La anomalía de no rendir cuentas
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•Las elecciones de mañana son anómalas en más de un sentido. Son las primeras en las que las redes sociales han actuado con altos niveles de toxicidad en todos los sentidos. No es nuevo, como se comprobó en el Brexit y en las elecciones que ganó Donald Trump, dos acontecimientos electorales de primer orden en el año 2016. La verdad ha pasado a ocupar un segundo o tercer lugar. Cada vez es más comprobable que una parte del discurso político se construye sobre noticias falsas o simuladas. El reino de la posverdad está aquí para quedarse y me temo que discernir entre lo verdadero o falso será cada vez más difícil.
La consultora Gartner sostiene en su último informe sobre predicciones para el 2018 que en el año 2022 el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas y que no habrá suficiente capacidad ni material ni tecnológica para eliminarlas. El coste de producir noticias falsas es muy inferior al de elaborar noticias que se aproximen a la verdad.
La consejera del núcleo más cercano al presidente Trump, Kellyanne Conway, tuvo que defender una declaración falsa del entonces secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, cuando se refirió a la asistencia de público a la sesión inaugural del presidente comparándola con la de Barack Obama en el 2008. Las fotografías no podían mentir. La señora, con sólo dos días en el cargo, se salió como pudo diciendo que se trataba de “hechos alternativos”. No hay hechos alternativos, sino falsedades, como muy bien afirmó Orwell en los tiempos del auge de las dictaduras de los años treinta del siglo pasado.
Las elecciones de mañana son también anómalas si se tiene en cuenta que hay candidatos en la cárcel y otros huidos a Bélgica. Los que optaron por la supuesta protección oficial de Bruselas han hablado en campaña todo lo que han querido. Carles Puigdemont ha hecho turismo, ha ido a la ópera y vio en un bar el partido del Girona contra el Getafe a las doce de la mañana del domingo. Son raros los días en los que no ofrece una declaración de campaña, mientras que, desde la prisión de Estremera, Oriol Junqueras decía en entrevista a RAC1: “Estoy aquí porque no me escondo nunca de lo que hago y porque soy consecuente con mis actos, decisiones, pensamientos, sentimientos y voluntad”. Sólo le faltaba decir, tú en Bruselas haciendo campaña y yo aquí, limitado por las restricciones penitenciarias.
Otra anomalía es el expediente abierto a Junqueras y a Jordi Sànchez por el Ministerio del Interior por utilizar las comunicaciones familiares telefónicas preceptivas para difundir mensajes políticos. He cubierto muchas elecciones en el ancho mundo de países democráticos, pero nunca había visto nada semejante. Soraya Sáenz de Santamaría considera que el procés es un fake basado en la posverdad. Si ello es así, le responde Marta Rovira, ¿qué hace Oriol Junqueras en la cárcel?
Pero quizás la anomalía más gruesa es que en la campaña que terminó ayer por la noche no se ha pedido cuentas a los gobernantes que nos han llevado a la insólita situación en la que nos encontramos. Cada vez es más evidente que la prioridad del Govern Puigdemont fue el referéndum que debería conducir a la república catalana. Lo demás tenía una importancia relativa, tal como se desprende de los papeles incautados por la policía judicial que están llegando al conocimiento de todos.
El rendimiento de cuentas es uno de los aspectos fundamentales de toda democracia. Karl Popper decía que el sistema libre no consistía en formar gobiernos, sino en echarlos si se comprobaba que no habían cumplido satisfactoriamente con sus promesas. El sistema de democracia representativa, con todas sus imperfecciones, es el más fiable de todos porque tiene más elementos para corregir errores y denunciar acciones de mal gobierno. Mucho más, a mi juicio, que la democracia participativa. Bien lo sabe la primera ministra británica, Theresa May, que ha visto cómo el Parlamento le exige tener la última palabra en las complejas negociaciones con Bruselas sobre el Brexit. La democracia británica ha perdurado tanto por el control del Parlamento sobre los gobiernos a lo largo de generaciones.
He visto los dos últimos debates con todos los candidatos. Me parece que no se insistió suficiente en la labor del gobierno que hoy está en la cárcel o fuera del país. Parecen unos debates normales sin tocar las piezas fundamentales del rendimiento de cuentas. Se me antoja difícil vislumbrar un gobierno sólido a partir del viernes.
Si no hay un punto de encuentro, bajo mínimos si se quiere, entre el bloque independentista y el constitucionalista, podemos irnos preparando para unas nuevas elecciones. Otras. Pero esta vez con el artículo 155 sobrevolando mucho tiempo como un dron sobre nuestras cabezas.
Publicado en La Vanguardia el 20 de noviembre de 2017
- http://www.foixblog.com/2017/12/20/la-anomalia-de-no-rendir-cuentas/
De interes:https://elpais.com/elpais/2017/12/20/opinion/1513791833_804530.html
y,,,,http://politica.e-noticies.es/el-proceso-ha-subestimado-la-inteligencia-de-los-catalanes-114288.html