Deriva autoritaria de Trump
Los primeros síntomas inquietantes de la deriva autoritaria de Donald Trump han empezado a materializarse. El cese con un “you are terminated”, del director del FBI James Comey, puede que haya traspasado los límites de las facultades presidenciales. James Comey, al frente del FBI, estaba investigando las relaciones entre la campaña electoral de Trump y la Rusia de Putin. Fue cesado fulminantemente a pesar de que su mandato no expiraba hasta 2023.
Una cacicada. Pero hay más. Trump amenaza con suspender las ruedas de prensa en la Casa Blanca para garantizar la precisión de las palabras que concretan la posición de la Administración sobre cualquier tema. La desconfianza y el desconcierto en la Casa Blanca son puestas de relieve por los medios clásicos, periódicos hy televisiones, que no están dispuestos a que los equilibrios de los poderes no se inclinen a favor de una presidencia con ímpetus autoritarios.
Los tropiezos de Trump con sus relaciones con Rusia han llevado a dos dimisiones y un cese en los altos servicios de seguridad del Estado. Estos movimientos tan prematuros tienen que ver con las relaciones del Trump candidato y presidente con el Kremlin y con Vladimir Putin. ¿Hasta dónde han prevalecido los intereses empresariales de Trump con su campaña y con su presidencia? Es una pregunta que se hacen muchos medios americanos.
Afortunadamente, Trump se ha encontrado en que sus tuits mañaneros son neutralizados a menudo con el contrapeso del sistema que no permite el poder absoluto para ninguna de las altas instituciones del Estado. El presidente ha amenazado al destituido director del FBI que se ande con mucho cuidado porque sus conversaciones pueden estar grabadas. Es insólito que desde la presidencia se insinue que se pueden utilizar conversaciones grabadas. La pensadora Hannah Arendt decía que el totalitarismo no es un estado todopoderoso sino la eliminación de la diferencia entre la vida pública y la vida privada.
Es muy interesante seguir de cerca el pulso entre Trump y los medios que adaptan una actitud crítica hacia lo que consideran sus arbitrarias decisiones. El presidente se despacha con un “Fake news” cada vez que es criticado. Aunque no presente ninguna evidencia. La campaña fue salpicada con mentiras gordotas sobre Clinton y sobre cualquier adversario. Cuando se le preguntó qué pensaba de las mentiras de la campaña respondió que había ganado. Viene a decir que cualquier cosa es admisible si te lleva a conseguir el objetivo deseado. Maquiavelismo puro y duro. El fin justifica los medios.
La tiranía moderna es la gestión del miedo. No hace falta utilizar la fuerza sino la información, los datos y los movimientos que todos dejamos estampados en Internet. La piratería informática hizo grandes estragos en el día de hoy. En el sector sanitario en Gran Bretaña y en las grandes empresas de comunicación en España. La fuerza de un país se medirá por los datos de que disponga, por los piratas informáticos que pueda utilizar para desestabilizar a un país extranjero o a un adversario político. Los desfiles militares en las calles de Pyonyang o Moscú son de otra época.
Trump no conseguirá poner fin al sistema de controles y contrapesos ni disolverá partidos ni suspenderá la libertad de expresión. Estos trucos tan antiguos de los manuales autoritarios tropezarán con la resistencia que ofrece un sistema democrático consolidado como el de Estados Unidos. Con todas sus imperfecciones pero también con todas sus habilidades para neutralizar los abusos de poder. Empiezo a sospechar que la impetuosidad de Donald Trump en su forma de actuar puede perjudicarle seriamente y a medio plazo.
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Trump tiene una estrategia Le Pen es simplemente proteccionista
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