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Las campañas y las mentiras L.Foix

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Las campañas y las mentiras

La verdad no merece ningún respeto especial en estos tiempos rápidos. Ni siquiera para personajes bastante cultivados. Parece extraño, pero así es. Dentro de unos veinte años la mitad de las noticias que circulen por la masa crítica de la información serán falsas. Así lo ha afirmado un estudio publicado en los diarios estos días.
Si esta corriente se confirma es posiblemente la peor noticia que puede complicar aún más la convivencia en un futuro inmediato. Los conflictos vienen por las mentiras o por las verdades a medias. La corrupción no es otra cosa que una gran mentira de la que resultan afectados muchos individuos que nada tienen que ver con los chanchullos de los corruptos. 

George Steiner ha tratado de poner en evidencia el terrible fracaso de la cultura humanista frente al horror de nuestro siglo, que no sólo no impidió la barbarie, sino que muchas veces acudió en su ayuda. El gran escritor Balzac, bajo el ministro Polignac en 1839, denunciaba la “sociedad funeraria”, las “costumbres de catafalco”, la ausencia de toda franqueza, de toda verdad, de toda pasión, que hacía reinar jun régimen a contracorriente del carácter francés.
Que los británicos se hayan obsesionado en abandonar la Unión Europea no es una gran sorpresa porque nunca han militado de verdad en el europeísmo. Pero que Estados Unidos tenga un presidente que se pase ocho horas al día viendo la televisión y gobierne de madrugada a golpe de tuit es más preocupante y, seguramente, un peligroso indicio de que si no corrige sus actitudes, el país puede entrar en un cierto declive lento pero inacabable. Ningún imperio ha sido eterno.

Trump y el Brexit acudieron a la campaña electoral haciendo un uso abusivo de la mentira. No lo negaron. Simplemente, afirmaron que lo que importaba es que habían ganado. Y esto es suficiente, lo justifica todo. La mentira adopta formas de propaganda de prescriptores mediáticos, de políticos sin escrúpulos, de sociedades rendidas ante el alud de falsedades que se dan como ciertas.

Se olvida que los países que más han prosperado, desde la Grecia de Pericles hasta las democracias imperfectas pero dispuestas a superar sus propios defectos a través de la transparencia, de la acción de la justicia y la colaboración informativa y de opinióno de los medios de comunicación. 

Estamos en plena campaña y me atrevería a vaticinar que aquel candidato o candidata que sepa ajustarse a los hechos, a un nivel alto de veracidad, será premiada por las urnas. En las campañas, los electores no sólo se divierten por las salidas de tono de los candidatos sino que observan, estudian y reflexionan sobre el sentido de su voto. La mentira tendría que ser severamente castigada en las urnas.
  •  http://www.foixblog.com/2017/12/10/las-campanas-y-las-mentiras/ 

    RMS
    11/12/2017 at 13:47
    Si los politicos engañan, es menester de los periodistas difundir sus engaños, es menester de los medios de comunicación preguntar por sus pgm economicos, pero no es  preguntar por sus discursos y proclamas. se trata de preguntar por el plan de acción,prguntar sobre por como van a lograr sus objetivos.

    De momento No hay preguntas economicas precisas a los politicos, no hay argurmentos, solo hay titulares con la frase “chocante” del dia

    Francesc
    11/12/2017 at 09:47
    Se solia decir que los hechos son sagrados y las interpretaciones libres. Aunque se ha de intentar ser imparcial y llegar a cierta objetividad, muchas veces pienso que hay tantas verdades como personas, por eso hay que ser honestos.
    Francesc
    11/12/2017 at 02:44
    En el Periodismo el objetivo debería ser el intentar aproximarnos a una verdad determinada sobre unos hechos determinados, que así de entrada son solo una constatación de un acontecimiento, que hemos elegido porque consideramos que tiene alguna relevancia social porque afecta a un determinado número de personas. En la Historia sucede lo mismo. Pero difiero de los que aportan verdades absolutas sobre cualquier cosa, pues esas verdades invalidan el resto de puntos de vista, y cuando se encuentran con otras verdades absolutas, en el conflicto que se provoca, es muy difícil llegar a ningún acuerdo. Ese planteamiento se acerca al fanatismo y no creo que el Periodismo sea sinónimo de religión o teología, campo abonado al conflicto y dicho sea de paso más apto para las creencias que a la demostración científica.
    En cuanto a la mentira no debe tener cabida en el Periodismo. Pero comprendo que se pueda caer en ella de buena fe por estar mal informado creyéndose el periodista que está expresando una verdad sobre unos hechos determinados. Tampoco debemos perder de vista, como decía más arriba, que siempre hay una elección de unos hechos sobre otros, a veces de buena fe y otra más torticeramente. Esto también es una manipulación.
    En cualquier caso, el factor clave en todo momento es la intencionalidad. Puede expresarse una verdad con buena intención o mala, no dejará de ser verdad denunciar que un político u otro haya incurrido en una falta o delito, pero la intencionalidad puede ser hundirlo para beneficiar a su adversario, que a lo mejor está haciendo lo mismo. En cuanto a la mentira, por su propia definición su expresión es perniciosa, pero hay quién ha mentido por ejemplo sobre su reclusión en un campo de concentración y exterminio, como Enric Marso, según él para transmitir mejor como era y que sucedía en esos lugares. Pero esto es una mentira, y por lo tanto no es ético.
    El problema es más profundo cuando en el Periodismo o la Historia se inventan unos hechos o se niegan sistemáticamente otros que ya se han probado. Recuerdo una de las escenas finales de la película de “El planeta de los simios” de Franklin Schaffner donde se descubre que en el pasado la humanidad había tenido una civilización y que esta se había extinguido. Hecho y se intenta ocultar a toda costa por las implicaciones de todo tipo. Insisto en lo que ya dije en una nota anterior, la efectividad y la tendencia, del comunicador será premiada o rechazada por aquellos que buscan la mejor información.
    dogbert
    11/12/2017 at 01:29
    No creo que los electores nos estemos divirtiendo en esta campaña. Mas bien creo que la estamos soportando con escepticismo, fatalismo y un hartazgo sensacional.
    La verdad ni esta ni se la espera.
    Porque y para que pues todo este paripe de mentira y humo?
    Al tanto!

     


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