India ha cancelado sus planes de instalación de nuevas plantas de energía térmica basadas en combustible fósil. La razón: es ya más barato producir un kilowatio-hora de energía solar. Según The Guardian, la empresa finlandesa Fortum aseguró a las autoridades hindús poder generar energía eléctrica solar a una tarifa sorprendentemente baja: 4,34 rupias por kilowatio-hora. Sólo seis meses más tarde, el precio disminuía a un récord de 2,44 rupias. El precio de la energía solar ha caído a niveles considerados hasta hace poco como imposibles. Ante esta evidencia, India ha suspendido sus planes de construcción de nuevas plantas térmicas para suministrar 14 GW de electricidad a partir de combustible fósil (una cantidad similar a la necesaria para alimentar el Reino Unido), acelerando el despliegue de la energía solar fotovoltaica. Es una grandísima noticia. Mientras, China ha incrementado en un 80% su producción solar en los primeros meses del año. Y Alemania ya obtiene en 85% de su energía de fuentes renovables. Como predice la ley de Swanson (equivalente a la ley de Moore en el sector), la energía solar se expande exponencialmente por el mundo, mientras su precio decrece exponencialmente. Por cierto: ¿cómo es que ante este escenario, los precios de la electricidad en España sean de los más altos de la historia? Si el precio de la energía solar ha caído hasta 2,44 rupias por kilowattio hora (0,034 €) en India, ¿por qué el precio medio de la electricidad en España es de 0,12 €/ Kw.h? (4 veces más).
Tecnológicamente, parece que avanzamos hacia escenarios de abundancia (como postula Peter Diamandis). Podríamos tener energía prácticamente infinita, a precios casi gratuitos. La revolución de internet ya ha permitido que tengamos acceso a información casi infinita, y a potencia de cálculo excedente para nuestros usos domésticos, a precio casi nulo. También a ocio, música, lectura, vídeos e interacción en redes sociales prácticamente infinitos a coste casi cero. Pero no nos quedaremos ahí: las nuevas técnicas biotecnológicas permiten hacer crecer carne animal, genéticamente idéntica a la original, a partir de cultivos celulares, en laboratorio, sin necesidad de animales, granjas, tierra, deforestación, costes medioambientales ni huella hídrica nociva. El coste de una hamburguesa sintética es ya de sólo 11,3 $, una reducción de ¡3.000.000%! respecto al coste de los primeros prototipos. Pronto llegarán a los supermercados a precios sensiblemente inferiores a los de las hamburguesas convencionales (pues, recordémoslo, no precisan una cadena de valor agroalimentaria detrás y se pueden, por tanto, producir de manera infinitamente más eficiente). El coste de las comunicaciones se ha reducido 1000 veces desde hace un siglo. Los escenarios de futuros vehículos eléctricos, compartidos y autoconducidos nos pueden llevar a una realidad de transporte eficiente, sostenible e increíblemente barato (comparativamente al esfuerzo que nos supone comprarnos un coche). La medicina también está evolucionando hacia paradigmas personalizados, preventivos y predictivos, basados en ingeniería genética, a costes cada vez menores. Incluso el manufacturing está evolucionando hacia modelos de producción hipereficiente e independiente de la escala y de la localización, mediante impresión 3D.
Imaginemos un escenario donde brote la energía necesaria de fuentes ubicuas y sostenibles, por todas partes, gratuitamente. Donde tengamos acceso a toda la información y el conocimiento humano de forma inmediata y en cualquier punto. Donde crezcan las hamburguesas y las patas de pollo, espontáneamente, de los árboles. Donde existan unos entes abstractos, fundamentalmente digitales, llamados empresas, que procesen bienes y servicios y generen beneficios sin intervención humana. Un mundo absolutamente utópico al cual, sorprendentemente, las proyecciones tecnológicas nos parecen aproximar. Pero… ¿cómo funcionaría la economía en ese mundo utópico? Los fundamentos económicos que nos han traído hasta aquí se han basado en principios de competencia. Principios que parten de la hipótesis de recursos escasos. Competimos por capital, por mercados, por clientes, por inversiones, por talento, por empleo, que siempre es escaso… Hemos vivido desde el inicio de los tiempos en economías de escasez. Pero, ¿qué pasaría si por primera vez nos encontráramos inmersos en economías de abundancia? ¿Cómo deberían redefinirse las relaciones y los agentes económicos? ¿Y si las turbulencias económicas que estamos sufriendo se debieran, precisamente, al tránsito desde una economía de la escasez a una economía de la abundancia? Las implicaciones filosóficas, morales, económicas, políticas y sociales son incalculables.
De forma imperceptible, la humanidad dio un salto cuántico cuando conceptualizó la lógica binaria y empezó a codificar y a procesar información con ella. El mundo se ha sumergido en una transformación irreversible a través de la digitalización. Adquirir y procesar datos digitales de forma creciente nos permite simular procesos, interpretar fenómenos, anticipar hechos, calcular resultados, localizar objetos, medir magnitudes, predecir eventos, extraer patrones y desarrollar conocimiento y tecnología a la velocidad de la luz. La digitalización está en la base de la totalidad de tecnologías emergentes que están revolucionando el planeta. Si las sabemos gestionar bien, nos llevarán también a un mundo de abundancia.
(Mientras tanto, Trump propone un recorte de 3'1 billones de dólares en investigación en energía. Siguiendo la dirección de la Historia...)
(Mientras tanto, Trump propone un recorte de 3'1 billones de dólares en investigación en energía. Siguiendo la dirección de la Historia...)
http://xavierferras.blogspot.com.es/2017/05/vamos-un-mundo-de-abundancia.html
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http://transicionsocioeconomica.blogspot.com.es/2015/04/bioeconomia-biologia-y-economia.html?q=economia+ecologica
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