un tope superior) y que no se tradujeran en pérdidas de empleo, el incremento resultante de de la renta disponible de dicha población sería de alrededor del 0,37%.
Aunque es posible que las subidas del SMI acaben trasladándose a las tarifas salariales pactadas en la negociación colectiva, esto parece poco probable. A este respecto, hay que tener en cuenta que seguirá en vigor la misma regla de afectación del SMI en los convenios colectivos que en 2017, según la cual es el SMI  que estaba en vigor en 2016 (y no el resultante tras las dos últimas subidas) el que continuará siendo de aplicación a los convenios colectivos vigentes que lo utilicen como referencia.
Por consiguiente, “normalizar los salarios” sigue siendo tarea de empresarios y representantes de los trabajadores mediante la negociación colectiva, permitiendo que estos suban en aquellas empresas donde las ganancias de productividad así lo permitan. La prevalencia de la negociación colectiva sectorial, a pesar de las reformas laborales de 2010 y 2012, poco proclive a la diferenciación salarial, no construye el mejor escenario para ello.
Estos aumentos del SMI podrían provocar pérdidas de empleo, especialmente entre la población juvenil.
Si los aumentos del SMI causan (o no) pérdidas de empleo es una cuestión muy controvertida. Muchos estudios han encontrado que incrementos del salario mínimo no tienen efectos apreciables sobre el empleo agregado, si bien pueden reducir significativamente el peso relativo del empleo de los jóvenes de baja cualificación (ver, por ejemplo, esto y esto). Según estimaciones de BBVA Research, el aumento acumulado del SMI en 2017-2018, si no se trasladara al resto de salarios y sin ganancias de productividad, podría provocar una disminución del empleo del 0,3% en el largo plazo. Un estudio reciente sugiere que las pérdidas de empleos podrían ser mayores porque incrementos del SMI provocarían la automatización de los puestos de trabajo de baja cualificación.
Dada la coyuntura económica actual y si se cumplieran las condiciones pactadas para los aumentos futuros del SMI (crecimiento anual del PIB superior al 2,5% y aumentos anuales de afiliados a la Seguridad Social de 450 mil), los efectos sobre el empleo no deberían ser motivo de gran preocupación, a pesar de la notable cuantía del incremento del SMI. Sin embargo, para que el SMI de trabajadores adultos pudiera crecer aun más, sin que ello causara efectos negativos significativos sobre el empleo juvenil, sería conveniente la reintroducción de un SMI diferenciado para jóvenes sin cualificación.
Los efectos de aumentos del SMI sobre el consumo, PIB y empleo están sobrevalorados.
A pesar de que los aumentos del SMI repercuten mínimamente en la renta disponible de la población trabajadora, hay quién defiende que sus impactos sobre el consumo, el PIB y el empleo son inmediatos y elevados, aduciendo que la propensión al consumo de la población con salarios bajos es muy alta y que en su cesta de consumo los productos domésticos tienen un mayor peso que las importaciones.
Aun aceptando que la propensión marginal al consumo de la población afectada por subidas del SMI sea casi la unidad (lo que puede no ser cierto dependiendo de la situación financiera familiar en cuestión), el efecto sobre el PIB y el empleo dependerá de los muchos márgenes de ajuste de los que disponen las empresas para hacer frente a aumentos de la demanda (precios, horas de trabajo, etc.); no hay que olvidar que entre las perturbaciones de demanda y de oferta, el crecimiento económico y el empleo hay relaciones turbulentas e incomprendidas.
El SMI no reduce significativamente la desigualdad de renta ni la pobreza.
Aumentos del SMI pueden beneficiar a trabajadores con bajos salarios, pero no necesariamente a familias con bajo nivel de renta. En realidad, tal y cómo se muestra en el gráfico siguiente (fuente: aquí), en España solo un 10% de la población por debajo del umbral de la pobreza son trabajadores que perciben el SMI.

La correlación entre ser un trabajador con bajo salario y ser miembro de una familia pobre es débil por tres razones: i) la mayoría de las familias pobres con cabeza de familia entre 18 y 64 años no tienen ningún miembro con empleo, ii) muchos trabajadores son pobres porque trabajan pocas horas, no tanto porque su salario sea bajo, y iii) muchos trabajadores con bajos salarios, especialmente los más jóvenes, no son miembros de familias pobres.
Para reducir la desigualdad de renta y la pobreza existen otras medidas más eficaces que aumentar el SMI. Una de ellas es un subsidio a las ganancias salariales de las familias de rentas bajas, mediante un complemento salarial o fiscal (a la manera del Earned Income Tax Credit). Aunque no resolvería el problema de la pobreza entre las familias sin ingresos laborales, esto tendría varias ventajas. Primero, al estar dirigido a quiénes más lo necesitan, se podrían implementar transferencias de renta más cuantiosas. En segundo lugar, dado que se financiaría con impuestos, implicaría una mayor redistribución de los perceptores de rentas altas hacia los de rentas más bajas. (Por el contrario, el SMI redistribuye desde los empleadores de trabajadores con salarios bajos, que no suelen percibir rentas altas, hacia los trabajadores que perciben el SMI, que no son necesariamente pobres). Finalmente, los incentivos a sumergir la actividad económica y el empleo son mucho menores con un complemento salarial o fiscal que con el SMI.

En definitiva, que el SMI haya empezado a aumentar de nuevo es una buena noticia por señalizar el comienzo de una necesaria "normalización de salarios" que tendría que materializares en otros ámbitos, pero no por las razones esgrimidas habitualmente. Esperar que en España subidas del SMI impulsen el crecimiento y reduzcan la desigualdad de renta y la pobreza es creer en unicornios. O en los Reyes Magos. Y ya se sabe que la principal labor de los economistas es recordar que los Reyes Magos no existen. No obstante, espero que el próximo fin de semana sus "Majestades de Oriente" sean generosos con todos los lectores de NeG.
http://nadaesgratis.es/juan-francisco-jimeno/la-insoportable-levedad-del-smi










Evaluación de políticas en la era de la posverdad


picture_seattleCualquier aumento del salario mínimo que es mínimamente generoso suele generar polémica, pero pocas veces asistimos a debates tan virulentos como el que tuvo lugar esta semana en Estados Unidos. El origen de la polémica es la publicación de un estudio que sugiere que las recientes subidas del salario mínimo en la ciudad de Seattle han causado una considerable pérdida de empleos poco remunerados. El estudio forma parte del proyecto  “The Seattle Minimum Wage Study” (SMWS) patrocinado por las autoridades locales y su publicación estaba prevista para esta semana. Sin embargo, pocas días antes se publicó otro estudio por parte de un equipo de investigadores de Berkeley que niega la existencia de impactos adversos. La polémica estaba servida porque este segundo estudio también fue encargado por las autoridades de Seattle con posterioridad y publicado estratégicamente solo unos pocos días antes del informe de SMWS. Esta manera de actuar es inapropiada y dañina para la profesión porque genera muchas dudas, tanto sobre el verdadero impacto del salario mínimo como sobre la objetividad, por no hablar de la integridad profesional de los dos equipos de investigación.

El contexto
En junio de 2014 la cuidad de Seattle aprobó una ordenanza con una subida gradual del salario mínimo hasta los 15 dólares por hora. Los dos estudios evalúan el impacto de las dos primeras subidas que elevaron el salario mínimo en más de un 37%, desde un nivel inicial de 9,47$ hasta un nivel de 13$ en enero del 2016. El estudio del SMWS utiliza datos confidenciales con información sobre las ganancias y las horas trabajadas de cada persona con derecho a prestaciones por desempleo en el estado de Washington. La información sobre salarios permite identificar a todas las personas con salarios por debajo de determinados umbrales y la información sobre horas permite distinguir entre ajustes a lo largo del margen extensivo – número de puestos de trabajo – e intensivo – horas. La disponibilidad de datos de salarios es importante porque evita la necesidad  de utilizar proxies para los trabajadores o puestos de trabajo poco remunerados como suele ser la práctica en esta literatura.
Pese a todo, la estimación de los impactos causales sigue planteando retos importantes. En el caso de Seattle la principal complicación es la coincidencia en el tiempo de la subida del salario mínimo con un fuerte boom económico a nivel local. Seattle es el centro de muchas empresas high-tech y en los últimos años la ciudad ha experimentado un fuerte crecimiento en los niveles de salario y empleo. En este contexto no resulta nada fácil aislar el impacto de la subida del salario mínimo. Para poder hacerlo hace falta un grupo de control de otra localidad que haya experimentado un boom similar, pero donde el salario mínimo no haya cambiado.
Los autores muestran que los condados adyacentes a Seattle no cumplen estas condiciones, invalidando de esta manera la metodología propuesta en el famoso estudio de Card y Krueger (1994). En su día estos autores analizaban el impacto de una subida del salario mínimo en el estado de Pensilvania, comparando la evolución del empleo en restaurantes de comida rápida en dos localidades adyacentes a distintos lados de la frontera. Para solucionar el problema, los autores del SMWS optan por un método alternativo basado en controles sintéticos– un procedimiento estadístico que les permite minimizar las diferencias en las tendencias previas a la subida en el salario mínimo entre la cuidad de Seattle y un grupo de control sintético compuesto de una media ponderada de otras localidades en el estado de Washington. El método tiene una sólida base estadística y ha sido utilizado en otros estudios sobre salarios mínimos.
Otra decisión menos estándar de los autores es la limitación del análisis a puestos de trabajo con salarios inferiores a 19$ por hora. Solo hay referencias a un estudio previo que utiliza un método similar y los procedimientos para establecer el umbral es menos formal que la construcción del grupo de control.
Resultados
Todo esto no hubiera atraído tanta atención si no fuera por los resultados encontrados en el estudio del SMWS . Según los autores, la segunda subida del salario mínimo causó un aumento en el salario medio del grupo de tratados (con salarios inferiores a 19$) de alrededor de 3.1%, causando a su vez una disminución en las horas agregadas para este grupo de más de 9% y en el número de empleos de 6.8%. Por tanto, según estos resultados el aumento en el salario mínimo hubiera causado una disminución de las ganancias totales para los trabajadores con salarios inferiores al 19$ por hora, reflejado en una elasticidad del empleo con respeto al aumento causal en los salarios de alrededor de (-)3. Es decir, medida en esta manera (con la subida causal en los salarios en vez del aumento del salario mínimo en el denominador) la elasticidad es casi 15 veces mayor que la mayor elasticidad convencional obtenida en los anteriores estudios!
Los investigadores de Berkeley critican varios aspectos del informe en una carta dirigida al alcalde de Seattle, como la exclusión de las empresas con plantas en múltiples localidades que no ofrecen información a nivel de planta sino al nivel de empresa, y en su proprio estudio los autores llegan a conclusiones muy distintas. En particular, para el sector de restaurantes y otros servicios alimentarios los autores no encuentran ningún impacto negativo en el empleo y un impacto muy moderado en salarios en línea con la mayoría de las estimaciones existentes. Los autores optan por esta estrategia convencional de identificación por falta de datos sobre salarios pero su grupo de control sintético se nutre de localidades en todo el territorio de los EE.UU. y no solo en el Estado de Washington.
A primera vista, estos dos conjuntos de resultados parecen completamente irreconciliables. Sin embargo, en uno de los ejercicios empíricos los autores del SMWS reproducen los resultados presentados en el informe de Berkeley. En particular, limitando el análisis al sector de servicios alimentarios, los autores obtienen resultados adversos de una magnitud similar como en su benchmark (columnas 4 y 5), aunque solo para los primeros dos trimestres de 2016. Al contrario, cuando extienden el análisis a todos los salarios en el sector los efectos son mucho más pequeños e insignificantes en linea con los resultados de los investigadores de Berkeley.
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En algunos comentarios se interpreta este resultado como evidencia de que la subida del salario mínimo no ha causado una pérdida neta de empleo por la aparente compensación de la pérdida de empleos de bajos salarios con un aumento relativamente fuerte en los empleos con salarios por encima del umbral de 19$. Sin embargo, esta interpretación no parece (del todo) correcta. La eliminación del umbral de salario incluye a muchas personas con salarios relativamente altos y potencialmente no afectadas en el grupo de tratamiento. En consecuencia, el impacto medio es menor y las estimaciones son menos precisas como indica la comparación de los errores estándar, lo que ayuda a entender la ausencia de efectos significativos al nivel de sector. Por tanto, en vez de desacreditar los resultados del SMWS, estos resultados son más bien una crítica a la literatura existente que utiliza proxies en vez de grupos de control basados en datos de salarios.
Me atrevo a ir un paso más allá. Aunque fuera cierto que el salario mínimo no produce efectos adversos sobre el nivel de empleo agregado, todavía pueden existir importantes efectos redistributivos que hagan que no debemos ignorar los resultados del SMWS. La razón es que las personas que ocupan estos nuevos puestos de trabajo con altos salarios probablemente no coinciden con las personas que hayan perdido sus puestos de trabajo poco remunerados.
Muchas de las dudas suscitadas por el estudio del SMWS se podrán resolver con más análisis. Los propios autores han expresado su intención de cruzar sus datos con otra base de datos con información detallada sobre las características de los individuos. Además, en vez de utilizar una secuencia de secciones cruzados los autores podrían utilizar datos longitudinales para seguir a los mismos trabajadores en el tiempo. Si es cierto que la subida del salario mínimo ha perjudicado a los trabajadores con salarios bajos, entonces deberíamos observar un aumento considerable en la probabilidad de transición del empleo al desempleo y poca o ninguna movilidad hacia salarios más altos para personas cuyos salarios iniciales estaban por debajo o ligeramente por encima de 13$. Por último, en los próximos años se podrán replicar los resultados para otras regiones y ciudades que también han anunciado subidas generosas de su salario mínimo, pero que parten de niveles inferiores que Seattle. De esta manera se podrá verificar en que medida el nivel previo del salario mínimo y la reducida escala geográfica de la subida del salario mínimo en Seattle han influido en los resultados.
Conclusiones
Todos estos contrastes son imprescindibles y forman parte de la práctica normal en la investigación económica. El problema es que la actuación de todas las partes involucrados genera desconfianza en nuestra profesión. Por su parte, los autores del SMWS ofrecen una larga discusión de los posibles sesgos en los estudios previos, pero a la hora de describir posibles problemas de identificación causados por el fuerte aumento en el empleo y los salarios en Seattle los autores son mucho menos profusos. Parece que les ha podido el afán de llamar la atención con resultados alarmantes. Ante resultados tan llamativos en un asunto tan sensible como es el salario mínimo conviene adoptar una actitud más prudente, explorando todas las vías posibles para verificar la robustez de los resultados antes de su publicación.
Por otra parte, los investigadores de Berkeley incurren en un error todavía mayor, prestando su reputación como investigadores al alcalde de Seattle para desautorizar públicamente a los autores del SMWS previamente contratados por el mismo alcalde. Su carta al alcalde hace referencia a varios asuntos que merecen atención y que pueden alterar los resultados, pero lo normal habría sido que la carta hubiera servido como una especie de referee report, obligando a los autores del SMSW a abordar los asuntos polémicos antes de la publicación del informe. Y por último, si bien no menos importante, el alcalde de Seattle sale muy mal parado.  Su afán de evaluar los efectos de la subida del salario mínimo es loable, pero no parece que el alcalde estuviese abierto a aceptar críticas.
En la era de la posverdad los ciudadanos tienen necesidad perenne de información objetiva acerca del impacto de las decisiones políticas adoptadas por sus gobernantes. La investigación económica se encuentra en una posición privilegiada para aportar este tipo de información pero solo tendrá credibilidad si ninguna de las partes involucradas hace un uso estratégico de los resultados y si los equipos de investigadores actúen con total independencia, transparencia y objetividad.
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El aumento del salario mínimo: no tan trivial

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La aprobación en el Congreso de la propuesta de subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) mensual hasta los 950 euros mensuales, y la posterior aceptación por parte del gobierno de subirlo un 8% en el 2017, ha generado múltiples reacciones. Me han preguntado en distintos medios sobre los efectos que puede tener esta medida. La respuesta no es tan trivial como parecen argumentar aquellos para los que “todos son pros” o “todos son contras”.
Quienes reclaman un aumento tan sustancial argumentan que la recuperación económica no está llegando a todos, y que hay que asegurar un suelo salarial efectivo que impida la precariedad y pobreza entre los trabajadores (consecuencias de la últimas reformas laborales). Sus efectos positivos sobre la demanda interna fortalecerían la creación de empleo y el crecimiento. (1) Los “todo contras” argumentan que no hay margen para un aumento del salario mínimo, que los efectos sobre el empleo pueden ser desastrosos y que rompería la tendencia actual de crecimiento económico. De hecho, lo mejor sería suprimir el SMI (por ejemplo, (2), (3))
Me temo sin embargo que no nos podemos basar en argumentos tan triviales si queremos hacer una valoración ajustada de la subida del SMI.
Un salario mínimo en perspectiva histórica: no tan distinto al de los últimos 30 años.
Para empezar, merece la pena echar un vistazo hacia atrás y ver la evolución del salario mínimo desde su creación en el año 1963 hasta la actualidad. El Gráfico 1 muestra dicha evolución en términos reales, con base 100 en 2015. La línea azul representa el SMI al inicio de año, y la naranja a final del mismo. Cómo se puede observar, después de un período de ajuste, desde su implantación hasta mediados de los años 80, el salario mínimo real se ha mantenido relativamente estable,  en torno a unos 635 euros mensuales (por 14 pagas). De hecho, el salario mínimo actual es muy similar al del año 1984.
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También se han incluido en el gráfico los salarios mínimos correspondientes a 2017 (aumento del 8%) y 2020 (950 euros) aplicando las previsiones de inflación de Funcas para 2016 y 2017, y una inflación del 2% anual en el período 2018-2020. Si estas previsiones fueran acertadas y el aumento del SMI no tuviera un efecto sobre los precios, habría que remontarse al año 1980 para encontrarse con un salario mínimo real superior al fijado para el 2017. Con un SMI de 950 euros en 2020 entraríamos en terreno desconocido, superaría en un 18% el máximo alcanzado en el año 1978.
Aumentos del SMI y aumentos salariales en convenios colectivos
Esta constatación depende evidentemente de lo que pasará con los precios. Estamos lejos del período inflacionista de finales de los 70, que acabó mermando notablemente el SMI real. Pero, si se produjera un efecto contagio sobre los salarios pactados en convenio, y éstos sobre los precios, el crecimiento del SMI en términos reales sería menor que el que aparece en el gráfico.
Otro episodio no tan lejano de aumento sustancial del SMI se produjo entre los años 2004 y 2009. El gobierno de Zapatero aumentó el SMI un 35.5% entre 2004 y 2009, después de varios años de aumento del 2%, equivalente a la inflación prevista. En el año 2004 se produjo un primer aumento del 2% y luego otro del 6.5%, en total un 8.63%, similar al previsto para el año que viene. El aumento final, una vez descontada la inflación, fue del 18.6% .
A falta de un ejercicio econométrico que permita un análisis más fino, fijémonos en la evolución de los aumentos salariales medios pactados en los convenios colectivos durante estos dos períodos.
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Como se puede observar, parece que la evolución de ambos indicadores haya seguido patrones bien distintos. Los aumentos de salarios  pactados en la negociación colectivos no parecen haberse visto alterados por el crecimiento del SMI. Como nos mostraron Mario Izquierdo y Juan Francisco Jimeno en este artículo (Samuel Bentolila en este post)  la evolución de los salarios vino más influida por la indiciación salarial, con cláusulas de garantía, que a su vez generaba unos "efectos de segunda ronda", que acababan convirtiendo aumentos transitorios de la inflación en permanentes.
¿Cuál sería la cobertura del SMI?
Es decir, los convenios colectivos si que tienen efectos sobre los precios. La ausencia de posibles efectos del SMI sobre los convenios colectivos se debe probablemente a que las tarifas fijadas en dichos convenios pueden ser bastante superiores al SMI. Ahora bien, para llegar a los 950 euros, al margen del 8% ya aprobado, aún quedaría un aumento de más de 34% en tres años. ¿Cuál sería el nivel de cobertura del SMI si este aumento se llegara a producir? ¿Podría llegar a alcanzar las tarifas fijadas en convenios colectivos (en niveles)?
El nivel de cobertura y la caracterización de los perceptores se puede aproximar con varias fuentes en la actualidad.  Estoy trabajando en ello, esperando sacar pronto un paper, de momento, sólo un pequeño adelanto con los datos de la MCVL:
Según la MCVL, la cobertura del SMI ha aumentado rápidamente desde el inicio de la recuperación. Aún así, en el año 2015, estaríamos aún en un 2.5% de los asalariados que percibirían un salario igual o inferior al SMI, una vez ajustado por jornada y días trabajados. Con el SMI del 2017, la cobertura pasaría ser 3.6%,  y hasta al 8.8% con los 950 euros en el 2020.
Con el SMI del 2020, los trabajadores más jóvenes verían doblar su nivel de cobertura, hasta casi el 30%, y la cobertura entre los de 25 a 29 años se multiplicaría por 2,5 superando el 17%. Algo similar ocurriría en las ocupaciones menos cualificadas, con las empresas más pequeñas y aquellas de recién creación  que superarían todas ellas el 20% de cobertura.
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En resumen, mientras que un aumento del 8% del SMI para el año 2017 supondría un aumento moderado en su cobertura, el paso a unos 950 euros elevaría sustancialmente la cobertura total, y en especial para los colectivos que tienen una mayor probabilidad de ser cubiertos por los convenios colectivos de sector. En este caso, la relación directa entre convenios colectivos y SMI sería mucho más probable que en la actualidad. De esta forma, también sería más probable que este aumento del SMI tuviera efectos sobre los precios, vía convenios colectivos, mermando las expectativas de que pueda reducir la pobreza laboral.
¿Efectos del salario mínimo sobre el empleo?: necesitamos más evidencia para España
Existen centenares de artículos sobre efectos de aumentos de los salarios mínimos sobre el empleo. Unos obtienen  efectos positivos y otros  efectos negativos. El único consenso en realidad es que no puede haber consenso, y que es necesario tener más de una evidencia en cada contexto en el que se producen dichos aumentos.  En el caso español, sin embargo, la evidencia es escasa, en especial para los aumentos del  SMI durante el período 2004-2009, encontrando resultados negativos en Galán y Puente (2012) (para los jóvenes y personas de edad más avanzada) y Blázquez, Llorente y Moral (2009) que no encuentran efectos negativos ni para los jóvenes. Necesitamos pues de más evidencia, y cuanto más rápido mejor. Es decir, sería bueno no esperar al 2020 y tener pronto unas primeras evidencias sobre los efectos de aumento en el 2017.
¿Qué objetivo se pretende alcanzar con un aumento tan sustancial del SMI?
En cualquier caso, si lo que se trata es de "poner un suelo más efectivo para impedir la precariedad y la pobreza de los trabajadores", muy probablemente estemos errando. Como explicaba en un post hace unos meses, el SMI ha perdido parte de su capacidad para lucha contra la precariedad y la pobreza laboral. Ya no estamos en los años 70, en el que el SMI podía ser más efectivo con contratos estándar, a tiempo completo e indefinidos. Ni la precariedad, ni la pobreza vienen ya determinadas por el salario por día o por hora en exclusiva, sino también por la jornada y los períodos de empleo. Si más de 6 millones de trabajadores asalariados perciben un salario por debajo del salario mínimo anual es porque no trabajan suficiente tiempo.
Las últimas reformas laborales es cierto que no han hecho nada por mejorar la calidad de los empleos. El aprovechamiento por ejemplo de la última reforma para pagar salarios por debajo de los salarios de convenios de sector probablemente haya sido un factor que pueda exolicar una parte del aumento de la cobertura del SMI (véase el surgimiento de las empresas multiservicio y otra subcontratas que pagan el SMI, en lugar de los salarios de los convenios de sector (6)). Pero el número de personas de bajos ingresos y el aumento de trabajadores que residen en hogares pobres no ha cesado de aumentar desde el inicio de la crisis, y no se puede achacar a las reformas laborales. ¿Quiere decir que no se debe actuar? Todo lo contrario, pero con otros instrumentos complementarios, que se ajusten al contexto actual, como el complemento salarial. Cierto es que la cuantía de este complemento también es modulable en función del salario mínimo, siempre que éste no tenga efectos sobre el tiempo de trabajo.
Conclusiones
Necesitamos de más evidencia para saber hasta dónde puede crecer el SMI para que no tenga efectos indeseables sobre los precios y el empleo, que anulen las expectativas que pueda generar. A priori, y con los datos mostrados en esta entrada, un aumento del 8% puede parecer razonable, con 950 euros (un aumento del 45%) probablemente pasamos a otra dimensión, a terreno completamente desconocido y, por lo tanto, peligroso.
Finalmente coincido totalmente con las conclusiones de Marcel Jansen en este blog sobre la necesidad de “repensar” el salario mínimo juvenil, y la necesidad de una comisión parecida a la del Reino Unido o Irlanda que haga recomendaciones que acaben siendo vinculantes sobre la fijación del salario mínimo. La forma en la que se han aprobado los 950 euros, con tan escaso bagaje de evidencia empírica que permita tomar decisiones, no ha sido buena idea. Peor idea desde luego que sean Sindicatos y Patronal los que acaben negociando los SMI  y los convenios colectivos, conjuntamente y en exclusiva. Al menos, no antes que se replantee su representatividad.
http://nadaesgratis.es/felgueroso/el-aumento-del-salario-minimo-no-tan-trivial
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Pobreza, pobreza laboral y salarios bajos

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Llevamos ya unos cuantos años leyendo noticias sobre cuanto aumentó la pobreza en España en años recientes y sobre cuanto hemos empeorado en comparación con el resto de países europeos. Malas noticas que se suelen achacar a una u otra causa, desde la crisis hasta las últimas reformas laborales, en función del pie que se cojee. Con tanta convocatoria electoral, también han surgido múltiples propuestas para corregir o aliviar los problemas de pobreza, y debates (yo diría que bastante exaltados)  defendiendo o atacando cada una de estas propuestas. Desde la derogación de las reformas hasta mayores incentivos a la creación de empleo o planes para parados de larga duración, pasando por un aumento sustancial del salario mínimo, una renta básica o un complemento salarial.  He de confesar que necesito escribir sobre este tema para aclararme entre tanto dato y propuesta. Esta es mi visión personal que espero no aporte más leña a la confusión. Aquí va una primera entrada sobre los indicadores de pobreza "oficiales", que creo son bastante mejorables, luego seguirán otras ya sobre las propuestas.
El Gráfico 1 muestra la evolución del indicador AROPE (at risk of poverty or social exclusion) y del riesgo de pobreza (a secas) durante la última década, calculados como % sobre la población (aquí el gráfico con valores absolutos). Se considera que una persona está en una situación de riesgo de pobreza o exclusión cuando se encuentre en riesgo de pobreza, o resida en un hogar con carencia material severa o con una baja intensidad en el empleo.  Para una definición completa de cada uno de estos indicadores pueden ir a la web de Eurostat (1) o a esta nota del INE. Se calcula con los datos de la EU-Silc (o Encuesta de Condiciones de Vida, ECV, tal como la denominamos en España, y cuyos microdatos son descargables aquí).  Para resumir al máximo, nos basta aquí con aclarar tres puntos: 1) los valores de los indicadores asignados a cada persona son los mismos para cada miembro del hogar, 2) las personas está en riesgo de pobreza cuando la renta anual disponible equivalente  (es decir, ponderada por las unidades de consumo) es inferior al 60% de la mediana de la renta disponible equivalente del país; 3) la renta, la intensidad laboral, y gran parte de las carencias se refieren al año anterior al de la encuesta. Así que para no llevar a confusión, tanto en el análisis como en los gráficos, nos referimos a este año, y no al de la encuesta, tal como vienen los datos en las páginas del INE y Eurostat.
Sobre la evolución de estos indicadores, cabría decir que:
- Entre los años 2007 y 2013, el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión (AROPE) aumentó en España en 2,6 millones, lo que supone un 55% del crecimiento neto de personas en esta situación en la UE27, y un 39% del crecimiento neto en la zona euro.
- En términos de tasas, el porcentaje de personas en riesgo de pobreza apenas ha aumentado hasta el año 2013 (de hecho fue el mismo que en el año 2008). Los 4-5 puntos que aumentó el indicador AROPE se debieron a los indicadores de exclusión social, en especial, el referido a personas en hogares con baja intensidad laboral, pero no considerados en riesgo de pobreza.
- En el año 2013, o último año de la recesión, es cuando se produce un aumento sustancial de la tasa de riesgo pobreza (1,8 pp, 800 mil personas)
- En el año 2014, primer año de la recuperación, el numero de personas AROPE ha disminuido en unas 227 mil (debido esencialmente a la disminución de las personas en hogares de baja intensidad laboral, 610 mil, o con carencia material severa, unas 281 mil), pero el número de personas en riesgo de pobreza apenas ha disminuido (unas 40 mil)
¿Qué explica tanta estabilidad en la tasa de riesgo de pobreza hasta el 2013, y el aumento brusco en este año sin que se recupere en el inicio de la fase expansiva?
En primer lugar, está el propio umbral que se utiliza para definir el riesgo de pobreza: el 60% de la mediana de la renta anual disponible (equivalente). El hecho es que esta mediana no ha cesado de caer durante la crisis. En en el año 2008 era de 8876.8 euros para una persona soltera sin hijos, pasando a 7961,3  euros en el año 2013. El Gráfico 3 muestra como cambiaría la tasa AROPE y la de riesgo de pobreza si mantuviéramos el umbral de pobreza del año 2008 y lo corrigiéramos además por el IPC. Como se puede observar la diferencia entre los indicadores "oficiales" y  este indicador ajustado son considerables.

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Ambas tasas crecen casi de forma constante hasta el 2013, desaparece la discontinuidad en ese año, y la tasa de pobreza se aproxima más de la de AROPE. Pero lo que viene a decir este indicador es que la tasa de pobreza ha crecido en unos 12 pp durante la crisis y habría alcanzado casi a un tercio de la población al final de la misma, y si además incluimos los criterios de exclusión llegaría al 37%.
La pobreza laboral
El indicador de pobreza (no ajustado) para los ocupados en el momento en el que se realiza la encuesta es el que Eurostat define como pobreza laboral (in-work poverty). Vean aquí el gráfico del riesgo de pobreza (ajustado) por situación laboral. Verán un aumento dramático de las tasas de pobreza entre los parados, pero también un aumento notable entre los empleados, y como se han mantenido para los jubilados, de tal forma que empleados y jubilados ya tendrían una tasa riesgo de pobreza similar.
El problema evidentemente es que el riesgo de pobreza se define en base a la renta del hogar año anterior, mientras que la situación laboral es la que tiene la persona en el momento de la encuesta. Otra medida posible es calcular el indicador de pobreza según la intensidad del tiempo trabajado por cada persona (siendo los meses trabajados a tiempo parcial ponderados por 0.5) condicionando además a un mínimo de meses de actividad laboral (7 meses) y dentro de un intervalo de edad (de 18 a 60 años). Estos datos se muestran en en el Gráfico 4 utilizando nuestro indicador de pobreza ajustado. Se comprueba que a menor tiempo trabajado mayor tasa de riesgo de pobreza, que además se produce un efecto composición (mayor peso de los que no han trabajado y de los que han trabajado menos tiempo) y, en cualquier caso, se observa también un aumento de la tasa de pobreza para cada período de tiempo trabajado.
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Bajos salarios
Tanto el umbral de renta como la propia renta del indicador de riesgo de pobreza se basan en las rentas del los hogares. La definición de bajos ingresos laborales o de bajos salarios se centra en la renta de las personas. A la hora de analizar qué podría pasar con el riesgo de pobreza si aplicamos un salario mínimo, y suponiendo qué éste no tuviese efectos sobre las horas de trabajo, es necesario detectar las personas de bajos ingresos laborales. En concreto, nos hemos de preguntar cuántas personas de bajos salarios se encuentran en hogares en riesgo de pobreza y cuantos llegan a cobrar al menos el salario mínimo a tiempo completo.
Definimos bajos ingresos con un criterio similar al del umbral de pobreza, como aquellos que se encuentran por debajo del 60% de la renta, pero en este caso, será la renta laboral mensual bruta de cada personal, en lugar de la renta anual total neta del hogar. Desde el año 2012, la ECV ha dejado de dar esta información, así que la aproximamos dividiendo la renta anual bruta del trabajo (salario y remuneración no monetaria para los asalariados y beneficios para los autónomos). También seguimos fijando los mínimos de 7 meses de actividad laboral y el intervalo de edad de 18-60 años.
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Como se puede observar, el porcentaje de trabajadores de bajos ingresos laborales a lo largo del año ha aumentado desde el año 2013 (continuando en el año 2014). Por otra parte, aunque el porcentaje de ocupados de bajos ingresos laborales en riesgo de pobreza ha aumentado, más de la mitad se encuentran en hogares que no se encuentran en riesgo de pobreza. Finalmente también ha crecido el número de ocupados de bajos ingresos cuyo salario mensual es inferior al salario mínimo mensual a tiempo completo.
Los datos discutidos en esta entrada parecen indicar que ya partimos de una tasa de pobreza elevada antes de la crisis, que ha crecido sustancialmente durante la misma (cuando tomamos como referencia los umbrales pre-crisis). Que además, la creación de empleo parece tener un impacto limitado en  las tasas de pobreza y que nuestro sistema de prestaciones sociales no ha sido capaz de evitar el aumento de la pobreza entre los desempleados, aunque si entre jubilados. Pero, también nos hacen intuir que un aumento sustancial del salario mínimo, independientemente de los efectos que pueda o no generar sobre el empleo y sobre toda la distribución salarial, no es garantía de reducción del riesgo de pobreza. En primer lugar, porque parece que la pertenencia al segmento de bajos salarios está muy determinado por el tiempo de trabajo y la jornada laboral (si pasamos a términos anuales, cerca de 6,5 millones de personas percibieron una renta del trabajo inferior al salario mínimo anual, 5,5 millones si incluimos las prestaciones). Además, porque sólo una parte de los trabajadores de bajos ingresos (menos del 50%) se encuentra en hogares en riesgo de pobreza, y finalmente, porque los salarios mínimos no afectarían a los autónomos que, como se puede deducir de esta tabla, están sobre-representados entre las personas con ingresos bajos, entre los que residen en hogares con riesgo de pobreza, y entre los que perciben una retribución inferior al salario mínimo a tiempo completo.
http://nadaesgratis.es/felgueroso/pobreza-pobreza-laboral-y-salarios-bajos
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¿Conviene reformar el salario mínimo?


Cada cierto tiempo, el salario mínimo vuelve al centro del debate. Si hace un año fue el Banco de España quien causó revuelo con su propuesta de permitir, siempre de manera excepcional, remuneraciones por debajo del salario mínimo (aquí), ahora le ha tocado el turno a la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, quien copó todas las portadas con su propuesta de limitar la aplicación del salario mínimo interprofesional (SMI) a personas con formación.

Según se desprende de sus declaraciones, se trataría de una propuesta dirigida a los ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan), con el objetivo de sacarlos del limbo en el que viven. No merece la pena perder el tiempo con críticas al tono zafio de su intervención, impropio de un representante empresarial. Lo que sí merece la pena es un debate sobre el fondo de la cuestión. Como trato de mostrar en esta entrada, hay argumentos bastante sólidos a favor de una reforma del SMI. La prioridad, en mi opinión, sería la reintroducción de un salario mínimo para jóvenes.
De hecho, éste fue mi reclamo en la reciente conferencia de IZA “A Minimum Wage for Germany? Learning from European Experiences” (programa y transparencias) que tuvo lugar en Berlín en el mismo día en que se conocieron los detalles del futuro salario mínimo en Alemania que solo se aplicará a mayores de 18 años.
Datos comparativos
Las propuestas para la reforma del SMI suelen estar motivadas por la percepción de que el salario mínimo constituye un obstáculo para la contratación de determinados colectivos con problemas de empleabilidad. Por tanto, antes de entrar en el meollo de la cuestión, vale la pena revisar la evidencia.
Primero, hay que destacar que el SMI es relativamente bajo, tanto en términos absolutos, como se puede ver aquí, como en términos relativos. La ratio entre el SMI y el salario medio (el llamado indice Kaitz) ronda el 35%, un dato que sitúa a España en el tercio más bajo de los países de la OCDE, como se puede ver en esta tabla.
Datos comparativos para el indice Kaitz
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Sin embargo, la situación cambia radicalmente si nos fijamos en los jóvenes. España igualó el salario mínimo de jóvenes y adultos en 1998 y desde entonces el SMI es igual para todos los trabajadores con independencia de su edad. Esta situación contrasta con la regulación en otros países donde el salario mínimo suele crecer con la edad del trabajador como se puede ver en este gráfico
El salario mínimo de jóvenes en porcentaje del salario mínimo de adultos
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Un caso emblemático son los Países Bajos. En mi país natal el salario mínimo para adolescentes de 16 años es sólo un tercio del salario mínimo para mayores de 23 años. Esta cifra es equivalente a un salario bruto mensual de 512 €, netamente inferior al SMI español, y solo a partir de la edad de 19 años se invierte esta situación con el salario mínimo holandés superando el SMI.
¿Constituye el SMI un obstáculo para la contratación?
El bajo nivel del SMI para adultos ayuda a entender por qué los estudios disponibles no suelen encontrar un efecto negativo del SMI sobre el empleo de adultos. Al contrario, muchos estudios sí encuentran efectos negativos para los jóvenes.
Sin embargo, con la excepción de este estudio del Banco de España, todos los estudios empíricos son anteriores a la crisis. Por lo tanto, no incluyen los efectos de la caída en la demanda de trabajo, ni el contraste entre la caída de los salarios durante la crisis y el considerable aumento en el SMI durante el período 2004-2009.
Si estos aumentos previos a la crisis han creado obstáculos para la contratación, uno esperaría ver un pico en la distribución de salarios a la altura del SMI. Los siguientes gráficos presentan la distribución de salarios en los nuevos contratos a tiempo completo (con una duración mínima de un mes) firmados durante 2007 y 2012, respectivamente. Como siempre, hemos utilizado datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales. El SMI está señalado por la barra vertical.
La distribución de salarios en los nuevos contratos a tiempo completo
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Como se puede observar, el SMI es vinculante en menos del 2% de los nuevos contratos a tiempo completo. La baja incidencia del SMI se explica en gran parte por la alta cobertura de los convenios colectivos que suelen imponer tarifas mínimas superiores al SMI. No obstante, sorprende la ausencia de un notable aumento en la incidencia del SMI durante la crisis.
La distribución de salarios en los nuevos contratos a tiempo completo y parcial
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Este gráfico, con datos para todos los contratos nuevos, aporta la clave. La barrera del salario mínimo parece bastante permeable en España. En 2007 el porcentaje de contratos con una renta mensual por debajo del SMI a tiempo completo era del 19,3% y en 2012 este porcentaje había aumentado hasta el 31,7%. Obviamente, se trata de contratos a tiempo parcial, pero el aumento en las horas extras no remuneradas indica que se puede tratar de una manera encubierta de pagar salarios por debajo del SMI.
Para jóvenes se observa un patrón similar (véanse las transparencias), pero llama la atención que en su caso el aumento en el porcentaje de contratos con rentas mensuales por debajo del SMI es mucho menor, desde el 27,65% en 2007 hasta el 33,48% en 2012.
Argumentos a favor de una reforma
Queda mucho análisis por hacer, pero mi lectura de estos datos es que solo hay cierta urgencia para reformar el salario mínimo de jóvenes. Su nivel es relativamente alto y hay evidencia que los aumentos en el SMI hayan tenido un impacto negativo sobre el empleo juvenil, incluso antes de la crisis.  Pero esto no sería el único argumento a favor de la reintroducción de un salario mínimo para jóvenes.
España tiene un gravísimo problema de paro juvenil y muchos de estos jóvenes van a necesitar formación. Un salario mínimo para jóvenes sería un mecanismo para permitir que los jóvenes (sin cualificación) paguen una mayor proporción del coste de su formación, tanto en los contratos de formación como en el resto de los contratos. Además, con vistas al futuro, la reintroducción de un salario mínimo para jóvenes puede ayudar a reducir el abandono escolar.
Una opción sería la de volver a la situación antes de 1998, pero el proceso de aprendizaje de los jóvenes no acaba a los 18 años. Por tanto, una vez que se decida reformar el SMI sería conveniente considerar la opción de introducir un aumento escalado del SMI hasta la edad de 21 o 23 años.
También hay muchas personas sin cualificación entre los mayores de edad. Pero ya existen medidas para permitir su formación como el aumento en el límite de edad para los contratos de formación y aprendizaje hasta los 30 años. Para el resto de adultos con problemas de empleabilidad no parece que la solución adecuada pase por cambios en el nivel del SMI. Dado que muchas de estas personas tienen responsabilidades familiares, parece más razonable buscar fórmulas para reducir su coste laboral a traves de reducciones en las cotizaciones sociales como defendimos aquí y aquí.
Por último, todos los participantes en la conferencia de IZA insistían en dos puntos. Primero, el salario mínimo no es un buen instrumento para la redistribución de la renta. Hay otros instrumentos más eficaces cómo créditos fiscales (in-work benefits). El SMI solo debería servir para establecer un mínimo razonable en la distribución de salarios. Segundo, para evitar efectos indeseados sobre el empleo, es preferible que haya una comisión de expertos, como la Low Pay Commission inglesa, para asesorar el gobierno sobre la evolución adecuada del salario mínimo.
Todos estos aspectos merecen nuestra atención. Pero lo que necesitamos es un debate sereno entre expertos, políticos y representantes de los interlocutores sociales y no las boutades aisladas de alguna empresaria, y menos en nombre de una organización empresarial. De hecho, nuestras organizaciones empresariales harían bien en poner tanta énfasis en la necesidad de rebajar salarios como en su responsabilidad de participar activamente en la inmensa tarea de formar a los parados.

* Muchísimas gracias como siempre a Alfonso Arellano por su indispensable ayuda en la preparación de los datos.
http://nadaesgratis.es/admin/conviene-reformar-el-salario-minimo-

Desmontando falacias contra la subida del salario mínimo

¿Cómo afecta la subida del SMI a la economía? No hay una respuesta convincente. Sólo hay una cosa clara: su importancia es irrelevante debido a que afecta a muy pocos trabajadores








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Tiempo de lectura8 min
Es probable que a algunos economistas les suceda lo que a Willie Stark, el protagonista de 'El político', una extraordinaria película de 1949 -en la versión original se llamó 'Todos los hombres del rey'- que refleja la sordidez del poder. Stark sostenía que si un político decía algo muy alto y muchas veces, la gente acabaría por creerle.
Muchos economistas siguen al pie de la letra la estrategia de Stark, y en los últimos días de cada año -justo cuando toca revisar la cuantía del SMI- sostienen -alto y en infinidad de ocasiones- que incrementos del salario mínimo por encima de la productividad aumentan el desempleo. O, incluso, producen un crecimiento de la temporalidad.







Lo cierto, sin embargo, es que culpar al SMI del nivel de desempleo o de la tasa de temporalidad es algo más que arriesgado. Y desde luego no está acreditado de forma rigurosa. Entre otras cosas, porque su influencia real sobre la economía es muy limitada. No es vano, según Eurostat, apenas el 0,2% de los trabajadores percibe el salario mínimo oficial (el que aprueba el Gobierno cada año).
De hecho, al ser tan bajo respecto del nivel de renta, España es, con diferencia, el país de la eurozona con menor proporción de trabajadores que cobran el SMI (Eurostat utiliza la referencia del 105% del salario mínimo). Otros estudios, como el del economista Florentino Felgueroso, estiman que apenas el 2,5% de los asalariados percibían en 2015 un salario igual o inferior al SMI (teniendo en cuenta la jornada y el número de horas trabajadas).
¿Quiere decir esto que en España casi ningún trabajador tiene unos ingresos inferiores al salario mínimo? Es decir, los 707,7 euros vigentes en 2017 o los 9.907,8 euros en cómputo anual. En absoluto. Según la última Encuesta de Estructura Salarial, que elabora Estadística, el 12,62% de los trabajadores obtiene anualmente unos ingresos inferiores a una vez el SMI.
¿Qué significa esto? Pues, ni más ni menos, que una cosa es la cuantía que fija anualmente el Gobierno, y que se aplica sobre la jornada laboral marcada por convenio en cada actividad -en caso de que no se alcance la jornada completa el salario se prorratea-, y otra muy distinta lo que puede ingresar cada trabajador en función de los distintos empleos que obtenga cada año en coherencia con la enorme rotación que existe en el mercado laboral alrededor de un mismo puesto de trabajo.

Oferta y demanda

O dicho de otra manera, los incrementos decididos en Consejo de Ministros influyen de forma muy limitada sobre lo pactado en convenio, pero solo indirectamente sobre el resto de trabajadores que entran y salen del mercado laboral en función de si logran un empleo. Y, lógicamente, si lo encuentran, en no todos los casos su salario será equivalente al mínimo. Dependerá de la oferta y demanda y de la cualificación profesional.
Hay que tener en cuenta que la encuesta anual de estructura salarial se hace sobre un muestreo de 228.560 trabajadores a partir de los ingresos declarados en el Registro General de Cuentas de Cotización, remitido, a su vez, por la Tesorería General de la Seguridad Social con datos actualizados a 30 de septiembre de cada año. Por lo tanto, lo que se tiene en cuenta no es el salario mínimo, sino la evolución de los salarios globales. En todo caso, su influencia no parece determinante teniendo en cuenta que muy pocos trabajadores perciben esos 707,70 euros por una jornada a tiempo completo, como dice Eurostat. Máxime cuando la última reforma laboral ha permitido a muchas empresas no aplicar los salarios pactados en convenio sectorial (más altos) acogiéndose a las cláusulas de descuelgue.
Es más, como ha señalado la Caixa en este informe, el incremento del SMI ha sido inferior al de los salarios. En concreto, el SMI aumentó un 3,9% acumulado entre 2009 y 2015, mientras que, en este mismo periodo, los salarios medio y mediano crecieron un 5,6% y un 10,5%, respectivamente en términos nominales, con inflación. Su conclusión no deja lugar a dudas: “Estos datos apuntan a que el SMI había quedado rezagado en relación con la evolución salarial del conjunto de la economía”.No así en 2017 y 2018.

Las causas de la inflación

Otro de los argumentos que suelen utilizarse para atacar incrementos del SMI tiene que ver con el efecto arrastre que pueden tener sobre el resto de salarios. Tanto en el sector público como en el privado. Lo que dicen las estadísticas oficiales es que en 2017 los salarios fijados en convenio han crecido un 1,4%, muy por debajo del 8% que creció el SMI, lo que hace difícil establecer una relación causa-efecto.







Se dirá con buen criterio, como dice el viejo refrán castellano, que un grano no hace granero, pero si se echa la vista atrás (el SMI nació en 1963), no parece razonable culpar al SMI de la evolución de los salarios. De hecho, los aumentos de salarios pactados en la negociación colectiva no parecen haberse visto alterados por el crecimiento del SMI. Por el contrario, los salarios están más determinados por la indiciación salarial con cláusulas de garantía respecto del IPC, que suele generar "efectos de segunda ronda" y acaban convirtiendo aumentos transitorios de la inflación en permanentes, como han señalado los economistas Juan Francisco Jimeno y Samuel Bentolila.
Lo que dice Estadística, en concreto, es que desde el año 2001 el coste salarial total por trabajador (sin contar cotizaciones sociales) ha crecido hasta el tercer trimestre de este año un 34,2% -con inflación-, mientras que el SMI se ha incrementado en ese mismo periodo en casi el doble: un 63,4% (también a precios corrientes). Por lo tanto, no parece que pueda observarse un 'efecto arrastre' en el sector privado, y mucho menos en el público, donde los sueldos de los funcionarios están prácticamente congelados en término reales desde hace muchos años. Descontada la inflación, la remuneración por asalariado apenas ha crecido desde principios de siglo. Otra cosa son los costes laborales por el aumento del empleo.
La influencia del SMI sobre los salarios suele obviar, además, un factor fundamental. El efecto que tiene la cuantía de las nóminas sobre la recaudación de la Seguridad Social. El hecho de que suban los salarios más bajos eleva también los ingresos por cotizaciones, que es, precisamente, lo que más preocupa a los gestores del sistema público de protección social. Y lo que ha sucedido en los últimos años es justamente lo contrario.







La congelación salarial -unido a las bajas tasas de inflación- han agujerado las cuentas de la Seguridad Social, lo que ha obligado al Estado a emitir deuda pública para cubrir sus necesidades financieras. Es decir, que lo que no suban las empresas a sus trabajadores, lo tiene que compensar el Estado vía impuestos. Y ahora, con la subida del 4% en 2018, la Seguridad Social recaudará unos 133 millones de euros adicionales. Bastante más en 2019 y 2020.
Fue Keynes quien dijo que las matemáticas no podían llegar hasta donde sí lo hace la intuición. Y por eso tampoco estará de más recordar, igualmente, la relación entre SMI y pobreza. Y lo que revela la Encuesta de Condiciones de Vida, ni más ni menos, es que el umbral de riesgo de pobreza para los hogares compuestos por una sola persona se sitúa en 8.209 euros anuales. Es decir, por debajo del SMI, que nació en el mundo a finales del siglo XIX.
Y lo hizo, precisamente, para combatir la pobreza. Eso significa que el salario mínimo situaba de forma automática a su perceptor (siempre que viva solo o únicamente entre un sueldo en casa) como un 'pobre oficial' pese a tener un empleo. No hay que olvidar, como mostró en su día el economista Florentino Felgueroso en Nada es Gratis, que el salario mínimo actual en términos reales (sin la subida pactada ayer) se sitúa en niveles de mediados de los años 80.
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Y eso es así porque España es el país de la Unión Europea con menor SMI en relación a su salario medio, lo que se conoce comoíndice de Kaitz. Como dice un informe de CCOO, no solo es que los países más ricos tengan un salario mínimo más alto en relación a su salario medio, es que todos los países de la UE con salario mínimo, incluso los menos desarrollados, lo tienen mayor respecto de su salario medio. En 2015, el salario mínimo en España solo equivalía al 34,1% del salario medio a tiempo completo, porcentaje que fue mucho más alto en Alemania (41,7%), Países Bajos (42,7%), Portugal (44,5%), Polonia (45,4%), Francia (47,6%) o Eslovenia (51,2%). Esa realidad comienza a cambiar.
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https://www.elconfidencial.com/economia/2017-12-20/salario-minimo-inflacion-pobreza-convenios-4-ipc-jornada-laboral-economistas-eurostat-negociacion-colectiva-seguridad-social-cotizaciones_1495650/

Juan Francisco Jimeno, poco después de conocerse el pacto de diciembre en el blog económico Nada es gratis. Apoyado en investigaciones del BBVA Research, del Banco de España y de la asociación de economistas americanos NBER para Estados Unidos. Aunque él mismo matizó en el blog: “Dada la coyuntura económica actual y si se cumplieran las condiciones pactadas para los aumentos futuros —crecimiento anual del PIB superior al 2,5% y aumentos anuales de afiliados de 450.000—, los efectos sobre el empleo no deberían ser motivo de gran preocupación, a pesar de la notable cuantía del incremento del SMI”.
"...el Banco de España ya divulgó un informe que venía a apuntar lo que han subrayado en su último estudio los técnicos de la Comisión Europea: “Los resultados [...] mostrarían un impacto agregado reducido sobre el empleo, dado que el colectivo potencialmente afectado por los aumentos del SMI es reducido”. También lo hizo BBVA Research: “Dada su escasa cobertura, las repercusiones serán moderadas”.
M.Gomez.abril 2018
https://elpais.com/economia/2018/04/09/actualidad/1523297392_416723.html

European Economic Review, estudio con S. Bauducco

El estudio sugiere que un incremento moderado en el salario mínimo no cambiaría mucho el empleo. Además, como incentivaría la inversión de las empresas, podría tener un impacto positivo en el PIB dado que las empresas usarían más capital físico. El beneficio para los trabajadores de tal incremento sería sobre todo una mejora en sus sueldos, tanto de los poco calificados que cobran el mínimo como también de los que cobran por encima del mínimo, que se beneficiarían de la mayor cantidad de capital en la economía.
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El resultado final sería una reducción en la desigualdad con mayores sueldos en promedio sin perjudicar el empleo. Sin embargo, el estudio sugiere queun aumento  elevado  en el caso de hasta los US$10 a la hora en EEUU sería dañino para la economía: los trabajadores poco calificados sufrirían demasiado desempleo.

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La mayoria de economistas no estamos en contra de la subida de salarios, pero tenemos nuestras cautelas de cuando es mejor hacer estas subidas, que % debe subir cada año (la media de subida de  los ultimos 20 años, ha sido entre 1-4 %, nunca superior al 10 %, como se plantea ahora), y  que pasara si en el escenario 2020, resulta adverso para la economia del pais y mundial.
 
-La cuestión vendrá si se suben tipos y si realmente habrá inflación.

-Por tanto son muchos los componentes que puede. Afectar a la economía más que una subida del SMI.


Recuerden este dato "si la economía no sufre un frenazo"si se frena en 2020, veremos las consecuencias.

ver previsiones para el Horizonte 2020...
1.Articulo:Previsiones 2017-2020..

https://articulosclaves.blogspot.com/2018/01/previsiones-economicas-2017-2020.html
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https://articulosclaves.blogspot.com/2018/10/el-gobierno-no-se-puede-comprometer-que.html 
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https://articulosclaves.blogspot.com/2018/09/paron-riesgo-y-cautelas-esp-2020.html 
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https://forosenar.blogspot.com/2018/10/plan-de-viabilidadplanes-de.html
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https://forosenar.blogspot.com/2018/10/planificacion-de-escenariosespana-2020.html




 




 


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