Las empresas que se van de Cataluña no regresarán antes de cinco años
La fuga de empresas catalanas acelerada tras el referéndum del 1 de octubre por el miedo a las repercusiones económicas de una declaración de independencia no va a ser un efecto pasajero, según coinciden expertos consultados por elEconomista. De hecho, incluso las compañías que han aprobado mover su sede social fuera de Cataluña argumentándolo como una medida temporal, tardarán años en volver. Otras nunca lo harán, como ocurrió en la región canadiense del Quebec hace décadas.
El profesor de banca y mercado de valores de Esade, Juan Ignacio Sanz, asevera: "La retrocesión del cambio de sede requiere un periodo prolongado de estabilidad, que no serán menos de tres, cuatro o cinco años. Las empresas deben estar completamente seguras de que el motivo de la marcha no se va a reproducir".
Javier Santacruz, investigador de la universidad de Essex, coincide en que es "muy complicado" que estas sedes vuelvan en el corto plazo, e incluso en el medio, especialmente si se produce el cambio de la sede fiscal, como ya han hecho CaixaBank y Banco Sabadell. "Cuando son grandes empresas, que además están internacionalizadas, produce un coste interno y de reorganización en la dirección financiera que es de más difícil reversión a medio plazo, incluso a cinco, seis o siete años vista".
La tributación
Para Santacruz, que una compañía cambie su sede fiscal indica que teme un aumento de la presión en el territorio del que se va, como podría ser un aumento de impuestos. También evita el riesgo de quedar atrapada entre dos administraciones tributarias solapadas, la estatal y la catalana, si Cataluña sigue adelante con la independencia.
Además, los sectores regulados o que dependen mucho de la regulación, como el financiero, asegurador, energético e inmobiliario, "irán a sitios donde las reglas del juego estén asegurados", expone.
Desde el Colegio de Gestores Administrativos de Cataluña reconocen que el procedimiento de cambio de sede -de ida o de vuelta- es sencillo y asequible, ya que solo requiere asumir los costes de notaría y registro, pero debe ir acompañado de un requisito al que la incertidumbre ahuyenta como la peste: "Es cuestión de voluntad".
Incluso en la Generalitat son conscientes de ello, pese a las declaraciones políticas negando la evidencia. El miércoles, lanzó una alerta el Consejo Catalán de la Empresa, formado por la Conselleria de Empresa, los sindicatos CCOO y UGT, y las patronales Fomento del Trabajo, Pimec y Fepime. Emitió un comunicado en el que exigía "diálogo para poder afrontar el futuro con confianza".
Incidía en que son "muchas más" las empresas que apuestan por seguir trabajando en Cataluña que las que han decidido mover su sede social, pero emplazó "al mundo socioeconómico a no tomar decisiones irreversibles que pueden acabar perjudicando a quién las toma y al conjunto de la sociedad catalana". En cualquier caso, hasta ahora ya han huido las sedes de las principales empresas catalanas, desde la banca a la mayoría de empresas cotizadas, así como compañías representativas del ámbito de los seguros y la alimentación, tanto de origen catalán como multinacionales que eligieron Barcelona hace décadas para desembarcar en España, y que la situación política ha expulsado ante el temor a quedarse aisladas.
Además, las cotizadas han sido premiadas por el mercado cuando han anunciado el cambio de sede. Del Ibex 35, solo Grifols se mantiene en Cataluña, y esta semana ya advirtió que "en el hipotético supuesto de que la actual situación derivase en un nuevo escenario que pudiese afectar el curso normal de los negocios o de la situación financiera de la compañía, el consejo acordaría las medidas necesarias".
La incertidumbre es rápida en su llegada y muy lenta en su disipación. Una vez rota la confianza, las empresas van a tardar en recuperarla. Además, en el caso de las cotizadas, deben asegurarse de que los mercados no van a castigar su decisión de volver. Nadie se arriesgará a tomar decisiones precipitadas que puedan perjudicar a sus negocios. Se van por eso.
La gran banca del Quebec nunca volvió
La región canadiense de Quebec vivió dos oleadas independentistas en el último tercio del siglo XX que provocaron que perdiese dos terceras partes de las sedes centrales de grandes empresas, especialmente en el sector financiero y asegurador, pese a ser referente en estos negocios en los años sesenta. Y no solo fue un cambio formal, también se acabó marchando el empleo, y ello conllevó pérdida de población y una crisis inmobiliaria, como ya publicó elEconomista el 6 de octubre.
http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/8671209/10/17/Las-empresas-que-se-van-de-Cataluna-no-regresaran-antes-de-cinco-anos.html