JUAN JOSÉ RÍOS | 28-02-2017 | 00:12
¿Alguien se imagina a Rajoy o a Donald Trumprecibiendo ahora clases de Matemáticas? Pues eso hacía, a finales del siglo XVII, el Emperador más importante de la historia de China, KangXi, gran mecenas cultural, que junto a sus altos dignatarios, se formaba a diario en una ciencia que consideraba básica para el desarrollo económico y militar de su país.
Este hecho, tan sorprendente en un monarca, fue el detonante de la creación de la Oficina China de Matemáticas, presidida por un jesuita, el padre Grimaldi, sucesor del llamado “Matemático del Emperador“, Mateo Ricci, quien usaba la ciencia como innovador instrumento de evangelización.
Era la época de Newton y Leibniz, grandes protagonistas, a la vez que encarnizados rivales, del gran desarrollo que experimentaron las Matemáticas con la invención del cálculo infiinitesimal y de la consiguiente revolución científica que se desencadenó, como iba a ocurrir más de dos siglos después en los Estados Unidos, cuando, en su lucha por la carrera espacial contra Rusia, la formación matemática fue considerada cuestión de Estado.
http://blogs.laverdad.es/faro/2017/02/28/gobernar-con-conocimiento-de-causa/
Sin despreciar, en absoluto, el genio creativo del irascible Newton, el alemán Leibniz (1646-1716) fue más polifacético que aquél: filósofo, historiador, diplomático, poeta, geólogo, músico, alquimista,…todas las ramas del saber le interesaban y procuraba estrechar relaciones con especialistas de los distintos campos y fomentar los intercambios de conocimientos.
La Medicina, en concreto, estaba en pañales como ciencia. Como dato significativo, resaltemos que hasta casi dos siglos después no se generalizó la idea de que los médicos debían lavarse las manos antes de una operación.
Pues bien, Leibniz, fruto de su amistad con el médico italiano Ramazzini, fue uno de los primeros en recomendar la medicina preventiva, la necesidad de llevar una historia clínica del paciente, de realizar estadísticas que permitieran identificar patrones, de fomentar las investigaciones médicas, de analizar los datos y compartir las conclusiones, temas de rabiosa actualidad hoy en día, ¡tres siglos después!
Leibniz era un apasionado de las lenguas. Estaba convencido de que todas tienen el mismo origen, y que en todos los idiomas quedarían vestigios de ese idioma primigenio.
Cuesta trabajo imaginar cómo se podía aprender un idioma en el siglo XVII, y más en plan autodidacta. El genio alemán sabía latín (en el doble sentido), griego, francés e italiano. Precisamente, el jesuita Grimaldi fue quien le contó la enorme afición a las Matemáticas del Emperador chino, cuyo idioma también aprendió a los 32 años.
Fue pionero en el uso del sistema binario y hasta fue capaz de diseñar y construir, en 1694, una máquina calculadora que realizaba las cuatro operaciones básicas, convirtiéndose así en uno de los precursores de la Informática.
Es curioso pero Leibniz encajaría de lleno, a los 300 años de su muerte, en el perfil de los “nómadas del conocimiento”, los llamados knowmads, a los que les dediqué un post: “Bienaventurados los knowmads, ellos tendrán trabajo”, en el que escribía:
“En 2020, casi la mitad de los profesionales serán knowmads – nómadas del conocimiento -, personas creativas, que con independencia de su formación de base, estarán siempre con las antenas desplegadas en busca de ideas innovadoras, abiertas a explorar nuevos conocimientos, amantes del trabajo colaborativo, promotores de estructuras informales y con capacidad de establecer sinergias, dentro y fuera de sus empresas”
Matemáticas e Informática, dos disciplinas básicas, íntimamente relacionadas, que están en la base de la acelerada revolución tecnológica de nuestro tiempo.
Creatividad, pasión, apertura de mente, colaboración, transversalidad, comunicación, interdisciplinariedad,…Leibniz era un innovador de libro.
En la actualidad, la formación en lo que antaño se denominaba Ciencias Exactas está muy revalorizada. Faltan matemáticos en nuestro país. Entre nuestros políticos no abundan pero como publicaba El Mundo en un excelente artículo: “los matemáticos gobiernan España”: El 20% de los rectores de las Universidades españolas lo son, así como algunos directivos de empresas importantes como IBM o SIEMENS.
Una vez más, la Historia nos brinda ideas para afrontar el futuro. A nuestros gobernantes y directivos no les pueden sonar a chino conceptos como la Internet de las cosas, la realidad aumentada, la inteligencia artificial, la industria 4.0, la bioeconomía, el open data, la impresión tridimensional o las metodologías como el Design Thinking.
Y sobre todo, deberían ser de general conocimiento los efectos de la convergencia de estas tecnologías en la educación, la sanidad y en la nueva generación de servicios públicos que demandamos los ciudadanos, integrados, y no fragmentados como los existentes hasta ahora.
Quizá, como hacía KangXi, no sería mala idea que nuestros gobernantes asistieran a sesiones técnicas periódicas para conocer de primera mano las claves de la construcción de una sociedad innovadora, las incorporaran a sus discursos y,sobre todo, actuaran en consecuencia, de forma coordinada… y con conocimiento de causa.
Nuestro Rey lo tiene claro. Al menos, su discurso en materia de innovación es impecable. Y se entiende perfectamente. A ver si le hacemos caso todos.
Para finalizar este post inspirado por Leibniz (también lo he visto escrito como Leibnitz), adjunto un vídeo en el que se honra su memoria:
https://www.youtube.com/watch?v=ov6kRag2YA0&feature=youtu.be
http://blogs.laverdad.es/faro/2017/02/28/gobernar-con-conocimiento-de-causa/