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Periodismo metafórico y desconcertado L.Foix

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Periodismo metafórico y desconcertado

 

Los expertos sobre las vicisitudes del procés tendríamos que tener la decencia profesional de hablar de las cosas que han ocurrido y dejarnos de hacer predicciones sobre el futuro inmediato o a largo plazo. La política en Catalunya es impredecible. Esta es la realidad. Cualquier ocurrencia puede surgir en un momento imprevisto y cambiar todos los análisis.
Tengo mucho respeto y admiración por los periodistas deportivos. He visto profesionales que tenían lista la crónica cuando un equipo estaba perdiendo y en diez minutos la cambiaron si el resultado no era el previsto hasta el último minuto. Los cronistas deportivos son auténticos linces porque trabajan sobre hechos reales, ciertos, los resultados. Las valoraciones, naturalmente son libres y siempre respetables. Pero los hechos no se pueden alterar.
Es frecuente en nuestra profesión poner más énfasis en lo que a algunos periodistas les gustaría que ocurriese que lo que de verdad está ocurriendo. Hay análisis que salen viciados de origen porque están pensados en un objetivo premeditado.

Una de las fuerzas más determinantes del periodismo político es la demostración muy frecuente de que el error y la equivocación son muy frecuentes. Al día siguiente se corrigen con una fe de errores o simplemente no se dice nada. El diario es aquello que dura hasta después del desayuno. Otra cosa es la pisonadora de la historia que pasa un tiempo después y trata de poner los hechos en su contexto.

El periodista no es un adivino sino un simple narrador de los primeros borradores de la historia. Todas las democracias, según Marc Fumaroli, han dispuesto, aparte de sus legisladores, de voces y pensamientos independientes que velan por el estado moral de la sociedad y son los clínicos de la libertad. Estos espectadores comprometidos, por retomar la hermosa definición de Raymond Aron, ejercen un magisterio a la vez ante el Estado, siempre tentado por el maquivelismo, y ante la sociedad siempre tentada por la servidumbre voluntaria.
El día que se estudie lo que se ha publicado sobre el procés, en un campo y en otro, se descubrirá cómo el periodismo tomó parte activa en cualquier de los bandos que han dividido la sociedad catalana. No se ha hecho periodismo sobre los hechos verificados sino sobre noticias que no fueron comprobadas o sobre posicionamientos pre periodísticos, es decir, sin tener en cuenta los hechos.

Cuando ocurre algo los medios no suelen indagar acerca de lo que ha ocurrido, sino que ponen declaraciones opiniones y comentarios sobre lo qué ha sucedido, que acaba por quedar en un discreto segundo plano e incluso por desaparecer.

Lo más innovador y lo más arriesgado es predecir escenarios de futuro con cuatro pinceladas de la historia. No hay grandes investigaciones sobre el factor humano sino desarrollos aventurados de la propia personalidad del periodista. Cuántos vaticinios quedan en las portadas de diarios o en comentarios de radio y televisión que eran simplemente opiniones, respetables, pero que no estaban sustanciadas en la realidad.

La posverdad, es decir, la verdad de los hechos pasa a segundo término y empieza el reino de la especulación, del devaneo, de la metáfora, de la desorientación. De la propaganda sutil envuelta en capas culturales utilizadas en contextos heterogéneos se pretende trasladar la especialidad de los futuribles.

Podemos comprobar cómo libros, artículos y boletines se ocupen de una misma obsesión: la propagada, la falsa palabra, la verdad a medias. A este ritmo vamos a que los hechos desaparezcan de los noticiarios mientras que la mentira se convierte en el hecho diferencial de nuestra época.

El problema no es que los periodistas no sepamos cómo se desarrollarán los hechos en las próximas semanas en Catalunya. El verdadero problema es que ninguno de los protagonistas tampoco lo saben. No se puede explicar y menos opinar sobre la incertidumbre. Es lo que nos ocurre ahora. No sabemos las intenciones de los políticos que pueden formar gobierno en Catalunya.

Las fuentes mienten según sus intereses. El periodista no advierte a veces aquella frase atribuida a tantas gentes pero que es bien cierta: “mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos, todavía más cerca”. El periodismo siempre camina sobre campos de minas. Es aconsejable no pisar ninguna de ellas.

http://www.foixblog.com/2018/01/07/periodismo-metaforico-y-desconcertado/

  1. Francesc
    08/01/2018 at 18:40
    El periodismo debería explicar u opinar sobre asuntos que tengan trascendencia social, pero en ocasiones es inevitable que su trabajo llegué a formar parte de aquello que intenta explicar u opinar. Lo que sucede es que en este tema sin la cobertura diaria (que no corresponde a una decisión del periodista que hace su trabajo) y el trabajo de muchos periodistas (que sí corresponde a su trabajo) no solo forma parte de este este tema si no que lo ha terminando amplificando y hasta generando. Ese ha sido pues el tema y ha sido siempre enfocado de una determinada manera, no han existido otros temas aunque fueran igual o más importantes, ni ha habido en este tema puntos de vista independientes, que cuestionen o impugnen la posición dominante.
  2. Ramon
    08/01/2018 at 13:48
    Predecir escenarios de futuro, con relatos de la historia pasada, puede ser acertado como guia, al menos de los errores que no se deben de repetir….¿cuantos territorios han conseguido la independencia con la unilateralidad, cuantos enfrendo a una mitad contra la otra? que territorios han planteado una secesion con un 75 % en un referendum? que territorios han tenido una secesion y han huido las empresas? que paises se han gestionado mal y han acabado en inflacion galopante? ¿que paises con buenas instituciones se desarrollan y captan investigadores? ¿en que paieses huyen los investigadores? pues si la historia se repite en muchos casos

 

 


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