«Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano». Friedrich von Schiller
Si te paseas por otros muros que hablan de política, es preocupante observar el tono crispado, el frentismo, leyendo opiniones cargadas de odio,sin reflexión, con insultos entre diferentes facciones,entre diferentes ideologías, algunos sabiendo de todos los temas,sin humildad,con prepotencia,con muchas criticas y pocas soluciones.Se te pasan las ganas de opinar,no puedes hacer nada contra esta gran tozudez.
«¿Qué es la mayoría? La mayoría es un absurdo: la inteligencia ha sido siempre de los pocos».Friedrich von Schiller
«Haciendo el bien, nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino».Friedrich von Schiller
El resentimiento
He paseado junto al río a buena hora, cuando aún corre el frescor de la primera hora de la mañana, antes de que apriete el calor. Un encuentro casual me lleva a cruzar unas frases con una persona resentida, de esas que han decidido instalarse en el malestar del que culpan a otro. Como la conozco, sé que nunca ha sido una persona muy estable y en su vida tiene unos cuantos momentos de los que se resiente de la misma manera: son otros -familia, parejas, compañeros de profesión- los que siempre han tenido la culpa de lo que le pasa porque nunca es la responsable de nada. A partir de ahí, fabula y entra en una espiral y construye una versión con la que se siente cómoda que repite a unos y otros con la intención de hacerse la víctima y perjudicar a aquel con quien se ha obsesionado. Lleva años repitiendo las mismas cosas, una y otra vez, en un círculo monótono de insultos. Es una lástima, pienso, no se da oportunidad a salir del resentimiento, con qué carga ha decidido caminar. Pobre de aquel a quien culpan, recibirá continuamente sus ataques y será vigilado obsesivamente por quien se dice su víctima, más en estos tiempos de las redes sociales que se manejan impunemente. Algunas personas parecen justificarse así su existencia. Se duelen de aquello que ellos mismos hacen y la única esperanza es que se obsesionen con otro, aunque sea un tiempo. Me gustaría conocer la otra versión. ¿Nos molestamos en pararnos a pensar esto cada vez que alguien nos cuenta algo de otro? ¿Somos capaces de recomendarle que siga adelante y viva a quien se instala en el resentimiento sin que nos eche en cara que no nos ponemos de su parte en estos tiempos de lealtades inquebrantables?
El río fluye. Junto a la orilla, dos barcas viejas que ya no se usan. Por el centro del río, un navegante moderno. Comienza a hacer calor. Me refugio en una cafetería: un café cortado, echar un vistazo al periódico y a seguir con el día.
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