Pensamiento grupal: cuando la estupidez colectiva supera a la inteligencia individual
"Dos cabezas piensan mejor que una", reza la sabiduría popular ante cualquier dificultad o problema complejo para el que se requiera una solución urgente. Lo dicen los adultos mayores a través de la sabiduría que sólo otorgan los años, las reuniones de un equipo de trabajo para delimitar la estrategia a seguir o los foros deInternetde formato pregunta-respuesta.
No sólo parece una decisión correcta en el sentido aritmético (mientras más cabezas, más diversidad de ideas en los puntos de vista), también parece lógicamente aceptable someter al escrutinio de cinco, diez o quince personas la acción a seguir en un momento crítico.
En definitiva, recabar opiniones y tomar una elección grupal parece ser la forma más acertada de afrontar un problema; sin embargo, las decisiones consensuadas pueden acarrear sesgos graves que resultan en un problema aún peor. Se trata del pensamiento grupal, el instante en que la estupidez colectiva supera a la inteligencia individual. El psicólogo Irving Janis estaba convencido de que los pequeños grupos con ciertas características tienden a tomar decisiones en contra de sus intereses con frecuencia. A pesar de parecer una premisa contradictoria, existen patrones que provocan un pensamiento grupal que lleva a tomar la decisiones más aberrantes a individuos inteligentes en solitario.
El sesgo informativo y la burbuja de opinión
Todo empieza cuando un grupo se forma bajo el consentimiento de cada uno de sus miembros. Sea un equipo para realizar un trabajo escolar, una organización política o un club declarado de fans de anime, los intereses que dan sentido al grupo son compartidos por cada uno de los participantes. Desde ese instante, una visión sesgada de la realidad puede instaurarse en cada individuo en medida que su relación con los demás miembros progresa.
La tendencia natural a hacer equipo y mantenerse afín a las personas con una opinión similar en distintos tópicos puede provocar una falta de atención inconsciente sobre las creencias distintas y subestimación de las ideas contrarias al espectro del grupo de amigos, familia o compañeros.
Así, los fans del anime consideran que no hay mejor formato de dibujo animado que el japonés y rechazan toda opinión contraria, mientras los seguidores de un equipo de fútbol están ciertos que su club mantiene una superioridad sobre los demás y sólo encuentra resultados negativos por mala fortuna. Esta postura alimenta un sesgo informativo contenido dentro de una burbuja que sólo se rodea de opiniones positivas y que coinciden con la visión de grupo. Para el pensamiento grupal, todos quienes piensen distinto están equivocados y la mejor prueba de ello es la cohesión de los individuos en común.
La paradoja de Abilene
"Una calurosa tarde en Coleman, Texas, una familia compuesta por suegros y un matrimonio está jugando al dominó cómodamente a la sombra de un pórtico. Cuando el suegro propone hacer un viaje a Abilene, ciudad situada a 80 km, la mujer dice: «Suena a una gran idea», pese a tener reservas porque el viaje sería caluroso y largo, pensando que sus preferencias no comulgan con las del resto del grupo. Su marido dice: «A mí me parece bien. Sólo espero que tu mamá tenga ganas de ir.» La suegra después dice: «¡Por supuesto que quiero ir. Hace mucho que no voy a Abilene!».
El viaje es caluroso, polvoriento y largo. Cuando llegan a una cafetería, la comida es mala y vuelven agotados después de cuatro horas.
Uno de ellos, con mala intención, dice: «¿Fue un gran viaje, ¿no?». La suegra responde que, de hecho, hubiera preferido quedarse en casa, pero decidió seguirlos sólo porque los otros tres estaban muy entusiasmados. El marido dice: «No me sorprende. Sólo fui para satisfacer al resto de ustedes». La mujer dice: «Sólo fui para que estuviesen felices. Tendría que estar loca para desear salir con el calor que hace». El suegro después refiere que lo había sugerido únicamente porque le pareció que los demás podrían estar aburridos.
El grupo se queda perplejo por haber decidido hacer en común un viaje que nadie entre ellos quería hacer. Cada cual hubiera preferido estar sentado cómodamente, pero no lo admitieron entonces, cuando todavía tenían tiempo para disfrutar de la tarde."
Se trata de un ejemplo claro de la paradoja de Abilene desarrollada porJerry B. Harvey, un caso extremo donde la voluntad individual de todos quienes participaron queda suprimida por el deseo de tomar una postura en consonancia con el grupo, a través de una falsa idea de las expectativas de la mayoría. De esta forma, una decisión totalmente impopular e indeseable se convierte en realidad mediante un mecanismo de complacencia e identificación con el resto.
La cohesión y los estímulos positivos
El cerebro humano está configurado para recibir estímulos negativos que funcionan como barreras que evitan a una persona ir en contra del pensamiento grupal. Si no se supera este sesgo de respuesta, toda postura adoptada por el status quo es aceptada sin reparar, en un proceso de asociación implícita.
Se trata de una característica innata de la conducta humana, que provoca una relación dominante caracterizada por la empatía entre miembros como prioridad por encima de los objetivos grupales. Estar de acuerdo con el grupo produce aceptación y fortalece vínculos de afinidad y al mismo tiempo, elimina toda la crítica dentro de un movimiento.
La mente del hombre parece estar programada para actuar en cohesión con un clan o individuos en común con fines de supervivencia y organización. Un grupo cada vez más sólido tiende a desaparecer la autocrítica e instaurar la complacencia. Las organizaciones verticales, con líderes que no son cuestionados en lo absoluto y reciben la admiración y reconocimiento de los demás miembros, tienden a sufrir más de pensamiento grupal que las estructuras horizontales.
Cada uno de estos factores provoca una sensación de invulnerabilidad, la desaparición de la crítica desde dentro y una polarización que radicaliza el pensamiento interior. Aunados al sesgo informativo y la burbuja de opinión, un grupo con el suficiente poder, no sólo fracasará como movimiento social, equipo de trabajo u organización de cualquier tipo, también puede poner en riesgo la democracia, imponer una tendencia política contra las libertades o amenazar las bases sobre las que se desarrolla la sociedad. Ésa es la importancia que reviste la crítica, diversidad de opiniones y aún en un entorno que en apariencia, luce homogéneo.