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Aires antieuropeístas Lluís Foix

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Aires antieuropeístas

La mayoría de electores italianos votaron por partidos euroescépticos o antieuropeos

La semana se abrió con dos noticias que mostraban dos caras de una Europa en la que la tierra se mueve bajo los pies de las instituciones y donde cada vez que se abren las urnas muestran un avance notable de los populismos orgullosamente xenófobos. Aunque no todos entran en los gobiernos, su fuerza penetra gradualmente en prácticamente todos los parlamentos.

En Alemania se llegó a un acuerdo para una nueva coalición entre la CDU y la CSU bávara con la socialdemocracia del SPD. Las negociaciones han durado seis meses y por el camino se ha negociado y discutido sobre cuánto poder estaría dispuesta Angela Merkel a ceder a los socialdemócratas. El que fuera.

Después de un intento frustrado de pacto con liberales y verdes, los dos grandes partidos lo volvieron a intentar con pocas esperanzas de alcanzar un acuerdo. Desde el final de la guerra, Alemania ha demostrado tener un sentido de sociedad equilibrada y, a pesar de las fricciones algunas veces violentas y enfebrecidas, ha acabado resolviendo sus problemas, es decir, no cae en experimentos que podrían poner en juego su propia gobernabilidad y la estabilidad europea.

Todos los gobiernos alemanes, antes de la unificación y después de ella, han jugado la carta occidental y europea porque por el hecho de ser la primera potencia no se sentían seguros. Todos han cedido en la formación de la gran coalición. Las decisiones, finalmente, se han puesto a votación a toda la militancia de los partidos que ha avalado mayoritariamente la reedición del pacto y, posiblemente, el próximo 14 de marzo Angela Merkel será investida canciller alemana por cuarta vez consecutiva.

Una de las razones para prevenir unas nuevas elecciones es la presencia en el Bundestag del partido Alternativa para Alemania, xenófobo, euroescéptico y populista. En las elecciones de septiembre consiguieron el 12,9% de los votos, ocho puntos más que en el 2013, y entraron por primera vez en el Parlamento. Serán el primer partido de la oposición en un país en el que la xenofobia recuerda amargos tiempos pasados.
La política en Europa hoy tiene un as­pecto defensivo por parte de los viejos partidos que observan cómo los cambios sociales, la inmigración, las identidades exclusivas y los nacionalismos, les desbordan por todas ­partes.
Europa ha sido lo que han impulsado alemanes y franceses pero desde el nacimiento del Estado alemán en 1871, Europa ha sido, de una manera o de otra, una cuestión alemana. Las dos grandes guerras del siglo pasado llevaban el sello provocador de Alemania. El hecho de que Berlín siga fiel a la idea de Europa, probablemente porque es una forma inteligente de ahuyentar sus viejos fantasmas, hace que su europeidad se imponga racionalmente sobre su germanidad. Queda por ver si un gobierno formado desde el vértigo de unas nuevas elecciones no habría dado más fuelle político a Alternativa para Alemania.

Por razones muy distintas la presidencia Macron en Francia es, también desde una cierta debilidad, un punto de equilibrio para formular otras políticas que estimulen a los europeos para que vuelvan a confiar en un proyecto que ha sido una de las aportaciones más sensatas y provechosas que se ha ofrecido al mundo.

Italia ha sido también el espejo de otra Europa, la meridional, pactista, corrupta, cambiante, donde se libró una de las grandes batallas de la guerra fría para dilucidar si mandaban los cristiano demócratas o los comunistas. Cuando los comunistas empezaron a poner adjetivos al PCI original estaba claro que habían perdido la identidad y la larga batalla.

Existe la idea de que la política italiana lo puede resistir todo. Montanelli decía que en Italia no hay que reformar los sistemas electorales, ni las leyes, ni las reglas. Hay que reformar a los italianos. Escuché una vez a un político italiano que afirmaba que gobernar a los italianos no es difícil, es inútil.

Hubo dos grandes vencedores en las elecciones del domingo: el Movimiento 5 Estrellas, antiestablisment, fundado por un comediante hace diez años, que es antieuropeo, contrario a la inmigración y que ha recogido votos de anarquistas, libertarios y un buen número de jóvenes desilusionados con la situación. Ha sido el primer partido con un 32% de los votos. El otro ganador ha sido la Liga, que superó a la Forza Italia de Berlusconi y que tiene unos planteamientos contrarios a la misma idea de Europa. El imperfecto viejo sistema ya no se sostiene y el populismo que lo sustituye puede reproducirse en cualquier otro país europeo.

No se ve en el horizonte un gobierno estable en Italia si los partidos hasta ahora considerados marginales son los que tienen que gobernar. Alemania e Italia, en cualquier caso, se instalarán en la fragilidad política aunque los alemanes saben que si Europa se desmorona entraríamos en territorio desconocido, posiblemente inhóspito para todos. Reformar, sí, pero no tirar por la borda todo lo conseguido.
Publicado en La Vanguardia el 7 de marzo de 2018

  3 comments for “Aires antieuropeístas


Ramon
07/03/2018 at 18:18
Creo que deberiamos empezar a reflexionar, que si Europa no se une, si no logra ser los estados unidos de Europa, deberemos pasar por el aro de los chinos y su mercantilismo, su modelo dual, su capitalismo financiero y su politica comunista planificada de partido unico.

Deberiamos reflexionar, tal como nos dice el experto J.Colomer, el motivo por el cual …
“la reciente gran recesión no ha producido una ganancia neta en el número de democracias puede deberse al hecho de que la crisis afectó principalmente a los países con regímenes democráticos, mientras que los autoritarios como China, en gran parte se han mantenido fuera de la recesión” J.Colomer

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