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Limitar precios de alquiler ? cuidado con los efectos no deseados....ver articulos D.Soriano

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Los ayuntamientos regularan el precio del alquiler, creo que esto no es tan facil, Alemania lo quiso hacer y no pudo, controlar precios, fijar los precios fuera de mercado, no es aconsejable, ademas como seguramente ya  bajaran, por las mismas lyes del mercado, en el proximo escenario E2020, no tengo claro la necesidad de tomar esta medida.

El nuevo 'mercado' del alquiler: precios limitados por los ayuntamientos y un mínimo de cinco años de contrato

Sánchez e Iglesias disparan la regulación en materia de vivienda. Alquilar será mucho más complicado y costoso, sobre todo para las sociedades.



El pacto PSOE - Podemos incluye numerosas medidas de control y limitación del alquiler. | Europa Press
El mercado del alquiler sufrirá una profunda transformación si el acuerdo alcanzado este miércoles por la noche entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se desarrolla tal y como están planteado en el documento pactado por ambos líderes políticos. De hecho, probablemente no haya ningún otro aspecto en el que los cambios vayan a ser tan profundos como éste. El apartado de la vivienda cobra una enorme importancia (con cuatro páginas dedicadas exclusivamente a este tema) y las medidas no son cosméticas, como en otros epígrafes. Aquí las modificaciones respecto a la situación actual sí serán muy relevantes y tendrán un gran impacto en el mercado (o en lo que quede de éste), sobre todo en lo que hace referencia al alquiler.
Todas las propuestas marchan en la misma dirección: más intervención en el mercado del alquiler, trabas para los propietarios y "protección" para los inquilinos. No hay nada de impulso de la oferta o para incentivar facilidades para poner nuevos pisos en el mercado. Las dos medidas estrella son el alargamiento del plazo mínimo de alquiler (cinco años para propietarios particulares y siete si son empresas) y la posibilidad de que los ayuntamientos impongan límites en el precio del alquiler.
De esta manera, el Gobierno otorgará poderes extraordinarios a los municipios para que estos puedan intervenir en el mercado y limitar los precios del alquiler a voluntad. ¿Las consecuencias? Para eso habrá que esperar unos años. La última vez que España tuvo limitaciones similares al mercado del alquiler se colapsó la oferta y se dispararon los precios de compra, porque no había propietarios dispuestos a arrendar su propiedad.
El texto parte de una declaración de principios: los alquileres están subiendo y el Gobierno debe hacer algo al respecto. "El incremento paulatino de los precios de alquiler, singularmente en determinadas zonas del país, pone de manifiesto la necesidad de abordar medidas que permitan que los ciudadanos que en ellas residan tienen acceso en condiciones razonables a una vivienda digna". Por cierto, este planteamiento inicial es en sí mismo cuestionable: por ejemplo, este mismo jueves, idealista/news publicaba una noticia en la que aseguraba que los precios hace ya varios meses que se están moderando o, incluso, bajando en algunas localidades: "El precio de la vivienda en alquiler se ha reducido un 1,3% durante el tercer trimestre de 2018, dejando el precio por metro cuadrado en 10,6 euros mensuales, según el informe de evolución de los precios del alquiler publicado por idealista. En tasa interanual la subida alcanza el 12,6%".
Desde un punto de vista económico, una subida de precios como la que plantean PSOE y Podemos se puede interpretar de muchas formas. La primera sería que no hay suficiente oferta para una demanda creciente. Sin embargo, apenas hay nada en el documento para impulsar la oferta. Y lo poco que hay se circunscribe a algunas promesas menores en materia de vivienda pública. Los propietarios privados, a cambio, tendrán muchas más complicaciones si quieren poner su inmueble en el mercado.

Plazos y prórrogas

Se ampliará el plazo de prórroga obligatoria de los contratos de alquiler de tres a cinco años, y se ampliará la prórroga tácita de uno a tres años para personas físicas. En el caso de que la parte arrendadora sea una persona jurídica serán 7 años de prórroga obligatoria y 3 de tácita.
Quizás sea la propuesta más importante. Se amplía el plazo mínimo de cualquier alquiler a cinco años, con prórroga tácita de tres años más. Es decir, cinco-ocho años en los que el propietario tiene las manos casi atadas. Y 7 y 10 años si el propietario es una sociedad.
No sólo eso, además, los propietarios tendrán que anunciar con "seis meses de antelación" a la fecha de vencimiento del contrato (o a la fecha de cumplimiento de cualquiera de las prórrogas) que desean recuperar su vivienda. Si no lo hacen en ese plazo, el contrato se prorrogará durante tres años más.
En la práctica esto último quiere decir que la renovación automática deja de ser por un año y pasa a ser por tres años: en cada una de las prórrogas, y salvo que el propietario diga algo con seis meses de antelación, el contrato se renueva por tres ejercicios.
También hay cambios en lo que respecta a la fianza. El texto PSOE-Podemos establece un límite de dos mensualidades de renta. Y se incluye una disposición que establece que los gastos de gestión y formalización del contrato los asumirá el propietario si es una persona jurídica.
Las consecuencias de estas medidas parecen claras: habrá menos viviendas privadas en el mercado de alquiler. Cuando un propietario invierte en un activo y pretende sacarle un rendimiento (ya sea una vivienda o un bono del Estado) le interesan tres cosas: la rentabilidad del cupón, la evolución del precio del principal y su liquidez-disponibilidad. El pacto PSOE-Podemos tiene tres derivadas directas:
  • limita la rentabilidad potencial de alquilar una casa (ver el siguiente epígrafe)
  • genera dudas sobre cómo afectará al mercado de compra-venta y a los precios de las viviendas
  • y limita enormemente la disponibilidad del activo: tanto para venderlo en el futuro a un posible comprador (que se encontraría con un inquilino al que no puede expulsar durante varios años) como para alquilarlo a otro inquilino que pague algo más
Por eso es por lo que muchas de estas propuestas pueden tener el efecto contrario al esperado: lo primero que es evidente es que se penaliza el alquiler en un momento en el que hay poca oferta. Pues lo normal es que ésta disminuya todavía más.
O por ejemplo, en lo que tiene que ver con la fianza. Si la ley limita las garantías que puede pedir el propietario y, además, obliga a éste a atarse a su inquilino durante 5-8 años, ¿cuál será la respuesta previsible de estos propietarios? Pues en primer lugar, subir el precio de partida para asegurarse una rentabilidad mínima desde el inicio que le proteja ante posibles subidas de precios o incumplimientos de sus inquilinos. Y en segundo lugar, alquilar sólo a familias de altos ingresos (a la más mínima duda de si un inquilino potencial podría impagar en el futuro, el propietario no le alquilará su casa, porque no tiene a mano la posibilidad de exigirle garantías adicionales). También pueden volver las fianzas en negro: como forma de garantía extralegal, para cubrirse las espaldas.
Lo mismo ocurre con la obligación de anunciar el fin del contrato con seis meses de antelación y las prórrogas tácitas de tres años. Lo que se vende como una protección al inquilino se puede transformar en lo contrario: contratos que se dan por finalizados porque las condiciones de la prórroga atan al propietario y le imponen un horizonte temporal demasiado alejado en el tiempo (si pudiera renovar año a año o anunciar con menos margen esa prórroga, quizás sí estaría dispuesto a mantener ese contrato vivo).

Precios y ayuntamientos

La segunda parte del pacto tiene que ver con los precios. PSOE y Podemos no intervienen directamente imponiendo precios máximos, pero les dan todas las armas a los ayuntamientos para que lo hagan. Y ya ha habido varios de los más importantes (entre ellos Madrid y Barcelona) que en los últimos meses han dicho que lo harán en cuanto puedan. Así, en el texto conocido este miércoles se incluyen dos importantes medidas a este respecto.
En primer lugar, "se habilitará a los Ayuntamientos para la elaboración de uníndice de precios de alquiler de referencia de acuerdo a una metodología objetiva y sujetos a revisión periódica". Y en segundo lugar, "los Ayuntamientos que así lo consideren podrán declarar, temporal y excepcionalmente, una zona urbana de mercado tensionado cuando se haya producido un incremento abusivo de las rentas de alquiler de vivienda habitual".
Y todo esto ¿para qué? Pues en el siguiente párrafo se aclara: los índices de precios y las declaraciones de mercado tensionado tienen como objetivo "que los Ayuntamientos y/o CCAA que así lo consideren puedan regular y limitar las subidas abusivas del precio del alquiler en las zonas previamente declaradas tensionadas".
Volvemos a lo que se apuntaba en el párrafo anterior. Dar a los ayuntamientos el poder para limitar los precios del alquiler es un enorme desincentivo a los propietarios para que saquen su vivienda al mercado. Si a eso se le suma la ampliación del plazo mínimo del contrato, el panorama se complica mucho para el arrendador: si los precios suben no podrá aprovecharse (porque el ayuntamiento se lo prohibirá) y además tendrá su vivienda cautiva durante un largo período de tiempo. Invertir en vivienda será desde ahora mucho menos rentable. Y la oferta de pisos en alquiler se resentirá.

¿Más oferta?

Por último, el documento incluye algunas medidas que, en teoría, se dicen destinadas a "incrementar el número de viviendas en alquiler a precios asequibles". Aquí no hay demasiada concreción. La única medida con cifras habla de que "se aumentará en 20.000 el número de viviendas en alquiler a precios asequibles (plan a cuatro años)": cinco mil viviendas al año en un país como España, que tiene 25 millones, supone aproximadamente el 0,02% del total. No parece que sea una cifra que pueda tener un impacto demasiado grande en el mercado.
Luego hay propuestas para que comunidades y ayuntamientos adquieran viviendas en el mercado: se habla un par de veces de posibilitar que "ejerzan los derechos de tanteo y retracto" sobre inmuebles que se pongan en el mercado en determinadas condiciones (por ejemplo, cuando se venden varios pisos en el mismo edificio), aunque no está claro en el documento el alcance de esta medida. Hay una disposición en la que se dice que la Sareb buscará acuerdos con regiones y municipios para destinar vivienda al alquiler social.
Y, por último, se amenaza a los "grandes tenedores" (se intuye que esta denominación está dirigida a bancos e inmobiliarias) con medidas "fiscales, sancionadoras, de aseguramiento o estímulo, para movilizar vivienda vacía"… "a precios razonables". No se concreta cuáles serían esas medidas ni qué entienden PSOE y Podemos por precios razonables.

Control de alquileres: Iglesias pide a Sánchez que copie la norma que ha fracasado en Alemania

En Berlín los precios han subido por encima del 10% en los últimos dos años (más de lo que lo hacían antes de la aprobación de la normativa).



Pablo Iglesias, esta semana, en el Congreso, junto a la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio. | EFE
"Alemania lleva desde 2015 tomando medidas para frenar la subida de los precios del alquiler. Estamos intentando convencer al Gobierno para intervenir y que bajen los alquileres". – Pablo Iglesias, en Twitter, 10 de septiembre de 2018.
Si tesis, doctorados, másteres y plagios lo permiten, los alquileres tienen muchas papeletas para convertirse en uno de los temas de moda de este curso político que ahora comienza. Es una de las banderas de Podemos, el socio principal del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez y no parece que el PSOE sea demasiado reticente a la propuesta. Los precios han subido, sobre todo en las grandes capitales, y los partidos quieren demostrar a los ciudadanos lo mucho que les preocupa el tema. Ahora, además, tienen un ejemplo al que agarrarse: Alemania y la normativa para endurecer el control sobre los alquileres que prepara el Gobierno germano. En realidad, es una vuelta de tuerca a lo ya aprobado en 2015. Sólo tiene un problema: aquella norma no ha funcionado (de hecho, los alquileres en Berlín suben ahora más que antes de su aprobación) y no está nada claro que la versión 2.0 de aquella legislación vaya a cambiar esta deriva.

La Ley de 2015 era contundente ya desde su nombre: "Mietpreisbremse", algo así como Ley de Freno del Precio del Alquiler. Las medidas que se planteaban hace tres años eran similares a las de otras normativas que, en otros países y ciudades, han intentado controlar los precios de los alquileres (con resultados, como mínimo, discutibles; cuando no directamente contraproducentes). Como explicábamos hace poco más de un año en Libre Mercado, la gran mayoría de los economistas son muy contrarios a los controles de precios en el mercado de vivienda por los efectos secundarios que estos tienen.
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En el caso de Alemania, la medida estrella era un límite a los nuevos alquileres: se suponía que en los nuevos contratos no podía fijarse un precio que superara el 110% del precio medio por metro cuadrado de la zona en la que estuviera la casa. Los promotores de la ley pensaban que, con este tope, se iba a controlar un mercado del alquiler que acumulaba varios años con importantes subidas de precios. Pero como explica aquí The Economist, no sólo no lo ha logrado sino que, en ciudades como Berlín, los precios han subido bastante más en el período 2016-17 de lo que lo hicieron en 2014-15.
¿Cuál ha sido el problema? Pues una posible respuesta es la que la mayoría de los economistas llevan apuntando desde hace décadas. Los controles de precios no funcionan: si se hacen de forma estricta (con una ley que se aplique y sea muy difícil de eludir) llevan a la salida de miles de viviendas del mercado del alquiler; y si se incluyen excepciones, pues por esos agujeros legales se acaban escapando los caseros.
En el caso alemán, hay dos motivos de queja para los que piden un endurecimiento de la ley: por un lado, los propietarios podían superar ese 110% del que hablábamos si acometían mejoras en la vivienda. Y muchos hicieron pequeños retoques que les permitieran escapar del límite legal. Además, denunciar a tu casero no deja de ser una decisión complicada y es tarea de los inquilinos hacerlo si creen que les está cobrando un precio abusivo ("abusivo" según el criterio particular de los legisladores, por supuesto).
Por eso, ahora el Gobierno alemán ha puesto sobre la mesa un nuevo proyecto de ley para intentar taponar estos agujeros. No es extraño que lo haga. Casi todos los políticos de la historia que han impuesto controles de precios (desde los emperadores romanos con el trigo a Nicolás Maduro con prácticamente todos los productos básicos de la cesta de la compra, pasando por las ciudades que han puesto límites al alquiler) han reaccionado igual cuando su primera medida no ha funcionado. En vez de preguntarse si quizás habría que plantearse un nuevo enfoque, lo que han hecho ha sido subir la apuesta: más controles y más sanciones. El resultado también ha sido similar: desabastecimiento, mercado negro y precios reales todavía más elevados.
En el país germano, lo que se quiere ahora es mantener la línea iniciada en 2015, pero ir un paso más allá: a partir de ahora, los propietarios que quieran cobrar más por mejoras realizadas en la vivienda lo tendrán más difícil (tendrán que demostrar que esas obras contribuyen a subir el valor de la casa) y habrá un tope al incremento de renta que se puede pedir (tres euros por m2 a lo largo de seis años). En los nuevos contratos se mantendrá el límite del 10% de incremento sobre el precio medio de la zona y los propietarios tendrán que informar a los nuevos inquilinos del precio que estaban cobrando a los anteriores moradores de la vivienda (para que sea más complicado que les suban la renta a estos nuevos inquilinos). Y para los contratos ya existentes se impone una límite del 20% de subida de la renta cada tres años.
La lógica económica dice que estas medidas tendrán respuesta inmediata por parte de los propietarios. Por ejemplo, si se prohíbe cobrar más que la media de la zona, incluso aunque se renueve el piso por completo, ningún propietario se gastará un euro en su vivienda o sólo se acometerán las reformas imprescindibles para hacerla habitable. Y poner un límite al precio en función de los metros cuadrados de la zona incentivará que salgan del mercado las mejores viviendas (las que podrían cobrar más) y se queden sólo aquellas que están en peor estado de conservación. Es lo que ha ocurrido en otros lugares: el caso más extremo lo tenemos en España, con los alquileres de renta antigua que propiciaron que centenares de edificios y barrios se degradasen poco a poco, puesto que ningún propietario quería invertir en un activo del que no podía obtener un retorno acorde a ese gasto. Por otro lado, si hay límites al incremento anual de la renta, el casero subirá al máximo posible el precio inicial del contrato, para protegerse ante futuros fenómenos inflacionarios.
Del mismo modo, si uno impone límites a la rentabilidad que se puede obtener con el alquiler, lo más probable es que comience a haber menos casas en el mercado de alquiler: los propietarios preferirán venderla. Eso es lo que ha pasado en San Francisco: lo cuenta aquí el Financial Times haciendo referencia a un estudio de la Universidad de Stanford sobre los controles al alquiler que se impusieron en la ciudad a mediados de los 90. La norma ha beneficiado a algunos vecinos (los que tenían un alquiler en aquel momento y han seguido viviendo en sus domicilios desde entonces) porque les ha permitido pagar menos de lo que demandaba el mercado. A cambio, aseguran los autores, el límite al alquiler ha acelerado el proceso de gentrificación de la ciudad (que tanto preocupa a algunos partidos). ¿Cómo? Pues sacando del mercado del alquiler muchas viviendas que ahora se destinan a compraventa: el estudio explica como muchos propietarios respondieron a la norma reformando sus viviendas y vendiéndolas. De esta manera, ante la reducción de la oferta de alquiler, el acceso a determinados barrios de la ciudad quedó restringido a quien podía comprar la casa, algo que sólo las familias de ingresos elevados pueden permitirse (otro fenómeno sobre el que en España también tenemos experiencia).

Economía y lógica política

En realidad, el proceso vivido en la ciudad californiana se ha repetido en casi todas (por no decir todas) las urbes que han tratado de controlar el precio de los alquileres. Y aunque los efectos totales son negativos, este tipo de medidas siguen siendo muy atractivas para políticos de toda condición e ideología. Por un lado, porque los grandes perjudicados (los propietarios, los inquilinos del futuro y los posibles inquilinos que no lo serán porque no tendrán casa) no votan tanto como los beneficiados. Estos son los que ya tienen un contrato de alquiler y ven su renta congelada: estos creerán que el lado positivo de la medida se debe en exclusiva al político que la aprobó, mientras que del lado negativo (la degradación del barrio, la no-reforma de las viviendas) se puede culpar a muchos otros implicados.
A esta lógica política se opone la lógica económica de la ley de la oferta y la demanda. Si se disparan los precios de los alquileres es porque hay mucha más demanda que oferta: hay miles de personas buscando un piso en Berlín, Madrid, París o Barcelona y no terminan de encontrar lo que necesitan. Por eso, cuando descubren una vivienda que se adapta a sus necesidades, están dispuestos a pagar lo que sea para evitar que alguien se les adelante. Eso es lo que sube los precios.
La pregunta es: en una situación como ésta, con carencia de viviendas para alquiler, ¿tiene sentido imponer una normativa que desincentiva el alquiler? ¿Quién va a construir una nueva promoción sabiendo que no podrá cobrar por encima del 110% del precio medio? ¿Quién hará una reforma en una casa antigua para renovarla y sacarla al mercado? ¿Cuántos propietarios quitarán su vivienda del mercado de alquiler y la pasarán al de compraventa?
Enfrente están los economistas que piden que se incentive la oferta como medio más eficaz para controlar los precios: menos restricciones a la construcción en el centro de las ciudades; más facilidades para obras de rehabilitación y acondicionamiento de edificios antiguos; más rapidez y agilidad en la tramitación de permisos y certificaciones; facilidades a los nuevos desarrollos inmobiliarios en los barrios periféricos… Curiosamente, los mismos políticos que ponen dificultades (cuando no prohíben) a todas estas propuestas que facilitarían la llegada de miles de pisos al mercado, suelen ser los que más se escandalizan cuando suben los precios de los alquileres y los que exigen límites, controles y regulaciones extra. En Alemania, en los próximos meses tendremos una vuelta de tuerca a lo aprobado hace tres años (lo que supone la mejor prueba de que la norma de 2015 no ha funcionado).
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En España, todo apunta a que nuestros políticos también lo intentarán. La proposición de Ley que presentó hace unos meses Podemos en el Congreso marcha en esta dirección: cinco años de duración mínima del contrato (ampliables a 10 en el caso de personas jurídicas) y controles de precios para evitar "alquileres abusivos", en función de las características de la vivienda:
En cuanto a la regulación de precios, inspirados en otras partes de Europa como París y Berlín, Unidos Podemos sugiere que municipio y CCAA puedan establecer controles de precios en áreas de mercado especialmente calientes. Se trataría de establecer unos máximos que eviten lo que Irene Monteró definió como "alquileres abusivos", según características de la vivienda, accesibilidad, ubicación, o rentas familiares de la zona), sobre todo en lo que la formación definió como "áreas urbanas con mercado de vivienda tensionado": es decir, serán los mercados en los que existe más presión sobre los precios por la falta de oferta respecto a la demanda, los que más sufrirían el impacto y las distorsiones de la nueva ley.
Probablemente no todas las propuestas de Podemos lleguen a aprobarse. Pero viendo las actitudes de todos los partidos (PSOE y Podemos no están solos, ni mucho menos, en esto), no sería de extrañar que también haya novedades en este tema en muy poco tiempo. "  D.Soriano


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Creo que hay que ofrecer un abanico de posibilidades, cada una con sus incentivos, alquiler bajo con opcion a compra, alquiler asegurado, alquiler proporcional al precio del piso, pero por ley poner un precio, no lo veo claro...es decir no estoy a favor de un PVP, de caracter fiscalizador, si a favor de incentivos, de discriminacion en positivo.

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