Las hora de la responsabilidad
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Uno de los errores del independentismo ha sido dar por sentado que el Estado era débil y que Mariano Rajoy era un presidente frágil que no contaba con una mayoría suficiente en el Congreso. Lo que se ha demostrado, en todo caso, es que tanto el Gobierno como las instituciones estatales han sido inflexibles ante la ruptura unilateral votada fugazmente el 27 de octubre, con la aplicación inmediata del artículo 155 que ha intervenido la Generalitat, que es gobernada y fiscalizada desde Madrid.
La misma percepción se tenía desde el Estado respecto a la capacidad del independentismo de resistir a las presiones y obtener una mayoría en las elecciones convocadas por Rajoy. Han transcurrido más de cinco meses y ninguna de las dos partes parece tener intención de encontrar una salida aunque sea a modo de arreglo transitorio para desbloquear esta situación cada vez más surrealista y absurda.
En los debates y enfrentamientos sangrientos en mayo de 1937 en Barcelona, los comunistas del POUM y la CNT planteaban que para ganar la guerra había que hacer antes la revolución y los comunistas del PSUC sostenían que para hacer la revolución era necesario antes ganar la guerra. Los trotskistas perdieron y los estalinistas ganaron. Pero al final, unos y otros, no hicieron la revolución ni ganaron la guerra.
El independentismo puede forzar la situación y seguir con la idea de que Puigdemont debe ser investido presidente, especialmente si la justicia alemana le deja en libertad. Sería igualmente inadecuado porque seguiría vigente el auto del Tribunal Supremo pidiendo que se persone en Madrid con la posibilidad de seguir la suerte de varios de sus consellers.
En las manos del presidente del Parlament, Roger Torrent, está el proponer la candidatura de un diputado independentista para que forme gobierno y se inicie el largo camino para una normalización institucional.
Los dos partidos independentistas mayoritarios no pueden depender de la hoja de ruta de la CUP, que ha prevalecido tanto cuando eran diez diputados como ahora que sólo dispone de cuatro.
La hoja de ruta en unos momentos tan delicados no la pueden marcar ni la CUP ni los Comitès de Defensa de la República que quieren un gobierno rupturista impuesto contra la voluntad de una mayoría de catalanes, incluidos muchos votantes independentistas.
Puede que la situación empeore pero es preciso pensar en el día después y buscar ya puntos de encuentro que permitan restañar las heridas que se han producido en el seno de la sociedad catalana, que vivirá marcada por estos episodios durante mucho tiempo. Y si no hay posibilidad de formar gobierno, lo que sería un grave error, no habrá más remedio que convocar nuevas elecciones. Es la hora de la responsabilidad de todos para evitar que la fractura sea cada vez más ancha.
Publicado en La Vanguardia el 5 de abril de 2018
Nueve catedráticos exponen en el Cercle d’Economia, con un intenso debate, sus ideas sobre una reforma constitucional
El segundo pensar que Rajoy seria mas dialogante y se pasaría por Catalunya en busca de un pacto
El tercero, pensar que la justicia no actuaria, cuando se saltan las leyes, nunca aqui en temas juridicos hay flexibilidad, ni aqui ni en ningún pais
El cuarto y mas grave, seguir con la estrategia uniltateral, frentista, sin ni siquiera tener un frente común unido. Seguir con la improvisación, plan A,B,C,D….etc
El quinto….no proponer soluciones viables, seguir proponiendo soluciones que chocan con la justicia