Sobre la conspiranoia tecnológica
Joseba Elola, de El País, me envió un artículodel tecnoescéptico por antonomasia Evgeny Morozov que iba a publicar en el suplemento Ideas, porque supongo que sabía que me iba a resultar suficientemente provocativo como para plantearme uno no tanto como replica, pero sí como intento de exposición de hechos que diesen un contrapunto a su interpretación.
El resultado se titula “Menos conspiranoia y más tecnología” (pdf), e intenta explicar hasta qué punto resulta cansino ver teorías de la conspiración y supuestos planes de dominación mundial en cada movimiento que hacen las compañías tecnológicas, cuando son precisamente esas compañías tecnológicas las que están detrás del mayor avance experimentado por la humanidad en toda su historia. Algunos de los algoritmos de esas compañías son responsables de lo que encontramos cuando buscamos información, de lo que aparece ante nuestros ojos cuando intentamos comprar algo, de las noticias que leemos o hasta de si tenemos sexo esta noche, pero contrariamente a lo que algunos afirman, se trata en general de emprendedores que fueron capaces de convertir una serie de ideas en código, y que a partir de ahí, se han preocupado por construir un mundo mejor, lo que incluye intentar luchar contra algunos de sus problemas más acuciantes, como la desigualdad en la distribución de la riqueza, el sensacionalismo excesivo o la inseguridad.
De manera general, existe una mayor conciencia de sostenibilidad y de intentar arreglar los problemas del mundo en la industria tecnológica que la que existe en muchas otras industrias. Cuantas más figuras relevantes conozco en esta industria, menos se ajusta el perfil de psicópata o de malvado de cómic, y más el de persona que ha obtenido un poder determinado gracias a hacer algo relativamente novedoso gracias a la tecnología, y que a partir de ahí, se preocupa por mejorar el mundo en el que vive. Sinceramente, mucho más que las empresas tecnológicas y sus líderes, me preocupan aquellas otras compañías que dedican su esfuerzo, tiempo y dinero a intentar evitar que el mundo avance, a conseguir por todas las maneras posibles que sigamos haciendo las cosas como las hacíamos antes de que la tecnología desarrollase alternativas. Me preocupan infinitamente más los retrógrados, los lobbistas y los políticos que pretenden que sigamos como siempre que los tecnólogos que desarrollan nuevas maneras de hacer las cosas, generalmente mejores y más eficientes que las que había.
No se trata de tecno-idealismo: nunca se debe renunciar al control de nada, y todo poder conlleva una responsabilidad. Siempre que he visto algo que me resultaba preocupante, abusivo o, en general, que reducía las opciones del usuario en la industria tecnológica he sido de los primeros en escribir sobre ello y comentarlo. Pero eso no quiere decir que el arquetipo “tecnoescéptico por principio”, el que ve conspiraciones e intentos de dominación mundial en cada movimiento de una empresa de tecnología me aburra profundamente, el que piensa constantemente que la tecnología traerá efectos negativos y terribles, me resulte inmensamente cansino. El mundo en que vivimos tiene muchos problemas, como todos los mundos en los que todos los hombre han vivido desde que el mundo es mundo, pero me gusta. Y me gusta, sobre todo, porque hay muchas personas a las que considero genios que han sabido ir mejorándolo a una velocidad increíble, que me ha permitido, a lo largo de varias décadas de carrera profesional, verlo, experimentarlo y tocarlo. El mundo es mejor gracias a la tecnología y a los tecnológos. Y eso es lo verdaderamente importante.
Menos ‘conspiranoia’ y más tecnología
Afirmar que las grandes del sector buscan subyugar a la humanidad ya resulta cansino. Con más Bezos, Gates, Pages y Zuckerbergs, el mundo sería un lugar mejor
Según el gran ingeniero informático norteamericano Alan Kay, “tecnología es cualquier cosa que no existía cuando nacimos”. Kay, autor también de otra frase tan inspiradora como “la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo”, no es persona para ser tomada a la ligera: sus trabajos pioneros en programación orientada a objetos o en interfaces gráficas de usuario fueron claves precisamente a la hora de definir el futuro que hoy conocemos.
Otro mito, el inventor, escritor y futurólogo británico Arthur C. Clarke, pronunció en su momento otra frase lapidaria y brutalmente cierta: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Creo que son frases que explican claramente la crítica que escuchamos cuando hablamos de tecnología o empresas tecnológicas: personas incapaces de entenderla y racionalizarla, que la ven como algo similar a la magia, e imaginan a sus protagonistas en un sillón de orejas con una sonrisa maliciosa y acariciando a un gato.
En 27 años como profesor y 14 como afectado por algún trastorno obsesivo-compulsivo que me lleva a escribir todos los días sobre tecnología e innovación, he tenido la oportunidad de conocer muchas empresas tecnológicas y a sus fundadores. He saludado e intercambiado algunas frases con personas como Bill Gates, Larry Page, Sergey Brin, Mark Zuckerberg, Steve Wozniak y muchos otros... y, sinceramente, ninguno me pareció tener un perfil de psicópata malvado obsesionado con la dominación mundial. En general, me parecieron personas con vocación por cambiar el mundo en positivo y por solucionar problemas fundamentales. Pude percibir claramente una sinceridad muy alejada de la que se desprende de esas frases habituales de las memorias corporativas de compañías de otro tipo. La tecnología es un ámbito en el que predominan de forma muy marcada los idealistas.
¿Debemos considerar a Microsoft culpable por la rápida expansión del último virus, WannaCry? Indudablemente tiene una responsabilidad en ello: podría, cuando conoció la vulnerabilidad, haberla considerado suficientemente crítica para, como hizo posteriormente, distribuirla a todos sus usuarios y no solo a aquellos que pagan por el mantenimiento de sus sistemas. Que Brad Smith, presidente de la compañía, reclame un consenso internacional que evite que los Gobiernos coleccionen vulnerabilidades para utilizarlas en tareas de espionajetiene todo el sentido del mundo, porque si algo nos demuestra WannaCry, además de que muchos usuarios son habitualmente unos inconscientes, es que la cuestión se ha convertido en muy importante y que las agencias gubernamentales son muy poco de fiar.
Pero sobre todo refleja que una compañía que durante 14 años estuvo dirigida por el que fue seguramente uno de los peores directivos del mundo tiene ahora la intención de cambiar mucho su forma de hacer las cosas y reclama para ello un entorno diferente. Propone realmente la aplicación de las mismas reglas que utilizan en otros ámbitos. Si algo no veo son conspiraciones, fantasmas o planes de dominación mundial. Esas, las llamadas non-market strategies, suelen venir precisamente de quienes intentan evitar que las cosas evolucionen. En las tecnológicas, generalmente, encuentro interés por hacer las cosas mejor. Y de paso, como toda empresa, ganar dinero.
Ninguna industria ha contribuido tanto a nuestro presente y futuro como la de la tecnología. Muchísimas de las cosas que hoy nos parecen parte de la vida cotidiana las tenemos gracias a la industria tecnológica: cómo trabajamos, cómo nos relacionamos o, en general, cómo vivimos. La tecnología ha acelerado tantas cosas que cualquier familiar nuestro de hace pocas generaciones habría tenido que encadenar varias vidas para ver los cambios que nosotros hemos experimentado. Pero es precisamente ese componente de disrupción, de redefinición de todo lo redefinible, lo que hace que algunos la vean como algo que inspira temor, como la magia, y a sus líderes, como a esos brujos de la tribu cuyas acciones nos daban miedo.
Las empresas tecnológicas suelen estar sometidas a un nivel de escrutinio y transparencia superior al que tienen otras más tradicionales. Nunca debemos renunciar a mantener un cierto nivel de control y exigencia sobre las actividades de toda compañía, tecnológica o no, pero de ahí a ponerlas bajo la lupa y afirmar de manera cansina que buscan subyugar a la humanidad va una gran distancia. Estoy plenamente convencido de que con más personas como Bezos, Brin, Cook, Gates, Nadella, Page, Zuckerberg y otros, y con más compañías como las suyas, tendríamos un mundo mejor, no peor, y hasta fantaseo con la posibilidad de que los líderes mundiales del futuro tengan visiones como las suyas. La conspiranoiacansa. Más tecnología, por favor.
Enrique Dans es profesor de Innovación en IE Business School desde el año 1990.
http://elpais.com/elpais/2015/12/01/estilo/1449009485_567061.html
Doce inventos que ya existen y que van a cambiar nuestra vida
http://elpais.com/elpais/2016/11/04/ciencia/1478262270_062290.html
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/09/08/actualidad/1473344725_727702.html