En este articulo recomendado, sobre la clerecía, me hace pensar que es un buen momento para recomendar un libro, de uno de los autores del articulo...
El cisma entre burguesía y ‘clerecía’
El ‘burgués’ catalán no se distancia del soberanismo por timidez, sino porque empieza a entender que está pagando el coste de la aventura. Y la posible ganancia se la llevarían otros
A medida que se acercan las elecciones autonómicas, cobra importancia el dilema de todo burgués catalán a quien asusta el giro independentista del presidente Mas. A este burgués, ya sea industrial, comercial o laboral (éste, hoy, mayoritario), le disgusta la incertidumbre que provoca el proceso soberanista. Incluso el que desearía la independencia duda de que Cataluña se mantuviera en la Unión Europea o reingresara a corto plazo. Y cuando mira a los hechos, le duele reconocer que la experiencia de los últimos 38 años no garantiza que Cataluña se convierta en Austria o Dinamarca, pues en calidad de gobierno hoy se asemeja más a Portugal. Al fin y al cabo, quienes no han sabido construir una autonomía mejor que las demás, ¿por qué iban a superarse al transformarla en Estado independiente?
El burgués catalán también teme los vaivenes que puedan sufrir su negocio y su puesto de trabajo. Y le irrita que le acusen de tímido; a él, que ha arriesgado su fortuna en mil batallas. Todo para que, en caso de seguir adelante el proceso,quienes hoy le acusan se apropien los posibles beneficios.
No le faltan motivos para desconfiar. A lo largo de la historia, el estamento que más ha promovido el independentismo no ha sido la burguesía ni el proletariado radical, sino la clerecía. Obviamente, no está formada sólo por clérigos, aunque muchos líderes del independentismo sí hayan vestido el hábito, de Pau Claris a Lucía Caram o Teresa Forcades; ni aunque todos los estamentos eclesiásticos hayan estado implicados en todos nuestros conflictos de soberanía. Ni, lo más importante, aunque el papel de la nueva clerecía siga teniendo mucho de religioso, pues maneja más creencias que ideas.
Para Samuel Coleridge, son clerisy quienes viven de crear, preservar y diseminar la cultura nacional. En la Cataluña de hoy, eso incluye a funcionarios, escritores, académicos y demás profesionales dedicados a una amplia serie de actividades, que abarca desde escribir poemas a diseñar balanzas fiscales, desde dar clases de bachillerato a presentar noticias o producir teleseries.
Esta clerisy contribuye a la riqueza de las naciones cuando se centra en las ideas y no en las creencias. Pero, como todo grupo humano, tiene sus propios intereses. En tiempos de agitación, esos intereses chocan con los de la burguesía. Como apunta Deirdre McCloskey, durante los dos últimos siglos la clerecía occidental ha aprovechado toda crisis política o económica para vender ensoñaciones antiburguesas, desde el nacionalismo al comunismo. Gracias a que la burguesía le asegura el sustento, la clerecía puede dedicarse a preparar aventuras mientras “toma café al lado del Sena”. Gusta de la aventura porque, a diferencia de la burguesía, tiene mucho que ganar y poco que perder.
Con la independencia, la clerecía catalana multiplicaría la demanda de sus servicios, como ya lo logró con la Administración autonómica. Hasta el mismo proceso soberanista le resulta rentable, pues, cuanto más tormentosas son las relaciones con el resto de España, más se venden muchos de sus productos. De libros a tertulias. Al contrario que los de la burguesía, que se venden menos. Por eso, a la clerecía le interesa agitar las aguas; mientras que la burguesía desea calmarlas. Ésta teme por el valor y la seguridad de sus inversiones, sus ingresos y sus empleos, todos ellos en duda hasta que una Cataluña independiente lograra estabilizarse política, económica y socialmente.
Además, la clerecía sabe que su capital humano es flexible. De triunfar la independencia, sus esfuerzos serían recompensados con altos cargos en el nuevo Estado. De fracasar, los clérigos tienen las espaldas cubiertas con sus trabajos en el sector público. Algunos incluso se reubicarían en el nuevo paisaje trabajando a favor del consenso. Cuenta a su favor el que, en pro y como precio del apaciguamiento, los Madrid de todos los Estados suelen estar más que dispuestos a cooptar clerecías díscolas.
Cierto que no todos sus miembros son cínicos buscadores de rentas. Al contrario: en toda Iglesia hay canónigos y creyentes, y es mejor canónigo quien es un fiel creyente. Además, muchos canónigos de la cultura trabajan para el proceso soberanista de forma voluntaria. Pero, ya les mueva el dinero, el prestigio personal o la fe auténtica en el proyecto, lo relevante es que la clerecíaalcanza su esplendor cuando lidera una empresa de emancipación nacional, una empresa que da pánico a la burguesía. Esta contraposición de intereses es esencial para entender el devenir de Cataluña. Nadie conoce los costes y beneficios agregados de la independencia, pero sí empieza a estar claro que se reparten de forma desigual incluso entre los propios catalanes. Unos pagan y otros ganan.
Así es ahora y así parece haber sido en el pasado. Como cuenta John Elliott, también en 1640 es la clerecía quien exacerba el conflicto, despertando pasiones y sublevando a amplias capas de la población. Hasta que sube la fiebre popular, y muchos líderes de la nobleza y la burguesía se percatan de que es peor el remedio que la enfermedad. De forma parecida, el enfrentamiento con la clerecíarevolucionaria ayuda a entender que sea la burguesía catalana quien promueva el golpe de Estado que rompe en 1923 el pacto constitucional, así como el gran misterio de que apoye en 1936 el alzamiento militar contra la República.
Sin embargo, pese a estas experiencias históricas, la confrontación entre nuestra burguesía y nuestra clerecía aún pasa inadvertida. Se habla con profusión del choque de trenes entre el Estado español y una alianza catalana de burgueses (CDC) y trabajadores (ERC, CUP). Pero se margina que dentro del tren catalán late un conflicto tanto o más fuerte. Por un lado, una clerecía que no precisa colaborar con otros españoles en su día a día para ganarse el pan o el prestigio. Por otro, burgueses y currantes que viven de vender mercancías, que no ilusiones, y que están mucho más imbricados profesionalmente con el resto de España.
Sólo estos últimos están pagando la cuenta. Permanecen callados porque, al contrario que los clérigos, el mucho hablar daña su medio de vida. Pero no tomen como inconsciencia su silencio, comprensible ante un Madrid que, para conservar el poder, suele estar dispuesto a componendas que potencian a la clerecía.
Benito Arruñada es catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y Victor Lapuente Giné es autor de El retorno de los chamanes (Ed. Península), de próxima publicación.
https://elpais.com/elpais/2015/09/03/opinion/1441288486_677683.html
With my thanks to Professor Felix Ovejero, who has brought to my attention the work of Chris Ealham, Senior Lecturer in the Department of History at Lancaster University.Thoroughly researched, the book —available as a PDF document, as below in the Google window— traces the 20th-century social conflicts that led to the making of Barcelona itself. A timely reminder for those British commentators who continue to view the Spanish Second Republic —and the present Catalanista doctrine itself, perhaps because of Orwell and the International Brigades— “through the prism of the long winter of Francoist repression”, that the Republic was NOT “a golden era of liberalism in twentieth-century”.
The book explains the exploitation at the hands of the Catalan bourgeoisie —the class who built the modernista buildings that we visit today— of all those migrants from the south who flocked to the town looking for work, and who ended up filling the ranks of the largest anarchist TOWN movement in Europe.
From a wider perspective, this research confirms the thesis that capitalist development doesn’t necessarily result in a democratic society [Barrington Moore Jr, 1966: Social Origins of Dictatorship & Democracy]: where historical developments have led to a weak bourgeoisie, this class may be forced to an “unholy alliance” with the aristocracy of the ancient regime (or its remnants) in order to face the proletariat, a proto-fascist situation.
Xenophobia and proto-fascism in 20th-century Catalonia are well documented by Chris Ealham. The problem is that those tendencies have been revived recently by a Catalan oligarchy of 400 families who were afraid of what the democratic achievement of the 1978 Constitution might represent for them.
Granted enormous powers of nation-building by the Constitution, President Pujol and his cronies put in motion a programme of education and media control in the Catalonia of the 80s which has produced a generation of xenophobic ‘independentistas’: the programme was deliberately backed up by promoting the latent emotional fascism of the ‘comarcas’ in rural Catalonia, and by putting it at the service of the oligarchy’s class interest against what was perceived as the troublesome “red belt” of Barcelona’s industrial, working-class, immigrant ‘barrios’.
The unholy coalition has been recently joined by populist, anti-system political parties which, having wrenched power from the discredited, corrupt, bourgeois CiU, now control the Catalan Parliament and are pushing for a UDI which will establish a populist Banana Republic.
Con mi agradecimiento al profesor Felix Ovejero, quien ha señalado a mi atención el trabajo de Chris Ealham, profesor senior en el departamento de historia de la universidad de Lancaster.
A fondo, el libro-disponible como documento pdf, como abajo en la ventana de Google-traza los conflictos sociales del siglo xx que llevaron a la realización del propio Barcelona. Un recordatorio oportuno para los comentaristas británicos que siguen considerando la segunda República Española-y la actual doctrina catalanista, tal vez a causa de orwell y las brigadas internacionales-"a través del prisma del largo invierno de la represión franquista", que la República fue No "una era dorada del liberalismo en el siglo xx".
El libro explica la explotación en manos de la burguesía catalana-la clase que construyó los edificios modernista que visitamos hoy-de todos los migrantes del sur que se acudieron a la ciudad en busca de trabajo, y que terminó llenando las filas de la El mayor movimiento anarquista en Europa.
Desde una perspectiva más amplia, esta investigación confirma la tesis de que el desarrollo capitalista no necesariamente da lugar a una sociedad democrática [Barrington Moore Jr, 1966: orígenes sociales de la dictadura y la democracia]: donde los acontecimientos históricos han llevado a una burguesía débil, esto La clase puede ser forzada a una "Alianza impía" con la aristocracia del antiguo régimen (o sus restos) con el fin de enfrentar al proletariado, una situación proto-Fascista.
La xenofobia y el proto en la Cataluña del siglo XIX están bien documentados por chris ealham. El problema es que estas tendencias han sido revivido recientemente por una oligarquía catalana de 400 familias que tenían miedo de lo que el logro democrático de la Constitución de 1978 podría representar para ellos.
El Presidente Pujol y sus colegas pusieron en marcha un programa de educación y control de los medios de comunicación en la Cataluña de la década de 80 que ha producido una generación de "independentista" Xenófobos: el programa fue deliberadamente Respaldado por la promoción del fascismo emocional latente de las " Comarca " en la Cataluña rural, y al ponerlo al servicio del interés de la oligarquía por lo que se percibía como el problemático " cinturón rojo " de la clase trabajadora de Barcelona, " Barrio de inmigrantes
La coalición impía se ha unido recientemente a partidos políticos populistas y anti-Sistemas que, tras haber arrancado el poder del, corrupto y burgués, ahora controlan el parlamento catalán y están presionando por una udi que establezca una república populista bananera "Luis M.
https://www.google.co.uk/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s...
The book explains the exploitation at the hands of the Catalan bourgeoisie —the class who built the modernista buildings that we visit today— of all those migrants from the south who flocked to the town looking for work, and who ended up filling the ranks of the largest anarchist TOWN movement in Europe.
From a wider perspective, this research confirms the thesis that capitalist development doesn’t necessarily result in a democratic society [Barrington Moore Jr, 1966: Social Origins of Dictatorship & Democracy]: where historical developments have led to a weak bourgeoisie, this class may be forced to an “unholy alliance” with the aristocracy of the ancient regime (or its remnants) in order to face the proletariat, a proto-fascist situation.
Xenophobia and proto-fascism in 20th-century Catalonia are well documented by Chris Ealham. The problem is that those tendencies have been revived recently by a Catalan oligarchy of 400 families who were afraid of what the democratic achievement of the 1978 Constitution might represent for them.
Granted enormous powers of nation-building by the Constitution, President Pujol and his cronies put in motion a programme of education and media control in the Catalonia of the 80s which has produced a generation of xenophobic ‘independentistas’: the programme was deliberately backed up by promoting the latent emotional fascism of the ‘comarcas’ in rural Catalonia, and by putting it at the service of the oligarchy’s class interest against what was perceived as the troublesome “red belt” of Barcelona’s industrial, working-class, immigrant ‘barrios’.
The unholy coalition has been recently joined by populist, anti-system political parties which, having wrenched power from the discredited, corrupt, bourgeois CiU, now control the Catalan Parliament and are pushing for a UDI which will establish a populist Banana Republic.
Con mi agradecimiento al profesor Felix Ovejero, quien ha señalado a mi atención el trabajo de Chris Ealham, profesor senior en el departamento de historia de la universidad de Lancaster.
A fondo, el libro-disponible como documento pdf, como abajo en la ventana de Google-traza los conflictos sociales del siglo xx que llevaron a la realización del propio Barcelona. Un recordatorio oportuno para los comentaristas británicos que siguen considerando la segunda República Española-y la actual doctrina catalanista, tal vez a causa de orwell y las brigadas internacionales-"a través del prisma del largo invierno de la represión franquista", que la República fue No "una era dorada del liberalismo en el siglo xx".
El libro explica la explotación en manos de la burguesía catalana-la clase que construyó los edificios modernista que visitamos hoy-de todos los migrantes del sur que se acudieron a la ciudad en busca de trabajo, y que terminó llenando las filas de la El mayor movimiento anarquista en Europa.
Desde una perspectiva más amplia, esta investigación confirma la tesis de que el desarrollo capitalista no necesariamente da lugar a una sociedad democrática [Barrington Moore Jr, 1966: orígenes sociales de la dictadura y la democracia]: donde los acontecimientos históricos han llevado a una burguesía débil, esto La clase puede ser forzada a una "Alianza impía" con la aristocracia del antiguo régimen (o sus restos) con el fin de enfrentar al proletariado, una situación proto-Fascista.
La xenofobia y el proto en la Cataluña del siglo XIX están bien documentados por chris ealham. El problema es que estas tendencias han sido revivido recientemente por una oligarquía catalana de 400 familias que tenían miedo de lo que el logro democrático de la Constitución de 1978 podría representar para ellos.
El Presidente Pujol y sus colegas pusieron en marcha un programa de educación y control de los medios de comunicación en la Cataluña de la década de 80 que ha producido una generación de "independentista" Xenófobos: el programa fue deliberadamente Respaldado por la promoción del fascismo emocional latente de las " Comarca " en la Cataluña rural, y al ponerlo al servicio del interés de la oligarquía por lo que se percibía como el problemático " cinturón rojo " de la clase trabajadora de Barcelona, " Barrio de inmigrantes
La coalición impía se ha unido recientemente a partidos políticos populistas y anti-Sistemas que, tras haber arrancado el poder del, corrupto y burgués, ahora controlan el parlamento catalán y están presionando por una udi que establezca una república populista bananera "Luis M.
https://www.google.co.uk/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s...
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Pujol tenía su estrategia a largo plazo, basada en la educación alineada a su proyecto, el problema es que su partido, CiU se fragmento,además de perder el apoyo para que se silenciarán los caprichos familiares y seguramente para poder seguir en su huida hacia delante, los que quedaron de convergencia, han tenido que aliarse con 'nuevos' partidos con ideas caducadas,sin estrategias a largo plazo.