¿Puntapié? ¡No! ¡Paso al lado!
Las palabras han dejado de tener un significado preciso en Catalunya y es natural: son un espejo incómodo. Cuando la realidad disgusta, ¡cambiemos las palabras! Muy simple. Y dramático. No es de extrañar que la patada en el trasero de Carles Puigdemont a Marta Pascal fuese presentada como “Pascal da un paso al lado” en TV3. ¿Nos hemos vuelto zombis o qué?
Ayer, la asamblea nacional del PDECat se decantó por proclamar “la independencia lo antes posible” en lugar de “la independencia de inmediato”. ¡A esto se le llama realismo! Como ciudadano de Catalunya, les doy las gracias: habiendo podido elegir el próximo miércoles 15 de agosto o el 25 de diciembre, no lo han hecho.
La sucesión de eufemismos, expresiones huecas y brindis al sol acompaña el proceso soberanista sin que nadie parezca sorprendido por las deformaciones. Es lógico, si así vamos tirando ¿para qué restituir a las cosas su verdadero nombre? He aquí el gran éxito de chorradas como “dar un paso al lado” cuando se trata de una defenestración (Pascal tuvo la honradez
Obama parecía hablar de Catalunya en su brillante tributo a Mandela: “Ahora siguen mintiendo”
de explicar su salida con claridad).
La deformación del lenguaje es omnipresente porque –deduzco– el objetivo de la República lo justifica todo, incluso el alarmante mesianismo de Carles Puigdemont y su obsesión por forzar la realidad: el apoyo electoral al independentismo es insuficiente para “fer República!” o para implementar “el mandato del 1-O” . Dos tópicos que se repiten sin rigor crítico.
Si esta deformación del lenguaje ha cuajado –llenaría la columna de más ejemplos– es porque no queda en Catalunya un sólo intelectual –ni uno– que defienda las tesis independentistas sin cobrar o haber cobrado de la res pública. Ni uno. Menudo era Pujol con los intelectuales... Plata o plomo.
No entiendo que la defensa de una causa política exija llamar al pan, vino. Lo peor es que se trata de un fenómeno universal, tan beneficioso para los intereses particulares, allí los de Donald Trump, aquí del procés, esa máquina de triturar lo que toca (la opa al PDECat y a ERC, por ejemplo).
Barack Obama pronunció un discurso el martes en Sudáfrica, con ocasión del centenario de Nelson Mandela. Hubo un pasaje que parecía un traje a la medida de Catalunya: “Por desgracia, gran parte de la política actual parece rechazar el concepto de verdad objetiva. La gente se inventa cosas. Lo vemos en la propaganda de Estado, en las noticias inventadas que corren por internet, en el desdibujamiento de los límites entre información y espectáculo, en la absoluta pérdida del pudor entre los líderes políticos cuando se descubre que han mentido: insisten y mienten un poco más. Los políticos siempre han mentido, pero, normalmente, cuando se les pillaba, se mostraban contritos. Ahora siguen mintiendo”.
¡Que la realidad no fastidie las ilusiones! Así nos está yendo...
https://www.pressreader.com/spain/la-vanguardia-1%C2%AA-edici%C3%B3n/20180723/281878709161942
https://www.lavanguardia.com/opinion/20180723/451042823305/puntapie-no-paso-al-lado.html
Oriol Junqueras soltó una frase en RAC1 en enero del 2017, como si quisiera hacer de la estrategia política un espacio de encuentro emocional: “El junquerismo es amor”. La declaración triunfó en las redes sociales y un avispado emprendedor fabricó camisetas con ella, que alcanzaron notables ventas. Como contrapunto, Carles Puigdemont es en esta hora cesarismo, lo que no tiene nada que ver con el amor sino con la mano dura para conseguir la hegemonía del independentismo con arreglo a su autoridad suprema, resultado de su capacidad personal, adornada con la pátina heroica del “exiliado” resistente. La asamblea del PDECat ha reducido a la organización a poco más que a una fuerza testimonial subsumida en el movimiento que Puigdemont se ha sacado de la chistera: la Crida Nacional per la República. Esta iniciativa, con toda su carga emocional, ideológicamente difuminada para que pueda resultar transversal, pero claramente rupturista, se inspira en el Scottish National Party. Además, incorpora el factor prisa, sin escuchar a Alex Salmond, que se ha cansado de aconsejar que la impaciencia es un error y que los escoceses tardaron más de medio siglo en lograr una consulta pactada.
Puigdemont ha sometido al PDECat y ha decapitado a su coordinadora general, Marta Pascal, por considerarla demasiado pragmática. No le gustó el apoyo del grupo parlamentario a la moción de censura. Sin ganas, dio el brazo a torcer, aunque el expresident sabía que con Rajoy el independentismo radical vivía mejor. Como tampoco vio con buenos ojos la distendida relación entre Pedro Sánchez y Quim Torra, hasta el punto de que este tuvo que hacer unas declaraciones en la radio pública al día siguiente para poner distancia. Con su Crida Nacional per la República se consuma la opa (hostil) al independentismo, especialmente a ERC, y complica el papel del PDECat en el Congreso. Braveheart espera con ansia la batalla del otoño.