Políticas de ideas cambiantes
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La política ha salido del ámbito del control de los partidos. Está en la calle , en las redes sociales, en programas de televisión apresurados, en tertulias populistas y en personajes que salen en solitario y ganan elecciones en países como Estados Unidos o Francia. Donald Trumpy Emmanuel Macron no son hombres de partido sino líderes casi instantáneos, imprevistos, que han conquistado el poder al margen de la rigidez de las organizaciones.
Son el resultado de sociedades cambiantes, rápidas, en las que lo que más cuenta es el espectáculo y el impacto de ideas y actitudes fáciles de digerir, breves y cortas, que son asumidas por inesperadas mayorías.
Los partidos tienen que ponerse al día, buscar formas de comunicación con electorados cada vez más heterogéneos. La victoria de Inés Arrimadas en Catalunya, al margen de que pueda o no gobernar, es la historia de una idea única presentada con machacona insistencia ante un electorado desconcertado que quería frenar la victoria clara del independentismo.
El desgaste de los partidos clásicos es casi universal. En Catalunya han quedado pocos de los que existían hace cinco años. Casi todos ellos han cambiado el nombre, han desaparecido, se han fundido con otros o bien han mantenido sus siglas como ERC y PSC aunque sus políticas se han modificado sustancialmente.
Recuerdo que cuando el Partido Comunista Italiano empezó a cambiar de adjetivos, alguien me hizo observar que cuando hay que cambiar tanto de adjetivos es mejor cambiar el sustantivo. Es una ley inexorable de la política. La falta de sintonía con los votantes puede dar un susto a Mariano Rajoy, como lo experimentó la derecha francesa desde los tiempos en los que Nicolas Sarkozy disputaba la presidencia. El SPD alemán, de la mano del prestigioso Martin Schulz, se ha dado un tortazo en las elecciones federales. En Italia no se sabe bien dónde está la derecha o la izquierda desde que Berlusconi rompió todos los moldes.
Vivimos tiempos de política sin ideas o de ideas sometidas a los vaivenes de las redes. Cuesta admitir que la suerte que corre Carles Puigdemont haya dependido de dos horas de tuits como el de las 155 monedas de Gabriel Rufián, de unos estudiantes que le llamaban “traidor” en la plaza Sant Jaume, de la amenaza de Junqueras de abandonar el Govern y de dos diputados de la antigua Convergència que anunciaban su dimisión si convocaba las elecciones. Le temblaron las piernas y proclamó la república mientras el Senado acordaba el artículo 155 que se tradujo en una desbandada general, unos huyendo a Bélgica y otros ingresando en la cárcel.
Todo esto es muy poco serio.
Ni Puigdemont ni Rajoy pueden mantenerse en el poder si se quiere encontrar una salida airosa al conflicto catalán.
La solución tiene que venir de personas y equipos nuevos, capaces de sostener sus ideas pero dispuestos a aproximarse a las de los demás.
10 comentarios
10 comments for “Políticas de ideas cambiantes”
- Pero lo curioso de este caso, es que los responsables por un lado y por el otro, no dimiten y por otro lado tienen el apoyo de sus votantes. y de sus medios de comunicación afines.¿como es posible que siga el auto engaño? ¿Como es posible que no se pidan responsabilidades? ¿como es posible que ellos mismos no asuman que tienen que dimitir? ” La solución tiene que venir de personas y equipos nuevos” ¿donde están?