Todos conocemos a gente que no se maneja bien en la incertidumbre. Quizás nosotros mismos, somos de los que no nos gusta que no haya respuestas claras a los problemas. Nos resulta molesto tener que aceptar la indefinición y no poder cerrar los asuntos con soluciones concretas y definitivas. Otros, por el contrario, son personas capaces de manejarse en la duda y en la ambigüedad. Ignorar las soluciones no es un problema, y se desenvuelven bien aunque tengan que esperar a dar soluciones concretas, o incluso cuando nunca las encuentren.
La llamada tolerancia a la incertidumbre refleja bien la diferencia entre ambos tipos de personas. Se trata de la capacidad para aceptar la falta de concreción en las respuestas y tolerar situaciones o acontecimientos ambiguos. Quienes tienen una buena tolerancia a la incertidumbre no la consideran como estresante ni molesta, no necesitan evitarla y no tienen dificultades para funcionar aunque se encuentren en situaciones inciertas. En relación con ello, la necesidad de cierre cognitivose refiere a la motivación por buscar y mantener una respuesta definitiva ante los problemas, evitando la confusión y la ambigüedad.
En general, las personas variamos a lo largo de un continuo que va desde una baja tolerancia a la incertidumbre y una alta necesidad de cierre cognitivo, hasta una fuerte tolerancia a la incertidumbre y la consiguiente tendencia a no buscar el cierre cognitivo. En el primer extremo encontramos personas con tendencia a simplificar la realidad en la que se mueven, generar menos hipótesis ante un problema determinado, reducir la empatía (a menor margen de flexibilidad, menos necesidad de entender y aceptar emociones ajenas diferentes a las propias), y aumentar la búsqueda de consenso y el favoritismo endogrupal (la persona se siente más cómoda en entornos donde los demás piensan como él, evitando las confrontaciones con posturas opuestas).
Además, se trata de personas que realizan un análisis menos detallado de las situaciones: utilizan sobre todo la primera información disponible (el llamado efecto de primacía), aplican tópicos y estereotipos comunes y tienden a mostrar en mayor medida el error fundamental de atribución, consistente en la tendencia a atribuir el comportamiento ajeno principalmente a causas internas y personales (personalidad, inteligencia, carácter, etc.), dando poco peso a motivos externos (rol social, situación, obligaciones, etc.). A pesar de todo, son personas que muestran una mayor confianza en sus juicios y decisiones.
Las personas con mayor necesidad de cierre cognitivo se centran más en sus propios puntos de vista(tienen más dificultad para ponerse en el lugar de los demás), invierten menos tiempo y esfuerzo en buscar puntos en común y, en consecuencia, hacen más difícil que los demás entiendan lo que quieren transmitir y entorpecen el consenso (aunque de hecho desean ese consenso con mayor fuerza que quien no necesita el cierre cognitivo).
En el otro extremo, se encuentran las personas con una alta capacidad de aceptar la incertidumbre. Son quienes se manejan bien en la ambigüedad y toleran la complejidad de las cosas, dedican más esfuerzo en la búsqueda de alternativas a los problemas, aumentan su capacidad de escuchar opiniones y emociones diferentes a las suyas y se mueven bien en la falta de consenso.
Al contrario que cuando hay una alta necesidad de cierre cognitivo, estas son personas que defienden sus decisiones con menor dogmatismo y aceptan mejor la posibilidad de haber cometido un error.
http://www.elefectogalatea.com/2012/03/la-tolerancia-a-la-incertidumbre-o-necesidad-de-cierre-cognitivo/