Homo Deus: ¿Es la innovación transhumana la única opción que nos queda?
La innovación va más rápido de lo que pensamos: hace 10 años no sabíamos qué era la economía colaborativa, el Internet de las Cosas, el Big Data o los drones. El transhumanismo es una tendencia que ha venido para quedarse, y más que futuro, ya está presente. Con grandes implicaciones.
¿Qué es el transhumanismo? Biomedicina para reprogramar nuestro cuerpo, hacernos más fuertes y alargar nuestra vida. Cascos o incluso chips en nuestros cerebros que nos permiten controlar y mover objetos a distancia, implantación de electrodos en el cerebro para evitar depresiones, e incluso mejorar nuestra concentración. Combinación de tecnología y animales (ratas robots) para permitirnos vivir de forma más cómoda… En definitiva: durante los próximos años se hará más evidente la tendencia hacia la innovación tecnológica que muta nuestra especie a nivel individual y colectivo, o como siempre los hemos conocido coloquialmente, los ciborgs. Y seguramente uno de sus mejores representantes es Neil Harbisson:
Buscamos sentido a nuestras vidas a través de la tecnología
http://www.sociedaddelainnovacion.es/homo-deus-la-innovacion-transhumana-la-unica-opcion-nos-queda/
Yuval Noah, autor de Sapiens, relata en Homo Deus como los humanos hemos superado nuestros principales enemigos, como las guerras, el hambre, la pobreza, las enfermedades… a través de la tecnología. Necesitamos nuevos horizontes.
Ahora, es el momento de buscar sentido a nuestras vidas incorporando tecnología a nuestros cuerpos, para seguir explorando, y acercarnos a la inmortalidad y la divinidad. Para desarrollar nuestro yo en su máxima potencia.
Esto lleva inevitablemente al desarrollo de tecnologías posthumanistas, a través de las cuales la experiencia humana podrá ser “diseñada”, al igual que ahora son diseñados los productos que compramos en el supermercado. Nos encontramos ya inmersos en el reinado del tecnohumanismo, basado en la constante conectividad de las personas a las tecnologías (¿cuantas horas pasamos mirando el móvil?).
Y entre todos lo estamos promoviendo, sin necesidad de implantarnos ningún chip en la cabeza como nuestro amigo Harbisson: estamos creando nuestro “ciber-yo” a través de nuestras cuentas de Instagram o Twitter. Y hemos perdido también la frontera que separaba el trabajo del ocio, gracias a los teléfonos móviles inteligentes que nos tienen siempre conectados.
Hacia una sociedad menos humana
Estas mismas tecnologías que utilizamos para estar más conectados entre nosotros, son las que nos ponen en cuestión como profesionales, pero también como ciudadanos que somos de una sociedad cada día más global. Por ejemplo:
- Gracias a los logaritmos, ya no somos (tan) útiles para generar valor, perdemos la capacidad de tomar buenas decisiones.
- Se incrementa la probabilidad de crear una casta humana superior de superhumanos
- La tecnología nos convierte en chips generadores de datos. El nuevo Dios son los datos. Es la religión de los datos, el “dadismo”. Y la política no lo puede controlar. Todo lo controla el sistema (de datos).
Si todos somos datos, y el sistema de datos lo controla todo… ¿qué puede existir sin ser controlado por el sistema? ¿Qué pasará cuando máquinas inteligentes, pero no conscientes nos conozcan mejor que nosotros mismos? ¿Es la vida un simple procesamiento de datos? ¿Es más importante la inteligencia o la conciencia?
Cuando me vienen estas preguntas a la cabeza, pienso en la serie Fringe, donde en su etapa final vemos una sociedad controlada por nuevos modelos de humanos. ¡Fantástica serie para pensar en el futuro tanto desde el punto de vista tecnológico como filosófico!
Transhumanismo capitalista
Es importante recordar que el transhumanismo es eminentemente capitalista. Basado en la libertad personal, la democracia y los derechos humanos, pero también en el individualismo, la meritocracia, el egoísmo, la acumulación de activos y de poder, y la supremacía del yo (aunque como especie sabemos desde hace tiempo que ni somos libres, ni hay alma). Pero realmente gestionado por terceras empresas.
Hace unas semanas fui a la Judge Business School de Cambridge, donde conocimos My Peronality App, un gran ejemplo de startup basada en el Big Data. Gracias a My Personality App, ya es posible predecir mejor tus acciones (conocer mejor como eres) a través de tus likes de Facebook. De hecho, se ha comprobado que esta aplicación de Facebook predice mejor tus acciones que tus familiares, amigos o pareja, analizando menos de 100 likes en tu perfil de Facebook. Ahora viene cuando digo aquello de: “no hace falta recordar que Facebook es una empresa que se debe a sus accionistas, no a nuestra felicidad”.
Más que para seguir explorando, descubriendo y creciendo, es probable que el transhumanismo esté siendo fomentado más bien por las ganas de ganar dinero y acumular poder. Sólo hay que ver el objetivo de las startups y los inversores: tener una “exit strategy“, es decir, tener claro el cómo la compañía se venderá, y los inversores podrán recuperar la inversión (multiplicada por 10, claro).
¿El único tipo de innovación posible?
No estoy en contra de la innovación tecnológica, sería absurdo. Y de hecho colaboro con compañías que basan toda su innovación en tecnologías que podrían considerarse “trashumantes”. Pero escribo este post porque me gusta recordar a todos los directores de innovación que hay otras opciones de innovación que no pasan por la tecnología y los datos.
Y en este sentido, estoy orgulloso de poder anunciar que empezamos estos días la tercera edición de Mango Smile, el Mango Social Innovation Lab de la Cátedra Mango, de la Escuela De Comercio Internacional de la Universidad Pompeu Fabra.
El principal objetivo es la innovación social en torno a la actividad de la compañía Mango. El primer año, el reto fue el de generar soluciones disruptivas para mejorar el proceso de reciclaje de ropa. El segundo, desarrollar soluciones comerciales con materiales provenientes de residuos orgánicos. Los dos, con grandes resultados.
Este tercer año, el reto está relacionado con la movilidad, y coordinado con la Fundación Cares. ¡Cientos de estudiantes universitarios generando ideas para la movilidad sostenible de ciudadanos de Barcelona hacia los polígonos industriales, apasionante!
Volved a mirar el vídeo de Neil Harbisson. Y pensemos, por favor, si queremos dedicar la innovación en impulsar la inteligencia de los datos, o bien en fomentar la conciencia de las personas.
¿Conocéis alguna empresa que sea ejemplo de innovación consciente y no puramente tecnológica?
¡Gracias por dejarnos tus comentarios!
Fuentes: