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Entre lo cómico y lo dramático by Lluís Foix

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Me parece muy digna, la consideración sobre la responsabilidad de los medios de comunicación, que debieron ser mas incisivos preguntando al responsable de economía, al conseller sobre sus conocimientos de economía para aplicarlas a un plan viable para ir hacia la independencia, desde la financiación, la moneda, la banca publica, la seguridad jurídica, la comunidad europea, etc etc. ”Los periodistas hemos sufrido grandes decepciones en torno al conflicto de Catalunya. Hemos fabricado teorías sobre todo y todos. El problema ha sido que muchas de las informaciones que han circulado por los medios y las redes no eran ciertas. Hemos teorizado sobre mentiras que es el peor de los negocios en el periodismo porque la confusión que se crea es inevitable” L.Foix

Entre lo cómico y lo dramático

La tocata y fuga de Carles Puigdemont con su incomprensible periplo a Bruselas en busca de no se sabe exactamente qué resume en cierta medida el aspecto más cómico del final del independentismo voluntarioso que inició Artur Mas hace ya cinco años.

Que Carles Puigdemont huyera a Marsella en automóvil, supuestamente acompañado de varios consellers, para trasladarse en avión a Bruselas no formaba parte de ninguna hoja de ruta. Es desaconsejable hacer predicciones, especialmente sobre el futuro, ironizaba un periodista norteamericano de los años noventa.

Los periodistas hemos sufrido grandes decepciones en torno al conflicto de Catalunya. Hemos fabricado teorías sobre todo y todos. El problema ha sido que muchas de las informaciones que han circulado por los medios y las redes no eran ciertas. Hemos teorizado sobre mentiras que es el peor de los negocios en el periodismo porque la confusión que se crea es inevitable.

No deja de ser cómica también la primera rueda de prensa de Enric Millo, subdelegado de Rajoy en Catalunya, que al resumir la reunión del Consejo de Ministros sobre la aplicación del 155 dijera que “la Generalitat funciona con toda normalidad”. Hombre, señor Millo, no es normal que nadie ocupe el despacho del president, que las conselleries se gestionen a distancia desde Madrid, que haya políticos cesados que siguen haciendo política desde su casa o de su oficina pero, eso sí, conectados con los medios de comunicación públicos o privados. Normal, no lo es por mucho que todos intentan alistarse a las formaciones que puedan presentarse a las elecciones del 21 de diciembre.

No son tiempos normales sino muy excepcionales, peligrosos y arriesgados. Tiempos en los que los que tienen la responsabilidad de lo público no han estado ni están a la altura. Las elecciones serán muy reñidas aunque hayan sido convocadas de forma tan inédita e insólita.

Serán las primeras elecciones en las que la acción de la justicia tendrá una gran repercusión en la campaña y, posiblemente, en los resultados. El poder judicial es independiente y funciona a su aire. Pero lo que ocurra en los juzgados o en las cárceles tendrá repercusión en las urnas.

El país tiene que mirar hacia delante y buscar una estabilidad emocional y política que en estos momentos no existe. La primera y principal tarea es cómo se consigue recuperar la paz cívica entre los catalanes que estamos divididos o empatados, como se ha comprobado en las últimas dos semanas. No hace falta un discurso o un programa único. Simplemente, se trata de encontrar un punto de encuentro que consistiría en respetar al adversario y no convertirlo en enemigo irreconciliable. El independentismo cargado de propaganda oficial y privada se ha llevado por delante la convivencia cívica que ha caracterizado la vida colectiva de los catalanes de dos generaciones.

Publicado La Vanguardia el 2 de noviembre de 2017

RamonM
03/11/2017 at 15:10
No hacia falta ni un referéndum, hacia falta q el estado propusiera una negociación para ir reformando la constitución, para dirigirse a un cupo vasco,o a unos laders alemanes, el problema es de control de gestión, de control de equidad, via incentivos y multas, como en un estado federal, alemán o como EEUU.
Fancis black
03/11/2017 at 15:32
Si no tienes intereses y eres racional no es un problema muy difícil, pero hay muchos intereses que chocan con el bien común, lo difícil es como actuar contra estos intereses, de partidos, poderes…. que es lo que te encuentras también para que Europa funcione y supongo que en muchos sitios. Soltar el poder es lo que más cuesta y aquí en España la capacidad crítica es pobre, se critica muy poco o nada al que piensa como tú, si eres independentista barra libre a los de tu cuerda y si no lo eres igual, así no se puede funcionar, hay que criticar siempre y a todos. Nos faltan años de debates serios.
 
RamónM
03/11/2017 at 10:53
Seamos inteligentes y separemos tres temas el político con sus responsabilidades, tanto de Esp como en Cat, las actuaciones judiciales, y la marcha de la economía, hemos de pedir acción por parte del gobierno, en el tema económico para evitar que Catalunya se empobrezca:” Los resultados muestran que, en plena fuga de empresas y de caída del turismo, la creación de empleo se ha frenado en seco, frente a un importante repunte de la ocupación a nivel nacional. Además. en términos de paro, Cataluña es la comunidad autónoma que más desempleados ha sumado en el último mes” Esto es una realidad, sobre la que hay que actuar urgentemente. Contra la justicia no se puede ni se debe hacer nada por mas huelgas que convoquen, todo lo que puede hacer un gobierno es ser generoso y según acontecimientos ofrecer un indulto.

RamónM
02/11/2017 at 22:08
Seguramente a los partidos actuales no les interese el encarcelamiento, ante las próximas elecciones, pero la justicia va por su lado. En mi caso no defiendo que acaben en la prisión, aun sabiendo que es la aplicación de la ley, porque creo que para restaurar cierta paz, con una multa y la imposibilidad de seguir en cargo publico seria suficiente.


RamonM
02/11/2017 at 15:13
Primero repasar todas las mentiras para conseguir una independencia inviable, artículos que demostraban la inevitabilidad, se pueden encontrar desde hace mas de cinco años en las hemerotecas. Como hemos comentado aquí se necesitan unos diez años para montar una estructura estatal, si se tiene en cuenta, quizás en un futuro lo consigan, pero quedando claro que sin el reconocimiento internacional, no se puede avanzar. Mi pregunta es : Como es posible que la mayoría de los políticos responsables, no dimitan y se presenten a las próximas elecciones? Mas dice ahora en la tv, que hay que solucionarlo, con alta política. Creo que la ciudadanía no parece haber reaccionado ante las mentiras de nuestros Farage locales, sigue sin mirar los números.

 Y finalizó con palabras de Emilio …”P. ¿Qué recomendaría hoy un sabio griego para salir de esto?
R. Generosidad. Y darnos cuenta de que la globalización no es solo económica; hay que globalizar también los sentimientos, la aceptación, la riqueza”” Emilio Lledó




La voluntad del pueblo

Cartel electoral de Artur Mas en las elecciones de noviembre de 2012
Cuando aparecieron las banderolas de la campaña de las elecciones del 25 de noviembre del 2012, el viento mecía la figura mesiánica de Artur Mas en las principales calles y avenidas barcelonesas. Recuerdo haber contemplado aquella figura salvadora en más de una ocasión. Fue objeto de comentario por parte de columnistas y tertulianos. Pero a mí me llamó más la atención el eslogan que constaba al pie de la cara mosaica de Artur Mas. Decía, escuetamente, “La voluntad de un pueblo”.
Aquella frase me inquietó porque pensé que se trataba de conseguir una mayoría excepcional para gobernar Catalunya como si la voluntad de los catalanes fuera única.
El propio Artur Mas experimentó aquel 25 de noviembre por la noche que Catalunya es y sigue siendo plural, variada, diversa y contradictoria. No es lo mismo la voluntad de un pueblo que la voluntad del pueblo que suele ser inesperadamente diferente de elección en elección, como seguramente se comprobará el próximo 21 de diciembre si finalmente llegan a celebrarse las elecciones anunciadas por Rajoy.
Desde las primeras elecciones democráticas de 1980, después de haber aprobado el primer Estatut y con la presencia de Josep Tarradellas en la Generalitat, se pudo averiguar que la bipolaridad de la política española en su conjunto se convertía en un número mucho más grande y variado de partidos que salían elegidos en Catalunya.
Esta pluralidad de partidos y corrientes se producía a pesar de una ley electoral que favorecía el voto de las formaciones más consolidadas en los territorios menos poblados donde el voto vale a veces el doble que el de la gran metrópoli barcelonesa. Sería conveniente que, de una vez por todas, Catalunya disponga de una ley electoral como ocurre con el resto de comunidades autónomas.
Artur Mas perdió 12 escaños en aquellas elecciones autonómicas, pero siguió adelante como si nada hubiera ocurrido. El independentismo entró en el imaginario de la vieja CiU que gobernó en minoría hasta septiembre del 2015, hasta que Mas volvió a avanzar elecciones con la alianza de ERC, que pasó a denominarse Junts pel Sí. Mas se convirtió en un independentista comprometido y empujado por Oriol Junqueras, que no tenía necesidad de conversión alguna. Pero no tenían mayoría. Y necesitaron a la CUP, que les dio la mayoría para la investidura con la condición –Mas no se lo creía– de que el precio era la cabeza política del president. A partir de ese momento la única hoja de ruta que ha prevalecido intacta ha sido la de la CUP, cuyos diez diputados no tienen ni un rasguño judicial. Los cuperos querían destruir el sistema, echar los bancos de Catalunya, declarar la república y salir de Europa. Lo han conseguido prácticamente todo sin haber arriesgado nada.
¿Cómo es posible que los herederos de la Lliga, el catalanismo conservador, los del business friendly, se dejaran seducir por diez diputados que se proclaman antisistema? El independentismo es lo que unió a la antigua CiU a Esquerra y a la CUP dividiendo la sociedad catalana hasta el día de hoy. La idea de la voluntad de un pueblo es, a mi juicio, la que nos ha llevado a la insólita y desagra­dable situación en la que nos encontramos.
El reto no es quién gana las elecciones del 21 de diciembre sino cómo se puede recuperar la paz cívica entre los catalanes a través del respeto a los que piensan distintamente. En el último referéndum celebrado en Quebec en 1995 el no a la secesión ganó por 50,58% contra un 49,42% favorable a la independencia. Una de las consecuencias de aquel debate que había empezado en el referéndum de 1980 fue que Montreal dejara de ser la primera ciudad canadiense cediendo el paso y el protagonismo a Toronto. El independentista Partido Quebequés ha dejado de ser la fuerza dominante en la provincia de Quebec.
La experiencia escocesa de septiembre del 2014 dio un 55,3% de votos a favor del no y un 44,7% partidarios del sí. Alex Salmond dimitió el mismo día y en las elecciones generales británicas de ­mayo de este año perdió 22 de los 56 escaños que había obtenido en Westminster en las elecciones del 2015.
Si Mariano Rajoy hubiera buscado la fórmula para celebrar un referéndum en Catalunya a partir del 2012, nos habríamos ahorrado segu­ramente muchos esfuerzos que nos han llevado a la actual fragilidad política y al caos que ha vivido Catalunya. Faltó inteligencia política de la misma manera que fue una temeridad por parte de Mas y Puigdemont empeñarse en la celebración de un referéndum al margen de la ley y haciendo saltar por los aires el Estatut y la Constitución. Pensaban, quizás, que estas aventuras al margen de la legalidad constitucional salen gratis.
Las consecuencias penales de cuanto ha ocurrido hasta aquí deberían ser mínimas. La justicia que siga su curso, pero el Gobierno tiene la potestad de indulto. A no ser que se quiera promover que dentro de un tiempo cientos de miles de catalanes vuelvan a salir a las calles a­clamando a los que llegan de las cárceles o del exilio. La ley es necesaria pero no suficiente.

Publicado en La Vanguardia el primero de noviembre de 2017

Juan Luis Cordero
02/11/2017 at 09:52
“ Cualquier realidad ignorada prepara silenciosamente su venganza” (Ortega y Gasset)
 
Ramon
02/11/2017 at 02:22
“La facilidad con que una sociedad desprecia, y hasta sepulta, las visiones discrepantes depende evidentemente del conjunto de lagunas compartidas por sus ciudadanos. No nos damos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta.”
Daniel Goleman

Ramon
02/11/2017 at 02:25




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