Teorías sobre las causas del autismo
Una de las cosas más terribles del autismo es la lista increíble de sus supuestas causas. A lo largo de los años se ha indicado o sugerido que la causa podían ser las pocas muestras de afecto de los padres, las vacunas, los empastes dentales, las dietas equivocadas, las alergias, beber durante el embarazo y muchas otras más. La lista parece interminable porque continuamente surgen nuevas “explicaciones”, o se señalan nuevos “culpables”. Algunas de estas propuestas tienen base científica (aunque solo explican una minoría de casos), otras son hipótesis o postulados poco fundamentados o aún por demostrar y, finalmente, otras son fruto de la idiotez, la ignorancia o el afán de lucro del supuesto experto que las plantea. De hecho, las aberraciones sobre las causas del autismo solo son superadas por las aberraciones en otro capítulo: los tratamientos.
Recordemos: el autismo es un trastorno del comportamiento, con una base genética, donde distintos factores aumentan la propensión de desarrollarlo y donde no hay ningún culpable de que un niño tenga autismo. Las vacunas son la medida sanitaria más sencilla y eficaz para la prevención de enfermedades graves. Los padres de un niño con autismo le quieren tanto como cualquier otro padre y tienen una dedicación que supera, cuantitativa y cualitativamente, en mucho la de la mayoría de los padres.
Este listado intenta ser un pequeño almacén de teorías, abandonadas y aceptadas, de muchas cosas que se han dicho sobre el origen del autismo. La ciencia avanza continuamente y se ha visto, por poner un ejemplo, que la supuesta influencia de los tratamientos de fecundación in vitro no es tal, y que no hay relación entre FIV y autismo, pero siempre es bueno leer y comprobar lo mucho que hemos avanzado en los últimos años.
Al final, como dice Emily en The Biology Files, la principal causa de autismo es estar vivo.
http://autism.about.com/od/causesofautism/p/refrigerator.htm
http://daisymayfattypants.blogspot.com/2010/02/parents-seek-autism-diagnosis-to-avoid.html
http://www.cnn.com/2011/HEALTH/01/06/autism.vaccines/index.html
http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=newsarchive&sid=aiiTybT70ojc
http://daisymayfattypants.blogspot.com/2010/02/autism-and-environmental-chemicals-call.html
Doce años tarde
En un post anterior identificaba al Dr. Andrew Wakefield como el principal responsable de las dudas sobre la vacuna triple vírica en su posible conexión como el autismo. El punto de partida era un artículo publicado en la revista The Lancet, valorada y prestigiosa, en el año 1998. Aunque en el artículo no se llegaba a afirmar que la vacuna causara el autismo, en una rueda de prensa posterior, Wakefield alertaba a los padres y les sugería ser precavidos a la hora de vacunar a sus hijos. En esa misma rueda de prensa, proponía que en su caso, era mejor usar vacunas monovalentes, contra cada tipo de virus.
En un mundo con un diagnóstico cada vez mayor de casos de autismo, con una mayor sensibilización y un mejor conocimiento mediático y social, las declaraciones de Wakefield tuvieron un gran impacto, hicieron que un número muy importante de padres no vacunara a sus hijos y lanzó un movimiento anti-vacunas. El resultado fue una serie de brotes de enfermedades que no tendrían porqué haber sucedido. Varios niños murieron. NO tenía porqué haber sucedido.
En todos los países con un nivel científico mínimo, una investigación debe ser aprobada por un comité ético que analiza el número de muestras, la forma de obtenerlas, la fiabilidad y repercusión del estudio, que no haya sido hecho con anterioridad, la calidad de los procedimientos y muchos otros factores. Además, cualquier intervención sobre personas debe hacerse con su consentimiento informado. Wakefield extrajo sangre a los niños que fueron a la fiesta de cumpleaños de su hijo, a cambio de una “recompensa” de cinco libras para cada uno. No solo eso. Wakefield realizó análisis invasivos, dolorosos e innecesarios en niños, incluyendo colonoscopias y punciones lumbares. No tenía permiso de ningún comité ético para hacer esos procedimientos.
Brian Deer, un periodista del Sunday Times reveló en una serie de artículos los errores, maniobras y comportamiento poco ético de Wakefield, incluyendo que no había declarado que tenía serios conflictos de interés. Deer consiguió evidencias de que Wakefield había recibido miles de libras de abogados que querían establecer una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo, para poder litigar contra las compañías farmacéuticas que producían las vacunas.
Haciendo un breve recorrido cronológico
1997: Wakefield solicita una patente sobre una vacuna monovalente contra el sarampión, similar a la que el año siguiente, dirá en la conferencia de prensa tras la publicación de su artículo en Lancet, que es lo que padres tendrían que buscar.
1997: Wakefield propone un sistema para “curar” el autismo, una tecnología sin sentido que consiste en inocular ratones con virus, después extraer sus glóbulos blancos, procesarlos, inyectar el resultados en cabras preñadas, ordeñarlas después del parto y con el producto, generar cápsulas. Desgraciadamente, el autismo no se cura.
1998: Publicación del artículo en The Lancet. Comienza una época de controversias, brotes epidémicos, ilusión y esperanza entre los padres de niños con autismo, ataques a los fabricantes de vacunas, fomento de los grupos y sectas anti-vacunación, en otros, sinsentido y avaricia. Cada vez se va haciendo más evidente las falsedades contenidas en el artículo y su falta de validez científica. Se encuentran más y más evidencias de mala praxis por parte de Wakefield.
2004: Diez de los trece autores firmantes del artículo en Lancet solicitan retirar su nombre de esa publicación señalando ”Deseamos dejar claro que en este artículo no se establece ninguna relación causal entre la vacuna y el autismo y que los datos eran insuficientes. Sin embargo, la posibilidad de dicha relación se planteó y los sucesos consecuentes han tenido implicaciones importantes para la salud pública.”
2005: Wakefield se traslada a Estados Unidos donde es nombrado director de una clínica de medicina alternativa. Allí realiza tratamientos sin ninguna base científica como la quelación y vende “productos para el autismo” incluyendo enzimas y supuestos test genéticos.
2010: El editor de Lancet, Richard Horton, retira el artículo, lo que significa que se borre del registro científico. Otro artículo de Wakefield aceptado para su publicación en la revista NeuroToxicology, donde se relacionaba el timerosal, un conservante de vacunas, con problemas en el desarrollo neurológico es también retirado.
2010: El Colegio médico británico (General Medical Council) en la mayor investigación de su historia, con un panel disciplinario que tuvo reuniones durante 148 días a lo largo de dos años y medio y con un coste de un millón de libras emite un informe de 143 páginas indicando que Wakefield había mostrado una “total despreocupación por el sufrimiento de los niños” y había “abusado de su posición de confianza”, concluyendo que “el nombre del Dr. Wakefield debe ser borrado del registro de médicos”. Esto es, expulsado de la profesión. Doce años después de la publicación de su artículo. Doce años tarde. Entre medias, algunos de sus seguidores habían propuesto que lo nombraran “Sir”
Finalmente, hablando en una manifestación contra las vacunas en Washington, Wakefield habló sobre sus nuevos planes: poner en macha una universidad virtual donde podría diseñar nuevos estudios y reclutar investigadores para seguir adelante. Desgraciadamente, sigue teniendo seguidores que apoyan sus teorías, atacan a las vacunas y ponen en riesgo la salud de sus hijos y la de los demás. Parece que los que en las películas querían dominar el mundo o hacerse con todo el agua del planeta y venderlo, ahora se conforman con eso, con crear una universidad.
La vacuna triple vírica y el autismo
En 1998, Andrew Wakefield, un gastroenterólogo del Royal Free Hospital de Londres, publicaba un artículo en la revista Lancet, la revista biomédica más antigua y una de las más prestigiosas del Reino Unido. Ese artículo relacionaba el autismo con la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola. La vacuna se suele administrar el primer año, con un refuerzo a los cuatro años y su eficacia y seguridad están perfectamente demostradas.
Investigaciones posteriores demostraron que Wakefield había falseado cosas en su artículo, que la muestra de pacientes estaba sesgada, que no tenía permiso del Comité Ético del Hospital como afirmaba en su publicación, que había recibido importantes cantidades de dinero de un bufete de abogados que quería pleitear contra las farmacéuticas productoras de la vacuna, y que él mismo había solicitado patentes contra nuevos tipos de vacuna. Diez de los trece autores de ese artículo se retractaron al conocer esta información. Otros grupos de investigación repitieron el estudio de Wakefield y encontraron muchos falsos positivos y que el laboratorio utilizado era incapaz de distinguir qué muestras tenían los virus del sarampión descritos. Como evidencia adicional, en países donde se retrasó o eliminó la vacunación, el número de casos de autismo no cambió o aumentó significativamente. Distintos periódicos, revistas y canales de televisión que habían presentado a Wakefield como un héroe, luchando a favor de las familias y los niños y en contra de la avaricia de las farmacéuticas, recogieron la noticia pero el daño estaba hecho y era muy importante.
La tasa de vacunación en el Reino Unido y especialmente en la zona de Londres disminuyó sensiblemente. Fue especialmente llamativo entre personas de clase alta que pensaban que si ellos no vacunaban a sus hijos y todos los demás sí, no habría riesgos de infección ni tampoco, por mínimo que fuera, cualquier posible riesgo asociado a la vacuna. En un mundo como el nuestro, donde cientos de miles de personas cambian de continente cada día eso es una temeridad. Miles de niños enfermaron de infecciones virales como el sarampión, la rubéola o la polio y algunos murieron. Algunos padres, arrasados por su desgracia, no daban crédito a que se pudiera morir de un sarampión, pero eso era lo que sucedía hasta que hubo una vacuna y es lo que pasó en algunos de esos niños no vacunados.
En septiembre de 2005, el Consejo Médico General en Londres, la institución responsable de permitir la práctica de la medicina, acusó a Andrew Wakefield de varios cargos de mala conducta profesional. Entre ellos, el haber impulsado un boicot de la vacuna triple vírica sin evidencias claras de que causase daño, el haber reclutado niños para su estudio a través de grupos de presión contra la vacunación, el retener y usar muestras humanas sin consentimiento, el no haber contestado adecuadamente preguntas de las autoridades sanitarias sobre sus fuente de financiación, el haber sometido a niños a investigaciones innecesarias e invasivas y el haber pagado cinco libras (7 euros) directamente a los niños que asistían a la fiesta de cumpleaños de sus hijos a cambio de extraerles sangre. Wakefield contestó estas acusaciones, negando haber hecho nada malo. Perdió su licencia y no puede seguir practicando la medicina en el Reino Unido. Se trasladó a una clínica en Florida, Estados Unidos donde fue nombrado director de investigación y denominado “Dr. Good News”, el doctor de las buenas noticias.
Hay que comprender a los padres que apoyaron o creyeron a Wakefield. Después de saber que tu hijo tiene autismo, es lógico demandar saber cuál es la causa. Muchos de los síntomas se notan entre el primer y segundo año, por lo tanto semanas o pocos meses después de recibir la vacuna triple vírica. En los mejores casos, en los países con mejores servicios médicos, el diagnóstico tarda en hacerse y es mucho todavía lo que desconocemos de este trastorno del comportamiento. Pero la ciencia, tarde o temprano, corrige sus errores y fueron científicos los que comprobaron y refutaron los datos y especulaciones de Wakefield.
Ciomo informó el Correo digital, a finales de noviembre de 2009 se juntaron en el hotel Princesa Sofía de Barcelona para hacer un foro la monja antivacunas catalana, los negadores del SIDA, los defensores de que el 11-S fue un autoatentado de Estados Unidos, los creyentes en que la Tierra está hueca y otros “expertos” parecidos en el llamado II Congreso de Ciencia y Espíritu. Creo que de estos iluminados es fácil defenderse, pero el nivel de cultura científica de gran parte de la población es bajo, los medios de comunicación dedican entre cinco e infinitas veces más espacio a deportes que a ciencia o salud y el riesgo para los niños, poner sus vidas en peligro a cambio de nada, es demasiado importante. Los grupos anti-vacunación pueden causar un daño irreparable.
Leer más:
- Alonso, J.R. (2009) Autismo y síndrome de Asperger. Guía para familiares, amigos y profesionales. 2ª edición. Ed. Amarú, Salamanca.
- Offit, P.A. (2008) Autism’s false prophets. Columbia University Press, Nueva York.