Este Lunes 30 de Octubre, mientras Mariano Rajoy celebraba su primer aniversario de este segundo mandato con los suyos, miembros de la Ejecutiva de su partido, que le felicitaban de cómo había resuelto la crisis catalana con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, los más afectados por ese artículo, Carles Puigdemont y los miembros de su Gobierno, en este caso cinco de sus consejeros, volaban a Bruselas, desde Marsella. Los cinco consellers son los de Gobernación: Meritxell Borràs, Salud, Antoni Comín, Interior, Joaquim Forn, Trabajo y Asuntos Sociales, Dolors Bassa, Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Meritxell Serret.
El objetivo de todos: pedir ese asilo político en Bélgica que el domingo ofrecía el secretario de Estado belga de Inmigración y nacionalista flamenco, Teo Francken, que informaba que su país podría conceder asilo político al cesado presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, si así lo pidiera ante la posibilidad de que no recibiera “un juicio justo”, en el caso de ser detenido por su insistencia en seguir adelante con el proceso de independencia de Cataluña, declarado ilegal por las autoridades judiciales españolas. El mismo domingo el primer ministro belga, Charles Michel, salía al paso de esa oferta asegurando que dicha posibilidad estuviese “en el orden del día” de su Gobierno. También reclamaba a su subordinado que no echase “leña al fuego” en plena crisis por el pulso soberanista catalán. Algo que ha originado un encontronazo entre las autoridades belgas y españolas ya que no es normal la concesión de asilo político en un caso como el de los catalanes que invocan, de hecho, que están ante una dictadura que les persigue y que no respeta los derechos humanos.
Este grave incidente y esta huida de Puigdemont, – poco antes de que el fiscal general del estado José Manuel Maza, presentase una querella ante la Audiencia Nacional por rebelión, sedición y malversación de caudales públicos, contra él y su gobierno, acusaciones que pueden suponer hasta una condena máxima de treinta años, y en la que el fiscal reclama el interrogatorio inmediato de Puigdemont y la presentación de una fianza de 6.207.450 euros o, en su caso, embargo de bienes por esa cuantía -, ha estallado como una bomba, cuando Rajoy celebraba con los suyos, el aniversario de su difícil y complicada investidura, tal día como hoy de hace un año.
El aniversario coincidía, además, con el hecho insólito de que Rajoy de hecho, se había convertido en Presidente de la Autonomía catalana hasta el 21 de Diciembre, en que ha convocado elecciones autonómicas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, aprobado por el Senado por mayoría absoluta con los votos del Partido Popular, Partido socialista y Ciudadanos, su socio de Gobierno desde su investidura. Una investidura a la que se llegaba, después de interminables negociaciones, y tras la fracasada investidura del dirigente socialista Pedro Sánchez, por la oposición de Pablo Iglesias y de Podemos. Presidente teórico, de la Autonómica catalana, porque todas sus funciones, las ha delegado en la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría que controlará todas las consejerías, de las que se harán cargo los distintos Ministros que nombrarán a los responsables correspondientes hasta el 21 de Diciembre.
A pesar de la alegría con la que sus compañeros de partido le felicitaban esta mañana, especialmente por cómo se ha aplicado el articulo 155 (con indudable audacia, algo desconocido, hasta ahora, en Rajoy y en una decisión que sólo se le podría haber ocurrido a Adolfo Suárez, y no a un Presidente previsible, que ha actuado siempre como registrador de la propiedad y no como político). La realidad es que en este primer aniversario Rajoy ha vuelto a enfrentarse con el contencioso catalán, ha condicionado todo este primer año de mandato y que se ha negado a afrontar con decisión convencido como ha estado de que las cosas no iban a llegar a donde han llegado y de que, tarde o temprano, el “soufflé” bajaría y que esa “algarabía” de la calle, desaparecería.
Para Rajoy, al margen de ese contencioso que le he martirizado y que le ha hecho un indudable daño sicológico durante este año (esa obsesión por no ser el Presidente que durante su mandato se produjo la ruptura de España) que se le nota incluso en el lenguaje corporal, este año de mandato ha sido una auténtica tortura porque ha tenido que pactar casi todo, especialmente el Presupuesto para este año que, si no consigue de nuevo el apoyo del PNV, no tendrá más remedio que prorrogar o volver a tener un gesto de audacia y convocar elecciones generales. Sin embargo, dos gestos de audacia en tan poco tiempo, parece demasiado para quien mide tanto los pasos que tiene que dar o las decisiones que debe tomar.
Hace un año, Mariano Rajoy era investido Presidente, con la abstención del PSOE, y con la noticia que marcaría todo su mandato, la Generalitat anunciaba oficialmente que iba dedicar seis millones del Presupuesto al Referéndum que se celebraría el pasado 1 de Noviembre, Referéndum, que, como simulacro, a pesar de todas las promesas se celebró lo que ha llevado a la declaración unilateral de independencia del pasado Viernes. Un año más tarde, y en el primer aniversario de este segundo mandato, y en el primer día de una Generalitat intervenida, lo que está ocurriendo es un auténtico disparate: un Presidente y cinco Consejeros desaparecidos, que dicen que pueden pedir asilo político en Bélgica y formar incluso, un Gobierno en el exilio. Nunca, en la reciente historia de España, se ha hecho un ridículo de tales dimensiones (ver republica.com “Señor Puigdemont, en política, se puede hacer todo menos el ridículo”).
Sr Puigdemont: en política se puede hacer todo menos el ridículo
Desconozco si el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, conocía la contundente frase del histórico presidente de la Generalitat Josep Tarradellas, uno de los catalanes con más sentido común y que vivió la mayor parte de su vida en el exilio, cuando éste sábado en Palma de Mallorca se dirigió a los presidentes provinciales del PP para recordarles que si Puigdemont, el presidente de la Generalitat, se empeña en celebrar el referéndm del próximo domingo 1 de octubre lo único que conseguirá es hacer el “ridículo”.
Es exactamente una de las frases que marcó la vida de Tarradellas, el hombre que consiguió, pactando con Adolfo Suarez, convertirse en presidente del gobierno preautonómico de Cataluña en octubre de 1977 («Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!») y la recuperación de lo que fue la Generalitat. Toda su vida tuvo presente esa frase que marcó una trayectoria política ejemplar: “En política ‘espot fer tot, menys el ridícul’ (“En política se puede hacer todo, menos el ridículo”). Eso lo aplicó hasta el final de su vida, una vida que tuve el privilegio que me la contase durante días y días de conversación durante sus pactos con Suárez y, después, cuando decidió retirarse definitivamente de la política y comprobó que quien pretendía ser el padre de la Patria Catalana, Jordi Pujol i Solei, identificaba su persona con Cataluña. “La gente se olvida de que en Cataluña gobierna la derecha; que hay una “dictadura blanda” muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte”.
Y el lastre que ha dejado es aterrador: el mayor latrocinicio de la historia de Cataluña (“España nos roba”) en el que ha participado él, padre de la Patria Catalana, y toda su familia; y un enfrentamiento entre catalanes y entre catalanes y españoles, cuyo desenlace provisional se desarrollará el próximo 1 de octubre, si como parece, Carles Puigdemont (con todas las reservas de Oriol Junqueras) se empeña en llevar a cabo un referéndum de independencia que dejará unas heridas en la sociedad catalana, casi imposibles de cicatrizar .
Y es que, es verdad que en política se puede hacer todo, menos el ridículo. Y el ridículo es celebrar una parodia de referéndum, con papeletas traídas de casa y previamente impresas por internet; sin la existencia de un censo mínimamente creíble; con urnas que todavía no se saben si serán de cartón o no serán, sin ningún tipo de control por parte de los que se oponen a esa consulta; sin Junta Electoral, que es la que tiene que proclamar los resultados, porque todos han dimitido ante el Tribunal Constitucional para evitar que pueden ser multados, invocando un derecho de autodeterminación como si Cataluña fuese una colonia que tiene que independizarse de la metrópoli; y sin que la consulta tenga los mínimos requisitos que establece las disposiciones de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa.
Todo un disparate al que se ha llegado tras hacer el ridículo meses y años, algo a lo que ya están acostumbrados; después de recorrer todo tipo de cancillerías vendiendo una mercancía averiada, contratando a mediadores internacionales profesionales de cobrar por todo; sondeando incluso a expresidentes de Estados Unidos que ni siquiera les ha abierto las puertas de sus despachos; repartiendo informes a embajadas donde la realidad aparece tan disfrazada y manipulada que algunas los han reenviado a vuelta de correo; repartiendo carnés de verdaderos catalanes y tachando a los que se atreven a decir que todo lo que se está haciendo es ilegal de “fachas”.
El ultimo en ingresar en la lista ha sido Juan Manuel Serrat, hasta ahora catalán ejemplar, y un hombre decente, que se negó en el franquismo a ir a Eurovisión porque no le dejaban que cantase en catalán y que, ahora, se ha atrevido a decir – ¡Ay Dios mío!- que lo del referéndum de la semana que viene, no lo ve muy claro….