¿Para qué necesita Mercedes Milá la ciencia si ya tiene una opinión?
La popular periodista tuvo ayer un enfrentamiento en el programa de Risto Mejide con un investigador que argumentó por qué uno de los libros de cabecera de Milá es todo menos recomendable.
Que nada se interponga entre usted y su opinión. Si tiene dudas, utilice lo ocurrido ayer en Chester in love, el programa de Risto Mejide, como guía.
http://m.revistavanityfair.es/actualidad/television/articulos/mercedes-mila-responde-a-un-cientifico-en-el-programa-de-risto-chester/23645
Mercedes Milá, invitada de la noche, compartió espacio con el bioquímico José Miguel Mulet, profesor de la universidad politécnica de Valencia, que rebatió en 2013 en su blog un libro que Milá defiende con ahínco, La enzima prodigiosa. El encuentro entre ambos transcurrió así:
Se lo resumimos aquí. Mulet, en un alarde divulgativo infrecuente en nuestra televisión actual, explica a la audiencia y a la periodista lo que es una enzima (algo, por otro lado, que cualquier estudiante que haya superado la ESO debería tener claro) y señala que el libro referente de Milá está lleno de mitos como que la leche es perjudicial y que clorar el agua es nocivo. ¿La respuesta de Mercedes Milá? Que lea el libro (parece ignorar que Mulet ya escribió sobre él) y que adelgace, que para saber tanto de alimentos, está muy gordo.
El agravio se puede analizar en pocas líneas. Imagínense que en lugar de Milá en ese sofá llega a estar sentado algún hombre. Imagínese después que en lugar de Mulet llegamos a tener frente a ese periodista imaginario a una científica. Y deduzca la que se habría armado con la salida de tono. Algo parecido a lo que ocurrió cuando aquel periodista trató de desacreditar a la por entonces futura alcaldesa de Barcelona señalando que estaba “gordita”.
Pero lo preocupante del asunto no es ni siquiera cómo Milá despacha los argumentos del investigador, que no es más que una reacción orgullosa de una persona herida que en lugar de defenderse con argumentos se defiende tratando de buscar una debilidad no en las palabras de su interlocutor, sino en su interlocutor mismo.
Lo grave es ese mantra, que se deduce de la sonrisa autosuficiente de Milá durante todo el vídeo: que nadie ni nada se interponga entre usted y su opinión. Mercedes Milá tiene una opinión.
Al otro lado, un científico. Uno de esos bichos raros que no tienen opiniones. O al menos no las consideran relevantes. Los científicos tienen hipótesis que prueban o refutan. Y que una vez probadas se mantienen gracias a su propia entidad, hasta que una posterior las desacredita.
¿Pero qué importa la ciencia cuando Mercedes Milá tiene una opinión?
¿Sabe quiénes tuvieron también una opinión? Los miembros de la Congregación del Santo Oficio que amonestaron a Galileo y le instaron a que abandonara la hipótesis de que la Tierra se movía. Los que contribuyeron a que Newton temiera por su vida después de enunciar la ley de la gravitación universal. Aquellos que se opusieron a la teoría de las especies de Darwin. Y esto por señalar tan solo casos que conocemos todos.
¿Sabe quiénes tienen también una opinión? Los del –que me perdone Miguel Ríos– blues del autobús naranja. ***Y los que practican y/o defienden las terapias de conversión.
Todos ellos tienen una opinión, pero a todos ellos era muy fácil identificarlos antes, porque todos tenían algo en común: sus opiniones no se llamaban opiniones, se llamaban fe, dogma, creencias. Son los mismos que a lo mejor le dijeron en la escuela que si se masturbaba se iba a quedar ciego. Afortunadamente, ahora (en occidente) solo tienen una opinión, no la potestad para imponerla.
Sin embargo, ahora abundan los dogmas disfrazados de opiniones. Hay para todos los gustos. La homeopatía, el reiki, la reflexología. Y cuesta identificarlos, porque ya no se deducen de las escrituras sagradas. Se deducen de las escrituras que se venden en el VIPS. Y se comercializan en las farmacias. Y los sustentan porcentajes y terminología de apariencia científica. Y el “a mí me funciona”, el “el secreto que los médicos no quieren que sepas” y todo tipo de teorías conspirativas que se cree a la primera de cambio ese que en otros contextos presume de que la iglesia no le engaña.
Es en ese magma pseudocientífico donde resulta más fácil que nunca que usted se fabrique una opinión a su medida. La leche es mala. El pescado azul es malo. No, el malo es el blanco. ¿El gluten? Peor que la heroína. Hay unas semillas buenísimas para ponerse en las orejas, pruébelas. ¿Hidratos a partir de las siete de la tarde? ¡Está loco! Y guárdese del wifi, que le va a dejar estéril. No es bueno el wifi, no.
Mercedes Milá tiene su opinión y no va a permitir que la ciencia se interponga entre su opinión y ella, porque igual que las famosas que se sientan en Sálvame tienen SU verdad, que no suele ser más que una mentira, Mercedes Milá tiene su ciencia. ¿Ha elegido usted ya la suya?
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http://www.cuatro.com/chesterinlove/temporada-1/programa-08-05-03-2017/Mercedes-Mila-Jose-Miguel-Mulet_2_2333655116.htmlLA IGNORANCIA PRODIGIOSA DE MERCEDES MILÁ
Carta abierta del nutricionista Juan Revenga a la presentadora de televisión, en la que se desmontan las mentiras de 'La enzima prodigiosa'.
Lo reconozco Señora Milá, nunca me cayó usted bien. No es nada personal, a fin de cuentas no nos conocemos. Tampoco tengo ganas: lo siento así por lo que usted transmite como profesional del periodismo, por la clase de programas que hace, por los que presenta, conduce o en los que participa. No suelen ser de mi agrado. Así pues, de aquí en adelante no se lo tome como algo personal: es posible que se trate nada más de un estilo de periodismo con el que no comulgo que de otra cosa.
Pero son las personas las que al final ponen cara y dan sentido a un estilo concreto, tanto en el periodismo como en el cine, la literatura o la manera de entender la vida. Y en este caso le ha tocado a usted –no sé si por convencimiento o por necesidades del guión– convertirse en esa figura mediática que tanto detesto. Nada más lejos de mi intención que pedirle que eso cambie: se le nota muy cómoda en su papel, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen.
La fe contra la ciencia
Si hoy me animo a dirigirle unas líneas es por -seguro que ya se lo imagina, a estas alturas- el bochornoso espectáculo del otro día en el programa 'Chester in love’ de Cuatro, al que invitaron al bioquímico, escritor y divulgador José Miguel Mulet para debatir sobre los contenidos del libro La enzima prodigiosa de Hiromi Shinya. El papel de Mulet, claro, era el de criticar –no me extraña– sus contenidos; mientras usted ejercía, en teoría, de coherente defensora.
Al menos supongo que ese era el plan inicial: dos personas con un alto nivel de formación -sobre el papel- conceptualmente enfrentadas respecto al libro en cuestión. Hago este breve esquema de la situación porque, en palabras de Les Luthiers es imprescindible que a la hora de establecer un ‘biólogo’ haya dos personas. Y usted, al intentar rebatir las opiniones del Profesor Mulet –quien tenía la posesión de la palabra en primer lugar, un privilegio que apenas consiguió recuperar después–, se enrocó en un monólogo que, empezando por llamarle gordo con todas las letras, basó toda su argumentación en una cuestión que para nada tenía que ver con el objeto de debate.
Para ello usó, conscientemente o no, un recurso que denota el más bajo nivel que se puede emplear en cualquier disquisición lógica: la falacia ad hominem. Es decir, tratar de desacreditar los argumentos del interlocutor señalando en él una característica o creencia impopular. Voy a bajar el nivel ya que no quiero confundirla con palabrería en latín. Como es comprensible, no tenía respuestas válidas con las que defenderse, y siguió la estrategia de echar balones fuera o, para que nos entendamos: ¿dónde vas?; manzanas traigo.
A fin de cuentas, para que se establezca un debate sobre la validez de una determinada cuestión científica se necesitan dos científicos, y ¿usted podría explicar de manera sencilla, comprensible y a la vez sin dejarse nada en el tintero qué es exactamente una enzima? ¿Podría dar una clase a alumnos de 2º de la ESO sobre enzimas? Fíjese que no le hablo de la universidad y un grado de Biotecnología, como Mulet. ¿Podría, llegado el caso, solucionar las posibles dudas de esos alumnos de 2º de la ESO respecto a la naturaleza de esas enzimas y sus implicaciones metabólicas, funciones, etc? Pues eso. Que manzanas traigo. Manzanas con enzimas, con genes, con cosas.
La mala educación
El supuesto anterior queda invalidado si usted es de esas personas que opina que una persona con sobrepeso u obesidad no puede hablar con propiedad y certeza de cuestiones relacionadas con la alimentación, en cuyo caso queda todavía en peor situación. Si cabe. ¿Acaso no consultaría usted con un oncólogo por el hecho de que este tuviera cáncer; y con un urólogo con piedras en el riñón; o con un endocrinólogo si este padeciera diabetes? ¿Seguimos? Que exista una corriente popular –más bien populista– que postule que la obesidad es solo el resultado de la escasa voluntad del paciente respecto a (no) cerrar la boca o (no) hacer ejercicio me parece lamentable, pero reconozco que es lo que hay y que con eso tenemos que lidiar. Que una persona presuntamente formada y de su nivel incurra en esa asociación de ideas, resulta directamente deplorable.
Tampoco se agobie demasiado, no es la única que tiene abiertas este tipo de vías de agua en el cerebro. Sin ir más lejos hace casi cuatro años en el programa ‘El gran debate’ de Tele5, el ínclito Sr. Dukan –sí, el de la dieta homónima, a quien ya no recuerdan ni sus más fieles palmeros– tuvo ocasión de ponerse en evidencia al dirigirse a Giuseppe Russolillo, presidente de la entonces Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, en los siguientes términos: “¿Cómo puede ser que el presidente de los dietistas españoles sea un obeso? Usted está gordo. Es una vergüenza. ¡Usted es nutricionista y obeso! Eso quiere decir que su método dietista no funciona”.
Supongo que, para una persona con escasas oportunidades de formarse en un terreno especializado como es el de la obesidad, hay una especie de disonancia cognitiva entre acudir a un profesional cualificado para recibir ayuda a la hora de perder peso, y que ese profesional al mismo tiempo tenga sobrepeso u obesidad. Como usted, que por lo que se ve asume la obesidad como un ente único, fruto de comer mucho y moverse poco. Por recurrente que sea, esta es una simplificación extrema del asunto. No hay única obesidad, igual que no hay una única depresión: sin caer en el sinsentido de afirmar que hay tantas obesidades como personas obesas, sí que es preciso considerar que en cada caso puede haber múltiples factores implicados, desde los genéticos a los psicológicos, pasando por los socioculturales. Y pone como única carga de la prueba de defensa del famoso libro, que su interlocutor padece obesidad –sin conocer realmente su IMC ni otros factores, y a ojo– y en un alarde de espontaneidad intenta analizar su dieta en directo. Brillante.
En este terreno no puedo dejar de mencionar el presunto ilícito en el que pudo haber incurrido al descalificar al Profesor Mulet sin tener en cuenta, supongo, la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Pues bien, en buena parte de su justificación, y concretamente en su artículo 37 se destaca la prohibición de cualquier discriminación directa o indirecta por razón de sobrepeso u obesidad. Y es que usted, además, no se refiere al Dr Mulet como obeso, se refiere a él con la expresión ‘gordo’ ¿en todas sus acepciones, o pretendía usted hacer especial hincapié en alguna?
Querida Milagros
No voy a entrar de nuevo a valorar los contenidos del libro. Ya lo hice hace casi cuatro años, y si sigue el enlace verá que ya por aquel entonces aparece su nombre. Pero déjeme hacerle un resumen sobre mi parecer al respecto del panfleto en cuestión:
- No existe la tal enzima prodigiosa, incluso el bueno de Hiromi –su autor– lo reconoce, solo se la imagina (y con ello perpetra un título genial, y de paso un negocio que le ha reportado grandes beneficios).
- Él y solo él sospecha de su existencia y le atribuye propiedades que a la luz de la medicina actual solo pueden ser consideradas de milagrosas.
- Cualquier niño en sus últimos cursos de primaria, solo con los más elementales conocimientos de biología podría (debería) echar por tierra los argumentos de este libro. Lamentables en boca de un señor que ejerce la medicina.
- La obra está cuajada de despropósitos energético-holísticos buenrrollistas, que no tienen ningún respaldo en la ciencia. El autor miente más que escribe y para poner solo un ejemplo, baste este dato: es imposible contrastar la filiación profesional del autor, que él mismo se encarga de incluir en el prólogo. Allí dice ser profesor de cirugía en el Colegio Albert Einstein de Nueva York. Sin embargo, un portavoz de la institución ha negado a diversos medios que Shinya ejerza allí, pese a que la editorial sostiene que sí.
- Un extra: para dar buenos consejos en el terreno sanitario o, llegado el caso, de la nutrición no hace falta ni mentir ni recurrir a cuentos de hadas.
Siempre existirá gente como usted, Sra Milá, que se reúna en noches de luna llena alrededor de una magnífica fogata para invocar a Gaia o a la enzima prodigiosa, madre cósmica de todas esas otras enzimas chiquitinas y gregarias que habitan en cada ser vivo. Eso es algo inevitable. Si le digo la verdad, ese tema me inquieta poco y hasta me parece algo folclórico. Lo que me parece todo un desacierto es que alguien utilizando su escaparate mediático invoque una enzima que ni existe, ni es prodigiosa, ni nada de nada. Esa enzima es una solemne tontería y es peligrosa.
Por cierto, antes de despedirme me gustaría comentarle una cosa. Mis argumentos en contra del bodrio de la enzima prodigiosa son los mismos, en esencia ,que los del profesor Mulet, mido 1,79, peso 76 kg y tengo 47 años… ¿también me va a llamar gordo para defender su postura? ¿O en este caso se va centrar en que tengo un poco menos de pelo que cuando tenía 25, llevo los pantalones arrugados, la barba de tres días o cualquier otro argumento igual de válido cuando se trata de intentar imponer la fe o los intereses de una cadena por encima de la ciencia?
http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/03/06/articulo/1488839859_008118.html
El mundo está lleno de pervertidos
Cuando veo a algunas personas y algunos autocares hablar de que la biología es exacta y rotunda, ya saben XX y XY, vulvas y penes, y pare de contar, recuerdo algo que leí de una profe de biología llamada Grace (@Gracietwoshoes). Era algo así:
En las especies con reproducción sexual -el sexo es esa maravilla que nos permite evolucionar con rapidez- las hembras pueden ser XX y los machos X (insectos), las hembras pueden ser ZW y los machos ZZ (aves), puedes encontrar hembras que se convirtieron en hembras porque se desarrollaron en un ambiente cálido y machos que fueron machos porque se desarrollaron en un ambiente frío (reptiles), puedes encontrar hembras que son hembras tras perder en una pelea de espadas con sus penes (algunos gusanos planos) y machos que son machos porque nacieron hembras pero cambiaron de sexo porque el único macho en el grupo murió (pez loro y pez payaso). Puedes encontrar machos que parecen y actúan como hembras porque quieren acercarse a las verdaderas hembras para aparearse con ellas (sepia, perca sol) o especies en las que hay una enorme diversidad de sexos (moho del cieno, algunos hongos). ¡Todos unos pervertidos!
¡Ah, que te referías a los humanos! ¡Ah, que en el colegio aprendiste que los hombres tienen los cromosomas XY y pene, y las mujeres los cromosomas XX y vulva! Bueno, pues hay mucho más. Puedes ser etiquetado como hembra porque tienes cromosoma X e Y pero al Y le falta el gen SRY y tienes un cuerpo de mujer ¡con vulva incluida! Puedes ser macho porque tienes dos cromosomas X pero uno de ellos tiene un gen SRY y tienes un cuerpo de hombre ¡pene incluido! Puedes ser hombre porque tienes dos cromosomas X pero también uno Y y te crece un pene. Puedes nacer hembra pero ser considerado macho porque tenías una deficiencia en la 5-alfarreductasa y a los 12 años te creció un pene. Puedes ser hembra porque solo tienes un cromosoma X y tienes vulva, claro. Puedes ser macho porque tienes dos cromosomas X pero, biológicamente, tu cerebro es masculino. Y viceversa.
Y hay mucho más: la orientación sexual humana es compleja y puedes sentir algo sexual, romántico o emocional, una atracción hacia uno o más tipos de personas. La identidad de género puede coincidir o no con tu identidad biológica, que puede coincidir o no con tu identidad genética. A su vez esa identidad de género, que normalmente se expresa en un comportamiento, una ropa, un corte de pelo o un tono de voz, puede encajar o no con lo que podríamos llamar comportamientos mayoritarios o con lo que algunos piensan que son las características asociadas a lo masculino o lo femenino y que, que yo sepa, no están escritas en ninguna placa de bronce. ¿Y sabes qué? Me gusta este mundo heterogéneo, complejo, caleidoscópico donde hay -o debería haber- sitio para todos, cariño para todos, respeto para todos.
NO utilices la biología para tus prejuicios. Ella y el mundo son demasiado diversos ¡y maravillosos! para ti.
http://jralonso.es/2017/03/04/el-mundo-esta-lleno-de-pervertidos/-----------
Efecto D:
https://www.youtube.com/watch?v=6nwvOGIsav8&feature=youtu.be