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“Se construyó interesadamente y con dinero público la imagen de un Santi Vila disidente, traidor, español”

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“Se construyó interesadamente y con dinero público la imagen de un Santi Vila disidente, traidor, español”

Hablamos con el ex consejero Santi Vila los entresijos del 'procés' cuando se cumple un año del inicio del otoño convulso que marcó la política catalana, y a pocos meses de que se celebren los juicios por el 1-O

“La mañana del viernes 27, a primera hora, el Diari Oficial de la Generalitat publicó mi renuncia. Pocas horas después, un Parlamento desarbolado declaraba la independencia de Catalunya. Las caras gráficas y desencajadas de sus protagonistas conmovieron a la opinión pública y dejaron claros los límites de aquel gesto”. Así recuerda Santi Vila el momento en que dejó de ser conseller de la Generalitat, poniendo fin a una presencia en el gobierno catalán que había iniciado el 27 de diciembre de 2012 como responsable de Territorio y Sostenibilidad, había continuado el 14 de enero de 2016, en el departamento de Cultura y el 3 de julio de 2017, en Empresa y Conocimiento. En los dos últimos gobiernos estuvo a las órdenes del presidente Carles Puigdemont. Dimitió porque no pudo convencerle de que no proclamara la independencia de Catalunya. El párrafo citado forma parte de su libro De héroes y traidores (Pòrtic), de lectura imprescindible para quienes quieran entender porque Catalunya está hoy como está.
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Acaba De héroes y traidores diciendo que echa de menos la descarga de adrenalina consustancial a la política. ¿No ha habido demasiada adrenalina en la política catalana, en los últimos años?
Sin lugar a dudas. El idealismo está sobrevalorado. Un discurso plenamente romántico e idealista, en el sentido peyorativo de la palabra, nos ha llevado a una situación que nos ha desbordado a todos y de la que todavía estamos sufriendo las consecuencias.
¿Disminuirá esta dosis de adrenalina, se mantendrá o aumentará en los próximos tiempos?
Quiero pensar que nos hemos serenado todos bastante y, en estos momentos, si algo alimenta todavía esta sobreexcitación es la reacción exagerada del Estado en relación a los hechos ocurridos el año pasado. Si el Estado fuese un poco más maduro, más sereno, todo pasaría más deprisa. En la medida en que considera especialmente graves aquellos hechos, la situación se vuelve mucho más complicada de gestionar. La carga de la prueba la pongo en la sobredimensión de la respuesta del Estado.
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Parece que el Estado está más tranquilo. Mariano Rajoy ya no está. El gobierno español es socialista.
El gobierno español está más tranquilo. El Estado no lo sé. El Estado tiene muchas ramas.
El gobierno socialista ha sido posible gracias al apoyo de los diputados del PDeCat
Y acertaron, en contra de lo que dicen muchos. Una de las pocas decisiones acertadas que ha tomado mi antiguo espacio político en el último año ha sido la de hacer presidente a Pedro Sánchez.
Carles Puigdemont no lo quería
Seguramente no
Hacia el final de De héroes y traidores también escribe que los tiempos convulsos que ha vivido le han servido para discernir a los buenos amigos de los que lo eran menos de lo que pensaba. ¿Ha tenido más desilusiones o satisfacciones en cuanto a cómo lo ha tratado la gente de su entorno?
Una lección moral que me hizo ver una persona cercana: “En la vida, mejor rodéate de buenas personas que de amigos, que de gente que dice que te quiere”. La amistad no se sabe si tiene un punto de interesada, de compartir una cosmovisión, intereses, un estilo de vida. En cambio, una buena persona, en una situación extrema, se remite a su propia conciencia y si cree que debe ponerse de tu parte lo hace, le caigas mejor o peor. Yo tenía colaboradores incondicionales que, en la hora crítica, estuvieron más pendientes de hacia dónde soplaba el viento mayoritario que de mí.
Ha tenido que encajar muchos improperios
También he tenido sorpresas muy agradables. Ha habido personas, gente diversa, empresarios, ejecutivos, que no tenían porque mostrarme afecto y, repentinamente, me han ofrecido trabajo, colaborar con ellos, crear un nuevo partido, ayudarme de alguna manera.. . Gente sin intereses espurios. Esto es compatible con muchos desengaños que, a medida que va pasando el tiempo, los vas dejando atrás y contextualizando. Todo somos carne, sangre y huesos. La gente tiene que llevar la nómina a final de mes a casa. Se ha relajado mucho todo. Los meses de noviembre y diciembre fueron especialmente hirientes. Los ataques estaban promovidos por causas partidistas. No eran espontáneos. Se construyó interesadamente y con dinero público la imagen de un Santi Vila disidente, heterodoxo, traidor, español. Todo tenía que ver con el combate político a ras de suelo. Estábamos compitiendo por la presidencia del partido. Desde el propio partido se alimentó la construcción de un perfil muy determinado. Es humano pero muy despiadado.
Le han dicho cosas muy fuertes. En el libro se queja, especialmente, de que una persona que figuraba en la candidatura de ‘Junts per Catalunya’, Ramiro de Porrata, le acusó de pactar con Fiscalía para que le exculparan a cambio de dimitir y cargar contra el gobierno de Puigdemont
¡Muy bestia! Me ponía a los pies de los caballos. Adolescentes idealistas, nobles, me podían haber roto la cara por la calle. Quedas indefenso. Después se demostró que era rotundamente falso. Pero ya no importaba. Ya estaba dicho en un tuit. Se había construido un relato que servía para hundir un perfil y unas ideas asociadas y potenciar otras. Resignación cristiana. ¡No queda más remedio!
Santi Vila, exconseller de Territori i Sostenibilitat
También dice en el libro que quizás debería haber dimitido antes. ¿Debería haberlo hecho?
Sí. A balón pasado es fácil decirlo pero el grave error que cometí en los últimos meses fue sobredimensionar mi capacidad de influencia sobre el presidente Puigdemont. Estaba convencido de que en una hora difícil me haría más caso del que terminó haciéndome, por la relación amistosa que teníamos, por el vínculo sentimental que nos unía, por la etapa en que él había sido alcalde de Girona y yo, de Figueres. Nos habíamos ayudado y querido mucho. Pensaba que mi opinión no sería contada sino sopesada y que, en la medida en que me decía que me quedase, en el fondo avalaba mis ideas. Le recordaba continuamente que pondríamos en riesgo por una idea utópica que no avalaba la mayoría de la sociedad catalana, una sociedad magnífica, su entorno personal e intelectual rico, bonito, la familia, Girona ciudad, …
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Pero aguantó hasta el final
Sí. Además, estuve en el equipo de personas que negociaban evitar el colapso. Para mayor pena mía nos salimos con la nuestra, conseguimos el acuerdo. Pero no nos atrevimos a aplicarlo. Nos dio miedo la calle, las redes sociales, la lucha partidista,…
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¿Qué pesó más en la decisión de Carles Puigdemont de no convocar elecciones el 26 de octubre?
Habría que preguntárselo a él. Pesaron muchas cosas. En primer lugar, que lo que nos decían en privado los negociadores de Rajoy, él no lo dijo nunca en público. Había en el ambiente una idea de desconfianza objetiva, justificada: “Estos nos la jugarán. Cuando hayamos acordado que convocamos las elecciones nos aplicarán igualmente el 155”. No lo sabremos nunca. Estoy convencido de que no. No tenían margen para fallarnos, pero esta idea caló hondo. 
Habrá que preguntarle a Rajoy
Sí. Por no reconocer, nunca han reconocido que esas negociaciones existieron. Han tenido la decencia de no negarlas. Las he explicado en el libro, con nombres de ministros incluidos, pero nunca han dicho que estuvieran dispuestos a llegar a un pacto. Todos, nosotros aquí y ellos allá, jugaban con los respectivos electorados. Allí, evitar el colapso no sumaba mucho. Sumaba aplicar el palo. Aquí, lo que sumaba era decir que no nos daban miedo con la amenaza del palo. También pesó mucho la dinámica partidista de competencia entre Esquerra y PDeCat y entre el presidente Puigdemont y el vicepresidente Junqueras, dinámica que hacía que todo el mundo compitiera por quedar mejor con la parroquia soberanista. Además, éramos aprendices de mago desde el punto de vista de las redes sociales. Su ruido nos influyó mucho más de lo razonable. Era un ruido arbitrado artificialmente, con digitales de la causa partidista, con personas físicas estimuladas debidamente por los gabinetes de comunicación.
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¿Y la plaza Sant Jaume?
Fue una tercera causalidad. La plaza de Sant Jaume llena de adolescentes y personas mayores, motivadas, con banderas, insultando al presidente Puigdemont, llamándole cobarde y traidor, tenía que ver con una campaña rigurosamente orquestada desde las redes sociales y desde gabinetes pagados con servicios públicos.
 Hubo dimisiones antes que la suya. Una de la que se habla poco es la del director general de los Mossos d’Esquadra, Albert Batlle. Se marchó diciendo que “esto puede acabar mal o muy mal”. ¿Estamos mal o muy mal?
Estamos mal. El problema es que el pronóstico es reservado. No sabemos la magnitud que tendrá la represión vía juicios. Rehacer y recuperar la normalidad institucional y social en Catalunya con gente en la cárcel será muy complicado, como se va viendo. Es lógico e inevitable que sea así. O hay un sentido de Estado, una generosidad y una lucidez muy grande por parte de quien tiene la posición de fuerza o por parte del resistente, aquí, será muy difícil adoptar actitudes centradas, moderadas.
La mayoría de los observadores políticos cree que las sentencias serán duras, de bastantes años de prisión
Ya lo veremos. Demasiados meses de prisión preventiva avalan esta tesis pesimista. ¿Cómo se acredita ante el mundo que han tenido personas un año en prisión y luego quedan absueltas? Cada trimestre que pasa en esta situación el despropósito aumenta. Más que ir encauzando la situación, se hace crónico el despropósito. Hemos ayudado todos. Hemos desgarrado muchas cosas. Unos y otros. Para regenerarlas, es necesario que desde aquí se genere de nuevo un discurso que dé una oportunidad a la reconciliación. Aquí se dibuja la idea de una España negra, pseudo-franquista, con pequeños oasis de democracia. Es una imagen injusta y ofensiva. O retocamos ese discurso o hablar de reconciliación será muy difícil.
¿Qué espera del presidente Quim Torra?
Espero que sea consciente de que hay ciudadanos de Catalunya en prisión. Espero que sea consciente de que Catalunya no es un país independiente sobre todo, no por la represión española, sino porque la mayoría de los catalanes no quiere. Por lo tanto, el trabajo que tiene que hacer el soberanismo no es renunciar a ningún ideal sino sencillamente empoderarse más y ganar mayores complicidades. Hay un error de diagnóstico que como antes lo corrijamos, mejor. Esquerra lo ha corregido desde la campaña electoral.
Esquerra hace ahora este diagnóstico pero no tenía nada claro que Puigdemont convocase elecciones anticipadas e, incluso, presionó para que no lo hiciera. Usted lo explica en el libro
Esquerra tropezó en el tacticismo. Dijeron “haremos un pulso y al final los del PDeCat aplicarán el criterio de Santi Vila, convocarán elecciones e iremos a ellas en una situación confortable donde quedaremos bien ante la ciudadanía más encendida, maximalista, y los pragmáticos quedarán, como siempre, en el espacio convergente”. Les salió mal porque el presidente Puigdemont también fue muy idealista y no convocó las elecciones.
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, fue una de las que más se opuso a la convocatoria electoral, siempre en base a lo que usted escribe en De héroes y traidores
Los hechos nos han ido situando a todos allí donde nos corresponde.
Está en Suiza y no hace muchas declaraciones
Está en el autoexilio
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Tampoco le dan cancha en TV3 o Catalunya Ràdio
¡Sólo faltaría!
Usted sigue sin pasaporte, tiene que presentarse cada quince días en los juzgados, está pendiente de juicio…
Tengo que ir al juzgado dos veces al mes, no puedo salir de España y tengo una fianza depositada que pagaron entre cuatro amigos.
Se queja de que ni la Asamblea Nacional Catalana ni Òmnium hicieran ningún gesto para ayudarle a pagar su fianza
Aun soy militante de Òmnium. Y lo soy desde adolescente… el procés ¿se lo tiene que llevar todo por delante? ¿También mi compromiso con la lengua y el país? No me da la gana. Yo no tenía ese dinero y emociona cuando estás encarcelado que haya amigos que te hagan ese favor.
Santi Vila, exconseller de Territori i Sostenibilitat
Se prevé que los juicios sean en otoño
Me cuesta de imaginar que el Tribunal Supremo abra el juicio con un otoño caliente. Ven venir que si hay una Diada fuerte, el 1 de octubre conmemorado, el 26 de octubre con actos reivindicativos, abrir el juicio en septiembre u octubre sea una temeridad. La tentación es dejar que pase la tormenta y luego hacer el juicio serenamente. Pero cada mes que pasa con gente en la cárcel todo es más extraño.
Le casó Carles Puigdemont
Es el único reproche de fondo que le puedo hacer. Mi primer matrimonio fue muy desafortunado.
¿El único reproche?
Sí, porque empatizo mucho con el presidente Puigdemont. Le desbordó la realidad. Mi entorno privado no es sólo soberanista, independentista. Cuando voy a Figueres mis amigos son independentistas pero mis amigos, mi familia en Barcelona, ​​en Granollers, mi marido, su familia, no lo son. Mi entorno personal es mucho más matizado que el suyo. Antes de dedicarme a la política estaba en la universidad de Girona, donde había una sombra ‘nadalista’, de tradición socialista, de tradición maragallista. Es muy diferente. Para mí, no es tan traumático poner los puntos sobre las íes. En el caso de Carles, su familia es de Amer, él estaba en la plaza del Vi, en Girona, todos sus amigos eran de El Punt… desairarlos era cambiar de amigos, de familia, de todo. Para él, la decisión era más traumática que para mí. Yo puedo ir el domingo al cine o al Auditori con la misma gente que iba antes de tomar las decisiones que tomé. Si él hubiera tomado las decisiones que yo le recomendaba habría tenido que ir al cine conmigo.
Usted que lo conoce bien, ¿cómo explica que a veces haga afirmaciones que no son ciertas? Hace unos días decía en una entrevista que él ya había advertido que ningún país europeo reconocería a Catalunya como país independiente. Nunca lo había dicho
No tenemos que olvidar que es periodista. Dicho sea con todo los respetos. Entiende la política como la capacidad de construir e imponer una realidad. Si lo consigues, tienes mucho terreno ganado. Son los tiempos que nos toca vivir. La digitalización de la sociedad, el acceso a la información de la manera que hoy lo hacemos lo fomenta mucho. Tendemos a tener nuestros compartimentos estancos donde los proveedores de información son gente que confirma nuestras tesis.
Acaban de salir informaciones según las cuales Carles Puigdemont habría acordado con sus consellers que, a pesar de la aplicación del artículo 155, irían a sus despachos el lunes siguiente. Pero él se fue a Bruselas. ¿Qué ha pensado cuando lo ha leído?
Todo muy triste. La confirmación que desde la noche del 1 de octubre en Cataluña se impuso la confusión, la improvisación y el desgobierno.
El escenario de la comunicación en Catalunya cuenta con muchos medios que son más de propaganda que de información
Yo que soy un liberal, en el buen sentido de la palabra, celebro la crítica, incluso la crítica injusta y la mentira. Una sociedad abierta debe resistir y ser resiliente a todo esto. Lo que se debe combatir es que eso se haga con dinero público. Si no hay mercado para la mentira, no la alimentes desde la Administración. Es chocante y cuesta de entender. Si alguien tiene una línea editorial que consiste en atacar las ideas moderadas y liberal-progresistas de Santi Vila, que lo haga. Lo que no puede ser es que este medio se aguante con dinero público porque no tiene mercado, no tiene público. ¿A qué jugamos? Estamos construyendo una sociedad artificial que condiciona decisiones políticas.
¿Cómo le tratan en Catalunya Ràdio y TV3?
Todo sufre el mismo mal. Ni recuerdo la última vez que pisé Catalunya Radio. A TV3 fui justo cuando dimití. Y sufrí una entrevista de ‘sumarísimo’.
Mantiene una buena relación con el ex-presidente Artur Mas
Mantengo una relación excelente con él, muy cordial y amistosa. En la etapa final también defendía la tesis de que teníamos que convocar elecciones, que habíamos ido demasiado lejos. Allí se exhibía el político profesional. Puedes ser más o menos pícaro, más táctico o más estratégico, pero hay momentos en que te das cuenta de que una decisión propia no puede comprometer el progreso, el bienestar de todos. “No me ha salido bien la jugada, el farol; pues tengo que parar”. Le admiro mucho porque en ese momento era un acto de valentía. Y él la tuvo.
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¿Usted es independentista?
No lo había sido nunca. Estaba en la frontera entre la tradición del maragallismo y del catalanismo de base liberal. Estoy convencido de que Catalunya es una nación, aunque me sentía muy incómodo cuando me presentaban en algún acto como ‘político nacionalista’. En un momento dado apoyé la idea independentista por una razón racional e instrumental. Si no hay manera de que reconozcan que somos una nación, que tenemos derecho a construir un proyecto político compartido pero finalmente propio ¿por qué tenemos que autolimitarnos? En mi fuero interno siempre pensé que esto provocaría una negociación. No ha pasado. ¿Defiendo ahora las ideas independentistas? Sólo digo una cosa: antes de volverlas a defender calibremos bien el dolor que hemos causado entre todos y valoremos si compensa. Quizás nos compensaría más volver a jugar la carta de la reconciliación e intentar de nuevo ensayar el encaje en el marco de una España plurinacional. Valorémoslo bien. Lo que sí sé, y lo tengo todavía a flor de piel, es el dolor que sufro y que sufrimos mi familia, mi entorno, amigos que nos hemos dejado de hablar, una sociedad enrarecida, con impactos y consecuencias económicas y sociales… ¿Tenemos que estar 51 a 49 muchos años o qué?
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Ha dicho sociedad enrarecida. ¿Fracturada?
Fractura es una palabra muy grandilocuente, muy fuerte. La sociedad afortunadamente es madura, resiliente. Es evidente que no podemos hablar de política como hace unos años. Ahora, en una comida o en una cena tienes que ser muy cauto. Hay unos que tienen gente en prisión. Y otros que creen que deberían ser más en la cárcel. A mí me lo han dicho: “Usted también debería estar entre rejas por lo que nos han hecho sufrir y por contemporizar mucho con todo esto”. Pensemos en ello antes de volver a poner en marcha una maquinaria generadora de esta tensión en nuestra sociedad que, por otra parte, todo el mundo envidia.
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¿Qué piensa de la guerra de los lazos amarillos?
En el terreno estrictamente personal no sólo respeto a la gente que los lleva sino que creo que les honra, porque quiere decir que se comprometen con el dolor de políticos y activistas que trabajaban por el bien común. En el terreno de la ocupación de la vía pública, tengo mis reservas y lo he dicho y escrito. Precisamente porque las plazas son de todos “no se puede decir que siempre serán ‘nuestras'”. Si son de todos una cierta neutralidad estaría bien. Ni que decir tiene desde el punto de vista institucional. Ha habido casos de partidismo injustificables.
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¿Ve futuro a la Crida Nacional per la República que impulsa Carles Puigdemont y a la que se ha sumado el PDeCat?
Es una opción partidista, legítima como cualquier otra. Los ciudadanos deberán calibrar bien que es lo que ofrecen y si están dispuestos a asumir las consecuencias de esa oferta.
Intuyo que el paro de país que propone la Asamblea Nacional Catalana no le gusta
A ver cómo se concreta. La situación es anómala. No podemos hacer ver que olvidamos que hay gente en la cárcel y que la política catalana no se puede normalizar mientras estén ahí. Lo comprendo y empatizo con esta idea. ¿Las acciones concretas? Hay que valorar cada una. Como conseller condené los boicots a los cajeros automáticos. Era un delirio. Hay que ver cómo se concreta esta propuesta y qué complicidad tiene con la patronal y los sindicatos. O si es sólo una ocurrencia de algunos.
Siempre ha marcado mucha distancia con la CUP, que ahora propone que en 9 meses se haga efectiva la República proclamada el 27 de octubre
La ideología y la idea del mundo importan. La cosmovisión de la CUP y la del PDeCat, no ligan nada. Una bandera colectiva no justifica ir juntos cuando las visiones que tienen del mundo son tan diferentes. Les respeto mucho. Son nobles, honestos y consecuentes. Ahora bien, no les votaría nunca y políticamente les combato, porque si ellos ganan todos iremos mal.
¿Se debe hacer efectiva la República? ¿Hay un mandato del 1 de octubre que obligue a ello?
El 1 de octubre fue una gran movilización pero no justifica que se emprenda ninguna decisión político-institucional. Fue reconocido por dos millones largos de catalanes pero otros más de dos millones largos de catalanes no se sintieron interpelados y se sintieron vinculados al ordenamiento constitucional. Cuando eso ocurre, cuando ningún país del mundo te lo reconoce, cuando España no te lo reconoce, cuando la sindicatura electoral cae la semana anterior, ¿qué fue el 1 de octubre? Una gran expresión de compromiso político con una idea. Y punto. Es un aval a los que defienden esas ideas. Y ya está. Sólo les permite seguir batallando políticamente por estas ideas.
¿Cree que algún día Quim Torra volverá  a proclamar la República como le reclama la CUP? ¿Lo teme?
Me preocupa más la reacción del Estado que las posibles ocurrencias que se puedan tener desde aquí. Si el Estado sabe tener la racionalidad, la sangre fría propia de un estado democrático maduro, gestionaremos esto y lo que haga falta. Ahora bien, si el Estado sobreactúa, alimenta la confrontación, cualquier tipo de decisión, por muy ocurrente que sea, puede complicarnos la vida a todos.
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¿Quisiera volver a la política?
He sido muy feliz como servidor público, como político, como alcalde de Figueres, mi pueblo, como consejero de mi país. En lo personal estoy bien. Me gustaría que mis ideas predominaran pero no puedo meterme en política. Estoy pendiente de juicio. Me pueden acabar inhabilitando. Imagínese que arbitro una candidatura, un espacio político absolutamente necesario en Catalunya, de catalanismo positivo, progresista, y que del juicio se desprende una condena de inhabilitación. ¿Cómo quedo?
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Las elecciones municipales serán en mayo. ¿Se harán en clave local o independentista?
Los ciudadanos nos merecemos que en las elecciones municipales se hable de las ciudades. Es una falta de respeto brutal a la ciudadanía y a las ciudades que lo que presida las campañas políticas sean temas extra muros. Dediqueamos dos minutos a hablar del proceso pero en Barcelona yo quiero saber qué quieren hacer los candidatos con el Eixample, la movilidad de la calle Provença, la vivienda, el mercado de Sant Antoni, el Puerto…
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¿Cómo ve el futuro de Santi Vila dentro de unos años? ¿De presidente de la Generalitat, ministro en Madrid, alcalde de Figueres de nuevo?
No. Esto último no. Nunca segundas partes fueron buenas. Además, ya hace muchos años que vivo en Barcelona. ¿Volver a la política? ¡Ya se verá! No se acabará el mundo si no vuelvo. Me he reincorporado a la universidad y estoy muy feliz preparando las asignaturas de este curso, trabajo de directivo en una compañía de aguas pequeña, deliciosa, con buena gente, profesionales muy majos. La vocación está ahí pero las cosas son como son. Han ido así y no de otro modo. Siempre apoyaré las ideas de la gente progresista, moderna, que quiere el bien común, el interés general, honesta intelectual y moralmente, que no se inventa realidades virtuales. No tengo porque incorporarme necesariamente a ningún lado. ¡Ya lo he hecho!

 

 

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