El liderazgo democrático
Leyendo una reflexiones de Margaret Macmillan sobre Franklin Delano Roosevelt sobre el liderazgo en tiempos difíciles, me ha llamado la atención esta afirmación sobre FDR: “devolvió a los estadounidenses la confianza en sí mismos y les hizo confiar en el futuro, consiguiendo a la vez contener las muchas divisiones internas y cohesionar la sociedad de su país”.
Cuando los norteamericanos necesitaban confianza él les dio optimismo en tiempos en los que los totalitarismos avanzaban en Europa y en Asia. Japón había invadido China, en la Unión Soviética Stalin eliminaba a los disidentes y sus sombras, en Europa Hitler se paseaba por una Francia humillada y abría el frente del Este con la invasión de Polonia. Las semillas de la Segunda Guerra Mundial habían germinado. Roosevelt mantenía una sociedad que en una de las primeras encuestas de opinión publicada en 1937 se decía que el 95 por ciento de los ciudadanos de ese país pensaba que Estados Unidos debía mantenerse al margen de cualquier guerra futura.
El siglo de las masas y de los pueblos, en palabras del historiador A.J.P. Taylor, llegaba a su apogeo con el desprecio de los individuos que no se alineaban con las masas. Pero las muchedumbres, como demostró la habilidad de Roosevelt, pueden cambiar de orientación si se les convence con argumentos o bien si se les machaca con propaganda y agitación.
En el día del armisticio de la Gran Guerra se recuerda estos días cómo en Francia y en Gran Bretaña había un entusiasmo colectivo para acudir a la guerra que se afrontaba como una fiesta y luego causó más de diez millones de muertos. Era cosa de unas semanas, se decía desde los periódicos, pero duró más de cuatro años.
Los alemanes seguían a Hitler en manifestaciones masivas muy bien organizadas mientras que Stalin enviaba a los gulags a miles de personas que eran sospechosos de cualquier desviación. Muchos de los cientos de miles de madrileños que despidieron a Franco en 1975 tenían que ser los mismos que en 1988 desfilaban detrás del féretro del alcalde Tierno Galván.
Prefiero un liderazgo democrático que la política que se inspira en concentraciones masivas. Soy más partidario de la democracia representativa, que debate, que discute y que intenta resolver las imperfecciones y los intereses contrapuestos de la sociedad en el seno de las instituciones, que las movilizaciones como fuente de acción política.
En cualquier caso, es mejor confiar en una sociedad que se compromete en el futuro contando con la cohesión que se puede obtener desde la pluralidad y no desde la uniformidad. Es preciso recuperar la confianza en nosotros mismos basada en el respeto mutuo y en el optimismo.
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17 comentarioso”
El poder esta en quien controla las redes, es la mecha que impulsa a las manifestaciones, ahora dicen que Europa,, controlará a los tóxicos… si además añadimos que muchos periodistas de Cat, ahora 28 meses después se empiezan a preguntar, si todo esto era un teatro, porque muchos politicos, escondieron la realidad, aún sabiendo que era inviable económicamente, me pregunto porque hace más de dos años no les preguntasen de forma directa a los politicos, sobre los temas económicos., Asi es muy dificil que quieran salir nuevos lideres en este nido de víboras.
"Estamos descubriendo que el Govern puede haberse dedicado durante dos años tan sólo a la preparación de una obra de teatro. Que puede haber destinado todas las energías del país a preparar un acto declamatorio. Que, descuidando las exigencias de gestión de los enormes problemas sanitarios, educativos, sociales o económicos del país, puede haberse dedicado tan sólo a redactar el argumento de una ficción. Sería una broma de mal gusto. Para miles de independentistas de buena fe, el 1 de octubre fue un día muy real. ¡Sus experiencias fueron traumáticas, no simbólicas!…
…¿Hemos puesto en riesgo, en claro riesgo de fractura, la unidad civil catalana sólo para poder montar una gran obra de teatro?" Antoni Puigverd
http://www.lavanguardia.com/opinion/20171113/432855445312/el-teatro-y-el-bodegon.html