Trayectorias consistentes para luchar contra la mediocridad
En las trayectorias corporativas consistentes hay una comunidad profesional solvente y con capacidad de cambiar
Trayectorias consistentes para luchar contra...
De las personas, miremos sus trayectorias. Aunque sean cortas. La vida no sólo son episodios, son trayectorias. No son partidos aislados, son campeonatos. Y no son palabras, las trayectorias se conjugan en resultados. No pasa nada por haber arriesgado, por acumular algún fracaso. Pero hay trayectorias que denotan aprendizaje y otras solamente indolencia. Cuando tengamos dudas sobre una persona, examinemos su trayectoria, sin ser quisquillosos, sin escudriñar una culpa coyuntural, miremos su posicionamiento a largo. Si su trayectoria nos dice de dónde viene y nos sugiere a dónde quiere ir, podremos juzgar mejor que por fijarnos solamente en algún éxito deslumbrante o en algún sonoro traspiés.
Sobretodo busquemos pistas sobre su capacidad de aprender, pero también de su lógica por desaprender. Y algo muy importante: su capacidad de adaptarse, de ser una pieza a favor de cambios consistentes. Finalmente está la honestidad como baluarte definitivo de una trayectoria.
Las trayectorias están descritas por las responsabilidades profesionales que se han asumido, pero están hechas por las competencias que se consiguen acumular: las relaciones que se atesoran, la destreza en innovar, la forma de cómo en contextos distintos se resuelven problemas, el modo de plantear el liderazgo y su combinación con el manejo de equipos, la capacidad para aguantar situaciones adversas.
Hay trayectorias que evocan linealidad, querencia por lo inercial. Otras en cambio expresan una cierta oblicuidad, un zigzag de búsquedas constantes. Las trayectorias impresionan por su resiliencia o por los esfuerzos acumulados. Algunas personas son un compendio de tenacidades con sentido, otras por desgracia, fueron un derroche de ahíncos desnortados.
Sigamos mejor las trayectorias de las personas que escriben, y no me refiero simplemente a como disparan sus tuits. Hay trayectorias que son un mapa de pensamientos más o menos balbuceantes o de geografías intelectuales consistentes. De quien escribe, podemos intuir si piensa. Quien piensa por sí mismo puede dibujar trayectorias singulares e inspiradoras.
Hay trayectorias que evidencian elegancia en saber ganar. Hay trayectorias de triunfadores que se ven preñadas de ego y soberbia. Comprar ganadores arrogantes es una mala inversión. Las trayectorias que transpiran humildad son más confiables especialmente para proyectos perdurables.
De las organizaciones podemos pensar lo mismo. Hay trayectorias marcadas por culturas profundas, tatuadas en su gente, fijadas en sus valores. Son trayectorias consistentes. Pueden haber tenido percances y malas épocas, pero hay una corriente de fondo que las hace resilientes a sí mismas, saben sobreponerse a liderazgos fallidos o a envites duros de una competencia crecida por sus aciertos.
IBM me parece una de esas organizaciones. Logró sobrevivir a sus propios éxitos en la informática a pesar de dejar de ser la referencia en computadoras. La empresa BIC de bolígrafos sobrevivió al riego de verse a sí misma solamente como una empresa fabricantes de una commodity como son los bolígrafos. Fuji, sorprendió con su capacidad de cambio cuando soplaban los vientos que se llevaron por delante a la todopoderosa Kodak. Hicieron de todo, pero sobrevivieron. Uno puede pensar que Nokia sobrevivirá a sus errores de los últimos diez años porqué tiene una trayectoria enraizada y cambiante: primero estuvo en la industria forestal, después en el caucho, después en el cable, después en las telecomunicaciones, ahora probablemente en los negocios vinculados a la sostenibilidad ambiental.
Detrás de las trayectorias corporativas consistentes hay una comunidad profesional solvente y con capacidad de cambiar. Si son comunidades expertas, pero sin capacidad de adaptarse, no sobreviven. Las trayectorias corporativas que surcan mercados y coyunturas en largos períodos saben manejar la gestión eficiente y compadecerla con la innovación. Algo realmente muy difícil.
Detrás hay personas ambidiestras, saben explotar y explorar. Líderes inspiradores y ejemplarizantes, servidores de su comunidad. Y sobretodo gente que no pierde ni la capacidad de esfuerzo, ni el respeto por sus clientes.
Motorola con una trayectoria extraordinaria murió porqué perdió el respeto por sus clientes y apostó en su momento por la telefonía móvil analógica, que era buena para la empresa, pero mala para sus clientes. Son las personas las que permiten resolver la complejidad en la que vivimos.
Aquellas empresas que solamente saben añadir complejidad a la complejidad se ahogan en su sofisticación. Aquellas empresas que sacan lecciones sencillas de sus trayectorias saben manejar mejor la complejidad y evitar esas tonterías que matan a las grandes empresas y a las pequeñas.
Ahora vienen tiempos desafiantes. La inteligencia artificial y el set de tecnologías que la acompañan supondrán cambios profundos para muchas organizaciones. Las empresas que se salvarán son las que se componen por personas que cuando escuchen “cambio”, pensarán en que primero han de cambiar a nivel individual.
Aquellas en que la gente busque excusas para no cambiar y solamente se preocupen de procrastinar o de sindicar sus quejas, están perdidas. Y estas actitudes no se improvisan, son fruto de las trayectorias.
Las empresas consistentes son aquellas que saben acompañar largamente las trayectorias de sus clientes, construir proyectos inclusivos y trayectorias atractivas para sus profesionales y diseñar culturas corporativas resistentes porqué son flexibles capaces de hilvanar trayectorias perdurables. Esta superposición de trayectorias es la clave de los éxitos a largo plazo.
Estamos en un momento en el que todo tiende a la inmediatez. Pero la consistencia requiere perspectiva. El cortoplacismo como señal perenne se ha rebelado como un desastre. Necesitamos apoyarnos y construir trayectorias consistentes en lo personal y en lo corporativo. Ya nos lo advirtió Jim Collins: la mediocridad es fruto de la inconsistencia crónica.
______Leer más:
Libro de Xavier Marcet: Esquivar la Mediocridadhttps://www.sintetia.com/trayectorias-consistentes-para-luchar-contra-la-mediocridad/
Farnam Street Principles
New readers of Farnam Street often feel overwhelmed by the breadth and volume of articles on the site. That can make it hard to tell at a glance what we’re all about, so over a period of several weeks we identified the core principles that drive what we do at Farnam Street.We started by writing down values that we and our readers try to incorporate into our own lives and our own learning. In no time, we had several dozen listed in our notebook: “Live a meaningful life,” “make constant progress,” ”be open to change,” and “understand reality” were just a few.
Next, we grouped together values that had a similar thread. Some fit together nicely, others could belong to multiple groups, and some stood alone. After some lively debate and deliberation, we narrowed them all down to five succinct principles.
All that we write about, think about, and strive to achieve is inspired by one or more of the following principles. We hope they offer some clarity about what our community believes, and perhaps some direction as you carve your own path.
With that, here are the Farnam Street Five.
1. Direction Over Speed
If you’re pointed in the wrong direction, it doesn’t matter how fast you’re traveling. Inversely, if you’re locked on to your desired destination, all progress is positive, no matter how slow you’re going. You’ll reach your goal eventually.Imagine sitting on a commuter train and your stop is near the end of the line. If you were certain that you were on the right track, you wouldn’t get off simply because the train stopped from time to time. You know that stops are part of the journey. You can learn a lot from them, and eventually the train will start moving again. Yet when it comes to the goals that are most important to us in life, we tend to jump tracks the second we stop perceiving forward momentum. We’re choosing the illusion of progress over what really matters.
Take a little time now to study the map. And once you’ve charted a route that will get you where you want to be, stay the course. You won’t move forward all the time, but if you trust the process, you’ll look back and be astonished at how far you’ve come.
2. Live Deliberately
How many of us settle into habits and simply live the same year over and over again, waiting for some future event to occur before we start living? While we wait for that raise or career opportunity or ideal relationship, we tend to forget that life is happening now.When Thoreau penned the words “I go to the woods to live deliberately,” he didn’t seek to extol the virtues of off-grid living, though that may have been a by-product of his experiment. He wanted to create space to cultivate a life and mind of purpose—outside the influence and dictates of others. His fear, one that many of us share, was that when he came to the end of his life, he would “discover that [he] had not lived.”[i]
Living deliberately is about awareness and purposeful action. If we take the necessary steps to craft each day deliberately, when our final day arrives we’ll be able to look back at a life brimming with joy, fulfillment and satisfaction.
Set time aside today to pursue your dreams.
Start today to learn the things you’d like to know
Reach out today to repair that strained relationship.
Today, jettison the dead weight that’s holding you down.
3. Thoughtful Opinions Held Loosely
How do you respond when you’re faced with facts that contradict a sometimes long-held and cherished belief?Do you update your knowledge database with the new facts, or do you flail about and try to rationalize or refute the new facts so as not to upset the status quo?
As much as we’d love to consider ourselves open-minded and ever eager to learn, our human nature is to disregard information that could cause us any cognitive dissonance. It requires substantial effort to be firm enough in our convictions that we can be bold in our actions, yet humble enough to leave room to be wrong.
None of us have a perfect understanding of the world we live in. As our understanding increases, we must be willing to adapt and change if we are to learn and grow to position ourselves to lead the life we want to live.
When we resist that growth, or feel threatened by new information, we intentionally or unintentionally filter out evidence that may clash with our current opinions, thus keeping us safe in our ignorance. We sacrifice being correct for being “right.”
That, for personal and professional development, is the kiss of death.
4. Principles Outlive Tactics
In American football, thousands of plays have been invented over the years, some with more success than others. Good coaches will be able to create plays based on their teams’ strengths and their opponents’ weaknesses. Their plays are based on principles that they fully understand. Play-stealers, on the other hand, spots tactics that have been effective, and plug them directly into their programs.In a game, both the coach and the play-stealer will call successful and unsuccessful plays. Here’s the difference: only the coach can determine why a play was successful or unsuccessful. Only the coach will be able to figure out how to adjust it. The coach, unlike the play-stealer, understands what the play was designed to accomplish and where it went wrong, and can easily course-correct.
The play-stealer has no idea what’s going on. He doesn’t understand the difference between something that didn’t work and something that played into the other team’s strengths.
Tactics provide the “what” and the “how.” And just like in football, sometimes that can be enough to get a result. But if you want results no matter how the landscape changes, you must also understand the “why.” By understanding the principles that shape your reality, your “why” will more accurately guide your thoughts and actions.
5. Own Your Actions
Owning our actions can be incredibly difficult to do. We aren’t programmed to expose our egos or make ourselves vulnerable when we make mistakes or do something stupid. But one of the most powerful ways to make giant leaps forward in our lives is to not only accept that we’ll screw up, but to actively seek out correction when we do.When we refuse to accept ownership of our mistakes, we’ve warped the feedback loop we rely on to make better decisions in the future. If we are the common denominators in all the problems that vex us, but we fail to understand that, nothing will ever change.
Steven Covey says that proactive people “do not blame circumstances, conditions, or conditioning for their behavior.”[ii] When we take ownership of our decisions, our lives are no longer left up to chance. We can grab the steering wheel and go anywhere we’d like.
Then the question is, “Where would you like to go?”
What do you think?
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[i] Thoreau, Henry David. Walden, or Life in the Woods. Boston: Ticknor & Fields, 1854.
[ii] Covey, Steven. The 7 Habits of Highly Effective People: Powerful Lessons in Personal Change. New York: Simon & Schuster, 2004.