Popular, no entiendo nada
Poco después de haber entrado como profesor en la Facultad de Económicas de la Universida de La Coruña, conocí al economista más brillante que ha tenido mi universidad, Juan Quintás. Me dijo, «mira Venancio, en economía, todo lo que no tiene lógica está mal, desconfía, habrá un error». Desde entonces, hace ya más de veinte años, hasta hoy, he aplicado siempre esa máxima. Lo que no entiendo, no lo compro. Y hoy, lo que no entiendo es la caída del Popular. Dirán: «Tenía problemas de solvencia». Y no digo que no, aunque más bien digo que no estaba a la altura de la regulación financiera actual. En el 2006, con los niveles de capitalización a los que fue adquirido, hubiese estado a la cabeza de España. «Que las provisiones no alcanzaban». Es probable, pero su cobertura sobre activos problemáticos era del 47,3 %, algo inferior, pero solo algo, a la cobertura de Caixabank, 49,6 %, del Santander, 53 %, o de Bankia, 49,2 %. Dirán que el volumen de los activos era el más alto de la banca española, y será cierto, con sus 35.000 millones superaba al segundo, Caixabank, en 6.500 millones y lo ponían a la cabeza, pero es igualmente cierto que a pulmón había alcanzado el mayor volumen de provisiones de España, 17.000 millones de euros.
Alguien me dirá que todo esto es falso, y le escucharé, si eso llega a ocurrir, pero todavía nadie lo ha hecho. Pero ya sé que el discurso no va por aquí, va por la crisis de liquidez. ¡Dios mío! Liquidez. Inaudito, llevo ocho años explicando que la crisis de confianza del sistema financiero se tornó al instante en una crisis de liquidez pero que esta se había desmontado, por parte del BCE, en dos telediarios. Se había, eso es, se había. Popular, único banco que, en el marco de la mayor crisis financiera de la historia, fallece por liquidez. Curioso, ¿Verdad? Como curioso es que una filtración del BCE a la agencia Reuters hubiera provocado pánico financiero, pánico que permitió que los especuladores financieros que invertían a corto no tuviesen que devolver sus acciones. Sí, sus acciones. Estos inversores alquilan acciones para venderlas en barrena y provocar caídas abruptas. Acabada la avalancha, recompran lentamente para apenas subir el precio y cuando han adquirido las acciones oportunas devuelven ese número más otro paquete adicional como remuneración en especie del préstamo. Pues estos van a devolver millones de acciones a valor cero, es decir, van a devolver la cantidad de cero euros. Simple.Y si a lo curioso le sumo lo extraño, ya me hago un lío que para qué contarle. Extraño es que el BCE no quisiera dar liquidez al Popular. Si mis fuentes no me engañan, a los colaterales del Popular le aplicaron un haircut del 85 %. Quiere esto decir que, si el banco pedía, por ejemplo, 1.000 millones de euros, avalando esa cantidad con los títulos oportunos, solo le concedían 150 millones. Fíjese que al Gobierno de Portugal, cuando su prima excedió de los 650 puntos básicos, solo le aplicaron, en la Cámara de Compensación de Londres, un haircut del 15 %. Y una cámara de compensación tiende a ser mucho más dura que un Banco Central. Es igualmente extraño que un Messi de las finanzas, como es Saracho, cada vez que abría la boca metiese un gol en propia puerta. O que el ministro de Economía de España dijera esta semana que el Popular es un banco zombi cuando todo el mundo, en especial sus diez mil empleados, saben que eso es mentira. Sí, mentira. ¿Qué opino? Que no sé nada. Que vivo en un país extraño en el que esta misma semana el fiscal Anticorrupción ha dicho que pensaba que un vicepresidente del Gobierno de España debería pasar cinco años en la cárcel. Tela. Aplicando la máxima que me dio el ilustre profesorQuintás, si algo no tiene lógica, desconfíay eso es lo que hago, desconfío. Y usted, ¿También desconfía? V.Salcineshttp://www.lavozdegalicia.es/noticia/mercados/2017/06/18/popular-entiendo/0003_201706SM18P5991.htm
Poco después de haber entrado como profesor en la Facultad de Económicas de la Universida de La Coruña, conocí al economista más brillante que ha tenido mi universidad, Juan Quintás. Me dijo, «mira Venancio, en economía, todo lo que no tiene lógica está mal, desconfía, habrá un error». Desde entonces, hace ya más de veinte años, hasta hoy, he aplicado siempre esa máxima. Lo que no entiendo, no lo compro. Y hoy, lo que no entiendo es la caída del Popular. Dirán: «Tenía problemas de solvencia». Y no digo que no, aunque más bien digo que no estaba a la altura de la regulación financiera actual. En el 2006, con los niveles de capitalización a los que fue adquirido, hubiese estado a la cabeza de España. «Que las provisiones no alcanzaban». Es probable, pero su cobertura sobre activos problemáticos era del 47,3 %, algo inferior, pero solo algo, a la cobertura de Caixabank, 49,6 %, del Santander, 53 %, o de Bankia, 49,2 %. Dirán que el volumen de los activos era el más alto de la banca española, y será cierto, con sus 35.000 millones superaba al segundo, Caixabank, en 6.500 millones y lo ponían a la cabeza, pero es igualmente cierto que a pulmón había alcanzado el mayor volumen de provisiones de España, 17.000 millones de euros.
Alguien me dirá que todo esto es falso, y le escucharé, si eso llega a ocurrir, pero todavía nadie lo ha hecho. Pero ya sé que el discurso no va por aquí, va por la crisis de liquidez. ¡Dios mío! Liquidez. Inaudito, llevo ocho años explicando que la crisis de confianza del sistema financiero se tornó al instante en una crisis de liquidez pero que esta se había desmontado, por parte del BCE, en dos telediarios. Se había, eso es, se había. Popular, único banco que, en el marco de la mayor crisis financiera de la historia, fallece por liquidez. Curioso, ¿Verdad? Como curioso es que una filtración del BCE a la agencia Reuters hubiera provocado pánico financiero, pánico que permitió que los especuladores financieros que invertían a corto no tuviesen que devolver sus acciones. Sí, sus acciones. Estos inversores alquilan acciones para venderlas en barrena y provocar caídas abruptas. Acabada la avalancha, recompran lentamente para apenas subir el precio y cuando han adquirido las acciones oportunas devuelven ese número más otro paquete adicional como remuneración en especie del préstamo. Pues estos van a devolver millones de acciones a valor cero, es decir, van a devolver la cantidad de cero euros. Simple.
Y si a lo curioso le sumo lo extraño, ya me hago un lío que para qué contarle. Extraño es que el BCE no quisiera dar liquidez al Popular. Si mis fuentes no me engañan, a los colaterales del Popular le aplicaron un haircut del 85 %. Quiere esto decir que, si el banco pedía, por ejemplo, 1.000 millones de euros, avalando esa cantidad con los títulos oportunos, solo le concedían 150 millones. Fíjese que al Gobierno de Portugal, cuando su prima excedió de los 650 puntos básicos, solo le aplicaron, en la Cámara de Compensación de Londres, un haircut del 15 %. Y una cámara de compensación tiende a ser mucho más dura que un Banco Central. Es igualmente extraño que un Messi de las finanzas, como es Saracho, cada vez que abría la boca metiese un gol en propia puerta. O que el ministro de Economía de España dijera esta semana que el Popular es un banco zombi cuando todo el mundo, en especial sus diez mil empleados, saben que eso es mentira. Sí, mentira. ¿Qué opino? Que no sé nada. Que vivo en un país extraño en el que esta misma semana el fiscal Anticorrupción ha dicho que pensaba que un vicepresidente del Gobierno de España debería pasar cinco años en la cárcel. Tela. Aplicando la máxima que me dio el ilustre profesor
Quintás, si algo no tiene lógica, desconfía
y eso es lo que hago, desconfío. Y usted, ¿También desconfía? V.Salcines
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/mercados/2017/06/18/popular-entiendo/0003_201706SM18P5991.htm
Sobre los errores de las cajas A.Serra Ramoneda
En este país, más de la mitad de los depósitos y las hipotecas dependen no de los bancos, sino de las cajas de ahorro, y por lo tanto estas entidades están el núcleo de nuestro sistema financiero. Por eso resulta sorprendente que se haya hablado tan poco del terremoto que han vivido las cajas en estos tres últimos años, después de décadas en que parecía que su expansión era imparable.
A fecha de hoy, dos de ellas han sido intervenidas y una tercera que se acerca muy peligrosamente al abismo, otras han optado por fusionarse para obtener liquidez con los créditos del FROB (que se supone que tendrán que devolver), o han creado bancos de los cuales ellas se han convertido en una parte residual.
En medio de la confusión de cifras y datos en que suele naufragar la opinión pública cuando se trata de economía, el libro de Antoni Serra Ramoneda, testimonio de excepción de todo el proceso, ofrece respuestas claras a muchas de las preguntas que se hacen los ciudadanos de este país:
¿Como empezó el terremoto de las cajas?
¿Su implicación en la burbuja inmobiliaria ha sido el detonante de
la situación?
¿Ha pasado en todas las cajas?
¿Qué sucederá ahora con su obra social?
¿Qué responsabilidad tienen en ello los políticos, por acción o por omisión?
¿Se llegarán a devolver todos los créditos del FROB? Y si fuera que no, ¿qué les sucederá a las cajas insolventes?
¿Responderá alguien por la mala gestión al frente de las cajas intervenidas?
Y lo que es más importante, ¿habrá más sorpresas imprevistas? Serra Ramoneda, economista y presidente de Caixa Catalunya durante el periodo 1984-2005, habla sin rodeos sobre la profunda transformación que han vivido las cajas y describe cuál es el paisajedespués del terremoto.
https://www.casadellibro.com/libro-los-errores-de-las-cajas/9788493910648/1894159
Sobre clientes engañados
Recientemente han aparecido noticias sobre clientes de cierto banco a los que algún gestor les había aconsejado invertir grandes cantidades de dinero en acciones del mismo banco, y que han visto como todo sus ahorros han desaparecido después de la quiebra. En el blog hemos hablado otras veces de conocimiento financiero, por ejemplo aquí y aquí, y yo misma he hablado de las diferencias de género en conocimiento financiero, ver aquí. En el caso de estos clientes a los que el gestor aconsejó invertir todos sus ahorros en acciones del banco, estamos ante una situación en la que gestor y cliente tienen incentivos distintos y también distinta información sobre la rentabilidad del producto financiero en cuestión. Es probable que los empleados del banco hubieran recibido órdenes de vender determinados productos financieros, y esto les llevara a proporcionar información incorrecta a los clientes. Me resulta imposible entender cómo alguien con un mínimo de conocimientos financieros puede aconsejar invertir una cantidad tan grande en un solo activo. Los clientes, con falta de información y de conocimientos financieros, acabaron fiándose de estos gestores y comprando los productos financieros que les habían aconsejado.En un artículo reciente con Roberto Hernán y Praveen Kujal analizamos cómo en una situación con información asimétrica algunos individuos pueden tener incentivos a mentir en beneficio propio utilizando datos de un experimento realizado con estudiantes universitarios. Es evidente que los estudiantes universitarios no son una muestra representativa de la población, pero su comportamiento en el experimento puede ayudarnos a entender el problema existente entre el gestor y el cliente. En nuestro experimento los participantes juegan a una variación del juego de confianza (“trust”), en el que un jugador A manda una cantidad de dinero al otro (B), el dinero se multiplica por una cantidad (rentabilidad), y después el jugador B decide cuánto dinero devolver a A. En nuestra variación el jugador B conoce el valor exacto de la rentabilidad y manda un mensaje a A indicando ese valor. Por supuesto, el jugador B no tiene por qué decir la verdad, y a B le interesa que A le mande la mayor cantidad posible de dinero, ya que él va a quedarse una parte del mismo. En el experimento tenemos varios tratamientos, en todos ellos el jugador A desconoce la rentabilidad de su “inversión”. En algunos casos le decimos que el dinero que mande se va a multiplicar por 2, 3, o 4, sucesos que pueden ocurrir con igual probabilidad, pero en otros sólo saben que la rentabilidad va a ser mayor a 1. En nuestro experimento el cliente sería el jugador A y el gestor el jugador B. El cliente confía en el gestor y le manda una cantidad de dinero confiando que el gestor le va a aconsejar bien y le va a devolver una cantidad mayor de la que ha mandado inicialmente. Nuestro caso es distinto a la realidad porque en el caso del banco el gestor podía tener una idea aproximada de la rentabilidad de la inversión pero no información perfecta sobre la misma. En nuestro experimento tenemos el caso extremo, ya que el jugador B tiene información perfecta sobre la rentabilidad. También, en nuestro experimento el jugador B no tiene por qué devolver nada al jugador A, y en el caso de una inversión esto es distinto. En cualquier caso, lo que nos interesa aquí no es la cantidad que devuelven o mandan sino el contenido del mensaje que mandan, que sería la información que el gestor da al cliente y si el mensaje es tomado como verdadero por el cliente, o en este caso el jugador A.Lo que encontramos en el experimento es que sólo el 32% de los jugadores de tipo B mandan mensajes verdaderos a A cuando A conoce la distribución de valores que puede tomar la rentabilidad, y la proporción es todavía menor (15%) en el tratamiento en el que el jugador A sólo sabe que la rentabilidad va a ser mayor a 1. La diferencia es estadísticamente significativa. En el primer caso un 26% de los jugadores dicen que la rentabilidad es mayor a la verdadera y un 16% que es menor. El resto deciden no mandar ningún mensaje o mandan mensajes no informativos. En el segundo caso un 41% dice que la rentabilidad es mayor a la esperada, y un 25% que es menor. Aun así, encontramos que un 38% de los jugadores A que desconocen la distribución de la rentabilidad creen el mensaje recibido. En el artículo también intentamos entender por qué algunos sujetos mienten diciendo que la rentabilidad es mayor a la real y otros diciendo que es menor. Parece ser que el motivo de decir que es mayor es estratégico, conseguir que el jugador A mande más, pero los que dicen que es menor lo hacen porque piensan que el valor va a ser más creíble o porque saben que van a devolver poco y no quieren sentirse culpables. De todos modos, estamos hablando de una gran proporción de individuos que mienten para, de una forma u otra, maximizar su bienestar.Estos resultados sugieren que los trabajadores de bancos, especialmente los que aconsejan a los clientes sobre sus inversiones, deberían pasar unos cursos de finanzas en los que también tendrán que comprometerse a cumplir un código ético, arriesgándose a perder la certificación si lo incumplen. De hecho, parece que con la introducción de una nueva normativa los van a tener que pasar. No creo que el problema sea de conocimientos, pero el código ético puede ayudar a evitar este tipo de situaciones que tanto pueden perjudicar a inversores con falta de conocimientos financieros.
http://nadaesgratis.es/irma-clots/sobre-clientes-enganados
http://articulosclaves.blogspot.com.es/2017/06/caso-b-popular-bsantader.html
http://articulosclaves.blogspot.com.es/2017/06/banco-popular-analisis-ii-parte.html
http://articulosclaves.blogspot.com.es/2017/06/liberbank-vs-popular.html
Complejidad y regulación financiera 2: El camino a la inestabilidad
http://nadaesgratis.es/anxo-sanchez/complejidad-y-regulacion-financiera-2-el-camino-a-la-inestabilidad