XAVIER RIUS
La decadencia catalana
https://opinio.e-noticies.cat/la-punteta/la-decadencia-catalana-113855.htmlSi no fuera por los presos quizás me haría español. El primer Consejo de Ministros tras el 155 disolvió tres organismos: la secretaria de Desenvolupament de l'Autogovern; l'Oficina de Millora de les Institucions d'Autogovern y la Comissió Interdepartamental per al Desenvolupament de l'Autogovern.
También ha cesado a los delegados territoriales en Barcelona, Girona, Lleida, Tarragona, las Terres de l'Ebre, la Catalunya Central y del Alt Pirineu. ¡Aleluya! Por fin haremos la reforma de la Administración pública catalana que está pendiente desde hace años.
En efecto, es una de las múltiples promesas incumplidas de Mas. El entonces presidente creó en 2013 una comisión para la modernización de la Administración Pública. Un organismo calcado del que creó Pujol quince años antes (1998). Sólo le cambiaron el nombre. La primera era una comisión de expertos. La segunda una comisión asesora. Con el agravante, además, de que la Administración de la Generalitat la habían creado ellos: los de CiU.
Cuando Pasqual Maragall llegó a presidente aún lo enredó más. Creó tres nuevas delegaciones: Terres de l'Ebre, Catalunya central y Alt Pirineu para hacer un guiño a Esquerra. En teoría era para acercar la administración al ciudadano.
Pero, en realidad, fue una agencia de colocación de altos cargos. Como eran tres partidos se lo dividieron como TV3 o Catalunya Ràdio: por cuotas. ERC colocó en las Terres de l'Ebre un dirigente que entonces ya despuntaba, Lluís Salvadó. Entonces próximo a Carod.
En el Alt Pirineu, al socialista Víctor Orrit, que se había quedado sin la alcaldía de Tremp en las municipales después de tres mandatos consecutivos (1991-2003). Finalmente, en la Catalunya Central, el alcalde de Sant Pere de Torelló, Jordi Fàbrega, entonces cercano Iniciativa.
Había hecho suficientes méritos: era el hombre que había denunciado el llamado caso Cullell. Con los años se pasó a Esquerra, donde sin duda tenía más futuro que en ICV. En el 2010 quemó la fotocopia de un decreto de Nueva Planta durante la Diada. Me parece que, en agradecimiento al gesto, lo acabaron poniendo incluso a la dirección del partido.
Junts pel Sí ha continuado la tradición. El delegado de la Generalitat en Barcelona es Miquel Àngel Escobar, aquel dirigente de UGT que siguiendo la estela de otras -como la exconsellera Neus Munté- se pasó a CDC. Fue de candidato al Senado en las elecciones del 20 de diciembre de 2015. No salió. Lo recolocaron de delegado de la Generalitat en Barcelona.
La delegada en la Catalunya Central era la ex diputada de ERC Laura Vilagrà. Había sido alcaldesa de Santpedor, el municipio de Josep Guardiola. Cuando lo dejó la nombraron delegada en las comarcas de la Catalunya Central.
Un día me la encontré en las afueras del Parlament. Le pregunté qué hacía y me dijo lo mismo que Maragall: "acercar" la Administración al territorio. ¿En pleno siglo XXI? ¿en la época de internet? pensé. La delegación de la Generalitat en la Catalunya Central está en Manresa. Abre de nueve a dos. La distancia entre la capital del Bages y Barcelona son 57 kilómetros por autopista.
En las postrimerías del segundo tipartito, para oficializar las delegaciones que había creado Pasqual Maragall años atrás, Esquerra impulsó la Ley de Veguerías, una jurisdicción de antes del Decreto de Nueva Planta. No lo decían, claro, pero en cierto modo se quería diluir o borrar las provincias, que se veía como una imposición española. Ciertamente, era la división territorial creada por el gobierno de Madrid en 1833.
Pero nunca hubiéramos tenido que crear una nueva administración pública sin haber suprimido la anterior. Catalunya tiene ahora seis administraciones superpuestas: UE, Estado, Generalitat, Diputaciones, Veguerías, Comarcas y Ayuntamientos. Imagínense cuánta gente colocada en el sector público.
Tomemos, por ejemplo, los consejos comarcales. No dudo que quizás en las comarcas del interior tienen su utilidad para mancomunar servicios. Pero no he sabido encontrar la frontera entre el consejo comarcal del Barcelonès y el del Baix Llobregat por ejemplo.
En este caso fue un invención de Jordi Pujol (1987) para contrarrestar la todopoderosa Corporación Metropolitana de Barcelona, que se acabó suprimiendo. Parece que Pasqual Maragall -entonces alcalde de Barcelona- había planeado incluso crear un himno.
Pero la Catalunya actual no tiene nada que ver -sobre todo demográficamente- con la que estableció Pau Vila en 1936. ¿Saben cuál ha sido el único consejo comarcal suprimido? El del Barcelonés. Y aún porque había tanta presunta corrupción que pensaron que lo ideal era cerrarlo.
Si Rajoy gobernara un poco mejor de lo que ha gobernado el soberanismo hasta ahora bajaría y volvería a situarse alrededor de un 20% del electorado, que era inicialmente su terreno natural. Personalmente me gustaría que el Estado acabara el enlace entre la AP-7 y la autovía de Lleida porque lo tengo al lado de casa. Hace un montón de años que está parado. Lol paralizó José Blanco cuando era ministro de Fomento (2009-2011).
Tampoco es tan difícil. Catalunya lleva años mirándose el ombligo. En plena revolución tecnológica, hemos desperdiciado una inmensa cantidad de energía en objetivos difíciles o inalcanzables. Por ejemplo empezamos a negociar la financiación cuatro años después del inicio de la reforma del Estatuto. Cuando el rival ya estaba en guardia y las fuerzas propias exhaustas.
La última legislatura de Pujol sólo sirvió para preparar el aterrizaje de Mas. Maragall se envolvió con el Estatut. Montilla la financiación. Mas el derecho a decidir. Puigdemont la independencia. ¿Qué hemos conseguido? En el fondo, hemos puesto la semilla de nuestra propia decadencia. El resto de países no esperarán que los catalanes seamos independientes. Con República o sin deberíamos ponernos las pilas ya.