Una narración de la crisis de la Zona del Euro
por el 14/01/2016
http://nadaesgratis.es/bentolila/una-narracion-de-la-crisis
"La Crisis de la Zona del Euro (ZE) empezó en mayo de 2010, pero falta mucho para que se acabe. Aunque recientemente han aparecido algunas señales positivas, el crecimiento y el paro en la ZE son lamentables y se espera que lo sigan siendo durante años". En tal caso, resulta necesario contar con una historia sobre qué factores han causado la crisis para saber qué hacer al respecto.
Veamos. Tras alcanzar un mínimo cíclico (suelo) a principios de 2013, según el Comité de Fechado Cíclico de la Zona del Euro, el PIB de esta zona ha crecido en los siguientes 9 trimestres a una tasa media del 2.7%. Es menos de la mitad del 5.7% observado en las recuperaciones habidas desde 1970. En 2015 la tasa media de paro en la ZE fue del 11%, solo un punto menor que en 2013. Para 2016 la Comisión Europea predice un crecimiento del PIB del 1.8% y una tasa de paro del 10.6%. No es un panorama muy alentador.
La frase inicial de la entrada se debe a un conjunto de prestigiosos economistas (entre ellosOlivier Blanchard, Paul de Grauwe o Chris Pissarides) agrupados en el proyecto "Rearrancar la Zona del Euro" y valida la creencia muy extendida en la sociedad española de que la recesión se habrá acabado pero la crisis no. Estos economistas argumentan que se requiere una narrativa consensuada sobre las causas de la crisis para poder acordar cómo salir de ella. La historia que proponen puede resumirse de la siguiente forma:
- Hasta mediados de los años 90 había grandes diferencias en los tipos de interés que pagaban los países de la ZE por endeudarse, pero desde entonces convergieron en anticipación de la puesta en marcha de la moneda única. Como resultado, durante la primera década del euro (1999-2008), algunos países, que experimentaron grandes reducciones del coste de financiación, generaron grandes aumentos de su deuda, bien privada (España e Irlanda) bien pública (Grecia y Portugal).
- El aumento del endeudamiento de los GIPS (por sus iniciales en inglés) fue financiado por Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia y Países Bajos (el núcleo).
- Los GIPS dedicaron buena parte de esos préstamos a vivienda (España e Irlanda) y consumo público (Grecia y Portugal), actividades que no ayudan a generar exportaciones que permitan devolver los préstamos. Además, las entradas de capitales elevaron la demanda y fomentaron aumentos de salarios y precios, perjudicando aún más la competitividad exterior de estos países.
- Los bancos de los países del núcleo compraron mucha deuda de los GIPS. Esto coadyuvó a que soluciones obvias, como la reestructuración de la deuda griega, se retrasaran mucho, pues habrían puesto inicialmente en apuros a esos bancos.
Las causas de la crisis
El factor desencadenante fue la parada súbita ("sudden stop") de los flujos de préstamos intra-ZE. Esta perturbación se convierte en una crisis por dos razones. Primero, el endeudamiento era demasiado grande para que cada país pudiera gestionarlo individualmente. Por ejemplo, Irlanda quebró al rescatar a sus bancos, y otros países, como España, también sufrieron el "bucle diabólico" que liga la percepción de insolvencia de los Estados a la de los bancos de sus países. Segundo, los gobiernos no pudieron responder a esta incapacidad de su país para seguir financiándose con medidas como instruir a su banco central para que comprara la deuda tóxica (ya no tenían banco central propio) o como depreciar su moneda (ya no tenían moneda propia).
Las causas que subyacen a los devastadores efectos de este factor desencadenante son de tres tipos:
- Los fallos de política económica que permitieron que se acumularan los desequilibrios (el endeudamiento de los GIPS reflejado en el saldo acreedor del núcleo). No había mecanismos centralizados para controlar: (a) la deuda pública (no se creó una unión fiscal y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no funcionó), (b) el exceso de endeudamiento bancario (la supervisión quedó en manos nacionales, sin mecanismos comunes de seguro de depósitos, de supervisión o de resolución bancaria) y (c) el endeudamiento intra-ZE.
- La inexistencia de mecanismos de absorción de perturbaciones ("shocks"): a diferencia de lo que sucede dentro de cada país, no había mecanismos centralizados para canalizar préstamos entre países de la ZE (adrede: para evitar el "riesgo moral", es decir, para que los países no se endeudaran irresponsablemente); el único que funcionó al principio fue el de los préstamos entre bancos centrales (TARGET).
- Fallos en la gestión de la crisis sobre la marcha: (a) Errores conceptuales que hicieron que los líderes de la ZE no comprendieran bien las consecuencias de sus acciones e inacciones: por ejemplo, las de obligar al sector privado a cargar con parte del coste de los impagos de la deuda. (b) Conflictos de intereses que obstaculizaron las acciones comunes: por ejemplo, los derivados de que los bancos de los países del núcleo hubieran invertido mucho en deuda de los GIPS o de dificultar que el Banco Central Europeo operara como prestamista de última instancia. (c) Procedimientos de toma de decisiones que llevaban a medidas parciales que mejoraban la situación a corto plazo pero la empeoraban a medio plazo: por ejemplo, el diseño inadecuado de los rescates que no evitó los aumentos de las primas de riesgo de los GIPS hasta niveles insostenibles.
No serán ideas nuevas para quienes hayan seguido las entradas de NeG desde 2009 (de Javier Andrés, Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano o Tano Santos, entre otros), pero sí es un resumen útil (y de solo 14 páginas).
Espero con interés las propuestas de este grupo sobre las medidas de política económica a adoptar a nivel europeo, ahora que la situación es de nuevo incierta, sin que se hayan reducido suficientemente los desequilibrios (no hay más que ver la tasa de paro española). Como señalan estos autores, al menos dos problemas graves lo exigen: una gran proporción de jóvenes van a pasar los años de formación más críticos de su vida laboral en paro y el malestar económico está alimentando puntos de vista extremistas y tendencias nacionalistas justo cuando Europa tiene que aunar esfuerzos para hacer frente a desafíos que van desde el aluvión migratorio hasta posibles nuevas crisis financieras.
Rebooting the Eurozone: Step 1 – agreeing a crisis narrative
The Eurozone crisis broke out in May 2010 and it is a long way from finished. Although some positive signs have emerged recently, EZ growth and unemployment are miserable and expected to remain miserable for years. • A large slice of Europe’s youth have been or will be jobless during the critical, formative years of their working lives. • The economic malaise is feeding extremist views and nationalistic tendencies just when Europe needs to pull together to deal with challenges ranging from the migration crush to possible new financial shocks.
Concluding remarks
This essay has identified the proximate causes of the Crisis, and the causes of these proximate causes. The EZ Crisis started as a classic ‘sudden stop’ of cross-border capital flows. For several EZ nations, such as Ireland and Spain, this turned a private debt problem into a public debt crisis. For others, such as Greece and Portugal, public debt was the Achilles heel. For most, the highly leveraged banking system and its tight links to national governments provided the fuel that turned an economic problem into a system-wide crisis. The lack of crisis-management tools and shock-absorbing mechanisms prolonged the Crisis and fostered contagion from the EZ periphery to the EZ core.
How we got here
When Europe’s monetary union was designed in the 1980s, several fundamental design flaws were papered over. There was no shared vision on the standards of political and institutional cohesion that would be required to make the project viable. Shocks would create fault lines and conflicts, but the historical importance of the European project would provide the motivation to overcome obstacles, smooth differences over policy, and elicit solidarity. As Jean Monnet famously put it, “l’Europe se fera dans les crises” as it had done for six decades. Europe’s bad luck exposed the costs of relying on Monnet’s view. Shocks the size of the Global Crisis and the Great Recession were not really what the Eurozone’s architects had in mind when they thought they could rely on muddling-through. Although Monnet was right in the sense that progress on Banking Union would have been impossible without the Crisis, from 2010 to 2012, Monnet’s logic was turned on its head. Discussions
of how to complete the currency union proved divisive and destabilising. It made matters worse that a consensus had to be reached on institutional issues while knitting together agreements on emergency measures. The consequences were and still are dreadful. Europe’s lingering economic malaise is not just a slow recovery. Mainstream forecasts predict that millions of Europeans will miss out on the opportunities that past generations took for granted. The Crisis burden falls hardest on Europe’s youth, whose lifetime earning profiles have already suffered. Money, however, is not the main issue. This is no longer just an economic crisis. The economic hardship has fuelled populism and political extremism. In an international setting that is more unstable than any since the 1930s, nationalistic, anti-euro, anti-EU rhetoric is becoming mainstream. It is no longer the case that only fringe political parties argue for breaking up the Eurozone and the EU. It is not inconceivable that far-right or far-left populist parties could soon hold or share power in several EU nations.
The way ahead
Many influential observers recognise the bind in which Europe finds itself. A broad gamut of useful solutions have been suggested. Yet existing rules, institutions and political bargains prevent effective action. Policymakers seem to have painted themselves into a corner. It is not easy to agree on where Europe needs to go to overcome this existential crisis, but it is even harder to agree on how Europe should get there. Be that as it may, even the longest journey is made one step at a time. This essay is a first step in a bigger project called “Rebooting Europe”. It seeks to marshal a critical mass of Europe’s economists in developing ways to get Europe working again – to undertake a systematic rethink of today’s European socioeconomic-political system. In short, to figure out a way to update Europe’s ‘operating system’ and to reboot
http://www.voxeu.org/sites/default/files/file/Policy%20Insight%2085.pdf
Por Richard Baldwin, Thorsten Beck, Agnès Bénassy-Quéré, Olivier Blanchard, Giancarlo Corsetti, Paul de Grauwe, Wouter den Haan, Francesco Giavazzi, Daniel Gros, Sebnem Kalemli-Ozcan, Stefano Micossi, Elias Papaioannou, Paolo Pesenti, Christopher Pissarides, Guido Tabellini y Beatrice Weder di Mauro.
http://www.voxeu.org/article/ez-crisis-consensus-narrative#
Alesina, Alberto, Omar Barbiero, Carlo Favero, Francesco Giavazzi, and Matteo Paradisi (2015), “Austerity in 2009–13”, Economic Policy 30 (83), pp. 383-437. Carnot, Nicolas and Francisco de Castro (2015), “The Discretionary Fiscal Effort: An Assessment of Fiscal Policy and its Output Effect”, European Economy Economic Papers No. 543. Lagarde, Christine (2011), “Global risks are rising, but there is a path to recovery”, remarks at Jackson Hole, 27 August.
- Lars Feld P, M Christoph Schmidt, Isabel Schnabel, Volker Wieland
- Richard Baldwin, Francesco Giavazzi
- Charles Wyplosz
- Giancarlo Corsetti, Lars P Feld, Philip R. Lane, Lucrezia Reichlin, Hélène Rey, Dimitri Vayanos, Beatrice Weder di Mauro