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Sobre hombres y robots E.Dans

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Los planteamientos sobre la relación entre hombres y robots, tomando la definición de robot de la manera más amplia posible, tienden a resultar en muchos sentidos tremendistas: los robots que “roban nuestros trabajos” y nos condenan supuestamente a una sociedad disfuncional con tasas de desempleo elevadas, la sustitución de trabajos manuales de escaso valor añadido o de las tres D que va dando paso a la eliminación de otros trabajos cada vez más sofisticados, y, en general, a una visión caracterizada por el temor y la negatividad.
https://www.enriquedans.com/2017/04/sobre-hombres-y-robots.html
¿Estamos realmente en un proceso de sustitución de personas por robots? Por supuesto. Cualquier planteamiento de duda al respecto resulta completamente absurda o ridículamente ingenua. En realidad, hace ya muchos años que los robots están quitando el trabajo a las personas.
Frame-breakers, or Luddites, smashing a loom (Source: Wikipedia)
El proceso comenzó seguramente, por buscarle un origen y lugar concreto, en las fábricas textiles de Nottingham en el siglo XIX, y dio origen al movimiento ludita y a los ataques a telares y a máquinas herramientas de la época que podían, con su sola instalación y uso, dejar sin trabajo a decenas de trabajadores que antes llevaban a cabo labores de tejido e hilatura de manera completamente manual, brindando a los propietarios de las fábricas la oportunidad de escalar su producción y dar origen al sistema capitalista moderno que hoy conocemos.
El recurso a los luditas y la comparación con aquella actitud de destrucción de unas máquinas que, eventualmente, terminaron por generar una era de muchísimo mayor bienestar, generación de riqueza excedente y condiciones de vida sensiblemente mejores para una amplísima mayoría de la sociedad es ya muy habitual y manida. Presentar esa comparación como prueba clave es, en realidad, poco útil, porque han sido muy pocas las ocasiones históricas en las que los trabajadores – o los economistas – han aprendido de la experiencia en cabeza ajena.
Henry Ford is killing jobs (IMAGE: Juan Carlos Arce - Twitter)
Ya en el siglo XX, la línea de montaje de Henry Ford y su capacidad de producir grandes cantidades de vehículos a velocidades inimaginables en la época fue objeto de fuertes criticas por las asociaciones de trabajadores y por los conductores de carruajes, que veían a la nueva máquina convertida ya en algo popular, al alcance de casi cualquiera, con un crecimiento espectacular que amenazaba sus puestos de trabajo. La idea de que la sustitución de personas por máquinas es mala se repite, a pesar de las evidencias que apuntan a que seguir manteniendo esquemas como la fabricación manual en modo taller o el transporte mediante carruajes, renunciando a las ventajas y a la ganancia de eficiencia que supuso el desarrollo de la línea de montaje sería profundamente anacrónico, o directamente ridículo.
Si leemos a Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee en su Race against the machine, la conclusión, sin embargo, parece clara: esta vez es diferente, porque la capacidad de las máquinas va a llegar hasta el punto de sustituir ventajosamente cada vez más de las tareas que las personas pueden hacer, lo que conlleva que, de una manera u otra, terminarán eliminando más puestos de los que son capaces de crear. Los robots ya conducen camiones y sustituirán a los camioneros en los próximos diez años, los drones autónomos ya vuelan solos de manera legal en Israel y trasladan muestras de laboratorio entre hospitales en Suiza, los empleados de servicio al cliente van siendo progresivamente sustituidos por chatbots cada vez más realistas, y las pizzas y hamburguesas van a ser pronto pedidas, elaboradas y enviadas a través de robots.
Pero a medida que vamos explorando la marcha de la automatización, y constatando que unos trabajos, o incluso unos países, tienen peores perspectivas en la carrera de la sustitución que otros, otras evidencias parecen ir emergiendo: la primera, que antes de la sustitución completa, todo indica que pasaremos por una fase en la que trabajadores cada vez mas preparados y sofisticados irán aprendiendo a trabajar cada vez más con robots. ¿Cómo prepararnos para un futuro en el que el machine learning y la inteligencia artificial van a ir incorporándose de manera progresiva a cada vez más trabajos?
Todo indica que las ideas de Donald Trump, preservar a toda costa unos pocos trabajos en la extracción de carbón a cambio de la salud de todo el planeta, son profundamente absurdas y equivocadas. En su lugar, lo que parece imponerse es la idea de que determinados trabajos están mucho mejor siendo sustituidos, y que a los países les irá mucho mejor siguiendo un modelo en el que se centren en inversiones en infraestructura que permitan incorporar tecnologías como la internet de las cosas, el machine learning y la inteligencia artificial para mejorar el rendimiento de los trabajadores y mantener la competitividad. La tecnología elimina determinados trabajos, pero solo la tecnología es capaz de salvar los trabajos del futuro. Un modelo que parece interiorizar mucho más un país como China, ya claramente destinado al liderazgo mundial, que unos Estados Unidos que a todas luces caminan hacia atrás.
¿Van los robots a quitarnos el trabajo? Sí, en un número elevado de casos. Pero intentar evitarlo solo generaría situaciones anacrónicas absurdas, como lo hubiera hecho el empeñarse en mantener a toda costa a los conductores de carruajes. En realidad, lo que los robots van a hacer es hacer sitio para trabajos que realmente tengan sentido, para tareas que una máquina no haga igual de bien, para la redefinición de cosas que un hombre pueda hacer mejor gracias a la colaboración con máquinas. Nadie puede parar la automatización, porque intentar hacerlo solo incrementa el incentivo a que alguien, en otro país o en otra compañía, se aproveche de ella para ser mucho más competitivo, para fabricar mejor, con más calidad, más barato, o todo ello a la vez. No, a los trabajadores no los salvará un imbécil decidido a ignorar los cambios en el escenario y empeñado en mantener unos trabajos que ya no van a volver porque ya no existen: los salvará una reforma de la educación y de los planteamientos mas profundos de la sociedad que dote a los trabajadores del futuro de las habilidades suficientes para trabajar en ese escenario redefinido. El futuro es el que es: seguir desarrollando tecnologías cada vez mejores, más eficientes, más inteligentes y más capaces de hacer más cosas, y preparar al hombre para trabajar lo mejor posible con ellas. Y al que no lo entienda así, sin duda, le tocará ponerse en la cola del paro.


This post is also available in English in my Medium page, “Of robots and men

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